Librería
Español
Capítulos
Ajuste

Capítulo 5 Buen trabajo.

La reunión pasó y Linda no quedó conforme en varias cosas, la principal es que Williams no tenía ni idea de cómo comparar si la materia que ofrecían era buena o no, por lo que ella se encargó de dar escusas y fijar una nueva reunión para ver si cerraban el trato o no.

Para cuando subieron nuevamente al auto Williams explotó.

— ¡¿Que mierda fue eso Linda, como me haces quedar como un idiota?!

— Acabo de salvarte de quedar como idiota, esa materia prima arruinará tu producto, lo bajará de nivel, ¡¿en qué rayos pensaba tu asistente?!

— En follar con Deivid o conmigo, no sé cuál de todas consigo el trato. — Sin darse cuenta Will había hablado de más, Linda entendió de inmediato que ellos estaban acostumbrados a dormir con sus asistentes.

“Son iguales que Erick y tú que no querías joderlo todo. Merecen que juegue con ellos.”

— Bien fueron unas ineptas, pero ¿ustedes como no se dieron cuenta?

— Tienes razón, esa cosa todavía está en mi dedo, tienes algún pañuelo o algo para limpiarme. — Will le pidió de buena manera a Linda, eso sumado a que le dio la razón, ella pensó que necesitaba un premio, ella sería la domadora en este zoológico.

Cuando Williams frenó en el semáforo, ella le tomó la mano por lo que él se giró a mirarla sorprendido por el contacto tan natural, y de pronto, vio como ella hizo desaparecer su dedo en el interior de su boca, al mismo tiempo que sentía como su lengua se deslizaba lenta pero fuerte, y el tirón de su pantalón le avisaba que esta vez debería descargar manualmente esa erección, porque no había modo que en este mundo él pueda sacar de su mente semejante imagen, los ojos de Linda clavado en los suyos adquiriendo poco a poco un color más oscuro, pasando del color miel al canela casi llegando al chocolate.

— Mmm, por lo menos su sabor es rico, como chocolate blanco y coco, pero demasiado aceitoso, definitivamente no es una buena combinación par un labial. — Williams estaba mudo, estaba de piedra y no solo su pene, él sentía que se estaba quemando por dentro.

Linda sonó sus dedos delante del rostro aturdido del hombre.

— Reacciona, ¿estás bien? — pregunto con un poco de burla.

— Si vuelves hacer eso te follare. — La voz de Will dejaba ver el deseo que sentía en ese momento. A lo que Linda rio.

— ¿Es una advertencia o una invitación?

— Tómalo como quieras.

— Por ahora lo único que quiero es poder llegar a tiempo a asistir a tú amigo.

Y eso lo enfureció, ¿por qué sentía que ella hablaba en doble sentido?, o mejor aún ¿por qué le molestaba?, ya en una que otra ocasión ambos habían compartido una mujer sin problema alguno. Fuera lo que fuera que lo molestara lo único que hizo fue acelerar, sabía lo que ese auto podía correr y esperaba arrancarle un grito de miedo a la atrevida muchacha, pero lo único que consiguió fue escucharla reír, ella reía como solo la adrenalina te provoca hacerlo.

Cuando llegaron a la empresa los ojos de Linda brillaban de emoción.

— Eso estuvo muy bien señor Jones. — Y cuando se bajó agregó.

— Espero que no sea para todo tan rápido y fugaz. — Cerró la puerta y se marchó, dejando a Will golpeando su cabeza contra el respaldo de su Ferrari.

Para ese entonces Deivid ya estaba esperando a Linda, estaban con el tiempo justo.

— Linda gordita, por fin llegas.

— Lo siento señor, la reunión no fue bien. — Mientras ella explica lo que sucedió Deivid no pudo sacar sus ojos del muslo casi al descubierto de ella.

— ¿Qué le pasó a tú falda? — pregunto un poco molesto de que fuera su amigo el responsable de ese desorden.

— Perdón señor, creo que subí de peso y mi ropa no lo soporto, no tuve tiempo de ir a cambiarme...

— Está bien no te preocupes, además pareces sexy así.

— Señor Deivid, las cosas que dice, ¿sexy yo? — Trato de ruborizarse, pero no pudo, Linda ya estaba anestesiada a esos cumplidos, más los fines de semana, cuando salía de caza.

— Créeme, eres sexy. Ahora vamos antes que perdamos a estos inversionistas.

— Claro señor, ya pedí un taxi, espero que me permita llegar a tiempo.

— ¿De qué hablas gordita?, si no tienes auto irás conmigo.

— No quisiera causar problemas, señor.

— No me causaras ninguno y deja de decirme señor, llámame, Deivid, por lo menos cuando estemos sólo.

— Como digas Deivid. — Al escucharla pronunciar su nombre sintió como su corazón se aceleraba.

— Vamos gordita, oh...

— Oh ¿qué señor? — pregunto con falsa inocencia y Deivid le creyó.

"Mira esa cara es pura inocencia, definitivamente contigo me coronaré ganador."

— Llegaremos tarde.

