Capítulo 5
No voy a compartir casa con nadie y voy a vivir solo, todo lo que siempre he querido.
Me bajo del taxi, le pago al conductor y me dirijo a la entrada del edificio, está el portero, pero no dice nada, solo me mira. Debe estar esperando identificarme.
Utilizo mis llaves, abro la puerta y la cruzo en dirección directa al ascensor.
- Disculpe, señorita. - Me llama cuando estoy esperando el ascensor. – Los visitantes deben identificarse.
- No soy un visitante, soy el nuevo residente de. – Le digo que me mire.
- Entonces, señorita. Analuisa Miller, el Sr. Morgan nos notificó su llegada, bienvenida señorita. – Dice y luego regresa a su puesto.
Entro al ascensor y subo al piso, en cuanto el ascensor se detiene me dirijo a la puerta que indica el número y la abro.
Entro a mi apartamento ya amueblado, no es nada lujoso, pero es cómodo y es más de lo que podría pedir.
Camino con mis maletas hasta el dormitorio, viendo el apartamento en el camino, organizo toda mi ropa en el armario y cuando termino, saco la libreta y hago exactamente lo que Vincent me dijo que hiciera.
Envío mi currículum junto con la carta de recomendación a grandes empresas en Nueva York.
No tengo nada que ordenar en la casa, Vincent ya dejó todo listo para mi llegada. Ropa de cama, toallas, productos de higiene nuevos y nevera y despensa completa.
Entonces todo lo que puedo hacer es celebrar mi mudanza y sé exactamente adónde voy.
Me preparo y me pongo un vestido negro ceñido con tirantes finos, tacones y maquillaje sencillo.
Me veo hermosa y tengo suerte de que no necesito mucho para hacerlo.
Agarro mi bolso y salgo del apartamento cuando oscurece. Solo estuve una vez en Nueva York, estuve dos semanas, pero me enamoré de la ciudad.
Así que voy al club al que fui la última vez, que es simplemente perfecto. No pude disfrutarlo mucho ya que Wagner está vigilándome, así que me prometí que en cuanto pusiera un pie en la ciudad volvería y lo haría.
El taxi que perdí ya me estaba esperando y cuando me explicó a qué discoteca quería ir, pronto salimos a las calles de Nueva York, pasando por el centro y algunas atracciones turísticas.
Al llegar al club, a pesar de ser miércoles, hay una enorme cola en la puerta. Si todavía estuviera en Dubai, simplemente entraría y no habría nadie en el mundo que me detuviera, pero me encanta la sensación de ser desconocido, de ser una persona común y corriente divirtiéndose.
Espero que llegue mi turno en la fila y en ningún momento me desanimo. Tan pronto como me conceden la entrada, voy directamente al bar y bebo unas copas antes de enfrentarme a la pista de baile abarrotada.
Bailo como sé, sin barreras y con fervor. Siento los ojos de todos los hombres puestos en mí y quiero ser deseada. Pero esta vez no voy a elegir en función de la posición social, simplemente me voy a quedar con el que más me atrae y cuando abro los ojos es si su mirada me atrae.
Sí, ese es el tipo de deseo que busco y el hombre de una de las mesas del fondo parece querer ofrecérmelo.
Es alto, de cabello castaño y luce deliciosamente sexy con camisa y jeans.
Él me mira bailar y yo lo miro, luego por encima del hombro lo miro antes de girarme completamente hacia la barra.
Pido una bebida dulce y antes de poder tomar el primer sorbo siento una mano en mi cintura.
- Hola.- Lo veo sonriendo a mi lado.
- Hola.- repito con una sonrisa.
- ¿Estás acompañado? ¿Puedo invitarte a una copa? – pregunta, mirando ligeramente mi boca.
- No y sí. – digo la respuesta.
- Eso es bueno. – Habla y después de beber mi trago me compra otro.
Sé exactamente lo que pasará con este hombre atractivo mirándome y no me gusta perder el tiempo, no vamos a salir, no nos vamos a casar y mucho menos vernos después de esta noche. En resumen, no necesito saber nada de él, sólo el nombre que pretendo gritar esta noche.
- ¿Cuál es tu nombre? – le pregunto, quien me mira y sonríe con picardía.
- David, ¿y tu princesa? – pregunta acercándose, muy cerca.
-Analuisa. – digo y pongo fin a la distancia entre nosotros.
Coloco mis pechos sobre su pecho y lo veo bajar los ojos para mirarlos. Lo veo admirando mi cuerpo y luego apretando mi cintura tratando de presionarme aún más contra él.
Sus ojos miran a los míos con una sonrisa abrumadora y no espero a que tome la iniciativa, simplemente me agarro de la nuca para acercarlo a mí. Y mierda, su boca es simplemente perfecta.
Nos besamos fuerte, como si estuviéramos librando una batalla. Él lame y muerde mis labios, yo lo chupo y lo acaricio con mi lengua.
Cuando nos quedamos sin aire separamos la boca, pero no el cuerpo.
- Vamos a mi apartamento. – digo sin dudarlo y él acepta de buena gana.
Me toma de la mano y salimos del club rumbo al estacionamiento, lo veo llevarme a un Aston Martin y levanto levemente la ceja.
O tiene mucho dinero y no tiene miedo de que le roben, o está loco por dejar su coche en este aparcamiento.
Tan pronto como abre el auto, me abre la puerta del pasajero y sonríe.
Sinvergüenza, puedo olerlo desde lejos.
Me subo al auto y poco después él también se sube.
- ¿Cuál es la dirección, princesa? – me pregunta y le paso de largo.
No pasa mucho tiempo y ya está estacionando el auto en mi espacio.
Esto me recuerda que necesito comprar un auto.
Salgo del auto e inmediatamente siento una mano en mi cintura, miro a David sonriendo y nos dirigimos al ascensor. Presiono el botón del séptimo piso y las puertas se cierran, siento dos brazos rodearme por detrás y su nariz en mi cuello.
- Eres muy fragante. – Dice mientras me huele ligeramente el cuello, haciéndome estremecer.
Las puertas se abren y lo llevo hasta la puerta de mi apartamento, abriéndola.
Tan pronto como entramos, dejo de jugar y me quedo con él. Nos besamos locamente y lo llevo hacia mi habitación, dejando en el camino su camisa y nuestros zapatos.
Cuando entramos a la habitación, cierro la puerta y admiro a este hombre sexy frente a mí sin camisa. Por Dios, he salido con muchos hombres y puedo decir que ninguno de ellos se compara con este hombre.
- ¿Te gusta lo que ves? – pregunta, acercándose y acercándome hacia él.
- Por supuesto. – digo y él sonríe antes de besar mi boca.
Mientras nos besamos, bajo mi mano hasta el cinturón de su pantalón y se la quito, luego la abro.
Un segundo después, él está sin pantalones y solo en boxers, mientras que yo todavía llevo mi vestido.
- Tu turno, mi princesa. – Dice y cuando intenta quitarme el vestido le doy una palmada en la mano haciendo que me mire.
- Siéntate. – digo señalando la cama.
Él sonríe y hace exactamente lo que le digo.
Aprovecho que ya estoy sin tacones y en cuanto él se sienta me coloco entre sus piernas, aún de pie.
Pasa sus manos por mis piernas y sube hasta mi trasero, apretándolo. Él me mira y sonrío mientras me inclino y le doy un beso en la boca.
Luego rompo el beso y agarro el dobladillo de mi vestido, levantándolo lentamente.
- Mierda. – le escucho decir cuando termino de pensarlo.
De repente me arrojan sobre la cama y él está encima de mí, besándome y acariciando mi cuerpo.