Deseo
La Llegada del Ejército de Benjamín Walton se produjo en horas de la Madrugada, de manera secreta todos desconocen aún que El Coronel Walton sería el encargado de Guiar a las Fuerzas Militares para esta misión bastante importante.
— Esta es una Misión muy importante— Santiago dejó escapar un suspiró— Lo haremos por todas las jóvenes que no pudieron ser salvadas, porque todos tenemos hermanas, primas y amigas - Benjamín no respondió, sin embargo, su amigo ya sabía que el Coronel tenía el mismo pensamiento.
Diana y Mariana también se encontraban descendiendo, aparentemente lo que va de esta madrugada Martín había desistido de molestar a Diana, el Campo Militar se sentía vacío.
— A la Oficina - Ordenó Benjamín tomando por sorpresa a todos con aquella orden, pero nadie tenía las agallas de negarse a una orden suya - Debemos de trabajar en los Planos, quiero antes del medio día toda la información que han recaudado de las últimas 48 horas, Doctora Santos en esta Misión usted recibe el Título de Teniente Primera acompañándonos en todas las Misiones de riesgo el Operativo debe de ser perfecto - Diana solo asintió con la cabeza.
— Castillo - Se podía sentir que entre el Coronel y el Agente especial se daba paso a una brecha - Esperó que este, a la altura de esta misión, 24 horas le doy para que pueda desbaratar el 10% de la red de ellos.
— Así será Coronel— Fue la respuesta dada por Martín.
— Siendo así pueden retirarse menos usted Doctora Santos - Mariana frunció el ceño, ella sentía que su amiga estaba muy controlada por el Coronel, pero no podía hacer nada, todos habían salido de la
Oficina.
— ¿Qué necesita Coronel? - Diana miraba directamente a los ojos de Benjamín.
— ¿Qué te ha dicho Martín? - Benjamín se acercó a ella, sin embargo, Diana retrocedió.
— Usted no tiene nada que ver con ese asunto, Coronel— Diana se negaba a creer que sean celos aquello que Benjamín estaba prácticamente demostrando - ¿Está Celoso, Coronel?
— ¿Celoso yo? - Benjamín se burló— Solamente quiero saber hasta donde llega la estupidez de las mujeres porque son muy hábiles para unos casos y para otros son demasiado fáciles de manejar.
— Dígame para qué quería que me quedara si no me va a hablar, yo me retiro.
— Tú no te retiras a menos de que yo te dé la orden.
— Entonces dame la maldita orden y déjeme ir.
— No lo haré - Benjamín envolvió sus brazos por la cintura de Diana, tomando a la Morena por sorpresa pegándole más a su cuerpo.
— ¿Qué quieres? - no era necesario ver más allá de ellos, la tensión subía a escalas desmedidas y con más razón cuando sus cuerpos parecían encajar perfectamente.
— Te quiero a ti, joder Diana te deseó tanto o más cuando tenías 16 años, pero no hay más sentimiento que la atracción - Se sentía la desesperación en la voz de Benjamín, los latidos del corazón de ambos se escuchaban latiendo a la par, sus respiraciones se mezclaban.
— Benjamín basta - Diana tembló a quién quería engañar ella también sentía aquella rara sensación que quemaba y hacía arder su cuerpo y el único que podía calmar aquel deseó era el hombre que tenía ante sus ojos incitándola a cometer los errores del pasado, que los lazos oscuros del pasado vuelvan, Benjamín no se contuvo ningún segundo más para besar los labios de Diana, la mujer no dudo ni un segundo para responder al beso de Benjamín, ambos unieron sus lenguas en una lucha de quien tomaba el control, un beso que con el toque de pasión los tenía rendidos ante aquel deseó que ellos se tenían.
Benjamín desabrochó los botones de la camisa que traía puesta Diana, la mujer se llevó la cabeza hacia atrás mientras Benjamín besaba su cuello, su barbilla y el lóbulo de su oreja - Sé mía, déjame follarte otra vez como años atrás, déjame ser el dueño de tus gemidos una vez más— Su voz estaba ronco y sus pupilas dilatadas más el gran bulto que se rozaba a la feminidad de Diana.
— Esto está mal - Diana se mordió el labio mientras sintió la suave mordida en su barbilla.
— ¿Que está mal Diana? - Benjamín llevó sus manos en la feminidad de la Morena acariciando suavemente, pero de un segundo a otro él dio vuelta el cuerpo de la mujer - ponte como tú lo sabes - Diana conocía aquella posición, pero ahora se sentía temerosa de hacerlo - Morena, sientes como me pones yo sé que lo estás sintiendo - Sus manos seguían acariciándola y ella lo disfrutaba ella necesitaba calmar más ansias de su cuerpo, cuerpo que estaba deseosa de él.
