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Capítulo 2

- Gracias, pero vayamos rápido porque hoy promete. Seguimos nuestro camino hablando de varias cosas, entre ellas lo hermosa que me veía todos los días.

Me desconciertan un poco sus coqueteos, pero no me lo tomo demasiado en serio, sobre todo porque todo hombre dice eso cuando quiere conquistar a una chica.

Al poco llegamos al colegio, estaciona el auto, nos bajamos y nos dirigimos hacia la entrada de la institución. Nunca pierde esa costumbre de poner su mano en mi hombro, es una especie de advertencia, pero no sé qué.

Cuando hacemos algo que amamos, el tiempo pasa rápido. Cuando me doy cuenta de que es hora de irme, recojo mis cosas y me voy, no encuentro a Pedro, pero tengo prisa por llegar a casa y ayudar a mi madre. Me dirijo a una parada de autobús pero está cerca, no tardo mucho en pasar una.

- Hija, no hace falta, ve a descansar. Dice mi madre, como siempre preocupada.

- Voy a ayudar a mamá, sobre todo porque no puedes hacer mucho esfuerzo.

- Está bien, vámonos rápido porque pronto llegarán todos. Aceleramos rápidamente, además dejamos la mitad de las cosas hechas el día anterior.

Ya casi está anocheciendo cuando escucho el ruido del portón, anunciando la llegada de los jefes, recuerdo que dejé algunas cosas sin hacer en la otra casa. Mamá dice que puedo ir, porque prácticamente todo está listo.

Cuando salgo, me regala una lluvia agradable, de esas que me recuerdan a la infancia. Donde abriste los brazos, levantaste la cara y dejaste que la lluvia te lavara la cara. Siempre me ha gustado ducharme bajo la lluvia, es una sensación increíble. Me llevo las manos al cabello, lo sacudo en el aire, mis rizos se pegan a mi cara.

Me permito disfrutar de este momento, donde mi principal compañía son mis pensamientos, llevándome lejos.

Alberto

Seguimos nuestro camino en una conversación muy animada, mi familia no había cambiado en nada, no sabía que tenía un padre tan divertido. En el camino noto que el día estará frío, el clima está muy gris indicando que la noche será muy fría.

Pero a diferencia de Nueva York, aquí hace bastante calor, afortunadamente mi cuerpo está acostumbrado a esta variación de temperatura. Salgo de mi momento zen con mi padre hablando.

-Hijo, Jhon me dijo que trabajarás con él en la corte, es verdad. No lo creo, aunque el desgraciado dijo que lo iba a contar.

- Sí papá, me invitó a trabajar con él, como tengo más experiencia que él, le echaré una mano. Rechiné los dientes con ira, se suponía que debía decírselo a mi familia, no a ese tipo bocón.

- Mira, apenas ha llegado y ya está inestable, felicidades hermanito. Mi hermana habla, como siempre emocionada.

- Buena suerte hermano. Dice Vitor con su forma de ser juguetona.

- Hijo, ya sabes cómo Cloe fue hoy a la universidad. Mi madre le pregunta a mi hermano.

- Hablé con Pedro ayer, dijo que insistiría en recogerla. Dice mi hermano.

Pero quién es esta chica, porque cuando hablan de ella demuestran cierta alegría y preocupación al mismo tiempo. No lo voy a cuestionar, debe ser algo así como Vitor, porque sus miradas son infinitas.

Poco después llegamos a casa, la lluvia arreció un poco. Entramos al garaje y pronto llegó un empleado para ayudarnos.

- Buenas noches señor. Dice, si no me equivoco, José es el chofer de la casa, lo saludo con un apretón de manos, todos me dicen buenas noches. Continuamos nuestro camino, mi madre me presentó a todos.

- Hijo, ella es María. Lo saludo con un apretón de manos- Má, ¿dónde está Lía? Pregunta mi madre.

- Ángela, se fue a casa a buscar algunas cosas. Ella llama a mi madre por su nombre, porque.

- Entonces te presentaré a la pequeña Cloe, es encantadora. Dios mío, ahora hasta los niños voy a tener que complacer, sólo espero no enojarme.

- Mamá, voy a subir a mi habitación, estoy cansada. Ya estoy subiendo las escaleras. Mi madre cambió todo aquí, hizo mi habitación muy moderna. Pero cuando aquí hay buen olor, voy a buscar el olor hasta que encuentro un incienso de azahar, el olor es muy agradable, debe ser cosa de mi madre.

Me dirijo al baño, quitándome la ropa en el camino, chorros de agua tibia lavan mi cuerpo, aliviando todo el cansancio. Ya en la habitación con una toalla alrededor de mi cintura, me acerco a la ventana, la lluvia cada vez es más fuerte, pero adelante veo a una mujer en el pasto, debe ser algún loco en el armario a esta hora. Baila bajo la lluvia, con el pelo negro como la noche y la ropa pegada al cuerpo. Hasta que, como sintiendo mi presencia, nuestras miradas se encuentran.

