La estrategia
“Una estrategia sin táctica es el camino más lento hacia la victoria. Las tácticas sin estrategia son ruido antes de la derrota”.
Sun Tze
Esa mañana, mientras Dante dormía, Camile fue hasta el ancianato donde eventualmente hace donaciones, es un lugar bastante discreto para encontrarse con su fiel guardaespaldas.
—¿Cómo está patrona? —pregunta el hombre disfrazado de paciente de sanatorio mental.
—Hola, Indio. Realmente bien pero es hora de que entres en acción, necesito de tu ayuda para deshacerme de Dante. A veces, siento tanta piedad por él, que no me atreveria a quitarle la vida yo misma como lo hice con cuatro de mis peores enemigos. Aunque no me gustaría tener que acabar con él, debo hacerlo. El cartel de Nápoles debe ser mío.
—Usted solo debe decirme cuando y yo me encargo de todo.
—Sí, eso es lo que siempre me ha agradado de ti. Que nunca me dices que no. De lo contrario, ya no estarías aquí. —responde ella, dejándole saber a su soldado su condición de subalterno.
—Siempre puede contar conmigo, patrona. Nunca la dejaré sola. —contesta el hombre, cual fiel vasallo, a su reina.
—No quiero que ella errores. —increpa ella.
—No los hubo con el conseglieri, no tiene por qué haberlos ahora, patrona.
—Lo sé, pero a pesar de que hiciste un trabajo limpio, Dante no ha parado de investigar ¿qué realmente fue lo que le ocurrió a su mano derecha? —le advierte Camile.
—Deje todo en mis manos. El trabajo limpio se hace cuando uno solo de los dos testigos queda vivo. Él no podrá contarlo porque estará muerto y yo, me llevaré ese secreto a la tumba. —responde él Indio.
Camile sabe que su fidelidad, extrema más en el amor que siente por ella, que en ser un fiel guardaespaldas. Se despide de él y regresa a su casa. Dante ya debe estar despierto y pendiente de verla.
Baja de su auto, Dante está en la piscina dándose un baño, pero hay alguien más, con él. Alguien que ella no logra reconocer desde donde está parada. Se aproxima sonriendo a su galante esposo, quien al verla aproximarse, sale de la piscina para recibirla.
—Amore mio. ¿Dónde te metiste? Amanecí con ganas de ti y me topé con una almohada vacía.
—Haciendo mi obra de caridad del día, fui al ancianato.
—¡Hummm! Que mujer tan inteligentemente bondadosa.
—Estoy aprendiendo de ti. ¿Y quién es tu invitado? —pregunta mirando por encima del hombro de su amante.
—Es mi primo, Giuseppe. —responde, mientras rodea su cintura con sus brazos.
—Amor, me vas a mojar toda —ella se echa un poco hacia atrás.
—¿Qué quieres amor, si no aguanto las ganas de estar dentro de ti. —le susurra al oido. Ella sonríe. “Lo tiene justo donde quería” piensa.
— No creo conocerlo, ¿o sí? —pregunta dudosa.
—Ven para que lo conozcas. —la toma de la mano y caminan hacia el hombre sentado de espalda a ellos.
—Giuseppe, te presento a Karina. —el hombre de porte rubio y ojos azules se sorprende al verla.
—Hola —lo saluda Camile.
El hombre de casi dos metros de alto, se levanta, y se pone de frente a ella, toma su mano y como caballero de novela romántica, le besa la mano. Ella lo mira sin parpadear. Si aquel hombre pretende seducirla, deberá ser más que galante.
—Bella signora, un piacere conoscerti (linda dama, un placer conocerla)
—Grazie, signore! (¡Gracias, caballero!)
—Ve a cambiarte mi amor. Quiero que nos acompañes.
—Sí, por supuesto amore mio.
Camile entra a la mansión, mientras Giuseppe bebe su trago, sin apartar la vista de la silueta de su prima-cuñada.
—Buen gusto tienes Dante.
—Siempre lo he tenido. Karina es una mujer increíble y muy inteligente, sin mencionarte otros detalles, para lo cuál, es una diosa. —refiere con picardia su comentario.
—No me consta, pero te creo. Para lograr que te hayas decidido a estabilizarte con ella, debe tener muchas cualidades.
—No tantas, solo las que yo necesito de ella.
Camile sube hasta su habitación, si pudiese obtener información de quien es Giuseppe, podría estar más tranquila. No le gusta estar rodeada de extraños, eso le quita poder sobre ellos.
Por suerte se topa, con uno de los escoltas de Dante, que está vigilando el pasillo superior.
—Luigi, ¿Quién es ese hombre que está con mi marido? —la astucia de Camile es indescriptible. Utiliza la estrategia de la desconfianza para lograr obtener información sobre Giusseppe.
