Capítulo 5. El Beta y la Omega.
Ava McDonald.
Sentí eso olor desde que salí del agua, desde que los efectos del elixir de mofeta desaparecieron de la ropa. Yo sabía que el elixir de mofeta era lo mejor para anular la capacidad olfativa de cualquier lobo, lo había usado siempre que huida del castillo, cuando descubrí que uno de los juegos preferidos de los hombres de mi hermano, en especial de su Beta, eran jugar conmigo como si fuera un maldito conejo, que ellos querían cazar, para luego, una vez en su poder, hacer miles de atrocidades, cada vez que lo pienso me hecho a temblar.
Ser la hija del amante del Alfa, la hija despreciada, era algo muy denigrante en mi manada, o mejor digo mi ex manada, en el momento que salí del pasadizo, cuando estuve en el límite de las tierras que pertenecen a la manada, expresé las palabras que me desligaban de ella, miles de veces, en el pasado, mientras adolorida, sufría de las heridas, en el calabozo del castillo, mientras soportaba los abusos de los hombres de mi hermano, quería hacerlo, huir de allí, pero era una simple omega, el lobo más bajo de la manada, pero ahora tenía a Irina, ella era una loba sin manada, y yo a su lado, era una débil omega, pero libre.
No me sorprendió, que al salir del agua mi capacidad de olfativa volviera, pero lo que si me sorprendió fue que el primer olor que me llegara fuera un olor tan delicioso a madera y césped recién cortado.
-” ¡Mate!”- el gruñido de Elora, mi loba, fue lo que me activó y sin pensarlo corrí a esconderme, en contra de lo que deseaba mi instinto. -” ¿Qué haces estúpida? corre hacía a él, no al contrario.”- se quejó la loba enfadada.
-” No podemos, Elora, recuerda ya no somos dignas de tener un mate.”- le dije gimiendo, recordando que nuestro cuerpo había sido maltratado, torturado abusado y ya no había nada puro en él, para entregar a nuestro mate.
Ella no dijo nada, sabía que en muchas ocasiones mientras sufríamos, ella había intentado que bloquear los recuerdo, sufriéndolos ella, pero no la dejé. Éramos una, ambas nos protegeríamos.
Estaba tan distraída, que no noté que era acorralada por un enorme lobo que se colocó frente a mí, era el lobo más grande y atractivo que había visto nunca, casi tenía el mismo tamaño que mi hermano, Sus ojos eran de color miel, y su pelaje marrón oscuro, me miraba con cuidado, como temiendo que me moviera, o me asustara. Su olor era enloquecedoramente delicioso.
-” Mate”- el gruñido de deseo Elora, lo dijo todo, y yo me morí de miedo, no hacía falta que fuera una débil omega para saber que delante de mí estaba un Beta, su olor así me lo decía. Mi mate era un Beta, aterrorizante.
Elijah Martin
Mientras corría tras mi alfa, lo sentí de repente como cuando destapas la olla de una suculenta comida, un olor me golpeó, no dejaba dudas de lo que ocurría, era un olor muy parecido al de las rosas, y a la tarta de fresa recién hecha que hacía mi madre cuando era niño, totalmente comestible, y lo supe, ese era mi mate, Callum tomó el control, y aunque no quería desobedecer al Alfa, no podía evitar querer corre hasta donde muestro mate nos esperaba.
-” Ve a buscarla, ahora. “- fue la orden mental de mi alfa, que había captado mi ansiedad, fue como cuando sueltas un toro que ha estado encerado, sin penarlo, seguí el delicioso olor como si fuera un psicópata.
Pronto la localicé estaba como huyendo, su cuerpo deprendía, a parte de ese maravilloso olor, otros que para una beta es como adrenalina para que un lobo fuerte te aniquilará, miedo, nerviosismo.
-” ¡Es una omega!”- no puede evitar darme cuenta.
-” ¿Y que, si lo es? Tu madre también es una omega y si tu padre le importara eso, tú no habrías nacido, ni tus hermanos pequeños. Es nuestra, con eso suficiente, ya somos lo suficiente fuerte por ellas.”- dijo Callum, comenzado a caminar más lento para no asuntar a nuestra mate.
Cuando la tuvimos delante el miedo que reflejo sus ojos, se mezcló con su olor a deseo y felicidad de su interior.
-” Habla con su loba, voy a transformarme.”- le dije y me transformé rápidamente, mientras me miraba totalemen paralizada y ruborizada.