Escuche la música, refleja el momento del intercambio de miradas.

Tus ojos queman mi piel, incluso sobre el agua, siento calor. De un rápido vistazo salgo, no sé quién es pero tengo la impresión de que no tardaré en descubrirlo. Entro a casa toda mojada, corro al baño, después de una ducha muy relajante, me pongo ropa cómoda, tomo un refrigerio y voy a estudiar un poco, ya que de medicina nunca se deja de estudiar.

Un buen rato después deja de llover, pero cae una niebla muy fina. Me pongo las chanclas, agarro el paraguas y salgo. Antes de ir a dormir ayudaré a mi madre con los platos y otras cosas, espero que ya estén dormidas.

- Hija, pensé que ya estabas dormida. Dice mi madre, hablando con los demás empleados en la mesa de la cocina.

Camino hacia ellos, les digo buenas noches a todos, les doy un beso en la mejilla y me siento a su lado.

- No mamá, solo estaba estudiando, además aún quedan otras cosas por hacer, ¿no? Yo digo- Disfruten y vayan a descansar, usted y los demás, encontraré una manera hasta aquí y cerraré todo.

Todos protestan, pero de tanto insistir se van. Ahora aquí sigo pensando en lo agradecido que estoy con todos, porque todos me tienen tanto cariño y respeto, les estoy muy agradecido.

Es más de la 1:00, estoy secando los platos, cuando escucho pasos cerca de la cocina.

- Cloe, estabas despierta a esa hora. Dice Vitor, luciendo somnoliento y con el cabello desordenado.

- Recién estoy terminando esto aquí, para poder irme a dormir. Hablo torpemente.

- Así que no tardes, no queremos que nuestro futuro médico luzca cansado al día siguiente. Dice, riendo de lado. Sigue tu camino, pero deja de hablar otra vez- Y por cierto, tu pijama es precioso.

Me da vergüenza, ya que mi pijama consiste en pantalones holgados, una blusa de tiras y chanclas. Es cada uno que se me aparece.

Sigo cantando suavemente, mi canción favorita, mi cuerpo cobra vida, mis pensamientos vuelan, cuando ves que no necesitas mucho para ser feliz.

Después de que todo está hecho, guardo las cosas, me inclino para guardar las cacerolas y escucho un carraspeo detrás de mí.

alberto.

Quién será esa mujer que estaba bajo la lluvia, por qué desapareció, adónde fue. Mi madre obstruía mi visión, me fascinaban sus curvas y qué curvas. Pero no vi mucho, ya que el cristal de la ventana estaba hecho añicos.

Cené con mi familia, la cena estuvo increíble. Está todo muy rico, como muchas cosas aquí en Brasil. Después de hablar tanto me retiro, estoy muy cansado. Mañana tengo intención de levantarme muy tarde. Me pongo la sudadera, me acuesto para relajarme y poco después el sueño me consume.

Me despierto desorientado y miro el despertador, marcando:, no es tarde, pero estoy muy cursi. Salgo de la habitación dirigiéndome a la cocina, todo está completamente oscuro, pocas luces están encendidas. Escucho una pequeña voz, cantando algo como, no sé cómo explicarlo. Camina a paso lento, observando quién podría estar despierto a esas horas.

Desde la puerta veo a la misma mujer de hoy, pero no veo su rostro, especialmente porque está de espaldas. Sacudiendo su culo de un lado a otro, pero su ropa es realmente ridícula, no muestra nada a la imaginación.

¿Quién en su sano juicio usaría un pijama así, cuando era niño? Es tan baja que no es rival para mí: es tan alta que su cabello recogido en lo alto de la cabeza hace que sea fácil ver su cuello oscuro.

Pero como mi mano lo llamó pequeño, creo que es menor. Como agente de la ley, no me pueden interesar los mocosos. Se agacha para poner algo en el armario. Creo que será mejor que acabe con esto y beba mi agua, le sacaré más provecho. Llamo su atención hacia mí y rápidamente se pone de pie.

Los ojos negros miran fijamente los míos, algo en ella es dulce, no sé exactamente qué es. Debe ser la mirada.

- Buenas noches señor, ¿quiere algo? Tu dulce voz llena mis oídos.

Pero no puedo dejarme llevar por una cara bonita, las mujeres como ella andan por ahí acechando al próximo tonto al que engañar, con su charla barata.

- No gracias, solo vine a tomar un vaso de agua. Paso junto a ella hacia la nevera. Siento tus ojos en mi espalda.- Y por cierto, ¿qué haces niña, estás haciendo tan tarde? Sólo llevo pantalones deportivos y se me muestra el torso.

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