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—Buenos días, Marlín. —dice devolviéndome el beso, durando más de lo que debería, me alejo de su cuerpo un poco avergonzada por la situación.1
—¿Lucía? —pregunto, cambiando de tema, ya que su mirada me pone nerviosa.
—Duerme, después de la resaca de anoche, no creo que quiera ver la luz del sol. —río por sus ocurrencias, pero en parte tiene razón, debe sentir que todo le gira.
Gabriel y Lucía eran mis mejores amigos, yo sabía que él era el mejor amigo de mi hermano Robert, tuve amor platónico cuando tenía 16 años, pero él tenía 21 entonces, entonces me trató como a una niña, pasó el tiempo y se convirtió en una amistad increíble. Conozco a Lucía desde la guardería, somos amigas desde hace 20 años, es como una hermana sin mí, estudiamos el mismo título, el trabajo de secretaria ejecutiva con la diferencia que soy políglota, hablo 4 idiomas alemanes. Esa es mi lengua materna, italiano, griego y francés, ella es al revés hiperpolíglota, habla más de 7 idiomas, siempre puede hablar uno más. Volví a recordar cuando había una taza de café caliente en el mostrador.
-Gracias- susurre, para empezar con el desayuno, debería haber un almuerzo, en algún momento niego mis hechos que son ciertos.
Levantó la vista por la sensación de ser observada y me encuentro con la mirada verde de mi amigo sobre mí. —¿Pasa algo? —pregunto, ya que su forma de mirarme me pone nerviosa.
—¿En serio quieres irte? —lo miro con una ceja alzada en forma de interrogación, —Tu hermano me pidió que te convenciera de que es una locura y que puedes trabajar en la empresa de tus padre. —lo dice tan tranquilo, mientras yo estoy hecha una furia.
—La decisión está tomada. —respondo lo más calmada posible porque va a correr sangre en cualquier momento, ¡Maldito Dereck!, tiene una gran bocotá cuando le conviene, ¿Por qué no cuenta sus cosas?.
—¿Pero a dónde vas a ir?, —interroga dejando la taza sobre la mesada mientras fija sus ojos verdes en mis negros. —Nunca has salido sola del país. —giro mis ojos por lo dramático que puede ser, este hombre se ha creído que es mi pGregorio.
—Gabriel , mira quiero hacer esto y lo voy a hacer, —dictamino masajeando el puente de mi nariz para que el dolor de cabeza que está comenzando cese. —Necesito cortar el cordón umbilical con mis padres y hermano que por lo que veo es un chismoso. —refunfuño molesta por las actitudes que tiene Dereck a veces, se pasa de sobre protector.
—No te enojes con él, —pide dándome una corta sonrisa. —Está preocupado, eres su hermanita, —acaba de decir algo que no sabía. —Es normal, entiéndelo. —trata de defender al idiota de Roberto, lo fulmino con la mirada para que deje de una vez el drama.
—Entiéndeme tú a mí, —pido con cansancio, estoy harta de que se metan en todo lo que hago. —Necesito volar lejos del yugo de mi familia, —esquivo la mirada inquisitiva de Gabriel , sabe leer muy bien a las personas. —Los amo, pero me asfixian. —exagero un poco mis palabras, blanquea sus ojos, sin embargo los posa en mí de una forma muy extraña.
—Está bien, —responde resignado como si le molestará lo que fuera hacer. —Te apoyo a donde vayas, —aplaudo emocionada por tener un cómplice. —Hablaré con tu hermano para tranquilizarlo, —asiento ante sus palabras. — Pero prométeme que llamaras si necesitas algo. —me apunta con su dedo, mi emoción dura poco.
—De acuerdo —me levanto resignada para darle un abrazo, sus fuertes brazos se apoderan de mi cuerpo mientras que escondo mi cara en su cuello. —Gracias. —murmuro saliendo de mi escondite.
Sus verdes tienen una chispa diferente, sus manos juegan en mi cintura y sus labios se abren para decir algo, pero es interrumpido por la voz de Lucía a mi espalda.
—¿Puedo unirme? —me giro para ver a mi amiga despeinada, maquillaje corrido y la cara hinchada, vistiendo una remera de Gabriel , cuando ve que asiento, hace una mueca de disgusto. —Saben que no es lo mío, pero se los agradezco. —le doy una corta sonrisa, sé que mi amiga tiene sus demonios.
—¿Cómo estás? —pregunto una vez que toma asiento al lado de donde estaba yo hace unos instantes.
—Con resaca, no vuelvo a tomar lo juro. —responde mientras se coloca una mano en el pecho a forma de juramento, largamos una carcajada con Gabriel mientras que ella nos fulmina con la mirada. —¡Lo digo en serio! —chilla enojada, pero hace una mueca por el dolor que siente, busco en el cajón unas pastillas con un vaso de agua se las entrego y se las toma de inmediato. —Gracias. —responde masajeando su cabeza. —¿De qué hablaban cuándo llegué? —interroga mientras tomo asiento a su lado para terminar de comer las tostadas que hizo Gabriel .
—De que nuestra amiga se quiere ir —Gabriel es el primero en responder mientras yo engulló la comida desesperada. —Ira a trabajar a otro país para despegar sus alas. —le explica con sarcasmo, ¡Maldito ruso!
—¿Cuándo nos vamos? —pregunta Lucía muy entusiasmada, giro mi cabeza a un lado clavando mis negros en sus azules. —¿Qué? —interroga al ver mi cara de sorpresa.
—¿Vendrías conmigo? —cuestiono en shock, porque no creí que me siguiera, aunque Lucía y yo jamás nos hemos separado, somos como hermanas de diferente mGregorio y lo agradezco, su progenitora por lo que me ha dicho no es algo que quieras conocer.
—Obvio, —responde con falsa ofensa. —¿Qué creíste que te ibas a ir a otro país a disfrutar de cada semental sin mí? —suelto una carcajada por sus ocurrencias, esta loca sin lugar a dudas, las dos comenzamos a reír hasta que sentimos un gruñido, levanto la vista de mi plato para ver a Gabriel que tiene mala cara, no entiendo que le molesta.
—No me mires así. —Lucía lo señala con su dedo acusador. —¿Creíste que ella no tiene sexo? —me ahogo con la tostada y comienzo a toser desesperada por aire, las palabras de mi amiga me hacen enrojecer. —Te digo que estás muy equivocado, tiene y a montones. —la cara de Gabriel es un poema en este momento, me da una corta mirada, presiona sus dientes con rabia.