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Capítulo IV. Neandertales

— ¿Le crees al brujo? —Cuestiona Halif mientras caminan por el bosque hacia la cabaña donde viven la cual está a solo dos kilómetros de la casa donde se encuentra la morena que los llama como polilla a la luz.

—Sabes que ellos no son capaces de mentir, —alza sus hombros restándole importancia. —Por eso mañana estaremos ahí —comenta, Halif asiente deseoso de que llegue el día de mañana para poder estar cerca de la morena.

Cuando los rubios llegan a casa es de costumbre que Hamit se encarga de preparar la cena mientras Halif lo ayuda en lo que le pide.

Juntos cenan sumergidos en sus pensamientos para luego irse cada quien a sus respectivas habitaciones, el menor se sienta frente a su computador para abrir su carpeta oculta en donde redacta algunas cosas que le llegan a la cabeza.

Te observé aquella tarde y me cautivaste con tu piel oscura, con tus ojos azules que me hicieron sentir que mis secretos eran tuyos, tu desnudez me provocó el deseo de tocarte y comprobar si eres tan suave al tanto de mi mano.

Tu voz fuerte y tan decidida que afirman la fiereza que llevas dentro de ti...

— ¡Halif carajo! —Exclama alarmado Hamit mientras ingresa a su habitación con sus ojos dorados, Halif estaba tan concentrado escribiendo que no escucho los gritos de su igual.

— ¿Qué pasa hombre? —Hamit lo fulmina con la mirada, enojado por su descuido.

—Huele, —pide, Halif olfatea sintiendo el olor de los intrusos que están a varios metros de distancia de la cabaña.

—Maldición, ¿Crees que nos encontraron? —cuestiona levantándose de donde está.

—No puede ser. No dejamos rastros en ningún lado.

—Será mejor que salgamos a investigar, saca a tu lobo, —ordena y Hamit asiente para seguirlo hasta fuera de la cabaña donde toma la forma de su animal.

Los olores que llegan a su olfato son más concentrados.

—Sigue el rastro, —le habla Halif por el enlace para seguirlo cubriéndole la espalda.

El rastro no lo lleva muy lejos, sin embargo sus alarmas se encienden cuando logran captar el olor a sangre que viene desde el lugar que siguen.

»¿Qué mierda? —cuestiona Halif hacia el extraño ser el cual tiene entre sus manos el cuerpo de un lobo.

El extraño ser les ruge con ferocidad y la mira de este es tan vacía que provoca que la piel de los rubios se erice y helé al mismo tiempo.

— ¿Qué coño es eso?—Hamit nunca había visto algo tan repulsivo.

—Sea lo que sea esta cosa, es peligroso y se alimenta de lobos, —la extraña criatura deja el cadáver del animal y ruge hacia los rubios, Halif toma su forma lobuna, ruge hacia la criatura que se lanza por Hamit que está más cerca, sin embargo este lo esquiva y el menor logra agarrarle una pierna con sus caninos.

La extraña criatura chilla adolorida y Hamit aprovecha ese momento para tomarlo por el cuello y desgarrárselo con sus filosos caninos.

La criatura ruge al sentir la herida que le provocó Hamit, pero aún tiene fuerza para atacar y lo hace contra el que tiene más cerca que es Halif logrando herirlo con sus garras en el costado, el menor ruge adolorido alarmando al otro rubio que furioso termina con la vida del extraño ser para luego regresar a su forma humana quedando desnudo, corre hasta su igual que está tirado en el suelo mientras sujeta su costado lastimado.

—Vamos, —lo hace pasar un brazo por su hombro para poder ayudarlo.

—Arde como el infierno, —gruñe sintiendo que su carne arder, Halif siente como si le estuvieran exprimiendo un limón en su herida.

Cuando están en la cabaña lo deja en el sofá y corre a buscar el botiquín de primeros auxilios, limpia la herida escuchando las quejas de Halif cuando le aplica el alcohol.

—Eso no se ve nada bien, —murmura mirando como la herida toma un color negro alrededor— ¿Qué coño era esa cosa? —mira la herida que no ha comenzado a sanar.

—Sea lo que sea, —hace una pausa para mirarlo angustiado. —Sus garras parecen que tienen una toxina que no me deja sanar, —murmura y los minutos pasan, provocando que la temperatura en el cuerpo de Halif aumente y que empiece a temblar de la fiebre.

