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CAPÍTULO 3. ABORTO…

Al llegar al recinto carcelario, Amber fue conducida a una celda donde, además, estaban cinco presas quienes le miraban y se reían entre ellas. Al parecer la estaban esperando. Una vez, que se retiró la celadora, estas se acercaron rodeándola con la intención de golpearla, por lo que comenzaron a hablar entre sí.

—¡Carne joven muchachas! ¡Vamos a darle su bienvenida! —gruñó una de ellas.

—¡No esperemos más! ¡Vamos a darle de una vez, su merecido! Para que no traicione a nadie más, que para eso nos pagaron —alegó otra.

—¡Ja! ¡Para que no robe información! —comentó la tercera, riéndose después, a carcajadas.

Acto seguido, la primera la abofeteo fuertemente, partiendo el labio de Amber, comenzando ella a sangrar. La segunda le pegó un fuerte golpe en el abdomen, que la hizo doblarse, mientras dos la sostenían por los brazos.

Amber, no pudo protegerse ni defenderse, a pesar de su preparación en las artes marciales. Entre todas la golpearon y hasta de patadas le dieron. Ella solo se quejó, aunque de su boca casi no salían sonidos, debido a la fuerte debilidad que presentaba.

Por último, las cinco presas, la tiraban de un lado hacia otro, como si se tratara de un balón, retomando posteriormente sus agresiones directamente contra el cuerpo de esta.

—¡Nooo! ¡Oh! ¡No, no, suelten-me, por fa-vor! ¡Suel…! —se quejó ella sin fuerzas, débil, hasta que se desmayó y su pantalón se manchó de sangre.

Amber fue trasladada a la enfermería, donde la doctora, al examinarla, encontró sangrado y fluidos que salían por la vagina, lo cual, era un síntoma común de aborto.

Ella, al hacer este diagnosticó, solicitó de inmediato su traslado a un hospital, el cual le fue negado por la Directora. La funcionaria le negó el traslado, por complacer la petición de su amigo Christopher; quien le había llamado temprano, para solicitarle que no hubiera consideraciones, ni privilegios con esta detenida.

Ante esta situación, la doctora hizo todo lo que estuvo a su alcance por ella, debido a que las condiciones dentro del retén no eran las más favorables. Al día siguiente, Amber despertó con fuertes dolores, pero sus quejidos eran débiles, pocos audibles, evidenciando claramente lo débil que se sentía.

En consecuencia, la médica del penal le suministró el tratamiento correspondiente y le pidió que durmiera. Por lo demás, la Directora, se comunicó con Christopher y le informó lo que había ocurrido, incluso que la joven había abortado.

—¿Qué demonios dices? —Preguntó Christopher descontrolado— ¿Estaba embarazada? ¿Abortó? ¿Por qué la golpearon? —gruñó fuerte él, exigiendo respuestas.

—Según la doctora del recinto, de la golpiza que le dieron le sobrevino el aborto —afirmó esta— Y no sé por qué la golpearon, ni quienes lo hicieron. Voy a dar la orden para que se investigue ¿qué pasó? —aseguró esta, sin la mínima intención real de hacerlo.

—¡Maldic…! —gruñó él preocupado, porque tampoco había deseado ocurriera algo así— Te voy a agradecer, me mantengas al tanto de lo que pase con ella —pidió este, a su amiga.

—¡Con gusto! —respondió esta sonreída, porque siempre se había sentido atraída por su amigo. Solo que cuando se vino a dar cuenta, ya él estaba en planes matrimoniales, precisamente con esta detenida.

Christopher, al colgar la llamada, se llevó las dos manos a su rostro, cerró sus ojos y no dejó de pensar en ese aborto con rabia, pero también con pesar, al reflexionar que podía ser de él.

«¿De quién sería el bebé?», se preguntó internamente y fue algo que le ocupó sus pensamientos ese día, cuestionándose si era de él o de Dylan. No obstante, los celos y la rabia, no lo dejaron razonar lógicamente.

Ese mismo día, Christopher fue informado por su secretaria, que tenía una visita, Génesis, la amiga de Amber. Ella solicitó hablar con él, para convencerlo de que ayudara a esta, porque estaba segura de su inocencia. No obstante, él no la recibió.

En vista de esto, salió de ahí llorando y decidió buscar ayuda en otra parte. Génesis fue hasta la Corporación de Dylan Lugo, el hombre al que supuestamente, su amiga le facilitó o le vendió la información, quien por cierto, sí la recibió.

—¡Señor Lugo, disculpe le moleste! Soy Génesis Bryan, amiga de Amber. No sé, si sabe que ella fue detenida, está en el retén —enfatizó esta, esperando una respuesta favorable, porque su amiga siempre le comentó que este nunca le quitaba la miraba.

—¿Cómo? ¿Por qué? ¿Cómo qué fue detenida? —Interrumpió él violentamente, levantándose de su silla— ¿Desde cuándo?

—Christopher Morillo le acusó de haber robado información de su empresa, para favorecerlo a usted. Por esta razón, está desde ayer en el retén detenida —explicó Génesis.

