Capítulo #4. "Seré yo."
Alex
Querido hijo de puta:
Buena entrada para esta mierda de diario que me ha regalado mi padre, junto a la emocionante noticia, «nótese el sarcasmo, por favor», de que se va a casar de nuevo.
Bien, hagamos una pausa aquí. Soy Alexander Cox, Alex, hijo de David Cox y Anna Weitz.
Esa es mi madre, solo esa y nadie más. Murió hace solo dos años, dos jodidos cortos años. ¿Y David ya está pensando en su próximo coño?
Joder, lo quería matar, lo quería malditamente asfixiar con mis propias manos. Pero además de eso, las trae a vivir a la casa, y tiene la desfachatez de comunicármelo una semana antes.
«Lindo.»
Sé quiénes son esas dos, sé lo que quieren, sé por qué vienen a vivir aquí, y como el infierno que lo conseguirán. Primero hace frío allá en el abismo, antes de que yo permita que esas dos zorras cumplan su cometido.
Solo quieren el dinero, el puto dinero que todos persiguen. A nadie le interesa nada más que tener una porción del pastel hecho de billetes verdes, Weitz.
Mi madre renunció a su sueño de ser pediatra para tomar las riendas del negocio que le habían dejado mis abuelos. Ella trabajó realmente duro para llevar el nombre Weitz a las alturas y fuera reconocido como una marca de calidad.
Entonces...
¿Quieres conocerme un poco, cariño? ¿Conocer la pesadilla que te atormentará todas las noches?
Bien…
1. Soy un deportista, tengo medallas en casi todos los deportes que existen. Sí, tengo energía de sobra al parecer.
2. Mi mejor amigo es mi primo Derek. Desde que sé hablar ya ese idiota estaba metido en mi cara haciendo de las suyas.
3. Soy el capitán del equipo de futbol, el favorito del entrenador, el favorito de todas las niñas de la escuela. Babean por mí como si fuera su mejor sueño húmedo. Incluida mi "novia", la muy estirada y artificial capitana de las animadoras.
4. Me gusta la música alternativa fuerte, la adrenalina, los desafíos, los riesgos y peligros.
5. Y la cereza del pastel: estoy enfermo, literalmente, no es una expresión. Solo lo sabe mi familia, y no permito que lo conviertan en una debilidad.
—Llegamos, esta es nuestra escuela. Queda bastante cerca de casa —dije, mientras aparcaba en el estacionamiento y ambos bajábamos de mi auto.
Estuvo muy callada en todo el camino. Bien, al parecer entendió de que va este juego.
«Sí querida, yo ponga las reglas y tú juegas por debajo de mí. Siempre debajo de mí.»
Al voltear y ver su cara de desconcierto e incredulidad, no pude evitar reír. Miraba a su alrededor como si fuera un niño pequeño en un parque de diversiones por primera vez, con los ojos muy abiertos del asombro.
—¿Qué? ¿Pensabas que asistía a una escuela pública? No hermanita, esta es privada y con uniforme. Tú sí que ibas a una pública en Boston, ¿no? —No pude evitar preguntar como el idiota que soy.
Hermanita. Repulsión atravesó mi estómago.
Carolina Reeves era una chica linda, de ese tipo de linda eléctrico e hipnotizante, pero no para mí. Tenía el cabello largo hasta la cintura, negro, lacio, suave. Sus ojos eran azules, de ese azul bebé, suave pero profundo. Labios regordetes y facciones angelicales.
Media un metro setenta apenas, pero su estatura no impedía que tuviera piernas largas, torneadas, piernas y cuerpo de un deportista, alguien que conoce el gimnasio. Había curvas en los lugares indicados, aunque al parecer no tenía tetas grandes, su culo sí que se veía redondo y duro.
Sí, la había observado disimuladamente en todo el camino mientras ella miraba por la ventanilla. No es lo mismo que en fotografías, necesitaba conocer el terreno, saber sus puntos débiles.
