Capítulo 5
Las palabras de Dalia, atravesaron el corazón de Natalia, con una punzada extraña, que mezclaba la añoranza y un dolor inimaginable y cercano ¿Sentía lástima por el hombre que le acaba de dar trabajo?
---- Prepárate chica, está noche es tu debut, bienvenida a las noches salvajes de la Stanza---- La música entonces se volvió trepidante, las pocas luces que se filtraban por el pasillo, palidecían en intensidad, con las luces que ahora escandalizaban la nocturna vida dentro de lugar. El lugar era acogedor, elegante, una mezcla entre el buen gusto, la clase y la pasión, los sillones, las luces, el decorado sobrio y estimulante. similar a un castillo, le daban una apariencia mágica y oculta.
Las pistas de baile estaban iluminadas por luces de neón que dejaban ver a los bailarines, que de forma exquisita y sensual se deslizaban por encima de la pista con un toque elegante de gallardía y erotismo, que escandalizaba los valores y moral de las mujeres que los veían. Los celulares estaban prohibidos, las máscaras eran la norma, el anonimato, el alcohol y el deseo se mezclaban cada vez que la ropa de los hombres volaba y las mujeres se entregaban a los espíritus primitivos de la fiesta y la diversión.
Natalia se sorprendió así misma moviendo su cabeza al ritmo de la música, mientras Dalia le enseñaba como usar las tablets que empleaban para levantar los pedidos y con diligencia Natalia se esmeraba con verdadera pasión por aprender su nuevo trabajo. Las personas de la Stanza, eran agradables, todas ellas y ellos, eran personas que dedicaban su tiempo al trabajo con devoción y empeño y poco a poco, a lo largo de la noche, Natalia se sintió, por primera vez en muchos años, lejos de casa, ella se sintió cómoda.
La madrugada llegó rápido, Natalia junto con Dalia, se tomaron un descanso, la noche salvaje de la Stanza, tenía un ritmo frenético, violento, casi mágico, que impedía a todos ver la hora, que hacía que se concentraran en un espectáculo erótico, pero al mismo tiempo íntimo y casi espiritual. Natalia se recargó sobre uno de los bancos de la sala de descanso del equipo de la Stanza, en la que algunos meseros y meseras descansaban, mientras que Dalia le pidió un momento para salir a fumar un poco de hierba y seguir concentrada en su trabajo, colocándose en la terraza con vista a la ciudad, mientras que detrás de ellos, se seguía sintiendo esa vibra mágica de la fiesta en aquel lugar. No todos los chicos consumían hierba, algunos permanecían en la sala de descanso durante su media hora obligada, sólo quitándose los zapatos, escribiendo a sus seres queridos o platicando entre ellos. Natalia no fumaba, apenas a tomaba un poco desde que llegó a la ciudad, así que esa clase de: "entretenimiento" no era para ella. Así que salió de la sala descanso y caminó por el pasillo hasta regresar a la recepción. Eran alrededor de las dos de la mañana, pensó que, de seguir con su novio, ya estarían dormidos. Realmente verlo engañarla con otro hombre, era más confuso que doloroso. ¿Sólo había sido un juego para él? Probablemente la había usado para ocultar sus preferencias, su pastel, aquel pastel que había apartado para esa noche y la cena, esa reservación ya se habría perdido, resignada alzó su mirada al cielo, su teléfono estaba roto y ella se sentía abandonada. Fue entonces cuando escuchó un par de risas féminas, que se escuchaban traviesas y muy entretenidas. Natalia caminó dominada por su curiosidad, en dirección al origen de aquellas risas, estaban tras una pared, como si estuvieran en una pared falsa, justo como estaba escondida la entrada de personal.
Natalia caminó con la mano en la pared, hasta encontrar un pequeño desnivel que permitía que las risas salieran de la habitación. Natalia entonces vio a dos mujeres desnudas jugando la una con la otra, sobre una cama, besándose, tocando sus cuerpos, recorriendo los senos la una de la otra, probando sus pezones, probando sus labios y jugando a comerse a besos. Explorando la habitación, encontró a un hombre con un abdomen abultado, con una barba raquítica y poco cabello, confinado voluntariamente a una silla, jalando rítmicamente su blandengue miembro, mientras observaba a la que Natalia entendió que era su esposa, jugando con los voluptosos senos de su compañera, sin embargo, su verdadera excitación llegó, cuando un segundo hombre apareció en la habitación.