LUNA DE VALERIAM
—Debo ser una dama… no debo golpear a mi profesor... debo ser una dama y no correr por el castillo... debo ser una dama y no actuar tan imprudente... debo...ya me aburrí, por favor… lady Margaret prometo no escaparme más de la academia y ser una buena chica en las clases. es más, le prometo que no llegara ninguna otra queja de mi parte...— la mujer de cabello castaño y ropa refinada observo a la extraña pero bella chica, por lo que le dio una mirada al fino reloj de bolsillo que poseía en sus manos, para luego observar de nuevo a aquella chica ojos color lila tan claros que parecían ser completamente un farol que te llevaban a una fantasía irreal pero magnifica, la cual poseía un vestido rosa bastante sencillo pero hermoso y despampanante en ella, no había duda que aquella pequeña pelirroja desborda belleza, tal belleza que no necesitaba de ayuda de accesorios para demostrarla, era todo lo contrario, esta hacia que aquellas pequeñas piezas en ella, como lo era un vestido sin mayor estética lograra verse hermosos y digno de alabar, la chica era hermosa, era la perfección pura, con su cabello rojo largo que cubría su espalda, sus despampanantes ojos y los afinados detalles de su rostro, hacían que cualquier hombre o mujer callera a sus pies y cumplieran sus caprichos, era una completa lástima que la pequeña no aprovechase aquellos incluibles dotes que dieron los dioses para lograr manipular a los demás con su belleza.
la chica era todo lo contrario, amable, bondadosa y muy pero muy ingenua, aunque un poco o más bien muy curiosa y hasta un poco traviesa, lady Margaret la había visto crecer y aunque la amaba como a una hija, ella no se dejaría llevar por aquella triste cara y esos destellantes ojos, que la observaban suplicando por perdón
—No lograras manipularme Luna, estas castigada así que continua y por cierto el libro está a punto de caer de tu cabeza, así que arréglalo y continua...—la chica hizo un gesto bastante cansino y luego de arreglar el libro en su cabeza, continuo recitando las palabras que habían indicado que estaban mal en su conducta mientras caminaba de un lado a otro, por lo menos unas tres horas más, todo por no hacer sus deberes en su lujosa academia para señoritas, la cual ella veía más como su único hogar, que como el castigo que se suponía que era por parte de la gran familia Valeriam.
Luna de Valeriam, era la menor de la familia Valeriam, su padre sr Linios de Valeriam, era el conde del reino de Ahnaria, el cual era más conocido por tener un carácter estricto y hasta un poco demándate, un vampiro que se podría decir que era de sangre noble, aquel vampiro que de un día para otro, había adoptado a un pequeña que no fue muy bien aceptada por la esposa e hija del conde, a lo que decidieron que lo mejor sería ser enviada a la academia de señoritas hasta que esta fuera acta para desposar a un hombre y así lograr deshacerse de ella, pues no estaba en su naturaleza el querer a la pequeña, aquella viles mujeres la odiaban sin razón alguna, según las malas lenguas se decía que era tal la envida por su belleza y pureza, que estas en bien estaban solas con aquella, la golpeaban, humillaban y hacían con aquella su parecer, una pobre chica despreciada por su familia adoptiva, pues su padre sir Linios, no se quedaba atrás, en cuanto a golpes y reprimendas se trataban para según ellos corregir aquella malcriada y grotesca niña.
La familia se había encargado de repudiar a la pequeña, se habían hecho cargo de ella solo por lastima, o aquello fue lo que indicó aquel conde, pero bien era sabido que este no era un hombre tan noble y que había algo más detrás de aquello, no había duda que aquella chica no tenía una vida del todo agradable, por lo que no era de extrañar que esta muchas veces solía ser rebelde y traviesa, haciendo así más difícil su estadía en aquel lugar al que ella llamaba hogar, lugar del que solía escapar para ir a jugar y ganar monedas mientras bailaba junto a los huérfanos de la ciudad, por aquella razón en aquel momento había llegado a ser castigada, pues luna, solía ser imparable y hasta poco incontrolable, por lo que sus cuidadores y profesores se quejaban constantemente, la chica solo quería huir de aquel lugar, pero lo peor de ello, era no solo el poder llegar a ser encontrada, también los castigos, no solo de sus maestros, también de su padre adoptivo, quien solía ser bastante agresivo cuando se traba de ella.
