Capítulo 2
Estaba siendo malo, pero tenía que alejarla para siempre. Tenía demasiados líos en mi cabeza y ni siquiera había espacio para alguien llamada Elena. Mi padre estaba esperando esto.
-Disculpe. Tienes razón, acordamos, eso es suficiente- Elena se fue antes de que pudiera decir algo más y tal vez fue lo mejor.
Salí de esa casa con paso rápido, cuando llegué a la calle me sentí perdido. Mi cabeza estaba llena de cosas, todo envuelto en un aura de confusión que solo me hacía sentir mal. Cogí el teléfono y llamé a Fabio. Era hora de poner algo de orden antes de que explotáramos de nuevo.
Esperé tres timbres, luego escuché la voz de quien debe haber sido mi mejor amigo. -Matti finalmente, ¿dónde estás? Vine a ti, pero no estabas allí-
-Estuve en casa de Elena- dije sin tono.
-Matti no es lo que crees, ¿de acuerdo? ¿Podemos vernos así, me explico? - Ya sabía bastante, pero escucharlo de él también era necesario.
-Toma asiento-
-¿Dónde estás? Iré a buscarte- No me obligué a repetirlo dos veces. Le expliqué dónde estaba y lo esperé sentado en un banco. Me gustaba Elena y saber que Fabio la había besado sabiendo que me había dado un enfado absurdo. Estaba empezando a odiar a mi mejor amigo y no quería. Él era lo único bueno que me quedaba después del accidente, la única relación que no se había estropeado y si lo perdía me habría perdido a mí también. Así fue como me sentí.
Escuché la bocina de su auto, lo vi estacionado frente a mí. Crucé la calle e inmediatamente subí al auto.
-Me besó- comencé, haciéndome girar bruscamente hacia él. ¿Elena había besado a Fabio?
-¿Por qué debería haberlo hecho?- Fabio encendió el motor y luego se fue.
-No te enojes, tenía mis razones para no decírtelo, pero Elena y yo estuvimos juntos un tiempo cuando todavía estábamos en la escuela. ¿Recuerdas que te hablé de cuando jugábamos verdad o reto?-
-Claro, cuando te dijo que yo le gustaba- me enfurecí. Elena no podía haberme mentido, me había encargado de hacer que se relajara adecuadamente mientras tanto y aunque hubiera querido, no podría haberse concentrado lo suficiente.
-Sí, bueno, me gustaba y la obligué a besarme. Estábamos borrachos y pasamos el rato y luego empezamos a salir a partir de ahí. Pero ya sabes cómo estaba yo, me aburría con facilidad y lo cerré ahí. Ya veis que tal vez Elena no lo superó ya que en cuanto nos encerramos en el baño casi me salta encima. Le recordé a Claudia, pero no pude detenerla antes, el hecho de que él estuviera tan tranquilo diciéndome esas cosas, que pensé que eran mentiras, me estaba molestando.
-
¿Podría mentir tan tranquilamente? ¿Lo había hecho antes?
-¿Entonces, qué significa esto?-
-Matti, lo siento, pero no creo que puedas confiar en ella. Déjala en paz, es mejor, créeme- suspiró, dándome una mirada fugaz.
-
Déjalo en paz, déjalo en paz, déjalo en paz.
-Qué raro… esta noche me dijo expresamente que me deseaba- Dirigí mi mirada a mi mejor amiga.
-¿Habéis estado juntos?-
-Más o menos. ¿Te molesta?- le había dicho que sí a Elena.
-No, ya no me interesa Elena, estoy con Claudia. No quiero que te tome el pelo, ya has visto cómo es con los chicos. No quiero decirlo, pero huele a perra...
-No lo digas- Lo bloqueé, mirándolo.
Era contradictorio, también la había llamado puta, pero sabía que no lo decía en serio. Elena podía hacer lo que quisiera, era libre y no tenía que responder ante nadie. Las reacciones que provocaba en los demás no eran su problema.
-Ahora que habéis estado MÁS O MENOS juntos, ¿os apetece? Si quieres te puedo decir lo que es follarla, no--
"¿Estás bromeando?" Lo interrumpí de nuevo.
-Sí, estoy bromeando, vámonos- rodó los ojos aburrido. Me puso de los nervios.
-Hemos llegado, déjame bajar-
-Pero espera, estamos hablando--
-Escuchar tus mentiras para mi no es hablar, cuando tengas cojones de confesarme que te portaste como un pendejo al besar a una chica que le gusta a tu mejor amigo estando también comprometido entonces llámame- Me salí de esa puta auto dando fuerte portazo, no me importan las llamadas de ese imbécil.
-
Ese no era Fabio. Él no era mi mejor amigo. ¿Por qué me estaba mintiendo? ¿Qué le costó decirme la verdad?
Abrí la puerta y entré al jardín, vi a mi padre en la sala, cambié de dirección y me dirigí hacia la puerta trasera. No tenía ningún deseo de enfrentarme a otro imbécil de inmediato.
Entré a la casa y subí las escaleras en silencio, sin ser notado. Me encerré en mi habitación y luego comencé a desvestirme. Necesitaba un baño caliente y una buena noche de sueño.
*********
-Señor Antonio, ¿por qué sigue aquí a estas horas?- Saludé al anciano con una palmada en la espalda, luego me pasé detrás del mostrador. Miré al Sr. Mario en la caja. No había visto a Elena.
-Esta noche mi esposa se queda con su hermana y no sé cocinar, Mario me hizo un rico sándwich- le indicó a su amigo, luego se acomodó los lentes de sol en la cabeza. Siempre los tenía puestos, fuera por la mañana o por la tarde, lloviera o hiciera sol.
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-Hizo bien en venir aquí, al menos nos hace un poco de compañía, los martes por la noche son aburridos- suspiré. Fui a la cocina a dejar la mochila, me puse el delantal y vi que la signora Viola salía del baño.
- Matías, ¿cómo estás? ¿Así es mejor?- me saludó con un pequeño abrazo, me hizo sonreír. Les asentí tan pronto como nos separamos.
La voz de mi padre me repetía que solo actuaba así porque sentía pena por mí, yo trataba de no escucharlo.
-Mejor, descansé un poco-
-Lo hiciste bien- esa dulce sonrisa calentó mi corazón.
-¿Elena aún no ha llegado?- Eran las nueve y cinco y Elena nunca llegaba tarde.
-Ah no sé, se suponía que saldría detrás de mí, ¿aún no ha llegado?-
-Voy a revisar dos veces afuera, quizás esté aquí ahora- Forcé una sonrisa, luego salí de la cocina nuevamente.
Miré a mi alrededor, e incluso salí a ver las otras mesas, no había ni rastro de Elena. Regresé a la cafetería y me dirigí a la cocina.
-Aún no ha llegado- dije desconcertada. Viola sacó su teléfono de su delantal, probablemente la estaba llamando.
elena
Cerré la puerta detrás de mí, los faros blancos deslumbraron mi vista. Me tapé los ojos con una mano, enfocándome en lo que estaba frente a mí. Una Moto. Una moto que ya había visto antes y que lamentablemente conocía demasiado bien.
Empecé a cruzar e ignorarlo, pero me interrumpió. Me congelé, mirándolo.
-Necesito hablar-
-Tengo que ir a trabajar y luego no tenemos nada que decir-
- Sí, sí, entonces ven conmigo. Te llevaré al trabajo-
-Si mi padre te ve te rompe la cara- lo dije serio porque estaba seguro que papá sería capaz de hacerlo.