Capítulo 5. No sos inofensivo
Por Debora.
Fuimos a comer algo con unas amigas y como era bastante temprano, decidimos ir a jugar al pool, Soledad, mi mejor amiga, recordó un pub, que habían remodelado y que tenía unas cuantas mesas de pool, es decir que no tendríamos que esperar un turno para poder jugar.
No somos expertas jugando al pool, pero nosfuimos a divertir.
Somos las cuatro bastante amigas, hicimos juntas la escuela secundaria y en general nos encontrábamos para ir a bailar, a cenar o nos reunimos con amigos.
Nos estábamos riendo por cómo nos equivocamos de bolas y Fabiana metió una bola rayada en lugar de una bola lisa.
—En la mesa que está pegada a la pared de atrás, hay un muchacho que no deja de mirarte.
Me dijo Leyla.
Pegué la vuelta a la mesa de pool y mientras le ponía tiza al taco de pool, miré de reojo, para ver quién me miraba.
Inmediatamente me puse de espalda a esa mesa, porque me había tentado de risa.
—¿Qué te pasa? Es muy lindo el muchacho, son cuatro y de lejos parecen los cuatro bastante lindos, aunque a uno que está de espalda, lo ví solo de perfil cuando giró la cabeza.
Nos informó Leyla.
—Los conozco.
—¿Qué?
Pregunta, asombrada, Soledad.
—No personalmente.
—No te entiendo.
Acota Fabiana.
—El que me mira es el hijo de Renata y el hermano de Tiziano.
—Que atractivo es Tiziano, lástima que solo tiene ojos para Luz.
Leyla me dejó con la boca abierta por su comentario.
—Antes era muy mujeriego y cambió por Luz, eso me cuenta Renata y sé que Rodrigo tiene novia desde hace 6 años y según su madre, la fama de hombre serio que tiene, es eso solo fama, algo me cuenta, pero lo que se de él es porque siempre la escucho hablar por teléfono con su sobrina, putea mal a la novia de Gonzalo, que es el que me mira y aunque ellos siguen saliendo, todos los jueves parece que él sale con sus amigos y terminan con amantes ocasionales.
—Son muy chusma.
Me carga Soledad, y me mira, ella sabe muy bien quiénes son, sobre todo sabe quién es Gabriel.
Nos reímos las cuatro a la vez y creo que medio pub se dió vuelta a mirarnos.
—Renata me mostró miles de fotos de sus hijos, a Tizi lo conocen y de los amigos que están ahora sentados con Gonzalo, creo que dos tienen novia hace mil y el que está de espalda debe ser su mejor amigo, Gabriel, dice Renata que ese no deja títere con cabeza y ojo que son hombres de 30 años…
—Son grandes, con razón hace tanto que tienen novias, ya se deben estar por casar.
Leyla suele ser medida en sus palabras y una vez estaba saliendo con un chico que tenía novia, ella no lo sabía y cuando se enteró, cortó la relación, por eso me sorprendió el comentario que hizo sobre Tiziano.
Conocimos a Tiziano por medio de su novia, Luz, que es la mejor amiga de la hermana de Soledad.
Florencia, la hermana de Soledad, es licenciada en nutrición, al igual que Luz, estudiaron juntas.
Soledad y yo siempre admiramos a Florencia y creo que ambas nos decidimos a estudiar nutrición por qué Flor era nutricionista.
Aunque a mí me encantaba la cosmetología, por eso, mientras estudio, trabajo de maquilladora.
Por medio de Luz, conocí a Renata.
Renata adora a sus hijos y los nombra a cada rato, siempre dice que son hermosos.
Toda madre debe decir eso sobre sus hijos.
Tiziano es divino y debo reconocer que es muy atractivo.
En las fotos, Gonzalo se veía espectacular, claro que ese comentario no se me ocurría hacerle a su madre.
Renata muchas veces estaba mal, porque Marta, la novia de Gonzalo, le hacía desplantes y ella creía que su hijo estaba mal a veces, por culpa de su novia.
—Vienen.
Dijo Leyla.
Ya sabíamos que se estaban acercando.
—Acuerdense que tienen novias.
Les digo a mis amigas.
Nosotras seguimos jugando y riéndonos de los desastres que hacíamos.
Sabíamos que nos iban a encarar.
También sabíamos que estaban casi casados, porque todos tenían relaciones desde hacía bastante tiempo.
Nos empezaron a molestar con los tacos de pool.
A mí me molestaba Gonzalo.
Luego de pedirnos perdón varias veces, me encara Gonzalo.
—Soy Gonzalo.
Le estaba por decir que ya lo sabía.
Pero no iba a ser divertido.
—Hola Gonzalo.
Le conteste sonriendo y aguantando la risa.
Me preguntó cómo me llamaba.
Inmediatamente pasó un dedo por mis labios.