Al fin había terminado aquel cansado castigo, por lo que luna en aquel preciso instante se encontraba en la ventana de su habitación mientras tarareaba una canción y se preparaba para bajar por su ventana y así lograr escapar de aquel lugar, pero antes de siquiera intentarlo las puertas de sus aposentos fueron abiertas de manera arbitraria, lo cual la hizo dar un pequeño respingo, que por poco logra hacerla caer, en ese instante agradecía al cielo y los dioses ser bastante ágil y así lograr estabilizarse, pero al ver de quien se trataba su visita una pequeña ola de enojo y resentimiento atravesó a la chica, pero lo descarto casi de inmediato para no llevar odio en su corazón, pues ella no era de aquella manera.
—¿Que no te basto con el castigo que te dio padre hace unas semanas, durante su antigua visita...? ¿O necesitas que hable con padre de nuevo, con la intención de que te castiguen de nuevo...? —la rubia observo a la chica quien estaba sentada en la ventana de sus aposentos intentando parecer calmada, pero en aquel momento lo único que pasaba por la cabeza de luna era el ¿por qué su hermana no había llegado unos minutos después? no había duda que había logrado interrumpir su huida.
—No se dé hablas Elizabeth, ¿pero sabes de que me entere? la próxima semana te llevaran a un baile y te casaran con un feo terrateniente del lugar...—aquello lo había dicho con una tristeza bastante fingida, mientras Elizabeth se había puesto completamente roja de aquel gran enojo que la poseía y es que no era cierto, no podía serlo, su padre había indicado que ella sería la próxima reina, que ella no se casaría con un hombre que tuviera un título menor que el de ella, ella sería la próxima reina, de ello estaba más que segura, ella sería una mujer de más alcurnia que cualquiera que estuviera en aquella mugrosa academia, de ello estaba segura, estaba tan segura como lo era de su inigualable belleza
—Eso no es verdad, yo seré la próxima reina del reino de Ahnaria, es más. Puede que sea la próxima reina de los vampiros y humanos, y tú no serás más que una simple sirviente, me encargare de qué seas mi criada... eso te lo juro luna de mestiza...—la chica odiaba fuertemente aquel apodo que le daban, pues aquella mestiza solo indicaba que ella era una mescla, una basura, una abominación y ella odiaba con todo su ser que la llamaran de aquella manera, pero solo dio un gran suspiro y decidió contestar aquellas palabras de la misma forma que siempre lo hacia
—Ten cuidado hermana... he llegado a escuchar de vampiros muy sabios que a veces la realidad supera la fantasía, además... no vaya a ser que te caiga en la cara esas palabras que acabas de decir...--Elizabeth sin lograr comprender de que trataba sus palabras, simplemente estaba dispuesta a lanzar a luna por la ventana, una mestiza más una menos, no era algo de lo cual debían sufrir, por lo menos esos eran sus pensamientos mientras caminaba directo a luna con una mirada bastante arrogante y malvada, pero entonces una voz exterior logro detener los malvados pensamientos y pasos de la rubia.
—Señorita, las clases de baile empezaran en una hora por favor prepárense…—la rubia se fue lanzándole una mirada de advertencia a la pelirroja, mientras que Luna solo daba un gran suspiro, al parecer aquel día no podría escapar. Los maestros estarían muy al pendiente de ella y de no estar en clase ellos irían por ella, al parecer solo le quedaba seguir su itinerario como una buena niña, ya que no deseaba más castigos.
Sus clases habían seguido como si nada, no había duda que cada hora era aún más agotadora y no solo por el hecho de que le exigieran en demasía, también lo era por la razón en la que su hermana y amigas se encargaban de hacer cada momento en el lugar como si fuese un verdadero infierno, aquella la odiaba por la única razón de que su padre tras una gran pelea en la que se fueron a los golpes e insultos en la gran mansión Valeriam, durante las vacaciones de Luna, tanto Luna como Elizabeth habían causado un daño terrible en el lugar, tanto fue así, que estas habían destruido por completo el amado jardín del conde, causando así un enojo que no logro ser reparado siquiera por su esposa, ya que los sirvientes habían contado la verdad y no habían mentido como de costumbre, al dejar como la única implicada a la pelirroja, no había duda que se le había dado un castigo muy rigoroso por parte de su padre adoptivo, pero esta vez ella no había sido la única castigada, este había ordenado que Elizabeth estaría por un año en aquella academia de señoritas, siendo aquello una verdadera sorpresa y amargura para esta, aunque la rubia no negaba la satisfacción de haber visto la gran paliza que le habían dado a su hermana adoptiva por el hecho de los daños provocados por ellas en el castillo fue grata, aún seguía odiándola por el hecho de pasar tantos días encerrada en aquel nefasto lugar, en vez de darse a conocer en la sociedad, por esa y por muchas cosas más conciliadas, por la enviada que aquella poseía en su ser la odiaba y jamás en su vida aquel sentimiento la abandonaría, de ello estaba más que segura.
