Capítulo 5. Escándalo
Por Franco
—Rocío, tenemos una junta importante, futuros clientes, con presentación de proyecto, por favor, prepará la sala de junta para dentro de 2 horas, explicale a las chicas cómo hacemos el trabajo, que observen, tomen notas y después que las comparen con las tuyas.
Como lo que pretendían hacer eran dos edificios de categoría, son clientes importantes.
Ya les habíamos hecho otro edificio y quedaron conformes, por eso volvieron, le pedí a Dante que venga en traje, para que no desentone y evitar que lo tengan como el chico de los mandados, es que se ve jovencito.
Escucho como lo saluda Macarena y me levanto como loco.
—Dante, estás divino, por Dios, sos un potro, estás para darte en un ascensor.
Mi hermano se ríe, sabe que es una broma.
—Señorita, cuide su vocabulario, está en una oficina y a nadie le interesa lo que usted quiere hacer en un ascensor.
¡Lo que me faltaba! Estoy celoso de mi hermano, me quedo parado en la puerta de mi oficina, Rocío no deja de mirarme, está tratando de no sonreír, ya algo le debe haber chismoseado Esteban.
—Rocío, a mi oficina.
Le digo con más fiereza que de costumbre.
Se levanta lentamente y entra detrás mío, cerrando la puerta.
—¿Qué hablaste con Esteban? ¡No me gustan que esten de chismosos! ¡ Vi tu sonrisa!
La acusé y ella me miró acentuando esa sonrisa que antes quiso disimular.
— ¿Te podés calmar? No hablé nada, pero me acabás de confirmar algo que mi intuición me venía diciendo.
—Tu intuición te falla.
—¿Cómo sabés que me falla, si no te dije de que se trata?
La miré sin decirle nada, me quedé con la boca abierta.
—Mi querido amigo, sos un libro abierto para mí, en lo único que falle es en el tiempo que duraste con Graciela, que por cierto, ya era hora que cortés con esa relación.
—Pero yo no te dije que la corté.
—Otra cosa más que me acabas de confirmar.
Me guiña un ojo y se va tan campante, dejándome con la palabra en la boca.
Pasan los días, obtuvimos el trabajo de los edificios.
Por suerte recién arrancarían en 6 meses, por una cuestión de habilitación y demoras personales del empresario, pero ya firmamos el contrato.
Eso nos da tiempo para dedicarnos a los hoteles.
Llegué a la oficina y Rocío no estaba, tenía control prenatal y se tomaba el día, con lo cuál, mi trato era con Macarena.
Me trajo el café, como todas las mañanas, me dejó unos documentos, se está yendo y yo mirándole el culo, giró de golpe porque se olvidó de comentarme algo y por supuesto, me enganchó justito mirándola, ella sonrió muy ufana, se acerca al escritorio sin dejar de sonreír, me comentó algo sobre el trabajo pero me sonó a que se dio vuelta á propósito para ver si la miraba, no me puedo perseguir tanto, pensé.
—No sé si te dijo Dante, aprobamos la materia, muchas gracias por tu ayuda.
—Me alegro mucho.
Mi cara era seria y sé que la descoloqué, internamente me cacheteaba por caer una y otra vez, con las provocaciones de Macarena, aunque esta vez…no hizo nada, fui yo, que deliro por su culo y no puedo apartar la vista de él, cuando la veo de espalda.
Por Macarena
Cuando fui a su oficina, luego de dejarle los documentos, se me ocurrió darme vuelta, para ver si su indiferencia era real o fingida, y lo vi, con la mirada en mi cola, tardó en reaccionar, yo no pude dejar de sonreír, Maca 1 Franco 0, pensé.
Comenté algo del trabajo y le agradecí por la ayuda para la facultad, luego giré, revoleando la cola de una forma un tanto exagerada.
Él me desea, pero es mi trabajo y él es mi jefe, no puedo hacer nada, ni decirle todo lo que pienso, necesito, de verdad, el trabajo, nos viene muy bien a mi mamá y a mí.
—¿Está Franco?
Me pregunta una mujer, bastante mal educada, ni siquiera saludó.
—Buenas tardes, señora ¿Quién lo busca?
— ¿A vos qué te importa? Decime si está.
Era una mujer grande, aparentaba tener entre 35 y 40 años, y no era muy agraciada, no sabía quién podría ser.
Me miró de mala manera y sus palabras fueron muy agresivas y su voz salió bastante alta aunque no llegó a ser un grito.
—Dígame su nombre, por favor, ya que se encuentra ocupado.
La mujer giró, abriendo la puerta de la oficina de Franco, yo corrí para disculparme y me cerró la puerta en mis narices, mientras escuché que le decía.
—Cambiaste la cerradura y no me avisaste.
—No tengo porque avisarte.
—Sí, tenés que avisarme, si lo hubieras hecho, ahora no tendrías la cerradura rota.
—¿Qué?
Escuché el grito de Franco y volví a mi lugar, total se escuchaba igual.
—Lo que escuchaste, la llave se quebró y está en la cerradura.
—¿Qué hiciste?
—¡Lo que escuchaste!
—¡¡¡Estás loca!!!
—¡Antes no decías eso! ¡Decías que nadie te cogía como yo!
Me asombro ante esas palabras y me sonrojo.
