06.- LA APRENDIZ.
Esther no daba crédito a lo que oía, pero ya no quiso preguntar más, “tengo que saber y darme cuenta que es el negocio, y hasta donde llegan.”
A si, al siguiente día después de desayunar, se fueron ambos al despacho de Ismael. Cuando llegaron Ismael puso una silla a un costado del escritorio, y le dijo:
—Siéntate ahí, este va a ser tu lugar, ya ahí vas a conocer poco a poco a todos, y a lo que se dedican todos, y cada una de las personas que vienen a verme, si tienes alguna duda ya me lo dirás a solas, cuando estemos solos, delante de los que vengan nada, Esther, no me puedes preguntar nada, ya los irás identificando, esta gente es de cuidado, ya te iras dando cuenta de esto.
—Si está bien.
Esther estaba nerviosa y emocionada, esto era nuevo para ella y si, ella quería saber todo y salir de dudas, ella ya se imaginaba algo, pero como no estaba segura, quería salir de dudas, así en su nueva tarea de aprender todo del negocio de Ismael.
Empezó el día, casi se habían puesto de acuerdo cuando entro al despacho Arturo y le dijo:
—Patrón. ya llego el Chato.
—Sí, sí que pase.
En, eso entro un tipo alto, gordo, panzón, rubio de ojos claros, bien se veía como que era del norte, pues cuando empezó a hablar, tenía el acento, y entrando le dijo:
—Que paso Isma.
—Nada, nada es lo que digo yo, ¿Por qué no has venido?
—Porque creo que todo marcha bien, o no.
—Sí, si amigo, eso ni duda cabe, pero sabes, se te extraña.
Mientras todo pasaba, Arturo les servía unas bebidas.
—Pero mi Isma, aquí te traigo las cuentas y un regalito de esos que te gustan.
Así, el tipo le dio una maleta y el saco de entre sus ropas un estuche, el cual extendiendo la mano se lo dio a Ismael, este lo tomo, lo abrió y era un reloj de esos de los más caros, en eso Ismael le dijo:
—Mira amor, que bonito esta.
—Sí, si es muy bonito.
—A perdón Chato, mira te presento a mi mujer.
—Ah, mucho gusto señora, así que ya está aprendiendo el oficio, pero Isma, esto no es para mujeres.
—Sí, si yo lo sé, pero quiero que ella sea mi mano derecha.
—Ah, no confías en nadie he.
—Sí, así es.
Después de una corta charla, este tipo se despidió, ya afuera estaban otras personas esperando, mientras esto pasaba, otro que trabajaba de jardinero en la casa estaba atendiendo a los que esperaban.
Así entraron con Arturo y era nada más y nada menos, que la mujer y los otros tres tipos que estaba en el departamento de la casa. Cuando Ester vio que iban entrando, Esther no perdió detalle de esta mujer e Ismael, mientras que la mujer se sorprendió al ver a Ester en despacho, y cerca de Ismael.
Cuando entro, vio a Esther con desprecio y algo incomoda, se sentó cruzo las piernas dejando ver todo, y no dejando nada a la imaginación, Esther no dejo ver los celos que sentía. Mientras tanto, Ismael se sintió incomodo, pero dándole su lugar a su mujer dijo:
—Antes que todo, ¿Conocen a mi esposa?
Ella contesto:
—Sí, si ya la conocemos.
Esther dijo.
—Pues qué raro, porque yo no la conozco a usted.
Ester se paró, le tendió la mano y le dijo:
—¿Con quién tengo el gusto?
Ella se quedó sorprendida, sin saber que a ser o que contestar, solo tendió la mano y le dijo:
—Rubí, así me conocen todos.
—A, mucho gusto Rubí, siempre es bueno saber con quién trabaja mi esposo.
Después Ismael dijo:
—Bueno, bueno ya, ya vamos al punto.
Ella continuaba viendo, y sin quitarle la vista a Ismael que, en dado momento, él se sintió incómodo y enojado por la actitud de Rubí, así dijo:
—¿Que paso Roberto, como salió todo?
—Bien patrón, bien, aquí esta.
Le dio una bolsa negra, que él puso a un lado, después abrió uno de los cajones de su escritorio, saco barios fajos de dinero que les dio a cada uno, ellos guardaron el dinero e Ismael les dijo:
—Y ¿El otro trabajo pendiente?
Roberto le contesto:
—Sí, si patrón, en eso estamos estudiando el asunto, no queremos que por precipitarnos nos salga algo mal.
—Ok, ok cuando ya esté decidido, me avisas.
—Claro que si patrón.
Diciendo eso, se pararon y se despidieron, en eso Rubí se acercó a Ismael con la intención de darle un beso, pero Roberto alcanzó a tomarla del brazo y jalarla hacia fuera. Ismael se puso rojo, no sabía qué hacer, lo único que atino a hacer fue acercarse a Esther y tomarla de la cintura, cosa que a Ester le sorprendió.
Cuando salieron Ismael le dio un beso a Esther, esta lo hizo a un lado y le dijo:
—Ismael, qué onda con esta tipa.
—No sé de qué me hablas amor.
—Cómo te atreves a decir eso, si casi quería acostarse contigo aquí, dime la verdad Ismael, hay algo con ella, ¿Qué te traes con esa tipa?
—Nada, de verdad nada, ella que es media encimosa, pero nada más.
—Ismael, si yo me entero, que me andas engañando con alguien, te dejo y jamás, óyelo, jamás vas a saber de mí, entiendes.
—Si mi amor, si, lo entiendo.
En ese momento, entro Arturo y le dijo:
—Patrón lo están esperando.
—Sí, sí que pasen.
Cuando entro este hombre, a Esther se le hizo conocido, él se sentó y le dijo a Ismael:
—Buenas tardes Ismael, mira vamos al punto.
Le dio a Ismael un sobre que el tomo y continuo.
—Aquí están todos los datos, el me estorba y quiero terminar con él.
—Pero como le damos un escarmiento.
—No, no lo quiero muerto, quiero un accidente fatal.
—Está bien, esto pasara en una semana.
—Bueno pues me retiro, y eso espero.
Después le dio una maleta y le dijo:
—Esto es la mitad, ya sabes, echo el trabajo te mando lo demás.
Este hombre salió de la casa, Ismael se paró de su escritorio y se acercó a Esther.
—Amor vamos a comer, y que te pareció lo que viste, sin preguntas por favor, sin preguntas, solo dime que te pareció.
—Pues si no quieres preguntas, solo te puedo decir que bien, pero tengo muchas dudas.
—Ya se irán despejando poco a poco.
—Sí, si está bien, oye, mañana me voy de compras, no hay problema o tu dime, cuando lo puedo hacer.
—Sí, si mañana es un día calmado, así que no hay problema.
—Bueno, ok.