La entrevista
Esa misma tarde, llegaron los candidatos para escoltas, uno a uno fue entrando a la oficina, con la ayuda de Anette, John entrevista a los oficiales de seguridad.
El primero de ellos, es bastante joven, tiene veinte años y cumplió servicio militar, sin embargo, John no cree conveniente que por su edad sea la mejor opción.
—Lo tendré muy en cuenta, se nota que es muy responsable por las referencias que trae.
—Gracias señor.
—Lo estaremos llamando para informarle sobre su estatus en el proceso selectivo —interviene Anette.
El joven sonríe y sale de la oficina. Luego pasa el segundo de los candidatos para el cargo de escolta. El hombre de casi dos metros de altura, complexión fuerte y rostro serio, es aparentemente un buen prospecto para el puesto de guardaespaldas. A diferencia del joven anterior Math permanece de pie, con los brazos abajo y sus nanos entrecruzadas.
—Buenas tardes, siéntese por favor.
—Gracias, Sr. Carter —respondió con amabilidad y se sentó.
—Su nombre es Mattew Cavalini —Él asiente.— ¿Trabajó como oficial de la policía? —pregunta sorprendido.
—Sí, señor.
—Su currículo se ve muy interesante. Me gusta, creo que lo llamaré muy pronto. ¡Puede retirarse! —mira a Anette quien al igual que John parece estar de acuerdo con que sea el elegido.
Mientras continúan pasando los candidatos, Matt sale del edificio, baja las escaleras apresurado, de pronto se detiene frente a la empresa un auto elegante. La hermosa chica de cabello oscuro, vestida de colegiala, sube las escaleras y se tropieza con el musculoso hombre.
Él la sujeta con fuerza por ambos brazos y se disculpa con ella, a pesar de que ella fue quien no lo vio venir por estar metida de cabeza en su celular.
—Quíteme las manos de encima, gorila —responde enojada.
—Disculpe no era mi intención tocarla.
Ella lo mira a los ojos, el rostro poco expresivo y la mirada oscura de Math, provoca en ella un escalofrío que la recorre de pie a cabeza.
—Inepto —lo empuja, él se hace a un lado, la mira despectivamente y continúa su camino. Aquella niña rica, era insoportable.
Lo que él no imaginaba, era que ella podía ser su futura protegida.
Madinson se sacudió los brazos, aquel hombre la había tocado, pero ¿Quién era y qué hacía en la empresa de su padre? Por la vestimenta, debía tratarse de algún mensajero, su ropa, ni sus zapatos eran de marca, ella era experta en reconocer unos Enzo Bonafé o unos Corthay o quizás Gaziano&Girling, las marcas que su padre usaba. Fue hasta la oficina de su padre. Al verla, Lily fue a su encuentro:
—Señorita Madison. ¡Qué alegría verla por aquí!
—Gracias Lily, ¿y mi padre?
—En su oficina señorita, creo que está un tanto ocupado con lo de la entrevista para lo de su guardaespaldas.
—¡Ufff! Pensé que era en broma lo del escolta.
—¿Broma? Su papá estaba que se moría cuando le dije.
—No exageres Lily, cuando me llamo, en vez de preguntarme como estaba, lo que hizo fue acusarme de mentirosa. —Lily se hizo a un lado y Madison fue hasta la oficina de su padre.
Los tres hombres que aguardaban su turno al verla, se quedaron sorprendidos con su belleza.
—¡Whoa! Que mamacita —dijo uno de ellos, dándole en el costado a su compañero.
Ella los miró con repulsión:
—Ordinario y falta de respeto —le dijo, abrió la puerta de la oficina de John sin tocar, su padre estaba en plena entrevista. Levantó el rostro y la observó con enojo.
—Buenas tardes hija. ¿Qué haces por aquí?
—Papi, es que necesitaba hablar contigo.
El hombre de unos sesenta años volteó a mirarla. Madison se acercó a su padre y le susurró al oido “un guardaespaldas o un vigilante de supermercado” le preguntó.
—Hija, te presento al Sr. Fabricio, veterano de la guerra de las Malvinas —la chica abrió los ojos como si los fuese a disparar, se volteó hacia él y lo saludo:
—¡Hola! —agitó sus dedos y volvió a mirar a su padre. No se había percatado de Anette, aquella mujer le desagradaba, a pesar de que no sabía que su padre se entendía con ella.
—Hola querida —la saludó Anette y ella apenas hizo una mueca con sus labios.
—Papá ¿te falta mucho?
—Hija, estoy ocupado, ¿qué es lo que necesitas? —ella le respondió con un gesto— dinero, ve con Anette para que te dé lo que necesitas.
—¿No puede ser Lily? —preguntó irritada.
—No, mi CFO es Anette, no Lily.
La mujer se levantó, caminó delante de Madison y la chica la siguió.
—¿Cuánto necesitas? —abrió con la llave, la cerradura de la gaveta y sacó un fajo de billete.— ¿Está bien con eso?
—Ummm, no.
—Ok —sacó un segundo fajo de dólares.
—Gracias —tomó los dos lotes de dinero y lo guardó en su bolso.
