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Capítulo 1

Gabriela Aceituna

Me despierto con un dolor de cabeza infernal, suena la alarma de algún celular y me dan ganas de tirarlo a la primera pared que veo. Abro los ojos y la luz que entra por la ventana frente a mí me hace cerrarlos bruscamente.

-¡Sal de aquí, que mis padres llegarán en veinte minutos!

Dice una voz masculina.

Me levanto perezosamente y tomo mi celular al lado de mi abrigo de cuero que está tirado en la esquina del sofá miro la hora y resoplo, las ocho de la mañana miro a mi alrededor y veo cuerpos tirados en el suelo. piso, parece que aquí ocurrió una masacre, pero solo son adolescentes borrachos durmiendo en algún lugar.

Me levanto evitando los cuerpos que están en el suelo, diciéndolo como si estuviera en la escena de un crimen camino frente a un pequeño espejo y me arreglo los rizos. Mi cara no está muy bien pero eso es lo que tenemos. Salgo de casa con las piernas dobladas, miro a mi alrededor y no encuentro a nadie, no saqué dinero pensando en regresar con mis amigos que hacían autostop pero me equivoqué, todos desaparecieron sin dejar rastro.

-¿Quieres que te lleve?

Una voz cansada que lamentablemente reconozco detrás de mí me hace darme la vuelta.

- ¡No hay posibilidad!

Hablo inmediatamente.

-No molestes a Oliva , mi madre me mataría si supiera que te dejé aquí.

Dice alborotándose el cabello con una mano mientras con la otra sostiene su celular, su abrigo de cuero y las llaves de su auto.

-¡Tu problema!

-digo arreglando mi ropa.

-Y tu madre te mataría.

Completamente haciéndome reír.

- Voy a morir de todos modos, ¿olvidaste el almuerzo del domingo?

Pregunto porque nuestras familias almuerzan juntas todos los domingos, nuestros padres son amigos, ya no puedo decir lo mismo entre Cristian y yo .

-No estoy haciendo esto por ti, estoy tratando de liberar mi cuello con la corona.

Se explica solo.

-¡Tu madre me ama, verdad?!

pregunto cínicamente.

-Que mal, si se entera que no te llevé la escucho unos días Vamos Gabriela, es solo un aventón, solo te pido que no me mates mientras conduzco. , No puedo estrellar este auto.

Dice cuando sube al vehículo su auto es su bien más preciado, pocas mujeres suben a él, Cristian está con unas chicas pero nunca las llevó a su casa o al menos se subió a su auto, es una cosa actual sin extenderse. relaciones, manos tontas para allá, manos tontas para aquí y listo. Cristian dice que no soporta a una mujer más de una hora excepto en la cama, sí lo sé, eres una puta de granja.

No puedo juzgarlo ni ponerle el dedo en la cara, tomo más de cuatro en una noche o incluso más, depende de cuánto alcohol haya en mi sistema. Me duele la cabeza y todavía tengo que hacerlo. Aguanto los sermones de mis padres cuando llego, sin mencionar el almuerzo, ¡que es de mal gusto!

Cristian estaciono en la farmacia y se fue sin decir nada, tomo mi celular y miro los mensajes, varias llamadas perdidas de mi madre, mensajes de Sabina, la loca me mando varias fotos que guardare con cariño, estaba borracha y loco, eso significa buenas fotos para reírte en la cara en nuestro círculo de amigos.

Sina dijo que tenía el peor dolor de espalda porque dormía en el asiento trasero del auto de Noah. Él es el mejor amigo de Cristian y Sina es mi mejor amiga. Por nuestra breve conversación en el césped de esa casa parecíamos íntimos, pero no lo seas. Engañado, a la primera oportunidad de tirarlo del puente lo tiraré y todavía lloraré encima de su ataúd, consolando a su madre. ¿Frío? A los pocos minutos apareció Cristian con una pequeña bolsa y dos botellas de agua.

-Aquí.

Pídelo y míralo.

-Son medicamentos para la resaca, si acabamos en ese estado estaremos atentos hasta Navidad si tenemos alguna duda. Cuantas menos pruebas, menos peleas.

Dice entregándome el paquete de pastillas y el frasco en mis manos. Tomo una pastilla y me la meto en la boca, tomo un sorbo y trago la medicina. Me tiro hacia atrás, chocando con mi dolorida espalda en el suave banco del coro. .

-¿Dónde dormiste?

Preguntar al arrancar el coche.

-En el sofá de la sala, no me preguntes cómo llegué allí.

Hablo y Cristian se ríe.

-¿Y tú?

Pregunto por curiosidad.

-A tu lado, pero me desperté antes que tú.

Dice sencillo.

-Por cierto, roncas.

Dice riendo.

- No ronco, debió ser alguien que estaba tirado en el suelo.

Me defiendo, que despistado, diciendo que ronco.

La casa donde se realizó la fiesta está un poco lejos de nuestras casas, terminé quedándome dormida en el asiento del auto y desperté con Cristian sacudiéndome bruscamente, que delicado.

-Estamos aquí.

Dice al sacar las llaves del encendido.

-¿En serio? ¡Ni siquiera me di cuenta!

Hablo irónicamente y Cristian me mira.

-Eres muy divertida, Gabi.

Dice abriendo la puerta del auto y observando, odio ese apodo.

la casa de Cristian la cual parece estar vacía, sus padres deben estar en la parte trasera de mi casa miro a Cristian quien nos indica que debemos seguir el pasillo que lleva hacia atrás, pasamos. junto a la ventana de mi habitación e intento tirar mi chaqueta por la ventana pero mi altura no me lo permite, escucho la risa de Cristian detrás de mí y resoplo.

-¿Está bien el showito? ¿Quieres palomitas?

pregunto burlonamente.

-Creo que Priscila te enseñó a preguntar amablemente ¿no?

Pregunta con una ceja levantada, no perdió la oportunidad de aumentar su ego.

- ¡Date prisa muchacho, que tengo prisa!

Hablo groseramente y él sonríe.

-Preguntándolo con cariño, no puedo negarme.

Dice irónicamente mientras toma mi chaqueta y la tira por la ventana.

-Listo.

Dice cuando me mira.

-Genial habitación, me encantó la guitarra.

Si me referiera a mi bebé al lado de mi cama, tengo un apego tan fuerte a este instrumento que mataría por mi preciada guitarra.

- Quita los ojos, fácilmente mataría a alguien si la tocara, vamos, mi celular suena y tanto mi madre como la tuya saben que estábamos en la misma fiesta.

Le digo y caminamos hacia la enorme mesa donde a mi padre le encanta comer los domingos.

-¡Finalmente! Estaba hablando con Priscila sobre ti.

Dice Úrsula, la mamá de Cristian , una persona dulce pero se topa con sus callos a ver qué pasa.

-Ni siquiera hace falta que se den explicaciones, su cara lo dice todo, necesitan comer.

Dice Úrsula al ver nuestro estado.

No estoy tan mal, miro a Cristian y veo que su cabello está un poco desordenado, su camiseta básica negra está arrugada y sus ojos están cerrados por la luz del día, no parece tan malo, desde el punto de vista de las personas en esa casa tendidas como cuerpos. En la escena de un crimen, Cristian y yo estamos de una pieza.

-Te aconsejo que vayas a lavarte la cara y peinarte.

Hablo bajo.

-¿Desde cuándo te preocupas por mi apariencia?

Pregunta cuando deja de jugar con su cabello rubio y me mira.

-No me importa, solo digo que te ves horrible.

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