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Si yo te contara.

Lunes por la mañana y los primeros rayos del sol se cuelan por la ventana logrando despertarme. Sin ganas me dirijo a darme una ducha mientras mi esposa me prepara le desayuno. Hasta hoy todos los días lunes tenía libre, lo que sucedió fue que me asignaron la materia de Filosofía de la Educación para tercer año de profesorado, por lo que ahora asistiría al normal tres veces a la semana. Lunes ay viernes a dar clases y miércoles por qué me han hecho parte del consejo literario.

Mientras el agua caliente cae sobre mi espalda desnuda pienso en lo sucedido el viernes ¿Cómo era posible que alguien se atreviera hacerme una broma como aquella? Tenía decidido hablar con los directivos de la institución para que tomen cartas en el asunto, dado que si no hago ni digo nada daría lugar a qué lo estoy permitiendo cuando no es así.

Por otro lado, lo que tenía perfectamente en claro era que a mí señora no iría a decirle absolutamente nada, ya que esto podría traerme problemas por sus celos. Vanesa no es de esas mujeres que los adolescentes dicen tóxicas, todo lo contrario, pero si llegase a saber que una alumna me manda mensajes de ese contenido supongo que no lo tomaría par nada bien. Además, querría leer el mensaje ¿Y por qué me negaría? Definitivamente no debía saber nada.

Ni bien ingreso a la institución me dirijo hacia Bedelía para que puedan orientarme respecto de a quién debo dirigirme ante cualquier situación particular, y lo que me respondieron fue que, con al única persona que debo tratar es con la vice rectora, Julieta, quien se encontraba de licencia y hasta el próximo lunes no se haría presente, por lo que lo único que quedaba era esperar a que se reincorpore, mientras tanto trataré de no mencionar el asunto con nadie.

Ni bien ingreso al aula, me presento con los alumnos y les comento todo lo que iremos viendo en el transcurso de las clases y la modalidad de evaluación que yo implementó, para que, seguidamente ponerlos a leer sobre la teoría de Platón. En tanto, me pongo a preparar la clase del viernes cuando de pronto, otro correo de la misma dirección me llega a mi casilla de mensaje.

“From:F Anonimo123@hotmail.com

Asunto: Si yo le contara.

Si yo le contara lo que mi cuerpo siente.

Si tan solo supiera como todo mi cuerpo se enciende de solo pensar en su boca,

de imaginar lo dolorosamente excitante de sentir como sus dientes me muerden.

Si yo le contará que si cierro mis ojos puedo sentir sus manos tocar mi piel desnuda,

su lengua danzar con la mía al compas del deseo consumiéndonos.

Si yo le contará que hasta puedo sentir como me humedece de ganas,

mentras sus manos aprietan con fuerza mis pechos y sus dedos sin culpa exploran mis adentros.

Si yo le contará que me excita pensarme abierta ante usted,

a merced de sus ganas, de sus deseos, de sus fantasías...

Si yo le contará, que de vez en cuando me imagino

la caliente sensación de estar penetrando mi carne lentamente

sintiendo cada centímetro de su duro y jugoso miembro dentro de mi vagina completándome,

eso me moja y me gusta.

Si yo le contará que siento como se mueve,

como se escuchan nuestros fluidos mezclándoce.

Lo imagino y mi piel se estremecen.

Si yo le contará que mi cuerpo busca la miel de sus labios,

mi boca su duro y caliente pedazo de carne entrando y saliendo desde lo más profundo de mi vagina,

mientras sus gemidos provocan sismos de pasiones en mis adentros,

Tsunamis de deseos golpeando y explotando mi punto más sensible,

llenando mi boca para degustar tu tibio y dulce sabor.

Siempre suya “.

Otra vez esa persona, otra vez mi cuerpo vuelve a reaccionar y no sé por qué ¿Cómo es posible que alguien que no conozco, que si quiera se si es hombre, pueda generar que mi cuerpo reacciones ante palabras que no tengo idea si son juego o no? Una parte de mi, quería bloquearlos, pero la otra se intriga a por querer leer más. ¿Qué me pasa?

Vuelvo a leer el mensaje y ahora puedo notar que se trata de un poema – que forma más sublime de expresar su propio deseo sexual. – me digo por lo bajo y me pongo a pensar en quién podrá ser la autora, pro qué si algo estaba claro, era que solo una mujer puede expresar tan explícitamente sin tabúes su propio deseo sexual.

Llevábamos un mes de clase por lo que muy bien no conocía a todas mis alumnas y entendiendo que los mensajes comenzaron desde que empecé a trabajar en el ENS 3, por lo que estoy seguro que se trata de alguien de aquí ¿Pero quién? ¿Y por qué a mí?

. . .

Viernes por la tarde.

-¡Dejate de joder Camila! ¿Otra vez? – me dice agarrándose la cabeza.

- Es que lo deseo tanto. – le digo mordiéndome el labio inferior.

- Vos estás obsesionada. Ya te lo dije, deja a ese hombre en paz. – me habla en tono de súplica pero yo niego. - ¿Y que vas hacer si te descubre? –

Debo admitir que en un principio pensarlo me hizo sentir pánico, mucho pánico. Pero el deseo y las ganas que corre por mis venas son tan, pero tan fuertes, que no puedo ni quiero contener mis deseos a qué lo sepa.

- Y bueno Dani, si lo descubre ya veré como salgo de la situación, mientras tanto seguiré diciéndolo que lo deseo, sudado, enterrándose su duro y grueso pene. – termino de decir ello y estallo en risa ante la cara horrorizada y asqueada de mi amiga luego de escucharme.- Bueno, es hora de que al profesorado.

- ¿Te das cuenta que son las 17:20 hs? – la mira y levanto los hombros. – lo que hace la calentura. – se dice a si misma mientras busca su bolso. Minutos más tardes ya estamos caminando los pocos metros que nos separan de su casa al Normal.

Como era de costumbre, al ingresar al establecimiento me detenía a saludar a compañeras, docentes, personal de Maestranza, bufete, en fin, a todos y luego puedo subir las interminables escaleras al tercer piso para tener la única clase que más amo. Literatura.

Ni bien ingresamos con Dani, treinta minutos antes, nos ubicamos en uno de los asientos de atrás. Está bien que quiera tenerlo cerca, pero la idea era no ser demasiado evidente. Minutos más tarde, lo vimos ingresar al aula.

- Buenas tardes, alumnas – dice sin siquiera levantar la mirada.

- Hola profesor. – decimos ambas al unísono pero no dice mas nada, simplemente se deja caer en la silla detrás de su escritorio.

- ¿Le pasa algo profe? – no aguanto y le pregunto. Dani me mira haciendo gestos a los cuales obvie por supuesto. Él levanta la mirada y me observa, para luego hablar.

- Las alumnas me pasan, las alumnas. – se dice más para si mismo que para nosotras, pero lo dijo lo suficientemente alto como para que Dani y yo nos miraremos sabiendo o intuyendo sobre que pued estar refiriéndose.

- ¿Perdón? – le digo a propósito.

- Nada, ¿Pueden buscar las notebooks? Trabajaremos con ellas. – en mi rostro se dibujo una sonrisa la cual no se si ella captó mi intención, peor a mi, se me vino una idea que va hacerle temblar hasta los tornillos de las sillas y yo, me divertirse con eso.

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