—Sí, asistía a una escuela pública y pienso hacerlo aquí también. —Resopló, cansada de mí.
«Muy bien cariño, vas por buen camino.»
—¿Crees que asistirás a una escuela pública? No hermanita, vienes a esta conmigo. ¿Tu mami no te dijo? —comenté todo inocente, pero esa fue idea mía.
Convencí a mi padre de que Carol, mi hermanita, debía estar conmigo en la misma escuela que yo, para cuidarla, protegerla, enseñarle el lugar. Mierda y mentiras que se tragó como un caramelo, con ojos brillosos.
Ya sabes lo que dicen: "mantén a tus amigos cerca y a tus enemigos aún más."
—¿Qué dices? —Ja, estaba horrorizada.
—Lo que oyes. ¿Será muy difícil para ti? —Puse mi mejor cara de inocencia, batiendo las pestañas.
—No te preocupes, sé adaptarme —respondió, lanzando una mirada fulminante en mi dirección. Pobre, no sabía lo que le esperaba.
—Bien, entremos. Te llevaré por el camino que va directo al campo de fútbol. Tengo práctica y ya voy tarde. —Dejé caer muy intencionalmente la tardanza por su culpa. Estaba ansioso por entrenar y drenar toda esta energía que consumía mi autocontrol.
La llegada de Carolina y su madre me había puesto de los putos nervios, y cuando estoy nervioso y lleno de energía soy como un león enjaulado, así que lo mejor era sacarlo todo del sistema a tiempo.
—Espera, ¿no me darás un recorrido por la escuela? ¿Aunque sea uno pequeñito? —¿Eh? Al ver mi cara de incredulidad dijo—. ¿Al menos puedes mostrarme la oficina del director? Necesito saber dónde debo ir el lunes, por favor Alex. —Pidió a la vez que tocaba mi hombro. Dirigí la mirada hasta su mano y al ver mi expresión de seriedad la retiró al momento
—¿Me ves cara de guía turístico o algo así? —Se quedó callada mirándome con ojos de cordero.
No pude evitar ceder, era como darle una moneda a un mendigo, además, la noticia le llegó como un balde de agua fría. Darle ventaja a la presa era más excitante a la hora de la caza.
—Bien, cuando lleguemos al campo le diré a una de las animadoras que te ayude el lunes. Creo que una de ellas está en el equipo de bienvenida para los nuevos. —Vi que sus ojos se iluminaron al ver que cedí y decidí ayudarla, pero eso era todo lo que conseguiría de mí.
Ilusa, prefería quitármela de encima ahora, a que estuviera todo el día incordiándome.
—Gracias. —Una gran sonrisa se reflejó en su cara.
—Vamos. —La guié por el lateral de la escuela hasta llegar al portón doble que permitía la entrada a las gradas del campo.
Allí se encontraban reunidos mi equipo y el de las animadoras. Practicábamos al mismo tiempo, pero por suerte había suficiente espacio para no estorbar ni ellas en nuestra práctica, ni nosotros en la suya. Todos cesaron sus conversaciones y risas al ver que no llegaba solo como siempre.
¡Jodida sorpresa!
—¿Quién es la preciosidad que te acompaña capitán? —preguntó Derek, mientras miraba a Sahara, mi "novia", con una sonrisa burlona.
—Damas y caballeros, les presento a Carolina Reeves, mi nueva hermanita. Estará con nosotros en el último año. —Las expresiones de asombro y los susurros llovieron a nuestro alrededor. Sip, ya tenían chisme fresco para cuando comenzara la escuela.
Tomé a Carol del codo y la llevé hasta donde se encontraba Betty, la única de las animadoras que a pesar de tener dinero no era una muñeca de plástico como las demás. Y la ex de mi primo, todo había que decirlo. La solté delante de esta como si tocarla quemara, porque en realidad lo hizo.
—Betty, ¿aún estás en el equipo de bienvenida? —Me detuve delante de una Betty entretenida con su teléfono, mientras le preguntaba. Levantó la cabeza con claro desinterés en sus ojos.
