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La suerte se compra o se quita

4 años atrás...

Después de graduarme de la universidad las cosas se pusieron un tanto más difícil, encontrar un trabajo no me resultaba sencillo, me gradué con excelentes calificaciones fui el mejor promedio del lugar, pero mi falta de experiencia era un gran obstáculo para mí, nada alentador para las empresas por ende el trabajo siempre me lo ganaba alguien que si la tenía.

El conseguir empleo se convirtió en una misión difícil que duró varios meses, al cabo de 3 meses que nomas nada mis padres me echaron de la casa, si antes pensaban que era una carga por enfocarme en mis estudios ahora más, aunque no sé por qué pensaban eso de mí, ellos no ponían ningún peso para mi educación, tenía una beca completa que me costó mucho conseguir y conservar, pero ya no tiene caso pensar en el pasado.

Conseguí un empleo de mesera, claramente no era lo que quería, mi deseo era poder ejercer mi carrera, me hubiera gustado ser una gran arquitecta, pero para mi mala suerte y como marchaba mi realidad se quedaría siendo solo lo que era, un simple sueño.

Una mujer me rentó una habitación de su casa, estuve casi una semana durmiendo en habitaciones de hotel barato en lo que juntaba dinero para rentar algún lugar, una noche una mujer me encontró durmiendo en la banca de un parque, esa vez el hotel en el que solía hospedarme se quedó sin habitaciones disponibles.

Ella fue tan amable conmigo, tan linda y desinteresada, me llevó a su casa, me dio de comer y me brindó techo, nadie me había tratado de esa forma, hasta se sentía extraño recibir sin que no quisiera nada a cambio.

— Valeria... ¡Qué sorpresa amiga!

Iba saliendo de mi turno en la cafetería cuando me topé a Cristina con tres chicas, al parecer regresaban del centro comercial, tenían bolsas por todos lados, todas me echaron una mirada soberbia, llevaba mi uniforme de mesera; hace meses que no sabía de ella, nunca se molestó en contestar mis llamadas y mensajes cuando le pedí ayuda.

— Hola, Cristina qué tal... hace tiempo que no sé dé ti ¿Cómo has estado?

— Muy bien, lástima que no pueda decir lo mismo de ti... – me echo una mirada de pies cabeza mientras sonreía de una manera extraña.

— Es solo una mala racha, ya vendrá algo de suerte. – le dije sonriente, pero eso no hizo más que ocasionar que ella empezara a reír.

— Ay Valeria siempre tan soñadora. – Puso su mano en mi hombro para después voltear a ver alrededor. – La suerte no se consigue de la nada ni se gana, se compra o se quita.

La miré extraño, no tenía idea de a que se refería o el verdadero significado que esas palabras tenían en realidad; de pronto se escuchó el rechinar de unos neumáticos, era una motocicleta que se detuvo del otro lado de la calle, un hombre que iba caminando fue interceptado; de la motocicleta se bajó un hombre que venía en la parte de atrás y detonó un arma de fuego contra el que iba caminando por la calle.

Se empezaron a escuchar gritos, tras las detonaciones las personas de alrededor salieron corriendo alejándose, eso incluyó a Cristina y las chicas que venían con ella, los tipos de la motocicleta se marcharon todo sucedió tan rápido.

El otro hombre yacía tendido en el suelo, en el asfalto se empezó a hacer un ligero charco de sangre, miré hacia todos lados, no había nadie todos se habían marchado, pero yo no lo haría.

Empecé a cruzar la calle rápido mientras sacaba mi celular, llamé pidiendo una ambulancia dando la dirección del lugar, al llegar al lado del hombre este aún estaba consciente en su rostro había un gesto de dolor y sus ojos se llenaron de asombro al verme.

— Tranquilo señor, la ambulancia está en camino.

Tenía dos impactos de bala en su costado, con mis manos hice presión intentando controlar la hemorragia, el hombre cada vez parecía más débil, su respiración era más calmada y hasta sus latidos más suaves.

— Por favor resista, no se rinda...

Le dije y las lágrimas comenzaron a escaparse de mis ojos recorriendo mis pálidas mejillas, él al escucharme abrió sus ojos, no pude identificar el significado de su mirada, jamás me habían mirado de esa forma; poco después el sonido de la ambulancia se hizo cada vez más fuerte.

Mi corazón latía a un ritmo acelerado, los segundos empezaron a sentirse más largos, no conocía a ese hombre, no sabía quién era, pero en verdad deseaba que no muriera, yo no tenía suerte ni dinero para comprarla ni sabía cómo conseguirla, pero si es que tenía, aunque sea un poquito de ella en mi se la daba a él para que pudiera salir de esta con vida.

...

Estuve en la sala de espera del hospital durante varias horas, no estoy segura de cuántas no llevaba la cuenta de ellas, no sabía el nombre de ese señor, ni siquiera era un familiar de él, pero necesitaba saber si estaba bien.

Durante el tiempo que estuve en el lugar vi salir y entrar a varias personas preocupadas por sus seres queridos, pero no sabía si es que alguna de todas ellas eran familiares de él.

Por el pasillo mire pasar a un camillero que fue quién se llevó al hombre el interior cuando llegamos al hospital, no tarde en ponerme de pie y hablarle.

— ¡Disculpa! – al escucharme él se detuvo, me miró y se acercó a mí.

— ¿Sí?

— Perdona que te moleste, pero el hombre que llego hace varias horas con impactos de bala ¿Cómo está?

— O eres quién venía con él en la ambulancia ¿cierto? ¿Eres familiar o conocida?

— No, no soy familiar ni conocida de hecho ya le dije a las enfermeras y oficiales que me interrogaron sobre lo sucedido, si no puede darme detalles de su estado lo entiendo, pero solo me bastaría con saber si sobrevivió.

Él pareció notar mi preocupación, yo jugueteaba con mis manos, dándole vueltas a un viejo anillo en mi dedo que llevo puesto desde que tengo memoria; me sonrió amablemente y asintió con la cabeza.

— El hombre está estable, gracias a ti, por cierto, ahora está dormido por los sedantes que le dimos, pero de no ser porque hiciste presión en la herida hubiera muerto desangrado al poco tiempo, tú lo salvaste.

Me quedé sin palabras, por primera vez en mi vida me sentí conforme y orgullosa de mí misma, le sonreí al hombre y di las gracias por la información, para después dar la vuelta y salir del hospital...

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