—Es uno de sus primos, capitán en Florencia. —responde parcamente el hombre. Aquella información es suficiente para ella.
—No, lo conocía. Me gustaría que no dejes de echarle un ojo. Me da mala espina.
—Es de confianza señora —responde algo irritado.
—En el mundo de la Mafia no puede existir esa palabra, debes desconfiar hasta de tu sombra.
—Señora, no hay nada más sagrado para un capo que su familia, la familia es primero.
—En eso tienes toda la razón. —abre la puerta de su habitación con Dante, se desnuda y se para cerca de la ventana, como si no supiera que pueden verla desde allí.
Giusseppe quien está de frente a la ventana, la observa. Aquella mujer es sumamente bella, extremadamente apetecible, pero no puede traicionar a Dante, él es como un hermano. De pequeños siempre fueron muy unidos.
Cuando asesinaron a Michelle, Dante quedó devastado. Giusseppe, con quien siempre tuvo una relación especial, le apoyó en esos momentos de angustia. Era su primo y su mejor amigo también.
Al igual que Lorenzo y su padre Michelle. Lorenzo es el padre de Giuseppe. Después de la muerte de Michelle, Lorenzo quedó a cargo del negocio, hasta que Dante tomó las riendas de su cargo como Capitán del Cartel de Nápoles, en agradecimiento a la fidelidad de Lorenzo, Dante le ayudó a comenzar con su propio Cartel, aunque Lorenzo no corrió con la misma mala suerte de Michelle, de ser vilmente asesinado, prefirió dejar a Giusseppe a cargo de su zona en Florencia.
Giusseppe prácticamente le debe su poder a Dante, siempre ha sido agradecido por ello, pero hoy por una extraña razón, siente que su lealtad flaquea y todo por una mujer, Karina.
Camile baja, vestida con un bikini mínimo, que deja poco a la imaginación y mucho a la perversión. Dante la toma por la cintura, ella se sienta sobre sus piernas, Giusseppe debe disimular para no provocar malos entendidos con su primo Dante.
Mas, la delgada linea roja que separan el deseo y de la fidelidad es exactamente que el que separa la vida de la muerte. En un momento estás vivo y en otro, ya no.
La conversación entre Dante y Giusseppe parece aburrir a Camile, por lo que se levanta:
—Amor, voy a ver como está el agua de la piscina, toma de coctel y camina hasta la piscina.
—En un momento, te alcanzo mi reina. —mira a Camile y le dice a su primo —No piensas cambiarte, ve adentro, en mi habitación hay una gaveta repleta de trajes nuevos, escoge el que te guste y ven a acompañarme a mí y a Karina.
—Está bien. —se levanta, toma su wiskhy y sube hasta la habitación para cambiarse. Desde la ventana puede ver a Camile de frente, abrazada a su primo. Repite lo mismo que ella, se desviste quedando totalmente desnudo.
Camile puede verlo, mientras Dante, la besa por el cuello, sin percatarse de la extraña situación que se está gestando entre su primo y su mujer. Aquel hombre es perfecto, piensa ella mientras lo observa. Giusseppe se termina de arreglar para bajar a la piscina.
Entra a la piscina, con el traje de baño blanco, que al humedecer, deja que ella pueda disfrutar de las dimensiones exactas de su armamento para la guerra sexual.
Camile puede ver que está bien armado y sobre todo que ambos están jugando un juego bastante peligroso.
Cada vez que pueden intercambian miradas, cada vez que se acercan, por algún motivo, un leve roce le encienden las ganas. Giusseppe, tiene una gran idea, llamar a una de sus amigas de turno. Antes se lo comunica a Dante, quien solo le pide no sea alguna de sus ex.
Como primos leales el uno al otro, ambos hicieron un pacto, que cuando alguna mujer le gustase a ambos, el primero en tenerla disfrutaba de ella por algunos dos meses y luego cuando, ya no se hibiese aburrido, se la cedía al otro. Aunque Giusseppe desearía que ese fuese el caso con “Karina”, estaba seguro de que Dante no tenía intenciones de compartirla, bastaba escucharlo hablar de ella, para darse cuenta de lo jodidamente enamorado que estaba su primo.
En menos de diez minutos, aparece por la puerta principal, una rubia, alta, exhuberante en todas sus zonas atractivas, grandes y redondeados pechos, duras y firmes nalgas y un vientre plano que limitaba con su abultada pelvis.
La rubia se acerca, se quita el sorteo que lleva puesto y la franelilla de tiros color rosa. Giuseppe se para en el borde de la piscina, cruza sus brazos y mira a su amiga.
—Mi barbie, ven a ducharte conmigo.
Aunque Dante, se muestra desinteresado, no puede negar que aquella mujer sería toda una caballero sobre la que desearía cabalgar.
