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5

Mientras Martha y yo le servíamos el desayuno a los señores, me encontraba con un semblante serio. No sabía el por qué pero me sentía incómoda con lo que había visto y escuchado anoche. Había algo dentro de mi que no me dejaba en paz, sentía que me molestaba. Pero no sabía el qué.

—Isa, le diré a uno de los escoltas que te lleve y traiga de la universidad. Digo, para que no te atrases.

Lo miré un poco extraña mientras Helena también le daba la misma mirada.

—No es necesario, señor —respondí, dispuesta a irme— puedo tomar un taxi perfectamente.

—Pero quiero que sea así. Y no quiero un no como respuesta, es una orden —medio sonrió de lado. Parecía mandón, no lo sé.

—Si ella quiere irse en taxi déjala —habló su esposa.

Apreté los labios en una sola línea para contenerme.

—Está bien, estaré lista a las nueve.

—Yo me iré a trabajar —Harry tomó de su jugo y comió algo de comida nada más. Ni siquiera se la acabó. Estaba vestido con su traje y su típico peinadito de un lado que me provocaba risa. No de burla sino que así parecía un chico bueno. Pero por lo que vi anoche...

—Te veré en la oficina —se despidió Helena. Harry se levantó y se dirigió a ella, dándole un beso en la mejilla. Me sorprendió porque Helena había puesto los labios para recibir el beso en la boca. Eso la descolocó un poco.

—Claro. Nos vemos, Isa —se despidió de mi. Cosa que me pareció extraño.

—Nos vemos, señor.

Cuando Harry se fue me quedé sola en la sala con Helena.

—Si no se le ofrece nada más me iré —iba a dar media vuelta pero habló.

—Llévate los platos, se me quitó el hambre —se sobó el vientre— Saldré con mis amigas a comprar ropa, cuando venga quiero que tengas la cena lista. Martha sabe lo que me gusta. —se puso de pie— Oh, es cierto, olvidaba que sales a la universidad. Bueno, al menos Martha tiene la decencia de ir los domingos. Así no afecta su día de trabajo.

Sabía que me estaba molestado. Las personas que se sienten amenazadas por alguien empiezan lanzando indirectas o criticando de más.

—El señor Harry no pareció tener problemas conque vaya a la universidad en la semana, es más, el se ofreció a encargarse de mis gastos —recogí los platos y le di una última mirada— Con permiso.

Y me fui.

Por la cara que puso imagino que no tenía idea de que Harry había hecho ese trato conmigo. Pero igual no me importó decírselo, aunque no sé si haya hecho bien. Quizás Harry no quería decirle aún.

Genial.

Estoy empezando a darle problemas a Harry desde ya. Primero ayer en la fiesta y ahora esto.

Llegué a la cocina, dejé los platos en el fregadero y los empecé a lavar. Tenía que ayudarle un poco a Martha. Por cierto, no sé dónde se metió. Miré mi reloj y eran las ocho y media. Se hace más tarde. Salí de la cocina en dirección a mi cuarto. Me quité el uniforme y los zapatos y me puse algo más juvenil y casual. Escogí un short corto, camisa hasta el ombligo y unos tenis blancos. Hoy no tendría la gran cosa de clases. Eran más como ligeritas. Me peiné y maquillé un poco. Tomé mi mochila pequeña porque no llevaba libros hoy, guardé mi celular y salí.

Afuera me esperaba el chofer que me llevaría. Era un auto negro, cerrado que tenía la palabra jeep adelante con letras plateadas.

—¿Isabella?

—Hola. —me sentía mal que Harry hiciera estas cosas por mi, sé que quería ayudarme para que no gastara en pasajes o no me atrasara con el tráfico. Pero sentía que era demasiado. Solo acepté para llevarle la contraria a su esposa. Pero luego le diría que me iría en taxi. No me gustaban estas atribuciones.

—Sube por favor —el hombre de más o menos treinta y pico de años me abrió la puerta de los asientos traseros.

—Gracias —le dije con pena, montándome.

El hombre rodeó el coche y también se montó.

—¿Y como te llamas? —pregunté mientras arrancaba. Solo quería sacar un poco de plática porque el ambiente era tenso. ¿Qué estaría pensando el pobre hombre? Solo esperaba que no pensaran mal de mi.

—Soy Jared.

—Mucho gusto, Jared. Discúlpame por esto... el señor Lee no quiso que me retrasara con el tráfico.

Jared rió un poco. Pero no me pareció una risa de burla ni nada de eso. Más bien fue como casual.

