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EL INFELIZ QUE ME DEJÓ TIRADA.

Al entrar al privado, había cuatro hombres, todos de traje entero, relajados en el sofá, no había ninguna chica bailando, eso me extrañó, pero ni modo, tenía que hacer mi trabajo en silencio, no quería tener problemas, ya faltaba poco para desaparecer de este lugar.

-Señores, que tal, seré su mesera el día de hoy, un gusto.

Serví los tragos de la manera más profesional que pude, al mirar para el frente, vi al hombre del auto, con su mirada fría y penetrante, parecía que no me había escuchado, me daba igual, lo odio por dejarme tirada en medio de la calle herida.

-¿Oye, cuál es tu nombre meserita?

-Soy Sofi señor.

-Bueno Sofi, que gusto tenerte por acá, soy Mario, él es Hanz, este ebrio que está por acá es Samu y aquel tipo del otro lado, con esa cara de pocker es el Dios de los negocios de la construcción es el señor Sebástian Ward, vamos hombre, cambia esa cara, ya relájate, en un momento viene alguna chica a quitarte ese estrés con un bailecito, de momento sonríele a Sofi, es educada y estará para servirnos los tragos esta noche.

-Dejaré este dispositivo por acá, si necesitan algo, solamente presionan el botón verde y estaré para servirles, si contrataron algún baile, vendrá una de las chicas en cualquier momento, compromiso.

-Mario, no puedo dejar de pensar en la chica de esta tarde, no sé que me sucede, de verdad, nunca había visto una mujer que me hablara de esa manera, por un momento sentí deseos de matarla por ser así de atrevida, pero cuando le pedí a Oscar que regresara por ella, porque realmente estaba herida, ya no estaba, no sé cómo pero se había marchado del lugar.

-Señorita Sofi, necesitamos la compañía femenina, necesitamos ver una mujer con esas piernas tan torneadas como las que usted tiene, dijo Samu haciendo el intento dentro de su embriaguez de alcanzar a Cloe.

-Qué pena señor, ya le enviaré a una de las chicas, no se preocupe.

El hombre se volvía a quedar dormido en el sofá, antes de que pudiese tocar a Cloe.

-Vamos hombre, como dices tú, la chica del accidente de la tarde, puede que quisiera sacar dinero donde vio el auto, no te preocupes.

-La verdad es que eso pudo ser, ya esperaré a que aparezca en la recepción de una de mis empresas diciendo que la atropelle con mi vehículo, todas son iguales.

Al escuchar Cloe semejante cosa, no pudo hacer más que tragar y salir de la habitación.

Los hombres comenzaron a tomar y a divertirse, Sebástian nunca tomaba, pero ese día Hanz llegaba del extranjero después de muchos años, así que había que celebrar, con Samu y Hanz tenía algunos negocios que tratar, pero ya habían tomado de más, así que los negocios debían de esperar.

-María por favor, quien es la encargada del baile en el privado siete, necesito que esos hombres se vayan lo antes posible, el imbécil que está ahí fue quien me trató mal y me dejó tirada en medio de la calle estando herida.

-Ya cálmate, no puedes hacer ningún escándalo, Petra te matará si haces algo a alguno de esos tipos, solo por hoy ten paciencia; ya nos iremos pronto de aquí y no los volveremos a ver, un tel Hanz fue quien pagó una gran cantidad de dinero, dice que viene llegando del extranjero y que trajo a sus amigos para divertirse, él está junto con otro tipo tomando desde hace un buen rato, los otros dos llegaron más tarde, son verdaderamente guapos, los dos últimos.

-Maldita sea otra vez el botón verde.

-Sofi, queremos una chica que nos baile, puedes ser tu, dijo Hanz ya pasado de tragos tomándola de la mano, vamos, baila para nosotros, te pagaremos lo que sea, tu solamente danos un precio, tiene razón Samu, mira las piernas que tiene esta mujer, podría divertirme con ella toda la noche.

-Señor, por favor, yo no soy de las chicas que baila, solo soy su mesera por esta noche, no me toque se lo suplico, yo solo limpió el lugar en las mañanas, hoy faltó una chica, así que la dueña me pidió que la ayudara con su privado.

En ese momento Hanz tomó a la chica, pero como estaba tan ebrio que solamente la tiró sobre Sebástian, haciendo que ella prácticamente quedara sobre él derramando el vaso de Wisky que tenía en su mano sobre su saco, al él tratar de levantarla sin querer tocó una de sus rodillas haciendo que ella gritara un poco de dolor.

-Lo siento señorita, ¿la lastimé, que le pasó en su rodilla, está sangrando?

-Que me pasó, un auto me golpeó y el tipo me dejó tirada en la calle como un perro.

-Eres tú, dijo Sebástian levantándose de inmediato tirando a Cloe en medio de Samu y Hanz quienes no desaprovecharon el momento para tocar a Cloe por todas partes, haciendo que ella se levantara de inmediato y saliera corriendo asustada lo más rápido posible para uno de los baños a llorar y a limpiarse las rodillas que sangraban nuevamente.

En el privado, entró una de las mejores chicas a hacer un baile erótico, Samu y Hanz le ponían mucho dinero en su ropa intima, mientras la chica les lanzaba besos a estos dos sin quitarle la vista de encima a Sebástian quien era el hombre atractivo de la habitación.

-¿Qué pasó Sebástian, quien es la chica que salió corriendo?, pude ver tu cara de asombro, seguramente la golpeaste donde la tiraste sobre este par de pervertidos, míralos como están, locos por una bailarina, decía Mario algo serio.

Sebástian no contestó y su cara se hizo más seria cada vez, pasadas dos horas, llamaron nuevamente a la chica para pedir más botellas.

-¿Donde está Sofi?

-¿Sofi, quien es Sofi?

-La chica que nos está atendiendo, la de las piernas espectaculares, dijo Samu aún ebrio.

-Ahhhh, Sofi, ella tuvo un accidente en la tarde y se sintió mal, yo continuaré atendiéndolos esta noche, no se preocupen.

-Como quieran, me voy, no tengo nada que hacer ni ver acá, diviértanse, dijo Sebástian saliendo del privado.

El baile siguió y Rebeca, la mesera que ya se había desocupado un poco, si se dejaba tocar por dinero, ella les dio el placer que Cloe no les iba a permitir tener.

Mientras en la carretera iba un auto de lujo con un hombre recostado en el asiento trasero, con los ojos cerrados pensando en la mujer de las piernas hermosas.

Llegando a su mansión, Oscar lo sacó de sus pensamientos,

-Señor, hemos llegado.

Él solamente bajó del auto, nos vemos a primera hora, debo ir a reunirme con Peter de la O.

Al entrar a la mansión, una mujer joven le dijo;

-¿Señor, desea que le sirva un té?

-No Susana, iré a la cama, gracias.

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