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5. COMO ME LO PAGARAS

—Y ustedes que me miran, hagan su puto trabajo –gritaba furioso-

Miraba como las enfermeras atendían a Sofía, pero a mi mente vino su cuerpo mojado, donde la bata se le pegaba a sus pechos grandes y rosaditos, unos pechos perfectos y naturales; no como esos que estoy acostumbrado a mirar siempre –los artificiales- ¿Pero en qué estoy pensando? –sacudía la cabeza como despejando esos pensamientos-

Ring, Ring…

—Hola Sebastián, disculpa que no he podido ir a dejarte los documentos pero estoy en casa de tú padre –se excusa Antuan-

—No te llamaba por eso, necesito que averigües todo sobre Sofía Andrea Clear, ¿Dónde nació?, ¿Dónde estudio?,¿Quiénes son sus padres?, necesito un informe completo de ella.

—Pero ¿Por qué razón? No me digas que te ¿Enamoraste de ella? -bromeaba con su jefe-

—¿Eres idiota? Acaba de pasar una explosión en el hospital y si va a trabajar conmigo necesito saber si esto fue intencional o un simple accidente de parte del hospital, no pienso arriesga mi imperio por una estúpida mujer –no es lo que siento, pero debo decirlo así.

—Explosión ¿Estás bien?

—Sí, estoy bien, pero esa mujer tonta casi muere calcinada por el fuego, sino hubiera sido por mi hoy estarían solo sus cenizas.

—Me pondré en eso ahora mismo

—Espera, ¿Qué te dijo mi padre con mi mensaje? –la burla en los ojos de Sebastián eran muy evidentes.

—Está furioso, ahora le estábamos convenciendo de la exportación del equipo, pero sigue insistiendo en que desea ir el mismo hablar con el inversionista

—No se lo permitas, si me entero que él se poner en contacto con el inversionista es a ti a quién voy a cortar las dos piernas.

—Pero, ¿halo?... –Rayos me colgó-

*****

—Sebastián, ¿Cómo te sientes?

—Bien, ¿Cómo está Sofía?

—La doctora dice que si ella no se hubiera mojado con agua, hoy tendría quemaduras de primer grado en el cuerpo, ahora dime algo Sebastián ¿Por qué razón entraste sin esperar a los bomberos? ¿Qué hubiera pasado si ahora estarías muerto?

—Tú hubieras hecho lo mismo, acaso no me ¿Dijiste que te gustaba? ¿Por qué no entraste tú entonces?

—Sí me gusta, pero no sería tan loco para meterme al fuego por ella, además lo mío no es amor, solo quiero llevarla a mi cama y ya. – dije algo malo o ¿Por qué me miras así?.

—Nada, olvídalo ya me voy a la oficina tengo cosas que hacer –lo quiero matar-es lo que pensaba mientras me levantaba de la silla para irme.

*****

Después de salir del hospital, me fui a la oficina con Donatello, mientras miraba fuera de la ventana algo pensativo sobre todo lo que paso hoy, y lo desconcertado que me tiene Sofía

—¿Qué tanto me miras? –Donatello no dejaba de mirarme por el retrovisor

—Lo siento Sebastián, es solo que..

—Habla

—Quería saber cómo estaba la señorita que atropelle, Antuan no me dijo nada, así que me daba pena preguntarte – las manos me sudaban del nerviosismo-

—Está bien, no fue nada grabe, pero quiero que te encargues de algo.

—Sí, lo que sea

—Necesito que mañana pases a recogerla al hospital y la lleves a su casa, eres un hombre con muy buena memoria, necesito que memorices el camino y todo lo que te llame la atención de ella.

—Si está bien –sí que esta raro el jefe, jamás se ha portado así-

—¿Tienes algo que decirme?

—No, jefe –siempre me da miedo cuando tiene esa cara de póker.

Al llegar a la oficina, me puse a trabajar porque tenía muchas reuniones y la mayor parte de la mañana estuve en el hospital, estaba leyendo unos documentos para un proyecto de abastecimientos mecánicos para Italia, pero no podía concentrarme, solo estaba en mi mente los ojos de ella, mirándome y pidiéndome que la salve –Ayúdame por favor- movía la cabeza de un lado a otro pero era imposible.

En mis manos tenía un documento muy importante pero mi mente no lo registraba –Y si la voy a ver al hospital

—Como se te ocurre que la vas a ir a ver, eres Sebastián Alberto Dominic, las mujeres te buscan a ti, no tú a ellas. –hablaba en alto para sí mismo.

Toc, Toc.

—Adelante

—¿Thomas que haces aquí?

—Vine a entregarte los medicamentos que dejaste en el hospital para tus heridas

—Mis heridas no son grabes –mirándome las manos si son algo feas, me queme un poco la mano derecha por suerte soy zurdo –Bien gracias por traerlas, dime algo, ¿Cómo está ella? –no quería sonar interesado así que baje la cabeza viendo mis documentos, mientras no vea mis ojos todo estará bien.

—Está mejor, despertó y pregunto quién la había sacado, así que le dije que fueron los bomberos

—¡Bien!... –¿Quieres preguntarme algo? Que te me quedas mirando como pendejo

—¿Por qué la rescataste? No me has querido responder a esa pregunta.