Vaya que es seductor.
—Muero por besarte.
Es un hijo de puta, tiene novia y quiere seducirme…y si no lo conocería, caería a sus pies.
Tiene razón Renata, es hermoso, más que eso…es atractivo, sexi, tiene ojos azules, casi grises, es rubio, lleva su cabello medio revuelto, era…desfachatado, se acercó a mí creyendo ser un ganador.
Es alto y tiene un cuerpo de esos que te hacen pensar que querés estar sobre él, que te envuelva con sus brazos, con su calor.
Cuando me rozó la boca con sus dedos, me concentré en disimular lo que me hizo sentir, fue un sacudón interno, pero poderoso.
Se nota que no es la primera vez que encara a una chica…aunque tenga novia.
Sé muy bien cómo es su cuerpo porque vi fotos suyas en short de baño.
Lo que no pensé es que su contacto fuera tan potente.
—¿Nos vamos por ahí?
Me pregunta de repente.
Le sonrío.
Si su madre supiera que debe pasarla muy bien sin su novia, estaría más tranquila.
—No te conozco.
Ya estaba tentada cuando le dije eso.
Quería disimular.
Se presentó, al menos no me dió datos falsos, yo también le dí una mínima información mía.
Y más allá de lo que sentí cuando me rozó, me iba a divertir un buen rato.
Es un conquistador de primera.
Insiste en irnos y me dice que es inofensivo, mientras se acerca a mí.
Sentí mil luces rojas que me gritaban alerta.
Ya lo tenía pegado a mí y pese a que sabía su situación, juro que me estaba mareando su cercanía.
Sin mucho preámbulo, me besó.
No solo me besó, ME BESÓ, con mayúscula.
—No sos tan inofensivo.
Le dije y me aparté, porque su beso me había hipnotizado.
Insiste en irnos y yo quería saber qué tan mentiroso era, le pregunté si estaba casado o si tenía novia, tardó unos segundos en contestar.
—No estoy casado y no tengo novia.
Yo estaba conteniendo la risa.
Le insisto y me asegura que es libre como el viento.
Realmente contuve la risa.
Es un mentiroso.
No es la joyita que cree su madre.
Vuelve a insistir en irnos a otro lado y dice que sus amigos van a terminar yéndose con mis amigas.
No están tan locas y de verdad, no se nos ocurre irnos con desconocidos.
Aunque ya sabemos que ellos no son desconocidos y que no son asesinos en serie.
También sabemos que son seductores, conquistadores y que no quieren nada serio, ni siquiera con sus novias, porque si no, no estarían tratando de conquistarnos.
Mientras charlabamos, le coqueteé, yo también sé seducir, no es un arte que dominen solo los hombres.
Veo como recorre su mirada por mi cuerpo y como se tienta con mi boca.
Es excitante ver como cae ante mis encantos.
Soy una chica muy linda, eso lo sé de sobra, sin embargo no suelo tener una pose para conquistar hombres, pero ahora lo estoy haciendo.
Tengo miedo de delatarme, porque yo sí lo conozco.
Aunque se nota que se siente muy atraído hacia mí y eso juega a mi favor.
Me sigo negando, él insiste y vuelve a besarme, esta vez sí sabía que me iba a besar, nunca pensé que iba a llevar sus manos a mis pechos.
Me hizo vibrar y no lo pude disimular.
Pero le aclaré que no íbamos a terminar la noche juntos.
Como seguía con sus labios sobre los míos, decidí volverlo loco y fuí yo quien profundizó el beso.
Lo sentí temblar y estábamos tan juntos que sentí su miembro, caliente, apoyado en mi cuerpo.
Aunque nunca me fuí con alguien en esas circunstancias, juro que, como dijo él, supe que la íbamos a pasar muy bien juntos.
Tenía un fuego interno que me estaba quemando.
Gonzalo se sorprendió con mi beso, pero así como lo besé, dejé de hacerlo.
Me pidió mi número de teléfono y en lugar de contestarle, le guiñé un ojo y nosfuimos con mis amigas.
—¡Mierda Cómo te besó!
Me dice Sole.
—Me saqué las ganas de dejarlo caliente ¡Por mujeriego!
—Debe estar como pipa.
Dice Leyla festejando mi comportamiento.
Nos reímos las cuatro a la vez, debemos parecer cuatro locas, porque nuestras carcajadas son rimbombantes.
—¿Te imaginás si te ve en el local de su madre?
—¿O en la casa de Luz?
Dicen mis amigas.
—Va a ser muy divertido, me aseguró que no tenía novia y que era libre como el viento, muero por contarle a Renata.
—¿Le vas a decir que le comiste la boca a su hijo?
Pregunta Fabiana, casi espantada.
—No, tampoco que su hijo estaba desesperado por cogerme.
—Qué palabrota, señorita.
Nuevamente estallamos en risas.