Mientras bajan al estacionamiento, Deivid trató de concentrarse en que les ofrecería a los inversionistas para que acepten el trato, pero el perfume de Linda lo distraía.

— ¿Qué perfume usas?

— No creo que lo conozcas, no es de marca.

— Es delicioso, bueno Linda gordita, este es mi auto ¿qué te parece?

— ¡Esto! ¡¿No puede ser?! Creí que el auto del señor Jones era algo increíble, pero esto me deja sin palabras. — Si definitivamente ella sabía fingir.

El resto del camino Deivid paso presumiendo su auto, sin saber que esta mujer había paseado hasta en avión privado, aun así, Linda era una maestra para fingir.

Pero cuando llegaron al restaurante Jean—Georges Linda estaba sumamente nerviosa, su corazón latía de una forma rara ante la posibilidad de encontrarse con Erick.

— Tranquila Linda gordita, todo saldrá bien, tengo todo planeado, hoy cerraremos este trato cueste lo que cueste. — Y eso fue todo lo que necesito para volver a la realidad, su joven jefe creía que sus nervios eran por el dichoso trato.

"¡Controlarte mujer! Este par de idiotas no saben hacer negocios, demuestra lo que vales, muéstrale que te necesitan más que tú a ellos.”

— Sí, Deivid, todo saldrá bien. — Linda paso un tiempo anoche revisando la propuesta y con todo el aturdimiento que tenía se olvidó de ponerlo sobre aviso.

— Deivid, hay algo que debes saber antes que entremos.

— ¿Que?

— Mira estuve revisando y estos puntos son muy confuso, a simple vista parece estar todo bien, pero estos puntos y comas mal acomodados, ellos quieren sacar provecho.

— ¡¿Dices que esto es adrede, que tratan de estafarme?!

— Sí. — respondió totalmente confiada.

Deivid leyó una vez más los documentos y reparó en que ella tenía razón, él pensó que era un error de impresión o a lo sumo de redacción, pero ellos igual lo enviaron firmado, Linda tenía razón, ellos querían embaucarlos.

— Eres muy lista gordita.

— Gracias.

Entraron al lugar y Deivid se sorprendió cuando al pedir el almuerzo el camarero le sonrió a Linda y le preguntó si quería lo mismo de siempre.

— No, solo será gazpacho.

El almuerzo pasó y luego de un Deivid audaz y confiado, los inversores se retiraron pidiendo disculpas por el supuesto malentendido y fijando una nueva reunión.

— Los aniquilamos Linda gordita.

— Sí, lo hicimos. — Linda no pudo evitar sonreír, ya se había acostumbrado al apodo que Deivid le había otorgado, pero también noto que ya no lo decía con sarcasmo, sino que, de una forma suave y tierna, lo decía con cariño.

— Bien es hora de volver a la oficina y hablar con Will.

— Claro. — Pero antes que eso sucediera, el camarero reapareció.

— Señorita Brown, permítame el atrevimiento, la última vez no le pude agradecer como era debido, pedí su postre favorito, muchas gracias por lo que hizo aquella vez por mí. — Deivid miraba intrigado al hombre que tendría unos cuarenta y algo o cincuenta y pocos.

— No tiene nada que agradecer, era lo correcto. — respondió su asistente con una sonrisa tensa.

— Aun así, muchas gracias. — El hombre dejó el postre y se retiró. Y Linda no sabía qué hacer.

— ¿Gustas un poco?

— No, no soy amante a las cosas dulces, ya sabes te hace perder la silueta.

— Sabes Deivid, la vida es muy corta para preocuparse por pequeñeces, unos kilos de más a cambio de probar una delicia, es un precio justo para pagar.

— De acuerdo me convenció, señorita Brown.

Linda sabía muy bien porque la llamo así, él quería saber la historia que había detrás de las palabras del camarero, pero ella estaba decidida a jugar a hacerse la tonta, tomo un bocado del postre y él se perdió en su boca envolviendo la cuchara en ese momento, pero volvió a la normalidad.

— ¿Me dirás que fue eso? — Pregunto impaciente. Y Linda se dio por vencida.

— Creo que en mi currículum está especificado lo eficiente que soy, hace un tiempo atrás vine a este lugar con el que era mi jefe, él estaba de mal humor, y se desquitó con el camarero, pidió que lo despidan y no me pareció justo, por lo que intervine, eso es todo.

— ¿Tu jefe quién era? — Esa era una pregunta que ella no quería contestar. Por lo que utilizo el coqueteo como arma.

— Disculpa, ¿dijiste algo? Por un momento tus tatuajes me abrumaron. — Y por fin logró un leve sonrojo en sus mejillas. El cual le debía más al miedo que a otra cosa.

— ¿Y eso cómo qué?

— No sé, tienes tantos, digo los que son visibles, ¿cuán tatuado tienes tu cuerpo? — pregunto con cara de cachorro abandonado.

— Eso solo lo saben quiénes me ven desnudo. — respondió el hombre al tiempo que le giñaba un ojo.

— Ah. — Puso su mejor cara de desilusión, sabiendo que el querría consolarla.

— Si quieres me podría desnudar para ti. — Linda fingió mirarlo con sorpresa e incredulidad, cuando por dentro se moría de risa.