—Ya te dije que cualquiera lo haría, además me sentía culpable por el atropelló, digamos que es una forma de que quedáramos paz y salvo, ¿Estás satisfecho con mi respuesta?

—Sí, está bien, te dejo trabajar.

Miraba la espalda de Thomas cerrando la puerta para irse; cómo es posible que sea tan insistente, en algo sin sentido, solo la salve porque creía que era lo correcto –te estás mintiendo- ¡Puf!

Deje los papeles que no comencé a leer en todo el día, a un lado, mientras me recostaba en mi silla pensando en esa mujer, su cuerpo mojado volvía aparecer en mi cabeza, esos pechos, esas piernas blancas y muy bien trabajadas -¿Qué hago pensando en ella otra vez? –mi mente me está jugando un calvario

Me levante de la silla y agarre mi saco, le deje instrucciones a mi recepcionista de que no regresaría, que cualquier cosa me dejará un correo que yo lo revisaría mañana, saliendo por el ascensor del estacionamiento subterráneo me encontré con Donatello.

—Donatello dame las llaves –su cara de sorpresa es graciosa-

—Sí, ¿Vas a salir? Si quieres te puedo llevar

—No, puedes irte ya

—¿Pero?

—Sin peros, se cuidarme solo, además hoy necesito estar solo o me ¿Quieres acompañar a tener sexo? –la sorpresa en sus ojos era graciosa y seguía aguantándome las ganas de reírme en su cara-

—No, claro que no cómo se te ocurre jefe, nos vemos mañana entonces –me despedí cordialmente.

Me subí a mi auto, deje mi chaqueta en el puesto del copiloto y me fui rugiendo con fuerza el motor de este increible carro.

Mientras manejaba –sin rumbo alguno- pensaba en ella y el deseo de verla, así que cuando volví en sí, estaba al frente del hospital –maneje aquí por pura inercia- Jajajaja esto es lo más gracioso de mí día, ¿Cómo voy a manejar hasta aquí por una simple mujer?

Mientras miraba hacia la entrada del hospital con una sonrisa sarcástica en mis labios, vi entrar a mi hermanastro Roberto –¿Qué demonios hace él aquí?

—¿Será que algo malo le paso a mi padre y nadie me ha avisado? –llamando a Antuan.

—Sí Sebastián

—Antuan, ¿Dónde estás ahora?

—Estoy en el puerto verificando el pedido, ¿Por qué?

—¿Dónde quedó mi padre?

—Bueno eso…. –Que nervios como le diré que está conmigo- Bueno tú padre me siguió hasta la embarcación pero el cliente ya se reunió solo conmigo –debo dejarlo claro antes que se enoje-

—Antuan ¿Para quién trabajas? ¿Para mí o para mí padre? Te dije claro que no quería a mi padre en mis asuntos

—Lo siento jefe.

—No me vuelvas a desobedecer, si esto se vuelve a repetir tendré que cambiar de mano derecha.

—Sebastián lo siento no tengo como excusarme, pero no volverá a suceder

—Eso espero, ahora saca a ese mal nacido de mis proyectos. –colgó el teléfono enojado con Antuan-

***

En la sala de Sofía

—Señorita Sofía, no puede irse así como así, recuerde que debemos hacerle otros exámenes, además todavía su pierna no ha sanado del todo.

—enfermera ya no puedo estar más aquí, quiero irme a mi casa, por favor entiéndame mi padre no ha sabido de mí en todo el día y estoy más que segura que se puede preocupar, necesito irme –le rogaba a esta mujer que me dejará ir pronto-

—La entiendo señorita Sofía, déjeme sacarle los medicamentos y espero que regrese mañana para verificar la herida de su pierna por favor

—Gracias, gracias se lo agradezco mucho.

Toc, Toc.

Adelante –decía la enfermera-

—Buenas Tardes

—¿Qué haces aquí? –este hombre lo odio con todo mi ser-

—Así tratas a la familia mi amorosa Sofí

—No me digas así, ese nombre en tú boca es repugnante –lo odio- Ahora ¿Cómo supiste que estaba aquí?

—Un pajarito me lo conto, por eso vine a buscarte ¿No querrás que tú padre se entere que estás en el hospital? No creo que su miserable corazón resista.

La burla en la mirada de Roberto era lo más odioso que podría existir, él era el hijo de mi madre, mi hermanastro, desde que lo conozco solo sabe burlarse de mi vida y de todos mis males.

—¿Le has dicho algo? –lo voy a matar-

—No mi querida Sofí, ahora ven conmigo que necesito de tus estupendos servicios.

—Te dije que no te seguiría ayudando en tus problemas comerciales

—Claro que me vas ayudar, yo ya te ayude no diciéndole nada a tú padre, ahora dime ¿Cómo me lo pagaras? –la sonrisa de Roberto era muy maligna le encantaba jugar con Sofía.

—respiraba profundamente antes de poner una sonrisa halagadora para mi hermanastro- —Esta bien, ¿Qué necesitas esta vez?

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