—¡Pero, eso es absurdo! ¿Qué información? ¿Está loco? ¿Cómo la acusa así? ¡El salvaje ese! Así es, como le demuestra lo que dice que le ama —gruñó él, recordando la golpiza que le dio y por la cual, aún no ha denunciado a Christopher, pues tiene otros planes.

—Es sobre una información vinculada con las licitaciones —respondió ella.

—¡Gané de forma honesta la licitación! —Aseguró él— Ya hablo con mis abogados, para que asuman su defensa ¡Quédate tranquila, Génesis! Que yo me encargo de sacarla —sostuvo este.

—¡Se lo voy a agradecer, señor! En todo caso, al salir Amber, entre las dos le pagaremos todos los gastos que se generen —aseguró ella.

—¡Cálmate! Estaremos en contacto —Aseveró él, llamando a su abogado, en presencia de ella y se puso de acuerdo con él para ir a verla.

(***)

Entretanto, en el retén, Amber recuperando su conciencia y adolorida, preguntó.

—¿Dónde estoy? ¿Por qué me siento tan mal? —interrogó ella, mirando a la doctora.

—Primero, recibiste una fuerte golpiza —refirió esta— en todo tu cuerpo. Segundo —haciendo una prolongada pausa— ¡Perdiste a tu bebé!

—¿Cómo que perdí a mi bebé? —Interrogó con un fuerte asombro— ¿Estaba embarazada? ¡Dios mío, no puede ser! —Exclamó, tratando de incorporarse, dejando que sus lágrimas corrieran por sus mejillas, sintiendo un fuerte dolor en su pecho.

Amber no lo podía creer y menos cuando estuvo siete días en UCI, a consecuencia del accidente que le provocó Christopher. Luego estuvo siete días más, recuperándose en una habitación y ninguno de los médicos que le atendió, le informó que estuviera embarazada.

—¿No sabías que estabas embarazada? —cuestionó la doctora, con su voz dulce y agradable.

—No —respondió Amber, moviendo la cabeza de un lado a otro, agregando— no lo sabía.

—Quise trasladarte a un hospital, pero no me lo permitieron. Alguien influyente, por lo visto, te quiere encerrada aquí, sin beneficio alguno.

—¡Dios mío! —Exclamó ella dolida reconociendo que esto fue obra de Christopher— ¡Esto no me puede estar pasando…! Seguro es una pesadilla y en cualquier momento me voy a despertar —aseguró ella, temblando e intentando levantarse de la camilla.

—Debes tranquilizarte, no te levantes, prefiero que te quedes acostada, estarás mejor aquí en la enfermería que en la celda —le aseguró la doctora.

Una semana después

Al constatar la doctora que Amber estaba mejor, la dio de alta. Esta le propuso que se quedara para que le ayude ahí en la enfermería, ofreciéndole hablar con la directora, lo cual ella aceptó y esperó la decisión.

Si algo le llamó la atención a la doctora, era que la encargada del retén, no hizo nada por descubrir ¿qué había pasado? Ni ¿por qué golpearon a la nueva presa? Hasta donde ella supo, ni siquiera castigaron a quienes estuvieran involucradas en este hecho.

Obviamente, la directora al ser consultada negó la solicitud. No obstante, la doctora le hizo razonar que si a la joven le pasaba algo, sería su responsabilidad. Porque ella, no investigó, ni castigó a quienes la golpearon, como tampoco protegió su integridad. Por lo tanto, era tan responsable, como quienes la golpearon.

Ante esta amenaza, al día siguiente, Amber comenzó a prestar servicios en la enfermería, recibiendo ese mismo día, la visita de Dylan y su abogado.

Una semana después

Amber recibió las visitas de su madre y su amiga, a quienes puso al tanto sobre la golpiza que recibió. Asimismo, les informó que debido a esto, perdió a su hijo, que estaba embarazada y no lo sabía.

Igualmente, les habló sobre sus sospechas de que detrás de los golpes, estaba Christopher, al parecer él pagó para que la golpearan.

Finalmente, su amiga le comentó que había hablado con Dylan, y este ofreció ayudarla. Por su parte, Amber le aclaró que ya había estado ahí acompañado de un abogado, pero que no se hacía muchas ilusiones.

Más tarde, después que se retiraron su madre y su amiga, Amber, fue informada de otra visita. Al llegar al área del penal dispuesta para esto, observó a quien nunca imaginó ver ahí.

—¡Amber, amiga! ¿Cuánto me duele verte encerrada aquí? —expresó con falsas lágrimas en sus ojos, Michelle Fontain.

—Gracias Michelle por visitarme. Nunca imaginé, al entrar aquí, que me visitarías ¡Me sorprendes! —exclamó asombrada, porque siempre intuyó que a esta le gustaba Christopher y aprovecharía cualquier situación para sacarla a ella del camino.

—¡Es que me duele lo que está pasando contigo, Amber! —Afirmó fingiendo tristeza y abrazándola— Christopher anda con un humor de perros, además que vine a verte, porque no me puedo callar ante tanta maldad, de su parte…

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