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CAPÍTULO 2. LA VENGANZA...

Christopher, al observar a Amber desmayada sobre el volante, aceleró su Ferrari, dándose a la fuga, alejándose del lugar del accidente. Los tripulantes de la camioneta, asombrados, se bajaron y la auxiliaron trasladándola al hospital, donde la dejaron hospitalizada.

Una semana después...

Joshua, preocupado por su amigo, decidió visitar a Christopher en su apartamento, encontrando todo hecho, un desastre y a él demacrado, con mal semblante. Evidenciándose, en el piso y las mesas, que se había dedicado a vaciar toda la existencia de bebidas alcohólicas que poseía en el inmueble y a alimentarse con comida chatarra.

—¿Qué estás haciendo, amigo? —Reprochó Joshua— No te puedes tirar al abandono así, solo porque una mujer te falló. Lo que a ti te sobran son mujeres, así que levántate y vamos a salir —ordenó este.

—No quiero salir —declaró Christopher, de mal humor sentándose nuevamente sobre el sofá.

—No te estoy preguntando, te estoy avisando que vamos a salir. ¿Vas a darle el gusto a Amber, de verte destruido y derrotado? —inquirió este, enojado y haciendo que se levantara del sofá.

—Ya te dije, que no quiero salir. No voy a ser el hazmerreír de nadie —gruñó él, enojado con su amigo.

—¿Y quiénes saben lo que te pasó? —preguntó este.

—¡Ni idea! Y no me interesa saber —agregó él, pasando sus manos por sus cabellos.

No obstante, Joshua, ignorando su renuencia a salir, lo arrastró hasta la ducha de su propia habitación y le abrió la llave para que se bañara, pues al parecer tenía varios días sin hacerlo. Luego, le buscó ropa, no sin antes llamar al conserje para que le ubicara a alguien que se encargara de la limpieza del apartamento.

Fue así, como ellos salieron. Este lo invitó a comer a un restaurante, donde a los dos les gustaba reunirse. Ellos pidieron los platos preferidos de cada uno y en amena conversación, su amigo le convenció para que se fuera de la Ciudad, al menos, por una semana.

—¡Te haré caso, Joshua! —aceptó Christopher, mirando a su alrededor y analizando que no podía tirar todo por la borda.

—¡Me alegro! Ese eres tú, quien se cae y se vuelve a levantar —felicitó su amigo.

—¡Trataré Joshua! Por ahora no quiero hablar, ni dar explicaciones a nadie —aseguró él.

—¡Me parece genial! ¿Si quieres te prestó mi avión? —inquirió su amigo.

—¡Tranquilo! El mío está disponible, le estaban haciendo servicio, para prepararlo para mi viaje de luna de miel —confirmó este, con su voz quebrada y dejando que corrieran dos lágrimas por sus mejillas, las cuales secó de inmediato, con rabia ante su debilidad.

Por consiguiente, al otro día Christopher salió de viaje a un destino desconocido por todos y sin dar explicación alguna sobre el rompimiento de su compromiso. En todo caso, dejó encargado a su Director de Relaciones Públicas, para que anunciara la cancelación de su boda.

A la semana siguiente...

Christopher retornó de su viaje, un poco más calmado y recuperado del fuerte golpe que le asentó su exnovia, a quien ni siquiera quería nombrar, ni que le nombraran. Se incorporó a su trabajo, para dejar de lado el licor, con lo que ahogó sus penas. Al llegar, se encontró con Michelle, hija de su socio y encargada de las licitaciones en la empresa.

—¡Tenemos problemas! —destacó ella, mirándolo con asombro, pues se veía demacrado. ¡Perdimos las tres licitaciones! —comentó dramáticamente, totalmente desconcertada y entrando detrás de él a su oficina, ocupando la silla frente a su escritorio.

—¿Cómo va a ser? —Preguntó él, con una mirada gélida— No se supone que pagué para ganarlas.

—Al parecer, alguien te traicionó, reveló información confidencial de la empresa y la vendió a nuestra competencia, a la empresa de Dylan —aseguró ella, mirándolo de reojo— Perdimos la licitación, por una cifra irrisoria.

—¡Eso no puede ser! ¡Es tu responsabilidad Michelle! Tú, eres quien maneja eso directamente —Señaló él dando un fuerte golpe a su escritorio hablando con agresividad— ¡Y me vas a responder, por estos resultados!

—¡Si a eso vamos… también tu noviecita manejó esa información! —se defendió ella, poniendo sus ojos en blanco— Tengo mis sospechas, pero estoy esperando que papá me confirme algo y te aviso.