Los dos estaban gritando.
—Las cosas cambiaron.
—Para mí no ¿Escuchaste? ¡Noo!
—Lamento que pienses así y te pedí mil veces que no quiero quilombos en mi oficina, por eso estaba con vos, porque te ubicabas y ya no lo hacés.
—Te di siete años de mi vida, toda mi juventud.
—Yo también perdí siete años con vos.
—¡Sos una mierda! ¡Y esto no se va a quedar así!
La mujer salió dando un portazo.
Yo no sabía qué hacer y rogaba no tener que pasarle alguna llamada.
—Hola Maca.
Me saluda Dante sobresaltándome.
—Estaba en mi oficina, escuché gritos, antes vi pasar a la maldita de mi ex cuñada ¿Qué pasó?
Yo no sabía si contarle, cuando sale Franco y me mira muy serio, menos mal que no abrí la boca.
—Dante, conseguí un cerrajero y andá hasta mi casa, porque Graciela quiso entrar con una llave anterior y me rompió la cerradura.
Saca dinero de su bolsillo y se la da a Dante, para que le abone al cerrajero.
Dante, inmediatamente busca un contacto entre los proveedores y se vá.
—Macarena, vení a mi oficina, por favor.
Cuando entro a su oficina, Franco se estaba sirviendo un whisky, es raro, en general no toma alcohol, al menos en la oficina, se me para al lado, yo alzo mi mirada, porque aunque soy alta, aún con tacos, le llegaba a la nariz.
Me mira de cerca y yo me pierdo en sus ojos azules, lo siento cerca, que ganas tengo de que me bese y perderme entre sus brazos, lanzó un suspiro.
Él no deja de mirarme y me dice.
—No quiero que lo que pasó recién, salga de acá, te pido total discreción.
Mientras lo hace, me agarra suavemente los brazos por los costados, levantando sus manos de a poco y apoyándolas en mis hombros, se acercó a mí, se me aflojaron las rodillas, lo mire esperando un beso que no llegó, pero sentía su aliento…
Debo ser yo la que me derrito por él y aunque a veces Franco me mira, jamás hizo más que eso.
Por Franco
No me gusta el escándalo que armó Graciela, me tomo un whisky para relajarme y no darle golpes a la pared, la llamé a Macarena para pedirle que no comente lo que sucedió, me acerco a ella, le agarro los brazos y llevo mis manos lentamente a sus hombros, me doy cuenta de que muero por besarla, pero no me animo, no quiero pasar el límite de jefe y empleada.
Sé que si la beso, terminamos en el sillón de mi oficina.
¡Cómo la deseo!
Siento su aliento y sus ojos que me miran como esperando o pidiéndome un beso, pero no puedo, soy su jefe, y le llevo 12 o 13 años, ya ni sé.
Me aparté casi bruscamente, cobardemente, sabiendo que ésta noche no voy a poder dormir pensando en ella.
Ella es la dueña de mis noches.
Al día siguiente, me llama Rocío diciendo que tenía algunas contracciones y como le faltaban 2 meses y medio, le mandaron reposo por unos días, no me preocupé por el trabajo, la verdad es que Macarena se desempeña muy bien y Vicky también, por eso siempre confío en Dante, aunque son sus amigas, las recomendó porque son aptas para el trabajo.
A media mañana me llama Graciela, no la atiendo, aunque insistió toda la mañana, fueron muchas sus llamadas, tenía ganas de mandarla al diablo, pero no tomé ni una sola de sus 12 llamadas, todas fueron al buzón.
Llega Esteban y estamos cambiando ideas sobre un proyecto, cuando golpea la puerta Macarena, pasa y la veo ruborizada.
—Franco, llamó Graciela y me dejó un mensaje para vos.
No me decía el mensaje, la miré mientras ella seguía callada, yo estaba perdiendo la paciencia.
—¿Me podrás pasar el mensaje?
—Es…este…ella dijo queee, que te vas a arrepentir de todo porque está embarazada.
—¿Qué?
Pregunté casi sin voz.
—¡Que hija de puta!
Dice Esteban
—¡Esta vez te la hizo!
—¡Es mentira y si está embarazada no debe ser mio! Hace 2 meses que no la toco y antes hacía 3 meses que no la tocaba!...¡Y me cuide!
Dije hablándole a Esteban, cuándo reparé que Macarena estaba al lado de la puerta, dentro de mi oficina y me estaba mirando.
—¿Seguís acá?
Le pregunté, gritándole.
Macarena salió corriendo, casi llorando.
—¡Hija de putaaaaa!
Grito desesperado, insultando a Graciela.
—¡La última vez, me tendría que haber dado cuenta que tenía algo planeado! Lo único que me ataba a ella, era la cama, coge como los dioses.
Le digo a Esteban.
—¿Qué mierda hago?
Tranquilo —me dice Esteban— Debe ser mentira, hacele una prueba de embarazo casera, sin decirle nada y controlá cuando se hace la prueba, porque es capaz de traerte una falsa.
Mi amigo nunca soportó a mi novia y siempre pensó lo peor de ella.
—Sí, voy a hacer eso.
Salí de inmediato para la farmacia, donde compré 5 pruebas de embarazo.
Yo estaba furioso, no creo que esté embarazada.
Mi cabeza era un caos.