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Capítulo V. Vikingo

Halif lucha para mantenerse despierto después de que Eva logró que su temperatura disminuya un poco. Está concentrado admirando a la hermosa chica que parece ni darse cuenta de que ese rubio está cautivado por su belleza.

—Deberías dormir, —murmura Eva mirándolo luchar contra el sueño.

—No es de muy buen gusto que te deje sola, —susurra, Eva ríe.

—Tranquilo, ya es algo normal para mí cuidar de alguien enfermo… Descansa, —esa información solo provoca que la curiosidad en el rubio aumente.

—Cuéntame sobre esa experiencia, claro si se puede, —murmura.

Un suspiro escapa de los labios de Eva que organiza sus ideas para poder contarle su experiencia cuidando personas enferma.

—Mi madre tenía cáncer terminal, por lo que me pase gran tiempo de mi vida en un hospital cuidándola hasta que llegó el momento de despedirme de ella para siempre.

—Lo siento mucho, —la morena hace un ademán con su mano restándole importancia.

—Fue hace mucho tiempo y me alegro de que al fin está descansando, no puedo negar que dolió mucho perderla, pero luego entendí que ella estaba sufriendo y que su muerte ha sido su escape del dolor que le provocaba su cáncer, —Halif queda maravillado por la fortaleza de la chica. —Ahora descansa, —pide atreviéndose a quitar unos mechones sueltos del rostro del rubio que suspira ante el suave roce de su mano.

Poco a poco cae en un profundo sueño y Eva aprovecha para recorrer el masculino rostro del hombre frente a ella. Admira lo hermoso que es, nariz refinada, sus rosados labios que no son tan carnosos, Eva se atreve a recorrer con su mirada el tonificado pecho del rubio y aunque ella no es de las que miran el físico de las personas, le es inevitable no fijarse en el cuerpo de Halif.

El rubio se remueve provocando que las colchas dejen al descubierto más de su cuerpo, provocando que Eva se sonroje al descubrir que el chico que duerme plácidamente bajo su cuidado está desnudo y dotado de grandes atributos, ya que logra ver el grosor del miembro de Halif al quedar descubierto.

La morena mira fijamente aquel miembro que logro sentir en el lago junto al de su igual, pero que ahora mismo se encuentra en reposo, rodeado por vellos rubios que hacen ver a Halif más salvaje y sexy ante los ojos de Eva.

La morena se remueve incómoda y le sube la colcha mientras trata de eliminar todo pensamiento impuro de su mente, no puede creer que se atrevió a aprovecharse de la vulnerabilidad de una persona para mirarle sus partes, suspira mirando el interior de la sala para distraerse un poco.

Eva se da cuenta de que todo es un poco estilo vikingo y bastante masculino para su gusto.

Las pieles de algunos animales cubren parte del suelo e igual los Bogart tienen disecados y colgados en lugares muy específicos de la casa algunas especies, ya que son buenos cazadores.

Las horas pasan y cada cierto tiempo Eva se encarga de verificar la temperatura del rubio que duerme plácidamente. En un momento de la madrugada, Eva se queda dormida y se despierta cuando la puerta de la casa se abre, se levanta del suelo asustada, pero suspira al ver a Hamit ingresar.

La morena frunce su ceño cuando ve a alguien que no esperaba ver junto a los rubios.

—Jarel, —lo llama y este no se sorprende al verla, ya que Hamit se encargó de decirle que dejó a Halif bajo el cuidado de Eva— ¿Qué haces aquí? Pensé que Hamit iría por un doctor, —este frota su nuca algo nervioso.

—Técnicamente soy una especie de médico naturalista, —murmura sacando una tira de su bolso para acercarse a Halif. —Ahora, si no es de mucha molestia déjennos a sola, —pide y Hamit asiente para pedirle a Eva que lo acompañe hasta la cocina.

— ¿Acaso no tienes frío? —Cuestiona, ya que el rubio lleva su torso descubierto.

—No, ¿Te molesta que esté así? —Alza sus cejas acercándose a Eva—Oh… ¿Te pongo nerviosa? —inhala el olor de Eva disfrutando lo bien que se siente tenerla cerca.

—Si claro, —bufa alejándose del chico. —No pueden negar que tienen el ego muy elevado, —murmura.

—Dicen que cuando los hombres tiene el ego alto, es porque tiene grande la polla, —eso le trae recuerdo de lo que vio hace unas horas atrás.

—Nunca sale nada bueno de esa boca, —niega para dejar salir un pequeño bostezo.

—Debes estar cansada, ven, te llevaré a mi habitación para que duermas tranquila, —camina delante de la morena hasta llevarla a su habitación. —Espero te guste, ¿Quieres que te preste una camisa para que duerma más cómoda? —interroga y Eva asiente, Hamit va hasta su closet de dónde saca una camisa roja y se la entrega. Antes de que Eva pregunte le señala donde está el baño. —Disculpa la carencia de una puerta, pero nadie entra a mi aposento… bueno Halif ingresa, pero no tengo nada nuevo que no haya visto antes en su cuerpo, por lo que no me moleste en ponerla, —informa elevando sus hombros, eso la sorprende.

— ¿Ni una novia?

—Nadie… eres la primera mujer que entra aquí y Halif es el único idiota que se cuela en mi habitación cuando quiere joderme la existencia, —comenta y Eva asiente para entrar al baño en donde se trata de ocultar lo más que puede de la mirada del rubio mientras se coloca la camisa que este le entregó.

Estando ya lista sale y deja su ropa envuelta sobre un pequeño sofá mientras que Halif no despega la mirada de ella en ningún momento.

»Mi cama es tuya, descansa Eva, —ella asiente y Hamit para darle comodidad intenta salir de la habitación, pero esta lo detiene.

—Podrías acompañarme hasta dormir, me da miedo estar sola en un lugar tétrico, —Hamit asiente para acostarse en un lado mientras Eva se acuesta del otro.

—¿Qué quieres decir con tétrico?

—Su casa parase sacada de una película de terror, con esas cabezas de animales disecados en su sala, sin embargo también da pinta de vikingo con esas pieles en el suelo y hasta mira las colchas, —señala. —Se nota que están hecha de piel, —Hamit se ríe de su comparación.

—Nos gusta el bosque y tener una casa estilo vikingo, tal y como le dices tú, —eso despierta la curiosidad en Eva.

— ¿Por qué?

—Porque eso aparentamos y pues no compartimos mucho con mujeres y otras personas para saber cómo se decora una casa, por lo que lo hacemos a nuestro modo, —trata de no revelar mucha información.

Los rubios no son de entrar a casas de otras personas, porque siempre están solo y viajan a todas partes, ya que mientras menos sepan de ellos más tiempo pueden permanecer en un lugar.

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