—Mierda, Halif, estás hirviendo, —se levanta de su lado para ir a buscar toallas húmedas y una colcha para poder cubrir la desnudez del rubio—Halif, no sé qué hacer, —comenta pasando una mano por su cabello desesperado al verlo en ese estado.

—No me siento bien, —susurra pasando su lengua por sus labios que empiezan a resecarse—Busca al brujo, —pide cerrando sus ojos hasta quedarse dormido.

—Antes debo buscar una persona que te cuide hasta encontrarlo.

(...)

Eva termina de desenredar su cabello después de una larga ducha, tararea una canción frente al espejo y se sobresalta al escuchar un ruido en su habitación.

—Julieth ¿Eres tú? —Frunce su ceño al no escuchar respuesta alguna, por lo que sale del baño llevándose el peor susto de su vida cuando encuentra a Hamit en su habitación—¿Cómo rayos entraste aquí? —cuestiona asustada.

—Por la ventana, —responde con naturalidad mientras busca con su mirada el lugar de donde proviene un olor que lo desconcentra de lo que vino a pedirle, se mueve por la habitación como si está fuera suya hasta detenerse frente a los cajones en donde Eva guarda algunas prendas de vestir.

—Pero... ¡Deja eso! —chilla avergonzada cuando el curioso rubio saca de su cajón su pequeño juguete de auto complacerse, Hamit lo mira y luego a ella con sus cejas alzadas.

—Vaya, sí que me sorprendes, —Eva se acerca e intenta quitárselo, sin embargo este lo alza para que esta no pueda agarrarlo.

—Entrégame eso ya mismo, —exige con su ceño fruncido y mejillas coloradas por el atrevimiento del chico, Eva se sonroja más cuando ve lo que este hace, Hamit lo olfatea y lo lame.

—Huele delicioso, sin embargo sería muy bueno tomarlo desde donde proviene, —ronronea, Eva está tan avergonzada que no le pone mucha atención a ese ruido que sale del chico.

—Escúchame bien rubio desalmado, será mejor que te largue de aquí ahora mismo, —enojada arrebata el juguete de las manos de Hamit que sale de su nebulosa de placer recordando a que vino.

—No puedo irme sin ti, —comenta llevando una mano a su nunca mientras que Eva frunce el ceño.

—¿Qué quieres decir con que no puedes irte sin mí?

—Mi hermano está en problemas y necesito que me ayudes —murmura, eso la sorprende y despierta ese lado humanitario en ella.

—Hamit ¿Está bien? —el rubio se ríe, ya que la chica sabe sus nombres.

—Yo soy Hamit, —murmura sonriéndole de lado porque también Eva se preocupe por él, se siente especial por eso. — ¿Por qué pensaste que yo era Halif? —cuestiona curioso.

—Por el atrevimiento de husmear en mi cosa y decir palabras inapropiadas. Nunca creí que tú fueras tan...

—Hermoso, —interrumpe y ella rueda los ojos.

—Pervertido, —termina chasqueando su lengua.

—Lo dice la chica que lleva un juguete sexual en sus cajones, —recalca con una enorme sonrisa la cual se ensancha en su rostro al verla tan colorada.

—Esto, —eleva el juguete. —Es para no cometer estupideces cuando las hormonas se ponen algo revolucionarias, —comenta. —También evita que nosotras las mujeres cometamos errores de tener sexo con el primer neandertal que se nos pare de frente.

—En ese caso, me ofrezco cada vez que tus hormonas se pongan algo ''Revolucionarias'' así tienes calor y unos cuantos centímetros dentro, —ofrece como si fuera lo más normal del mundo.

—Sigue soñando, pervertido, —Hamit chasquea su lengua. —Ahora ve al grano con lo que necesitas, —murmura trayéndolo de vuelta a la realidad.

—Necesito que cuides de Halif hasta que yo vuelva, se encuentra muy lastimado y la persona que nos puede ayudar vive muy lejos, —Eva asiente, no se puede negar a ayudarle y tampoco entiende por qué se preocupa por personas que no conoce.

—Bien, me cambio y voy contigo, —responde. —Y para la próxima utiliza la puerta, —rueda sus ojos para tomar una ropa abrigadora, ya que las noches es muy frías en el pueblo, Eva deja el juguete en uno de los cajones del baño en donde lo cierra con llaves y luego seguida por Halif baja hasta la planta baja.