—A tu orden siempre. Ah, por cierto, me alegra que estés bien. Fue un buen susto para tu padre, pero creo que tu madre ni se enteró.
—Me da igual la verdad y creo que eso no es de tu incumbencia —respondió secamente.
Salió de la oficina, mientras con la ceja levantada miró a la rebelde hija de su amante.
—¡Qué lástima que no te llevaron bien lejos! —murmuró entre dientes.
Regresó a la oficina con John, quien ya estaba atendiendo al último de los citados para la entrevista.
—Nosotros estaremos llamándole, gracias por venir a la entrevista —se puso de pie y estrechó la mano del joven.
Justo en ese momento, entró Anette.
—Por fin terminé. ¿Cuánto le diste a la niña?
—20mil —respondió.
—¿Te dijo para que era?
—Mi amor, no nos hagamos los tontos, tu hija no me soporta, como crees que le iba a preguntar sobre el dinero, si se me ocurrió decirle que me alegraba que estuviese bien, y lo que me respondió es que eso no era de mi incumbencia.
—Bueno, ya le preguntaré. Siéntate, revisemos el perfil de los candidatos y escojamos uno de ellos.
Anette se sentó a su lado, observaron los currículos, mientras evaluaban la entrevista de cada uno de los citados.
—Creo que Mattew Cavalini, es serio y tiene el conocimiento necesario para defender a mi hija.
—Sí, también lo creo.
—Llámalo y dile que venga para firmar el contrato.
—Ok mi amor —tomó el teléfono inalámbrico y marcó el número de Matt
En tanto, Matt estaba recostado, con las manos cruzadas sobre su cabeza, por una extraña razón, no dejaba de pensar en aquel chica sifrina con la que se topó a la salida del edificio, su rostro era hermoso, y su mirada parecía la de un animal indefenso, aquello le enterneció al punto de sentir necesidad de protegerla, se volteó de lado mientras cavilaba en el comportamiento de Madison, era tan hermosa como rebelde. Justo en ese momento sonó su celular, sacándolo de sus pensamientos:
—Sí, dígame —respondió ansioso, como si aquella llamada era lo más importante para él.
—Buenas tardes, por acá le habla Anette Braun, es para informarle que se presente en la oficina del Sr. Carter.
—¿Ahora? —pregunta algo dudoso.
—Sí, por supuesto, usted fue escogido para el cargo de escolta.
—En seguida salgo para allá —se levantó de un salto, se arregló la camisa y pasó sus manos por el cabello. —revisó su billetera, por suerte le quedaba lo suficiente para tomar un taxi e ir hasta la empresa.
Minutos después llegó a la empresa, Lily lo recibió y lo hizo pasar hasta la oficina de John.
—Pase adelante y siéntese por favor —le pidió John.
La asistente entró con la carpeta del contrato y la dejó sobre la mesa de su jefe.
—Aquí tiene señor —John tomó la carpeta.
—Gracias Lily —respondió, la mujer salió y el CEO le entregó a Matt el documento— Puede leerlo con calma.
Mattew tomó la carpeta, abrió y leyó mientras John le daba algunas informaciones sobre lo que necesitaba:
—Usted será el escolta de mi princesita Madie. Ella es una chica algo difícil, pero es encantadora, tendrá que buscarla y llevarla al colegio, estar donde ella esté, no puede abandonarla ni un solo instante.
Matt ya se veía como niñera más que como guardaespaldas, por un momento pensó que se trataba de una niña cuando John dijo “princesita”
—Muy bien, ¿Cuándo empiezo? —preguntó preocupado, aquel empleo le urgía.
—Hoy mismo ¿para qué cree que lo hice venir? Mi hija fue secuestrada ayer, es urgente que ud vele por su seguridad.
—Ok, solo que por ahora no tengo uniforme, ¿puedo venir vestido un poco menos informal?
—Mi asistente se encargará de todo, pero usted comienza una vez que firme el contrato ¿me entendió? —dijo de forma imperativa, Matt levantó una ceja, no le agradó la forma en que se lo dijo, mas no era momento para hacerse el ofendido, si no aceptaba aquel trabajo, tendría que salir de la habitación que alquilaba.
—Perfecto —se buscó en el bolsillo de la camisa, para firmar.
John lo miró fijamente, sacó la plumilla que guardaba dentro de su blazer y se la ofreció:
—Tenga —Matt la tomó firmó y le devolvió la plumilla.
John llamó a su asistente, Lily fue hasta su oficina:
—Dígame Sr. Carter.
—Por favor, lleva al señor al depósito de uniformes y que el Sr. Cavalini escoja uno. Desde hoy comienza a trabajar conmigo.
—Sí señor, en seguida —Matt se puso de pie para salir y John lo detuvo:
—Aguarde —sacó la billetera, tomó la foto de su hija y se la entregó al escolta.— Esa es mi princesa y su nueva clienta.
Matt tomó la foto, al verla quedó impresionado, era ella, la chica insoportable a quien debía proteger, ahora entiende porque sintió aquella necesidad de cuidarla cuando la miró a los ojos.
—Muy bien señor. Con su permiso —salió de la oficina.
Aquella casualidad era algo extraña, quizás era una señal de que debía aceptar aquel empleo.