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ACÁ ESTÁ EL CONTRATO DE MATRIMONIO, FÍRMELO POR FAVOR.

Que hago aquí, como llegué a este lugar, vestida de esta manera, que pena, parezco prostituta dijo al mirarse al espejo del baño, que pena, debo darle las gracias al señor Ward, Petra me matará cuando regrese.

Cloe se duchó, se puso la ropa que Sebástian le envió, le quedaba perfecta, una pantalón de mezclilla celeste rasgado, una camiseta blanca y unas tenis blancas, la ropa intima, un poco mas recatada de la que llevaba puesta, de color blanco también, al pensar que ese hombre había comprado todo aquello, sintió como sus mejillas se ponían de color rojo, nunca un hombre le había comprado nada así, menos mandárselo en una bolsa a una habitación.

Qué pena, debo de pagarle a este hombre esto, ahora son dos deudas, la de Petra y la de este patán, ella no recordaba nada.

Al bajar, Cloe se topó con la mirada penetrante de la señora Sánchez, la miró de manera como quien ve a un perro sarnoso en la calle, ella se creía dueña y señora de toda la mansión, se tomaba atribuciones que no le competían.

-¡Buenos días señora!

Pero la mujer le quitó la mirada volviendo a la sala de estar.

-Señorita Cloe, venga por aquí, el señor Ward la espera.

Al entrar al estudio, había dos hombres que ella ya conocía, Mario y Sebástian y otros dos hombres más revisando algunos documentos, pero ella nunca los había visto en su vida.

-Buenos días!

-Buenos días dijeron los otros hombres, Sebástian no contestó.

-Señorita de la O, aquí está el contrato de matrimonio, fírmelo por favor, si gusta lo lee.

-¿Qué? Contrato de matrimonio, de que está hablando señor, no tengo intención de casarme con nadie y mucho menos en estas circunstancias tan deplorables.

-Ya escuchaste Cloe, firma el documento y punto, dijo Sebástian con sus ojos llenos de ira al ver la negativa de ella.

Muchas mujeres en el mundo, desearían ser la esposa del multimillonario y extremadamente atractivo Sebástian Ward y una mujer que trabajaba en un club nudista, lo estaba despreciando, esto golpeó su ego bastante fuerte.

-Salgan, les dijo a los hombres que estaban en el estudio, con una vos bastante seca.

-Mira Cloe, tu eres de mi propiedad ahora, di a Petra una fuerte suma de dinero por ti, así que no hay escapatoria, serás mi esposa si o si y no hay nada más que discutir, tu padre necesita capital para su empresa, así que podría hacer algo si eres mi esposa, él todo se lo juega en apuestas y yo, bueno, yo necesito una mujer para que ya dejen de acosarme todas las mujeres del país, estoy cansado de eso, eres de mi propiedad Cloe, eso que te quede claro.

-Pero señor Ward, que es esto, yo no soy un objeto, porque mi vida ha sido así siempre, dijo con una cara de dolor, siempre han pagado por mí, como si fuese una cualquiera o un objeto y le juro que no lo soy señor,

-No es mi problema, ya ves, si te podía comprar Cloe, si tenías un precio, el dinero lo puede todo, así tu me veas como un desalmado, después de esta firma, hasta que yo decida te podrás ir de mi lado, agradécelo a tu padre, nunca lo olvides; él es una completa basura que con tal de obtener lo que desea, mata, roba, juega y vende hasta a sus propias hijas.

-¡Entren! Gritó Sebástian desde el estudio.

Con lágrimas en los ojos Cloe firmó los documentos, mirando a Sebástian con los ojos inyectados de sangre, tenía rabia con él y con su padre por tratarla como una basura que no tenía el más mínimo valor.

-Ya se pueden ir, necesito hacer algunas llamadas, dijo Sebástian a los hombres que lo acompañaban, “tu no Cloe, necesitamos hablar”.

-Eres mi esposa, vístete como tal, compórtate como una mujer recatada, no te quiero ver coqueteando con otros hombres, no hagas que me enoje contigo, puedo ser una pesadilla, nuestro matrimonio será en donde me respetes y yo no me meteré contigo para nada, solo eso te pido, nada más, no te tocaré, no me lo provocas, no sé con cuantos has estado, así que por mí, como si no existieras. ¿Está claro?

-Sí señor, no se preocupe, estar acá y en el Club, creo que será lo mismo, al final es una cárcel para mí y usted podrá ser el sueño de cualquier mujer sobre la tierra pero a mí no me llama la atención en lo mas mínimo, no me meteré a su cama, se lo digo porque me ha dicho que soy una cualquiera.

-Bueno, ya te puedes retirar, Oscar te llevará a comprar algo de ropa, no se te ocurra escapar, porque te juro que te encontraré Cloe, te lo juro, toma esta tarjeta, es tuya, es ilimitada, compra lo que necesites, ya tu universidad está paga, no tienes que preocuparte por eso, mañana iniciaremos con clases de inglés y con algunos cursos de etiqueta, debes ser refinada, ahora eres mi esposa.

Aquellas palabras de que le dijo Cloe “usted podrá ser el sueño de cualquier mujer sobre la tierra pero a mí no me llama la atención en lo más mínimo”, le habían calado hondo, ya que en un principio la mujer le había gustado y mucho, pero después como todas lo había decepcionado.

Ya vete, tengo cosas que hacer.

Ah Cloe, no se te ocurra decir donde trabajabas antes, eso sería vergonzoso para mí mucho menos ir a ese lugar de donde te saqué, hay nadie te conoce entendiste.

-“Sí señor, con su permiso”; dijo ella retirándose del estudio, subió a la habitación y lloró amargamente por horas, sentía como si su padre la hubiese vuelto a vender como quien hace negocios con un animal, sin importar los sentimientos que ella podía tener.

-Señora Ward, la estoy esperando, debemos ir al centro comercial, el señor dio una orden, vamos, no me meta en problemas se lo suplico.

-Hola otra vez Oscar, está bien, has sido bueno conmigo, no te meteré en problemas, tu jefe es una basura y no sé que será capaz de hacerte; espéreme abajo, me lavo la cara y bajo.

Al bajar las escaleras, aun estaba con el rostro hinchado por llorar, pero no pensaba meter en problemas a Oscar, después de ver como era su jefe, le iba a ayudar a que no lo castigaran.

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