—No te preocupes, eso nos lo dejó claro. Tranquila —me guiñó un ojo por el espejo retrovisor. Jared tenía poco cabello, tenía algunos tatuajes en sus brazos y también tenía un piercing en la oreja. Su pequeña barba tenía tonalidades entre amarillas y rojas. Era un hombre maduro, bastante guapo, se miraba fuerte por sus brazos. También se miraba que era de esos chicos que no te dejarían sola en un momento crítico. Y parecía de los chicos que te defendería de otros.

No estaba tan mal Jared.

—Está bien. Ayer no te vi por aquí... —le comenté. Habíamos salido de la mansión ya y íbamos en camino para la universidad.

¿Qué te pasa con tus hormonas, Isabella? Contrólate.

Piensa en Noah. Piensa en Noah.

O en Harry.

Me quise abofetear a mi misma por pensar esas cosas.

Además, cuando pensaba en Harry lo veía a él teniendo sexo con Helena. La rabia crecía dentro de mi. Provocaba no importarme. Que se la siga cogiendo todo lo que quiera. Y que sean felices.

—Estuve haciendo algo —respondió relajado. Manejaba nada más con una mano mientras la otra la tenía descansando en su pierna. Vestía un traje completamente negro.

—Entiendo.

—Pero supe lo qué pasó. Lo siento, las fiestas de los jefes suelen ser así.

Hubo algo dentro de mi que se desilusionó cuando dijo "los jefes" no lo sé.

—Sí, me lo puedo imaginar. —miré por la ventanilla y me dediqué a ver los árboles y edificios.

—Llegamos, te vengo a traer a la una, ¿esta bien? —me dijo Jared mientas abría mi puerta.

—Está bien.

Salí despidiéndome de él.

Suerte que no habían estudiantes afuera, pero también parecía que estaban en clases. Así que eso no sería suerte. Apresuré el paso y me adentré a la universidad. Tenía que llegar a mi aula antes de que me pusieran falta. Cuando iba a girar por un pasillo alguien me tomó de mi brazo y me hizo girar a él.

Trevor.

—¿A donde crees que vas? —me apresó.

—Trevor, ¿que haces? —me quise zafar.

—Necesitamos hablar —susurró mientras veía para ambos lados.

—¿De que?

—¿Le has dicho a alguien sobre la fiesta? —me preguntó a lo bajo.

Lo pensé. La única persona que me había sacado información era Harry, pero él me había dicho que mi secreto estaba a salvo. A menos que... ¿se atrevería a hacer eso? Me relamí los labios un poco nerviosa y lo miré. No sabía que decirle, no sabía ni mentir.

—No —fue lo único que respondí.

—Mientes —me recriminó.

—¿Qué? No—negué, ahora Trevor me recostó más a la esquina junto con el. Cualquiera que nos viera en esta situación diría que estábamos haciendo cosas sucias.

—Te digo que mientes porque cuando lo haces tu barbilla tiembla.

—Estas loco —me quise zafar. Pero entonces caí en cuenta de algo, algo que no había pensado desde el día de esa fiesta. Miré a Trevor con un poco de desconfianza. —¿Acaso tu... acaso tu mataste a Ryan?

—Shh cállate, por supuesto que no —respondió seguro— pero estaremos en problemas todos los que estábamos en esa fiesta si se llegan a enterar. Escucha, tengo muchos reportes y muchas faltas. Si se enteran de esto me correrán de la universidad —musitó— y esta es la única salida que tengo para salvarme. Si me voy de la universidad... no tengo nada.

No sé por qué pero le creí, me pareció que me habló con sinceridad. Entonces si Trevor no había sido estaba encubriendo a alguien. Pero ¿a quien? Miré su oreja, tenía un huequito vacío en donde cabía perfectamente un piercing. Como el que me encontré en la escena del crimen. El de la otra oreja sí lo tenía. Y lo que más me sorprendió era que era idéntico al que me encontré.

Mierda.

Eso me hace pensar que estuvo en la escena del crimen.

O no lo sé.

Ya me confundí.

—Trevor, yo no he dicho nada.

—¿Todo está bien? —una voz muy conocida habló detrás de mi. Abrí los ojos con sorpresa mientras miraba a Trevor.

Era Harry.

Pero ¿que hace de nuevo aquí?

—Todo está bien —respondió Trevor.

—¿Isabella? —inquirió mi nombre Harry. Eso significaba que me tenía que girar y encararlo.

Con toda la fuerza de voluntad me giré y lo miré.

—Hola, señor Lee, qué sorpresa encontrarlo por acá.

—Vengo por trabajo. —miró su reloj— tus clases empezaron hace diez minutos—me miró con desdén. Al parecer no se veía feliz.