No puede evitar sonreír cuando vi que intentaba no mirarme desnudo, aunque en ocasiones no podía evitarlo, no me era tan indiferente como aparentaba, su olor a deseo femenino era más que evidente, aunque el miedo, más bien el terror, aún no había desaparecido. Ahora bajaba la cabeza como buena omega, ante una Beta.
Me acerque a ella, y le alcé con una mano la barbilla para que me mirara. De nuevo tembló, pero esta vez era autentico terror.
-” Eres mía, nunca debes agachar la cabeza ante mí, yo también soy tuyo, somos uno.”- le dije con voz tranquila para no asustarla.
-” Yo... no ... soy...”- su voz no dejaba de temblar, y un gruñido en mi interior de furia de Callum me distrajo.
-” La han maltratado, han abusado de ella por eso te teme, piensa que no es digna de ser nuestro mate, se siente sucia, me lo ha dicho mi pareja Elora.”- me dijo Callum, y mi ira se incrementó, hasta casi asfixiarme, sin darme cuante la estaba asustando.
-” Lo siento, yo, ... puedes rechazarme, si me dices tu nombre yo.... “- sin pésamelo la atraje hacia mí y la abracé con cariño y protección.
-” No puedes rechazarme, no te lo permito. Me llamo Elijah Martin, beta de la manada Blue Moon, perdona por no presentarme adecuadamente, estoy emocionado que ... simplemente es imperdonable. “- le dije mientras la sentía rígida entre mis brazos.
-” Lo siento Elijah, pero creo que la luna no te ha dado una buena pareja así que yo lo dejé libre...”- dijo ella paralizándome, no entendí lo que decía, hasta que Callum habló en mi interior.
-” Pretende rechazarte, no lo permitas, ha sufrido tanto, y es tan débil, que no podrá soportar el dolor, morirá si lo hace.”- me dijo
La separé de mi cuerpo mientras aún la mantenía sujeta frente a mí, y la miré, era hermosa, una maldita aparición, pero la decisión aún estaba en de sus ojos, era de todo menos una débil omega. Rubia, de ojos dorados. Era lo menos débil que había visto nunca en una Omega, y había tomado una decisión, debía hacer algo para evitarlo ...
-” Yo Ava McDonald, ex miembro de la manada...”- sin pensarlo la besé para que no continuara, imprimí en ese beso toda la pasión que sentía por ella.
Sabía que eso era momentáneo tenía que pensar algo y rápido, cuando la anestesia de sus sentidos pasase, tras la fuerza del deseo entre mates, esa decidida omega, lo intentaría de nuevo. No deseaba ordenare que no lo hiciera, era mi mate, no mi subordinada. Además, sus labios me estaban anulando la capacidad de pensar, tenía que separarme de ella, o la tomaría allí mismo.
-” Marcala, Elora piensa que es lo único que puedes hacer por ahora, pero sólo márcala, aún no está preparada para ser nuestra totalmente.”- me dijo Callum mientras yo atraía hacía mi cuerpo, a esa enloquecedora mujer, y la sentía gemir de placer, el poder del deseo de los mates es muy fuerte, tanto que como ahora, nos controlaba.
-” No puedo hacerle eso, además si lo hago no podré controlarme, la deseare toda para mí, y en ese momento, apenas me puedo controlar ahora.”- dije mientras dejaba sus labios, para besar su cuello, y enterrar mi nariz en él, adoraba su olor, era lo más difícil que había hecho nunca, más cuando sólo la oía gemir sin control. Estaba totalmente dominada por el deseo.
-” Pues o la marcas, o cuando el deseo se le pase, nos rechaza, y muere, elige.”- me dijo como sentencia Callum.
Durante unos segundos, el deseo se me paralizó, y lo supe, no quería dejarla ir, era egoísta, pero quería protegerla, vengarme de esos que la habían maltratado, quería ver la reír, hacerla feliz, verla llevar a mis cachorros en su vientre, ya la amaba, la diosa Luna me la había dado, y era mi deber cuidarla y protegerla, incluso hasta de ella misma.
-” Lo siento, mi dulce Ava, debía de ser de otra manera, cuando estuvieras preparada, te prometo para cerrar el círculo que nos une, esperé a que me aceptes del todo, pero no puedo dejarte ir, no cuando te he encontrado.”- le dije al oído mientras ella aún seguía bajo el influjo de nuestro descontrolado deseo, y sin más destapé su hombro para calvar con delicadeza mis colmillos en él, marcándola como mía para siempre. Mientras ella gemía de placer, sin control.