—Sí, ¿por qué preguntas? —Bostezó.
«¿Acaso no es obvio?»
—Carol necesita de alguien que la ayude a conocer la escuela y algunas cosas más, ¿puedes encargarte? —Necesitaba que aceptara por el bien de Carol, si no, el lunes estaría perdida, vagando sin rumbo. Entonces notó a mi compañera a mi lado, al momento el rostro le cambió de desinterés a curiosidad amable.
—Claro. —Se dirigió a una sonriente Carol que la miraba con entusiasmo.
—Cuando termine la práctica nos podemos encontramos y te cuento todo lo que necesitas saber sobre esta escuela antes de empezar el lunes, ¿vale? —Se levantó del banco de cemento, extendiendo la mano—. Soy Betty, un gusto.
—Carol. —Estrecharon sus manos y yo estaba a punto de vomitar. Solo faltaba que comenzaran a compartir consejos de que marca de toallas sanitarias era mejor—. Está bien, esperaré aquí a que termines. Además, me gusta el fútbol y en mi otra escuela era animadora, pudo observar las prácticas mientras espero.
«Así que fue animadora y le gusta el fútbol, interesante.»
Las dejé en sus presentaciones y caminé hacia el campo hasta llegar a un confundido Derek. Me esperaba con las mil peguntas en la punta de la lengua y los brazos cruzados en el pecho.
—Luego te explico, ¿vale? Ahora vamos a entrenar, lo necesito.
(…)
Terminado el entrenamiento, el cual tuve que supervisar porque el entrenador estaba en un viaje fuera del país y no volvería hasta el martes, nos encontrábamos en los vestuarios.
—Estuviste más enérgico hoy que nunca. ¿Qué pasa? ¿Acaso ahora te drogas o algo así? —bromeó Derek, riendo como una hiena mientras salíamos de las duchas y comenzábamos a vestirnos, no pude evitar reír también por sus ocurrencias.
Cinco minutos después ya estaba listo y él aún se peinaba delante del espejo. Demoraba más que una mujer en prepararse.
—Termina con eso Bella, y no te mires tanto al espejo, un día de estos lo vas a romper —prácticamente lo grité, para que todos nos pudieran escuchar. Las risas de nuestros compañeros de equipo resonaron divertidas. Ahí tienes imbécil, devolviéndosela por el chistecito de las drogas.
—La envidia de los feos. —Suspiró-gritó también, mientras hacia un gesto de resignación con la cabeza. Así era nuestra relación, pura confianza y honestidad.
Cuando terminó, recogimos nuestras cosas y le pedí que me acompañara a la parte trasera de la escuela donde estaba la piscina olímpica, y sabía no habría nadie a esta hora de la tarde.
—Explícame que está pasando, por favor. —Nos sentamos en el borde de la piscina uno frente al otro.
—Bien, ¿recuerdas el mensaje que te envié la semana pasada? —recordé.
Al momento de mi padre anunciar la nueva adición a la familia, me encerré en mi habitación y puse mi cerebro a funcionar. ¿Y quién mejor cómplice y ayudante para el trabajo?
—Oh si, el que decía, y cito: "necesito tu ayuda, tenemos dos perras a las que cazar". Si, te entendí perfectamente —respondió sarcástico, como era su naturaleza.
—Me refería a Carolina y su madre. —La sorpresa recorrió sus facciones haciendo que abriera los ojos y la boca de forma cómica.
—¿Tu nueva hermana y su madre? ¿Estás loco? —La incredulidad estaba en cada una de sus palabras, me miraba como si estuviese loco.
—Derek, sé que suena raro, pero tengo motivos de sobra para creerlo, ¿vale? Ella y su madre deben salir de nuestra familia y de mi casa cuanto antes. Son unas putas cazafortunas que engatusaron a mi padre para sacarle todo el dinero y quedarse con la fortuna de mamá, y él calló como un estúpido. Lo sé, confía en mí. —Siempre sucedía así y siempre sería así.