De repente, Christopher recordó lo que había ocurrido hace dos semanas, en el Rosal, cerró sus ojos y reflexionó…

«¡No puede ser! ¿Amber, fue capaz también de esto? Ella conocía los montos para esta licitación ¿Se atrevió a revelar esta información y dársela a su amante?», pensó él con rabia mal contenida. Abriendo sus ojos y mirando a Michelle Fontain, le ordenó…

—Convoca una reunión urgente con los abogados, es necesario tomar medidas —mandó él, mirándola despectivamente.

Michelle salió del despacho de Christopher con una sonrisa disimulada y con un brillo extraño en sus ojos ¿De triunfo? Lo más seguro. Esa misma noche, lo llamó para confirmarle que quien dio la información a Dylan fue su novia Amber, según las averiguaciones realizadas por su padre.

Él hizo silencio, después de unos breves segundos, agradeció la información y colgó la llamada. Por su parte, Michelle estaba feliz porque, poco a poco, destruiría la imagen que él tenía de Amber.

Al día siguiente…

Siendo las once de la mañana, Christopher, Michelle y su padre se reunieron con los abogados, quienes tipificaron esto, como un delito de acción privada, por lo que recomendaron a este proceder de una vez con la denuncia.

Por otro lado, Amber más recuperaba del accidente que le ocasionó Christopher, fue dada de alta en el hospital. Su madre, quien había estado con ella durante todo este tiempo y con muchas dudas, especialmente, por la ausencia de él. Ante esta situación le preguntó…

—Hija, ¿te peleaste con Christopher? Porque es extraño que no haya venido ni un solo día a verte. Desconozco, si él sabe lo que te pasó, no lo pude contactar por el celular y tampoco me devolvió las llamadas, ante los mensajes que le dejé.

—¡Mamá…! ¡Yo estaba huyendo de él! Cuando ocurrió el accidente. Es más, él lo provocó —confesó Amber, derramando sus lágrimas, sin poderlas contener y abrazando a su madre por el cuello.

—¡Hija! ¡No puede ser! ¿Qué pasó? No entiendo, ¡Christopher no es un hombre malo, es un ser extraordinario! Que te ama —destacó su madre.

—Yo, yo, aún no sé ¿Qué pasó? —sostuvo ella, con una voz apagada.

—¿Por qué huías de él? —interrogó su madre, queriendo aclarar y conocer la verdad de la situación.

Acto seguido, Amber contó a su madre, todo lo que lo pasó, hasta el momento del accidente. Nuevamente, esta comenzó a llorar debido al dolor y sufrimiento, que le causa saber que él dude, así de ella.

Además, de recordar la forma como la trató y la golpeó igual que a Dylan, que por cierto, no sabe qué pasó con este.

Simultáneamente, Michelle y su padre, contactaron a dos ex empleados de Dylan Lugo, para que declaren ante las autoridades, que Amber fue la persona que facilitó la información relacionada con la licitación.

De igual manera, ellos valiéndose de su amistad con un juez y un fiscal, lograron que los abogados de la empresa, aligeraran el proceso contra Amber. Por lo que ese mismo día, que salió del hospital, se libró una orden de captura en su contra y los funcionarios fueron por ella.

(***)

Habiendo llegado temprano al apartamento, después de abandonar el hospital, sonó el timbre y la madre de Amber caminó hacia la puerta para abrirla, cuando se llevó una desagradable sorpresa.

—Buenas tardes ¿Aquí vive la señorita Amber Tovar Marín? —preguntó uno de los oficiales, identificándose como tal.

—¡Sí, soy yo! —respondió ella, con voz débil, detrás de su madre.

—¡Está usted bajo arresto! Por los delitos de revelación de secreto empresarial, enriquecimiento ilícito y delitos informáticos, en perjuicios de la empresa Constructora e Inmobiliaria Internacional MORILLO & WOOD.

A propósito de esto, mientras el funcionario hablaba, Amber fue perdiendo las fuerzas y se desplomó en el suelo, desmayándose. Por lo tanto, los funcionarios la socorrieron junto con su madre, la levantaron y le acostaron sobre el sofá.

Al reaccionar, ella no habló, puesto que no podía creer lo que estaba ocurriendo, Christopher no se conformó con difamarla y golpearla, sino que ahora también esto. Esta no protestó, aparte que no tenía las suficientes fuerzas para hacerlo, pues no valía la pena. Los funcionarios la esposaron y se la llevaron.

—¡Noooo, hijaaa Nooo! —Gritó su madre, cuando la montaron en la patrulla. Inicialmente, ella fue trasladada a la delegación policial, donde le identificaron y reseñaron, para enviarla al retén policial, mientras se llevaba a cabo el juicio en su contra…

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