"Eres lerdo Deivid, pero mejor así."

— Pero mira quién está aquí, Deivid Smith, tan apuesto como siempre a pesar de esos tatuajes. — La espalda de Linda se puso tiesa, ¡estaba perdida! Todo había acabado.

— Samara Canón, tan rubia como siempre.

Cuando la mujer saludó a Deivid, se fijó en quien lo acompañaba, claro ella no sabía que eran jefe y empleada por lo que se acercó apropósito a la mesa cuando lo vio acompañado y más con alguien con esa figura, pero cuando reconoció de quien se traba su cara cambio de inmediato, igual que su tono de voz dejó de ser simpático, para pasar a ser ácido y burlón.

— ¿Señorita mantequilla? Mira cómo has cambiado, si hasta pareces una persona.

Linda podía domar a cualquiera, pero había dos personas a las que nunca podría enfrentar, Erick Mark y Samara Canon, ella moría por gritarle a esa rubia de plástico cuantas veces su prometido la había follado, de ciento de formas diferentes, cuantas veces habían alcanzado el máximo placer hasta caer rendidos, pero no podía, el día que ella hiciera eso Erick sería capaz de matarla de ser preciso. Por lo que bajo la cabeza sin decir nada.

— Samara, ¿acaso tienes algún problema con mi asistente? — El tono de Deivid dejaba ver lo molesto que estaba con por sus palabras.

— Mira hasta tienes un nuevo defensor, las cosas no cambiaron tanto, ¿sabes Deivid? te daré un consejo, por la amistad que tiene nuestros padres, despide a esta vaca, es una completa incompetente. — En el terreno laboral Linda si se podía defender, ella sabía lo brillante que era.

— ¡Eso no es verdad! — rebatió sin importarle levantar la voz.

— ¿Que no es verdad?, echaste a perder el mejor negocio que se había conseguido con Dante Ricci, tu idiotez nos costó 2 millones, menos mal que mi prometido te hecho antes de la reunión de la junta o te hubiera destrozado con mis manos. Me imagino que no colocaste nuestra empresa como referencia....

Samara continuó hablando, pero Linda ya no la escuchaba, estaba acostumbrada a sus continuos ataques, siempre le decía que si no fuera porque se parecía más a una cerda que a una mujer ella no dudaría en que Erick y ella tuvieran un amorío, pero gracias a su apariencia nunca sospecho nada, lo que saco de jugada a Linda fue el hecho que la culparan por el fallido de una fusión con el italiano Dante, eso era imposible, ella dejó todo listo, solo faltaba la firma de Erick.

El día después de que Erick la mandó por un tubo ella se reunió con Dante, firmaron todo y entre una cosa y otra, terminaron en la cama de un hotel de lujo, fue así como ella se dio cuenta que podía seducir a cualquier hombre.

— Te estoy hablando jamón con patas.

— ¿Que? — La voz de Linda era apenas un murmullo.

— Que como se te ocurrió poner una cláusula que si no se concretaba el trato pagaríamos dos millones de dólares.

— No... — Las lágrimas de Linda caían a la vez que el subconsciente le gritaba.

"¡Estúpida te pago con dinero de la compañía y te culpo por ello! ¡Ahora además de puta eres una ladrona!”

— ¡¿Acaso no piensas contestar vaca?!

— ¡Oye Samara ya es suficiente, porque no te largas a arruinar el almuerzo de alguien más! — Linda miro de inmediato a Deivid, él la estaba defendiendo, y ella no estaba fingiendo.

No quería estar en ese lugar, en cualquier momento podría aparecer Erick y todo se iría al carajo.

Por lo que se levantó y salió sin decir nada, Deivid salió detrás de ella.

— Linda, espera, ¡Hey detente! — Al momento que Deivid la detuvo la abrazó y ella se quebró por completo.

— No fue así, no sé qué paso, pero lo averiguare, yo sé lo que hago, mi trabajo es lo único que tengo, es lo único para lo que soy buena ¡jamás aceptaría algo así! — Decía entre lágrimas más para sí misma que para él.

— Te creo Linda, no tienes nada que explícame, me acabas de salvar de perder mucho dinero, sé que eres buena en lo que haces. — Deivid acariciaba la espalda de ella, y ese contacto lo empezó a acalorar.

"¡Por favor, si solo la estoy acariciando! ¿Qué sucede conmigo, porque me atrae tanto? Ella se ve tan débil, está sensacional de que alguien te necesite es tan fuerte y linda, Linda como ella, debí mandar al carajo a Samara apenas llegó.”

— Ya estoy bien señor Smith, puede soltarme. — dijo la joven, pero él no quería hacerlo, sin embargo ¿qué podría decirle? Y entonces le dijo la verdad.

— Pero yo quiero abrazarte un poco más. Además, ya te dije no me digas señor. — Le dijo con voz suave junto a su oído.

— Está bien Deivid, ¿podemos volver a la oficina? Todavía tenemos trabajo.

— Eres muy responsable Linda. — Ella lo miró sorprendida, no era gordita Linda, ni otro apodo él la llamo por su nombre.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.