Diana volvió a darse la vuelta— No seré tu sumisa, no será como años anteriores— Aquellas palabras tomaron por sorpresa a Benjamín, pero lejos de molestarlo había excitado, aún más, su miembro dolía.
La mujer se había quedado en Lencería y ver que Benjamín se había mordido, el labio le había gustado— Hoy no quiero que seas mía, hoy quiero ser tuyo - Con aquellas palabras Benjamín empezó a desprender los botones de su camisa Blanca incluso sus movimientos para hacer aquello eran sensuales.
Diana se acercó a él empezando a acariciar con sus dedos su abdomen depositando suaves besos en él sitió hasta que sus manos llegaron al cierre del pantalón, Benjamín la miró con cara de sorpresa, pero a la vez de satisfacción aunque sus movimientos aún eran torpes por los nervios ella sabía lo que estaba haciendo, Benjamín la ayudó despojándose de su pantalón.
Su mirada se encontró con la de él, descubriendo nuevamente el mundo que les pertenece, ella tímida y él un lobo hambriento, hasta que ella empezó a darle placer con la boca, la mirada y los gestos de satisfacción de Benjamín era lo que motivaba a Diana a seguir haciéndolo succionando aquel descomunal miembro, pero antes de que él logrará aquello que él estaba buscando ella dejó caer las cosas que estaban por encima del escritorio logrando que Benjamín saliera de allí, Diana se atrevió a ser más fogosa su cuerpo desnudo para Benjamín era arte.
Diana, tú no sabes que el arte de desnudarte se convertirá en mi pasatiempo favorito - Benjamín la observaba con fuego en la mirada mientras se acercaba nuevamente a ella, la morena ya estaba Lubricada y entonces sucedió él la penetró con tal ferocidad que había dejado sin aire los pulmones de la mujer, siendo él, aquel que le robaba los suspiros.
Los gemidos y los jadeos inundaron la oficina sus cuerpos se entrelazan, las penetraciones eran profundas aquella sensación era familiar para Diana, Benjamín tenía cierta rudeza a la hora de intimidar sus gruñidos erizo la piel de la mujer, hasta que ella empezó a mover su cadera al compás de los movimientos del hombre, Diana tuvo que morder el hombro de Benjamín para evitar no gritar, sin embargo, la siguiente acción del Coronel la sorprendió, Benjamín la cargó y la trasladó hasta la pared que rápidamente, entró en contacto con la espalda de Diana, pero las embestidas aumentaban de intensidad hasta que el interior de ella se contrajo succionando con mayor intensidad el miembro masculino ambos temblaron ante el orgasmo que los azotó, la masculinidad de Benjamín se sacudía con ferocidad en el interior de la mujer.
— ¡Dios! Diana, eres perfecta, el sabor de mi morena nunca cambia - Susurró Benjamín en voz baja mientras observaba como seguían unidos sus cuerpos.
Diana tenía la respiración agitada mientras sentía aquella sensación de satisfacción completa había algo que no podía ocultar y es que Benjamín Walton es un buen amante y aquello no había cambiado el Coronel seguía manteniendo el toque seductor que a una mujer le encantaba - Puedes sacar esa cosa de mí - Diana hizo el amago de alejar el cuerpo del imponente hombre, sin embargo, Benjamín la pegó más fuerte a su cuerpo sintiendo como su virilidad volvía sentirse - ni siquiera lo pienses - Diana se quejó logrando que Benjamín sonriera y antes de apartarse de la mujer le había robado un beso mientras empezaba a buscar sus prendas.
— Esto que ha ocurrido aquí no volverá a repetirse- Expresó Benjamín mientras empezaba a prender los botones de su camisa, incluso para hacer aquello se veía elegante.
— Y quién te dice a ti que yo volveré a acostarme contigo, esto solo fue un gustito y me lo di, Benjamín - Diana tenía cierta burla en la mirada— Definitivamente Martín es mejor amante que tú.
— Vuelve a repetir aquellas palabras Diana Santos— La sombra negra del hombre se posó a espaldas de la morena agarrando de la muñeca a la mujer, dejando que sus miradas se encontrarán.
— Que Martín Castillo es mejor amante sexual que tú - Diana lo había expresado sin parpadear.
— Creo que necesitas otra ronda para que puedas analizarlo mejor, además dime Coronel Benjamín Walton.