¿Que pensará de mi y de Trevor? ¿Creerá que somos amantes o algo así?

—Sí, se me hizo un poco tarde —me solté del agarre de Trevor— pero ya me voy, nos vemos —me despedí de ambos y subí rápidamente las escaleras hasta llegar a mi salón. En profesor me dejó pasar para mi suerte pero de mi mente no se quitaba la expresión de Harry y el asunto de Trevor.

Cuando la primera clase terminó bajé las escaleras y salí de la universidad para dirigirme a los dormitorios. Necesitaba buscar unas cosas en mi closet. Me imaginaba que Piper estaría en clases o no se. Caminé hasta llegar, subí las escaleras y me dirigí por el pasillo que daba a mi habitación. Tomé el pomo, pero antes de abrir recibí una llamada. Busqué el celular en mi bolso, era Noah. Una sonrisa se posó en mi cara al ver su llamada.

Lo extrañaba tanto.

—¿Noah? —respondí en el lapso que abría la puerta. Pero la sonrisa se borró de mi cara al ver a Piper, mi compañera de cuarto, besándose con Trisha, su amiga, en mi cama. Mí cama. En cuanto abrí ellas me miraron y se sorprendieron un poco. —Lo siento —salí de la habitación rápidamente.

—¿Isa, estás bien? —escuché la voz de Noah.

—Sí. Lo estoy —aclaré mi mente. Había soportado algo peor que eso la noche de la fiesta. No es que esté mal es solo que me sorprendió. ¿Tendrán una relación en secreto?—¿Como estás tú?

Resopló.

—Bien, he estado muy pensativo desde ayer. Te quise llamar en la noche pero me contuve—respondió. Caminé hacia una ventana enorme y me senté en el borde. Desde aquí miraba a los alumnos pasearse por el jardín.

—Hubiera querido que me llamaras —hice un pequeño puchero que él no vio.

—Entiéndeme. No estaba bien con lo que me dijiste, no puedo soportar que duermas bajo el mismo techo que el.

—Noah, por favor no hablemos de eso. Solo quiero escucharte. Te extraño mucho —suspiré— es muy difícil para mí, solo quiero que me entiendas y no me juzgues. Ayer conocí a una chica llamada Martha, es casi de mi edad, también duerme ahí.

—¿Duermen en la misma habitación?

No.

—Sí —mentí— quiero que estes tranquilo. Conocí a la esposa del señor Lee y es una monada, no tienes por qué ponerte celoso de Harry Lee, el jamás pondría los ojos en alguien como yo teniendo como esposa a esa chica tan bonita. Creo que hasta tu te enamorarías de ella.

—Eso no pasaría. Créeme, por algo te lo digo. Aquí también hay chicas, Isa, y mientras más las conozco más me he dado cuenta de que no puedo sacarte de mi cabeza.

—¿Por qué lo dices? —dudé un poco— ¿acaso las has querido ver con otros ojos?

—No, solo te comentaba.

—Pues pensé que alguna chica te tiró la honda y por eso me lo dices.

—Claro que no... o quizás sí. Pero por eso te lo digo, no puedo sacarte de mi cabeza. Eres especial para mi.

—Más te vale, Noah, porque mira que aquí también hay chicos, ¿eh?

—¿Es una amenaza?

—No.

—Este fin de semana cumplimos tres años de novios. Cómo pasa el tiempo.

—Así es, desearía estar contigo para ese día. Solo nosotros dos.

—Quizás ese deseo se vuelve realidad.

—Me gustaría mucho.

—Hola, Noah —escuché una voz femenina por el altavoz de Noah.

—¿Quien en esa? —recriminé— Noah, ¿en donde estas? —ahora mi voz era más amenazante.

—Nadie, estoy en mi habitación.

—¿Me estás diciendo qué hay una chica en tu habitación?

—¿Que? No, bueno sí. Es que vamos a estudiar.

—¡Noah!

—Isa, no sé por qué vino hasta aquí. Quedamos en que estudiaríamos en la biblioteca —murmuró entre dientes. Aunque eso último no sé si me lo dijo a mi o a ella.

Maldita sea.

—¿Sabes que? Ojalá que ya no se cumpla ese estupido deseo. Quédate estudiando con tu amiguita. Adiós.

—Isa, espera...

Y colgué.

—Estudiar, sí como no.... —me di la vuelta para volver a mi habitación pero me detuve en seco al ver a Harry Lee detrás de mi, estaba de brazos cruzados y tenía una sonrisa traviesa en su cara.

¿Acaso había escuchado toda mi conversación?

Joder.

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