—Hi, baby —responde la mujer, quien por la forma que se expresa, es inglesa.
—Get in baby, Get in. —la rubia desciende mientras él, le da su mano para sostenerla.
Camile, siente una repentina sensación de intolerancia con aquella mujer, que solo deja ver sus celos. La rubia se abraza a su amante y él se aproxima a la pareja.
—He is my cousin and she is her wife. —voltea hacia ella y se las presenta como Barbie.
—Hi! —saluda a Camile y Giusseppe.
Cada vez que Giusseppe besa apasionadamente a Barbie, Camile se voltea hacia Dante y se cuelga a su cuello. Aquel juego de darse celos uno al otro parece funcionarles bien.
Salen de la piscina para almorzar. Luego Giusseppe le comenta a su primo sus intenciones con la rubia.
—Vamos, puedes subir cuando desees, Karina y yo iremos al sauna para luego descansar un poco. Hoy sera la gran fiesta que daré en tu honor.
—Perfecto, entonces subo y nos vemos al rato.
Camile aprovecha para relajarse y estar apta para la celebración especial que le tiene Dante, a Giusseppe. Mientras Giusseppe se divierte junto a la sexy Barbie y negocia con ella un plan, Dante aprovecha para disfrutar con su amante perfecta, Karina.
Inicia la reunión, solo invitados selectos y especiales para aquella noche; algunos van acompañados de sus parejas y otros en busca de una. Camile, viste un elegante diseño de Juliano, un traje blanco con pedrería que cubre las zinas mas sensuales de toda mujer con cristales de Sharoswky. Su rival, un vestido negro que afina su silueta y la hace ver perfectamente sensual.
Ambos caballeros, finamente trajeados al mejor estilo italiano. Dante lleva camisa negra de fondo, y chaqueta gris plomo, acompañado de un jeans negro. Giusseppe viste camisa blanca y traje azul.
“Licor, drogas, música y placer” son las consignas de esa noche, por ello, en el menor de los descuidos, Barbie se acerca a Dante para seducirlo, tal cual se lo pidió su propio amante.
Camile parece entender el juego de Giusseppe y como su no tuviese ningún tipo de desconfianza de Dante, lo deja en manos de la exhuberante rubia. Sube hasta su habitación, al ver a Luigi, le da la orden de vigilar a la mujer que acompaña a su marido, el escolta obedece está vez, sabe que aquella mujer puede tener otras intenciones, aunque haya sido invitada por Giusseppe, el primo del jefe.
Minutos después se abre la puerta, Camile voltea, el apuesto rubio la observa ansioso de poseerla.
—¿Qué haces aquí? —le pregunta ella, mostrando enojo.
—De verdad no lo sabes —se acerca y la toma por la cintura con fuerza. —Llevas horas provocándome.
—¿De qué hablas? —deja sus brazos entre su pecho y el de él para mantenerse algo alejada de su provocativa boca.
—No quieras jugar conmigo Karine, soy más astuto dd lo que puedes creer, vi que te deshiciste del escolta. Eres una mujer muy arriesgada. Podría tomarte a la fuerza ahora mismo, pero —afloja su agarre y la suelta— No sería capaz de obligar a una mujer.
Sentirse rechazada excita el furor en Camile, quien sin dudarlo. Lo jala por el brazo, al ver que este pretende salir.
—Si quiero jugar tu juego, pero quiero saber las reglas —lo mira fijamente.
—Las reglas de mi juego, es que precisamente no tiene reglas
Giusseppe la sujeta con fuerza nuevamente, sus bocas sedientas la una de la otra se mezclan, sus lenguas juegan a un combate, él la lleva hasta la cama, la arroja, ella cae y lo observa sin parpadear, él sube el vestido, baja su cremallera, saca su falo, se sube sobre ella y luego se desliza hasta sus piernas, recorre con sus labios y lengua todo su cuerpo, comienza desde las rodillas, hasta su virntre, peto no se detiene allí, eso la desquicia, pero está en sus manos, y desea ser suya, él sube hasta llegar a su boca, entonces comienza la penetración. Él marca el ritmo de sus movimientos, aumentando la intensidad y la fuerza de los movimientos.
Camile jadea de placer, por primera vez, no necesitaba de caricias preliminares, aquel hombre la excita con solo verla. Él toma la almohada y la coloca debajo de sus glúteos a la altura del pubis. Lo que eleva sus caderas, y arquea el cuerpo para que ella pueda disfrutar de una penetración más profunda.
La sensación de placer es mutua y tan intensa que ambos tienen un orgasmo explosivo y único. Él se levanta rápidamente de la cama, se arregla y sale sigilosamente de la habitación. Ella quiere más pero sabe el peligro que corre si Dante la descubre. No puede perder todo lo que ha logrado por un espléndido orgasmo.
¿O sí?