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Capítulo 2.

—espera, ¿que le diremos a tus padres? —le preguntó a Ivy horrorizada.

—relájate, les diremos que... ¡Entramos ala universidad! —dice ella sin importancia.

Puse los ojos en blanco y pensé en que esa sería la más patética excusa jamás dicha.

—llegamos —frente a nosotros estaba un gran edificio y personas al rededor, había un gran campo donde personas vestidas de blanco estaban entrenando.

Nos bajamos del auto y todos los que estaban afuera nos observaban curiosos.

—Eiren —susurro Ivy.

—si, si lose —gruñi.

Ivy siempre me pide que protega sus pensamientos, así que eso hago, protego sus pensamientos al igual que los míos, seria incómodo que otro inmune escudriñara mi mente.

—gracias —susurra aliviada.

Dos señores nos escoltan dentro del lugar y una señora alta, rubia y amigable nos atiende enseguida.

—bienvenida al campo de entrenamiento, mi nombre es Amanda—dice con su voz dulce.

—gracias —contestamos Ivy y yo al mismo tiempo.

—muy bien escuchen, este es un lugar secreto y altamente protegido por el gobierno, como deben saber las demás personas no saben que existen piensan que nada más son un mito así que tenemos que guardar ese secreto —Amanda se ve quizás de 35 años, nos mira de manera seria y profesional.

—por supuesto estoy de acuerdo —respondo.

—perfecto, aquí podrán lograr a controlar sus poderes y sacar la mayor ventaja de ellos en las batallas, dime ¿cual es tu poder? —Amanda se dirigí a Ivy y ella tensa sus manos.

—teletrasportación —contesta.

Amanda asiente y después fija su vista en mi.

—mi poder es... Telequinesis —contestó nerviosa.

Mover objetos no es lo único que puedo hacer pero supongo que es una buena descripción.

—muy bien, se les asignará una habitación —sin decir más un hombre robusto entra ala habitación para guiarnos hacia nuestra habitación.

Caminamos por un largo pasillo y solo veía como todas las chicas y chicos salían de sus habitaciones para darnos una mirada rápida, un chico alto de cabello rubio y ojos azules fijo su vista en Ivy y ella sonrió de manera tímida, bufé por mis adentro y llegamos al final del pasillo.

—está será su habitación, está todo lo que necesitan en un momento les dejaremos sus horarios y todo lo que necesitan saber —cerré la puerta y deje salir el aire que contenían mis pulmones.

¡Esto es fantástico! Podría conocer a otras personas con diferentes habilidades y así aprender de ellas.

—no puedo creer que estemos aquí —Ivy desapareció y volvió segundos después con algo entre sus manos.

—no crei que quisieras dejarlo —dijo caminando a mi dirección.

Extendió su mano y deposito mi collar que me habían dado mis padres, sonreí con nostalgia al verlo y lo tomé en mis manos.

—bueno ya estamos aquí —susurre insegura.

Esperaba que esto no fuera una mala idea, pues había involucrado a Ivy en esto.

—será fantástico, ya lo verás —contesto Ivy emocionada.

Leímos nuestros horarios y no coincidimos en todos pero si en la mayoría.

—mira tenemos una clase —dice emocionada.

Defensa personal, genial.

Salimos de la habitación y el chico de ojos azules que vi hace poco se acerca a nosotras.

—que tal chicas, ¿puedo ayudarles? —pregunto con una sonrisa.

Se ve amigable y de muy buen parecer, Ivy nerviosa le explica que tenemos una clase de defensa personal y el chico misterioso nos lleva ala clase.

—por cierto mi nombre es Wilson Morris —comentó con voz cálida.

—yo soy Eiren Russell y ella es Ivy Abbot —respondo.

Wilson asiente y nos dirigimos a unos casilleros que se encontraban en uno de los tantos pasillos, el lugar era amplio y con mucha seguridad alrededor, todo era color blanco sin ninguna mancha en ningún lugar.

—estos son sus casilleros, bienvenidas al lugar donde explotarán sus cerebros —dice el entre risas.

—es muy alentador —contestó con dudas.

—¿cuáles son sus poderes? —pregunta finalmente.

—telequinesis —contestó desviando mi mirada.

—teletrasportacion —contesta Ivy con una sonrisa orgullosa.

—eso es muy interesante —Wilson nos enseña nuestros casilleros y dentro de ellos hay cuadernos y folletos.

Nos lleva a nuestra clase asignada y se despide de nosotras con una sonrisa.

—ustedes deben ser las nuevas estudiantes, bienvenidas pasen adelante —dijo una señora de quizás 60 años.

Los demás mantenían la mirada en nosotras de manera expectante y yo solo apreté mis manos en respuesta, nos sentamos al final del salón e inicio una charla aburrida de porque es importante aprender a dominar la defensa personal.

Mire a través de la ventana y pude ver como los chicos de afuera peleaban de manera brutal, trague saliva al ver a como una chica tiraba una gran ráfaga de fuego y la otra chica lo esquivaba de manera rápida y en respuesta enredaba ala chica en muchas ramas. Poderes de fuego y naturaleza.

Baje la mirada y un chico me miraba de reojo, era alto de piel clara como la nieve, con pelo tan oscuro como la noche y unos ojos marrones hipnotizantes, parecía un chico solitario y un tanto peligroso.

Mordí mi labio y entré a su mente para escudriñar sus pensamientos y no pude ocultar mi impresión al no encontrar nada, sus memorias eran tan pocas como para ser reales, no podía saber lo que pensaba lo cual me llevó a pensar que seguramente tenía mi mismo poder.

Desvie mi mirada avergonzada de haber escudriñado sus pensamientos y fije mi vista al frente y solo pensaba en lo que ahora me aguardaba este lugar.

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