PRÓLOGO
PRÓLOGO
«Ok. Dejemos claro algo; soy una puta psicóloga. Siempre voy a buscar la lógica para todo, pero esto... esto ante mi no se si es real o no.» Los pensamientos de Aria iban a toda marcha al ver el lugar en el que se encontraba. Cuando Aria había despertado, se sintió perdida y desorientada. La jaula donde se encontraba no puede ser real, porque, en un momento estaba en la montaña con sus amigos y al siguiente instante se encuentra en el interior de lo que parece una zona de carga de... ¿Un barco? ¿Avión? No recordaba haber visto algo igual, salvo en las películas de ciencia ficción de Star Trek... ¡NO! Esos pensamientos ilógicos debían de ser culpa de su madre por hablarle de cosas que no existen.
Tratando de adaptar sus ojos a la poca luz opaca, deslumbró otra jaula con una chica dentro, la cual no podía ver bien. Arrastrando sus piernas por el frío metal, se pegó más a los barrotes.
—Hola. —su voz salió como un susurro, lo cual dudó que la chica la hubiera escuchado. Cuando abrió la boca para volver a llamarla, la mujer respondió.
—¡Shhh! Guarda silencio. Que ellos no te escuchen o se enfadarán y no quieres verlos molestos.
—¿Quienes son ellos? ... esto tiene que ser un puto sueño. —murmura la última parte para si misma.
—Los Lars...
—Los... ¿Qué cosa?
—Alienígenas.
—¿Alienígenas? —Aria frunció el ceño, sin poder creer lo que estaba escuchando—. Eso es ridículo, no existen los extraterrestres.
La chica en la otra jaula ríe con ironía y niega con la cabeza. Su cabello, que se encuentra hacia delante, se balancea con el movimiento, impidiéndole que Aria pueda ver su rostro.
—Créeme, existen. Fui secuestrada por esos hombres-lagartos de piel morada y escamosa, hace... no recuerdo cuanto tiempo ha pasado. Solo se que me trajeron aquí, y he estado con ellos desde entonces. He estado sola desde entonces... hasta ahora, que has llegado.
Aria sentía que estaba perdiendo la cordura. Aquello era tan surrealista, tan fuera de lo común, que no podía procesarlo. Tratando de enfocar mejor a la joven, ve que está desnuda y la suciedad cubre su cuerpo. Al menos esperaba que fuera eso, aunque por el olor a excremento podía hacerse una idea. Rápidamente se mira ella misma dándose cuenta ahora, por primera vez, que estaba completamente vestida con su licra negro, camiseta marrón y su suéter negro, su pequeño bolso que cruza su cuerpo seguía colgando de ella aún. Una vez que sea inspeccionado y pateado mentalmente por no haber hecho algo tan básico desde un principio, vuelve a mirar a la chica.
—Tienes que ayudarme a salir de aquí. Por favor, no puedo quedarme encerrada en esta jaula. —implora Arianna.
—Lo siento. Lamento no poder ayudarte. Pero si pudiera, tampoco lo haría.
Los forcejeos de Aria con los barrotes cesan, quedando paralizada ante las palabras vacías de la joven.
—¿Porqué no? —le pregunta Aria con incredulidad. De pronto la chica alza la cabeza, permitiendo que Aria tenga un vistazo de su cara. Un grito silencioso queda atorado en la garganta de Aria al ver tal horror y crueldad.
—Más de una vez intenté escapar, y las consecuencias por mi desobediencia no fueron nada gratificante. —Aria mira con horror la cara de la chica, dándose cuenta que dónde debería ir un par de ojos, solo estaban dos cuencas vacías. Y lo que indiscutiblemente es sangre seca callendo de ellos. El estómago de Aria se revuelve, haciéndole imposible vomitar, mira dentro de su celda dónde poder vaciar su estómago. Se arrastra hasta un cubo de metal en una esquina y deja que su estómago se haga cargo de su cuerpo.
—Puedo imaginar lo horrible que es, pero al menos estoy viva sin importar cuantas partes de mi cuerpo falten.
La voz de la chica sonaba con resignación, y Aria sintió una pequeña chispa de empatía. A pesar de su escepticismo, decidió que no podía quedarse de brazos cruzados. Aunque el horror de saber que le faltaban partes de su cuerpo la ponía enferma de miedo y rabia.
—No te preocupes. Estaremos bien. —dice la joven.
—Esto es un puto sueño. Tengo que despertar y volver con mi hija... —la voz de Aria es interrumpida con el sonido de lo que parece un trueno. Las paredes de la bodega de carga se sacuden con violencia, enviando a Aria al otro extremo, dónde se golpea la cabeza con las barras de metal.
—Nos están atacando.... otra vez. —susurra la joven—. ¿Estás bien?
—Si, eso creo. Me he golpeado la cabeza, pero no está sangrando.
—Bien. Trata de agarrarte fuerte a las barras y no te sueltes.
—¿Porqué nos están atacando? —pregunta Aria, mientras que su cuerpo se sacude con las vibraciones.
—A nosotras no, pero si a los Lars. Por lo que puedo entender con la cosa que me han puesto en la oreja; están en guerra con otra especie llamada Dargox, dicen que quieren robarles a sus hembras.
—Bueno, eso es muy irónico teniendo en cuenta que ellos nos han robado de nuestro planeta.
—Sí, lo es. Pero eso no parece importarles. Estamos atrapadas en medio de una guerra alienígena sin saber qué va a pasar.
—¿Y si vuelan esta cosa con nosotras adentro? —Aria hizo la pregunta, más que para la joven, fue para si misma.
—Al menos seremos libre de ese modo.
Aria siente el miedo correr por sus venas y se agarra con fuerza a las barras de su jaula, tratando de mantenerse firme a pesar de la violencia del ataque. Los disparos y explosiones se vuelven cada vez más intensos, sacudiendo la nave con fuerza.
—No puedo morir aquí —murmura Aria llorando—, tengo que volver con mi hija y mi madre. —el miedo la estaba golpeando muy fuerte.
De repente, unas luces rojas parpadeantes iluminan el espacio donde están, acompañado de un fuerte sonido de alarma que le hizo saber que algo realmente malo esta sucediendo. La gravedad desaparece por completo. Aria siente cómo su cuerpo flota en el aire, sin ningún tipo de control. Las puertas de las jaulas se abren por sí solas y los objetos comienzan a flotar sin rumbo fijo. Ve su vómito salir del cubo y eso le da más ganas de vomitar, pero se controla para no hacerlo.