Julieth la mira sorprendida al observar al chico rubio detrás de ella.

»Luego te explico, —murmura antes de salir de la casa— ¿En qué viniste? —Cuestiona con su ceño fruncido al no vislumbrar un auto estacionado fuera.

—Corriendo, por lo que te pido que subas a mi espalda y así llegamos más rápido.

—¿No crees que sea capaz de seguirte el paso? —lleva una mano a su pecho de manera dramática. —Además eres un desconocido...

—Qué te ha visto desnuda y con el cual vas a ir a un bosque solitario, —eleva sus cejas mientras se cruza de brazos.

—Cierto, —derrotada sube a la espalda del rubio, ya que nota la prisa que el chico lleva por volver a casa con su hermano, Hamit corre a una velocidad que cree considerable para que Eva no se entere de lo que realmente es él.

Gracias a su sentido de lobo atraviesa el oscuro bosque sin tropezones hasta llegar a su cabaña bastante alejada del pueblo, Eva baja de su espalda y Hamit le invita a pasar a su casa, guía a la chica hasta la sala en donde el otro Halif se encuentra temblando por la fiebre.

—Halif, —lo llama tocando su frente y sintiendo la fiebre bastante elevada en el chico.

— ¿Encontraste al brujo? —su voz es inaudible para Eva, pero es lo suficientemente fuerte para que Hamit pueda escucharlo.

—Está muy lejos, por lo que tuve que ir por alguien para que te cuide hasta que yo vuelva, —le comenta.

— ¿Quién? —le hace una seña a Eva para que se acerque.

—Mírala por ti mismo, —Halif abre sus ojos y al principio cree que es una alucinación por su fiebre elevada, pero luego su sentido del olfato logra captar el olor de Eva.

—La diva, —murmura y eso Eva logró escucharlo, por lo que lo fulmina con la mirada.

—Ni casi muerto dejas de joder, —masculla, pero muy dentro le da mucha preocupación ver al rubio en ese estado.

—Eva, mantenlo cubierto y trata de bajarle la temperatura con toallas húmedas, no salgas de la casa y mantente a su lado hasta que vuelva, —pide Hamit.

Eva asiente y este se acerca mucho a ella, se agacha lo suficiente para alcanzar su mejilla y depositar un beso en ella que la deja sorprendida.

»Cuídalo, —susurra para pasar por su lado y salir de la casa.

—Acércate que no muerdo, —escucha la voz de Halif que ahora está más despierto porque quiere contemplar a la diva que lo cautiva, Eva toma asiento en la pequeña mesita que esta frente al sofá y mira la venda que cubre el costado del rubio.

—¿Qué fue lo que te paso?

—Un oso nos atacó, —miente.

—¡Dios! —jadea. —Solo a un par de rubios tontos, se les ocurre vivir en medio de la nada, —farfulla.

—Nos gusta estar solos, —se excusa, Halif gruñe por lo bajo cuando su herida vuelve a darle ese ardor que le hace sentir como si su piel estuviera siendo quemada.

—Déjame comprobar cómo está la fiebre, —comenta llevando su mano a su frente, pero Halif se aleja de su tato. —Oye, tranquilo. Todo está bien, —su voz sale suave provocando que el chico se relaje, Eva vuelve acercar su palma y esta vez el rubio permite que le toque, ya que se siente seguro de que no le hará nada. —Joder, estás caliente, —el hombre deja salir una risa baja.

—Gracias, —expresa arrogante.

—Hablo de tu temperatura, —aclara la morena.

—Justo en el ego, —el rubio ni en sus peores momentos deja de ser un bromista de primera, Eva suspira porque ya ve que ese chico no tiene remedio.

—Iré por paños húmedos, —le informa levantándose.

—En ese pasillo en la puerta de la izquierda está el baño, allí encontrarás lo que buscas, —Eva asiente para ir hasta donde le indico el rubio encontrando un pequeño balde con toallas dentro que dejo preparado Hamit.

La morena procede a llenarlo con agua fría y entra los paños para mojarlos, toma el balde para ir hasta la sala en donde se sienta a su lado y saca un paño, lo exprime y lo coloca en la frente del rubio que suspira al sentir el frío chocar con su piel.

—Esta será una larga noche.

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