— No necesito decirte de ninguna manera tú y yo no volveremos a toparnos - Con aquellas palabras Diana salió de la Oficina segundos después de que se produjo la salida de la mujer, se produjo la entrada de alguien más en la oficina de Benjamín.
— Eso estuvo intenso - Santiago Abdo se había dejado caer en el sofá - Que te digan que el ex es mejor, que tú es un golpe bajo esa Morena si es mala.
— Cierra la puta boca si no quieres que te la cierre yo con una bala - Bramó Benjamín alterado.
— Yo no tengo la culpa de que tus habilidades estén en decadencia— Lo único que se escuchó fue el cristal haciéndose añicos. — Joder Benjamín hombre, estás mal, no me imaginé que las palabras de la Morena te hayan afectado tanto - Expresó Santiago abandonando la oficina de su amigo.
Mientras tanto, Diana se había alejado lo suficiente de la Base, aunque no se esperaba encontrarse a Martín también en el sitio - Supongo que el destino nos quiere ver juntos— Expresó el Joven acercándose a la mujer.
— No te acerques tienes que entender que no quiero estar cerca de ti - Diana le había hecho un gesto con la mano - Martín lo nuestro ya no puede ser mucho menos ahora - Diana lo miró directamente a los ojos - He estado con otra persona, me he entregado a otra persona yo si tengo las agallas para decirte que he estado con otra persona no como tú que por “Temor” a ser descubierto me has seguido viendo la cara - Diana se había dado cuenta del dolor en la mirada de Martín al escuchar sus palabras— Yo podría estar feliz de tenerte tras de mí, por qué a las mujeres nos gusta que nos rueguen, pero ¿Para qué? - Diana lo miraba con desprecio - Me ruegas, me persigues y luego de conseguir lo que buscabas lo vuelves a hacer vienés y te acostumbras te encanta porque sabes o piensas que tú tienes el control de las emociones de la mujer, dices que dominas su mente, cuándo en realidad con cada oportunidad que te dé perderás 1 de las 10 cuerdas que tiene su corazón cada vez que te perdone yo te querré menos, con cada traición me estás preparando para una despedida definitiva y prefiero que lo nuestro termine bien tengo la madures necesaria para aceptar aquello prefiero que seamos amigos porque como pareja fuiste una mierda, sin embargo, como amigo sé que eres único ya no quiero que me sigas pidiendo una oportunidad aunque aquellos exámenes arrojen el resultado negativo cada vez que yo vea a Patricia o vea al niño será un claro recordatorio de que ella fue la mujer con quien me engañaste fuiste la escuela que marcó y me enseño que ni siquiera en las amistades podemos confiar - Diana no tenía lágrimas en los ojos, pero en el fondo también seguía lastimada aunque una pequeña parte de ella sentía culpa, otra parte satisfacción de haber tenido intimidad con Benjamín aun guardando sentimientos por Martín, pero de eso se trata la vida de cometer errores y aprender de ellos todos en el mundo carecen de perfección.
— No puedo juzgar si has tenido sexo con otro hombre, yo admito que he fallado, pero también tú lo has dicho, aprendemos de ellos - Martín hizo oídos sordos a lo que Diana le había dicho de mantenerse alejado de él— Pero si la vida me diera una sola oportunidad para demostrarte que este error fue suficiente para darme cuenta de que siempre tendremos una enseñanza que nos dolerá en el alma yo te he fallado, yo he traicionado tu confianza de la peor manera, pero solo te pido una oportunidad de enmendar mi error y te juro.
— No me jures nada porque no necesito de juramentos falsos - su mirada avellana tenía luz de tristeza, ella lo quería, pero tenía una espina empotrada en su corazón y era la espina que traía escrita Traición además de tener ciertas palpitaciones y deseos carnales por el Coronel— Ya no insistas si mi presencia no te hizo valorarme la falta de la misma te hará recapacitar, pero no para mí, más bien para la próxima mujer a la que digas amar.
— Te amo a ti Diana, te amo - Martín agarró las manos de la Mujer - Te amo a ti.
— Y yo lo deseó a él, entonces es imposible que entre tú y yo haya amor porque tú dices amarme y te acostaste con otra, en cambio, yo ya no te amo, pero te quiero además deseo a otra persona, es imposible que entre ambos haya amor del bueno, solo cariño, en mí habita más él deseó y ya no el estúpido sentimiento llamado amor.
— Me conformo con migajas, pero dime que lo pensarás, yo aceptaré que tú tengas a otro en mente, pero yo me encargaré de eliminar cada pensamiento de él de tu mente, eliminaré cada caricia de tu piel y de tus recuerdos.