Elizabeth tenía un odio irracional hacia la pelirroja, e intentaba por todos los medios humillarla y hacerla sentir inferior a ella, todo con el afán de demostrar que jamás lograría ser nada más que una mestiza lo cual era un sacrilegio para cualquiera de las razas, porque siempre se llegaban a preguntar cada que la llegaba a ver a lo que según ella eran unos asquerosos ojos, ¿cómo era que aún el rey demonio no la había asesinado? Pues los de su especie solían morir en sus manos por dictamen del mismo, algo que le dio una gran pero macabra idea, pues ya sabía cómo se desharía de una buena vez por todas ¿por qué no se le había ocurrido anteriormente?
—Seguiremos con la próxima clase en los días previos, ya pueden ir a descansar señoritas…
—Gracias mi lady…—las chicas hicieron una reverencia, aunque solo había una de aquellas que no había prestado la menor atención a su clase y aquella era luna, quien estaba completamente dormida en su asiento, mientras recuperaba su sueño de las horas nocturnas, las cuales había utilizado para lograr ir a la ciudad en la cual canto y bailar para ganar una monedas con sus amigos, todo con el único afán de obtener comida para ellos y unos cuantos ahorros para ella, ya que aquella no veía la hora de escapar por completo del lugar, pero para aquello necesitaba un poco más de dinero para lograr sobrevivir y no morir de hambre
—Mira nada más aquí está la mestiza dormida, ¿que no deberías ser más resistente…? ya sabes eres una mestiza…—las demás rieron por las palabras de la chica, pero por el contrario una muy adormilada luna, quien se despertaba un poco somnolienta observaba a su alrededor percatándose que ya la clase se había acabado y que ella había dormido en toda ella, agradecía que su maestra no se hubiese percatado, pues no deseaba que la regañaran de nuevo y mucho menos uno de esos castigos de lady Margaret, los cuales eran diarios
—¿Me quede dormida? ¿ya es hora del almuerzo? —la chica dijo aquello de manera inocente, en el que aquellas que estaban allí, no entendían por qué esta les causaba ternura al estar de aquella manera tan dulce y desorientada, pero había una que no sentía lo más mínimo de ternura o siquiera empatía hacia la chica
—Eres más estúpida de lo que imagine… si ya es hora de almorzar ¿tienes hambre…?—la pelirroja sabía que esta planeaba algo, pero antes de que siquiera pudiera hacer algo, las chicas la habían sujetado, obligándola a permanecer sentada en su escritorio, en lo que la rubia mostro una sonrisa siniestra y sacando huevos que apestaban y harina, la tomaron como blanco y la llenaron de éstos, haciéndola apestar y verse realmente lamentable, lo cual hizo que la pelirroja se enojara y sintiera realmente frustrada, sus ojos se tornaron de un color rojo, luna estaba dispuesta a acabar con ellas en aquel momento, pero una voz exterior las saco de aquellos pensamientos sádicos que se habían apoderado de ella en ese instante, pues ella no era de esa manera tan ruin, ella no era como las vampiresas que estaban frente a ella, no era un ser tan malvado como era su padre adoptivo.
—¿Pero que pasa aquí…? señoritas están castigas… luna de Valeriam me imagine que estabas causando problemas en todo momento. ve a lavarte y vendrás a recibir tu castigo—la chica estaba estupefacta, pues ella no había causado nada, siempre solían tratarla de aquella manera por ser quien era y aquello la tenía tan cansada, por lo que opto simplemente en asentir y salió de aquel lugar de prisa, para lograr retirar aquel asqueroso olor de su cuerpo y con ello lograr escapar de una buena vez por todas de aquel maldito lugar, pues prefería vivir en las calles donde sus amigos la trataban de una manera amable y llena de amor, a seguir en aquel lugar siendo tratada como una gran basura