—Wow, Alex, ¿de dónde sacas eso? Sé que el tío David se estaba viendo con alguien y que las cosas pintan para boda, según me contó papá, pero no debes actuar de esta forma sin saber con certeza si son unas interesadas o no. —Mi padre y su hermano, el tío José, se lo contaban todo. Tenían una relación como la mía con Derek y a pesar de los años seguían siendo mejores amigos.
—Por favor, no seas ingenuo, verás…—Comencé a contarle mis razones y enumerarlas con los dedos.
—Primero, las dos vienen de un apartamento mediocre en Boston. Segundo, a Lara se le presenta la oportunidad de enredar a un cirujano millonario viudo desde hace tres años, el cual aún está triste y necesita consuelo y ¡SAZ!, después de estar viéndose un año me dice que encontró una buena mujer y que le va a pedir matrimonio. Tercero, le compró un anillo de diamantes de cinco mil dólares, sin contar la cantidad de regalos que les ha hecho a ambas por cumpleaños, navidad, graduación y no sé cuanta mierda más. Cuarto, las trae a vivir definitivamente a la casa faltando meces para la supuesta boda, lo cual no era necesario. Quinto, decoró la habitación de Carolina como si fuera una jodida princesa de la realeza. Está más que claro lo que está pasando aquí. —Terminé de decir enojándome un poco en el proceso. ¿Por qué nadie más veía esto?
Cada mujer que se había acercado a mí o a mi padre, lo único que querían era dinero. Cuando la noticia de que mi madre murió y su herencia millonaria pasó a nosotros, los "amigos" llovieron a nuestro alrededor. Nadie se interesa en un millonario por sus verdaderos sentimientos, todos quieren meter las manos en el cochinito y no lo iba a permitir.
—Bien —Suspiró resignado—. Supongamos que tienes razón y realmente son unas interesadas, ¿qué tienes planeado? —Mi mejor amigo me conocía mejor que nadie, sabía que ya tenía un plan formado a la perfección sin margen de errores.
—Bien, este es el plan. Compré un teléfono con otro número desde el cual "Thomas, un primo nuestro", hablará con Carol hasta enamorarla. Tendrán citas, besos robados, llamadas nocturnas y toda esa mierda que hacen las parejas. Cuando Carol esté rendida a sus pies, mostraré una de sus conversaciones bastante íntima delante de toda la escuela, sacaré todo a la luz y la humillaré hasta el punto que ni siquiera pueda mirarse al espejo sin sentir vergüenza. Ella es una de estas chicas de corazones y flores, demasiado sentimental, y semejante traición le romperá el corazón, así que querrá irse de casa, estar lejos de mí. Esto ocasionará que el controlador de mi padre queriendo siempre solucionarlo todo, intervenga, pero Lara es orgullosa, por lo que se negará a su ayuda. Pelearán y haré que se separen antes de la estúpida boda, claro. Luego, ambas se irán de casa como mismo llegaron, sin nada —expliqué, y la expresión de horror en el rostro de mi primo me hizo reír.
—Recuérdame que nunca te haga enojar. —Sí, no era buena idea hacerme enojar o meterte con lo que es mío.
—Estaré dirigiéndolo todo desde las sombras, cuál titiritero, y cuando menos se lo esperen atacaré sin compasión. Eso es lo que merecen las personas como ellas, y puedes estar seguro de que lograré mi plan. —La cautela se implantó en su cara al escuchar lo que dije.
—Espero no te estés equivocando con esto Alex, sino, será una gran metedura de pata de tu parte y al tío no le va a gustar nada. —Ya estaba dentro. Me advirtió, no era necesario, sabía lo que hacía.
—Por cierto, ¿quién será Thomas? Según tengo entendido por parte del tío David no tienes más primos que yo, y la tía Anna no tenía hermanos —preguntó, y no pude evitar mostrar una sonrisa ladeada burlona.
—Seré yo.