Capítulo 5: Castigo
Yolie:
Convencer a la chica no me fue tan difícil como creía. Lo pensó por unos segundos, puso cara como de gato a punto de comerse un canario con sobrepeso y accedió.
Tal vez tenga intención de ahogarme.
Regresé a mi habitación a preparar lo que creí podría necesitar. Al parecer el Patrick no me secuestró únicamente, también entró a mi casa y agarró muchas de mis cosas. Lástima que no tomó más piezas de mi ropa, apenas unas diez mudas.
Aquí en la habitación que me asignaron hay un armario lleno de vestidos, otras prendas de marca de diseñador e incluso zapatos que por desgracia debieron pertenecer a alguna mujer tres tallas más delgada y medio metro más alta que yo. En fin, me decanto por un short de mezclilla y un pulóver viejos. Me pongo mis únicos y prácticos zapatos y aprovechando que Cosima está ocupada sacudiendo los muebles del segundo piso asalto el refri.
He metido en una cesta cuánta cosa me ha llamado la atención y he partido al encuentro de Eleni.
Salimos sigilosamente de la villa, por una reja lateral. Descendimos la escalinata empedrada sin mucho esfuerzo y ya estábamos a la orilla de la bellísima playa. Dejé la cesta y mi toalla en la arena, me quité los zapatos y vadeé hasta que el agua me alcanzó la altura del cuello. Me sumergí bajo las frescas olas y nadé un poco alejándome de la orilla.
Eleni permanecía sentada en la arena, vigilando mis pertenencias. Le hago caso omiso a la muchacha y me entretengo nadando por media hora.
Llevo un rato de flotando boca arriba cuando soy jalonada por el brazo y arrastrada hacia la orilla. Lucho contra la bestia que tira de mí. Alcanzamos la orilla, me separo el pelo mojado del rostro y me encuentro cara a cara con el mismísimo Patrick.
—Así que...has decidido dar la cara.- espeto enfrentándolo.- Lo estaba pasando espectacular hasta que apareciste. ¡Maldito entrometido!
Viste completamente de negro, al mismo estilo que Alex. El color lo hace lucir peligroso. Su cabello es negro y brilloso, liso. Arreglado en un pelado de forma que le caen dos gruesos mechones, uno a cada lado del rostro. Sus facciones son más varoniles y toscas que las de Alex, su nariz algo más pequeña, sus labios mucho más finos y sus ojos son de un carmelita tan oscuro que parecen negros, son fríos, vacíos. Forcejeo con mi atacante y logro desligarme de su agarre.
— ¡¿No dices nada, enfermo secuestrador psicópata?!
Pone sus manos tras su espalda y adopta una posición que solo he visto en militares o policías. Mirando tras de mí, como si yo no hubiera dicho ni pío.
—Señor, la he encontrado. - dice bajando la cabeza en señal de respeto.
—Ya veo.
Oigo que responde otra voz y palidezco. Oh no, la he cagado.
—Déjanos a solas Patrick. Si vuelvo a necesitarte te llamaré.- ordena Alex.
Patrick asiente y se marcha con paso ligero. Yo trago en seco.
— ¿Puedes explicarme qué demonios haces aquí y totalmente sola?- pregunta la voz a mi espalda en un tono engañosamente dulce. Opto por la mejor opción y permanezco callada.
Alex camina lentamente y se coloca frente a mí, por lo que no puedo evitar tener que encontrarme con su azul mirada. Si, sus ojos son azules hoy. Es tan bello y está tan cerca que puedo sentir el calor que irradia su cuerpo.
¡Maldición! ¿No hay forma de que esté a menos de un metro suyo y logre evitar sentirme atraída por él?
— ¿No me vas a contestar?- insiste.- ¿qué hacías aquí, sola?
—No estaba sola. Estaba con...- miro la playa arriba y abajo. Eleni ha desaparecido sospechosamente. - Estaba con tu secuaz. - respondo indignada.
— ¿Te refieres a Patrick, mmm? Realmente dudo que hayas estado con él más de cinco minutos, así que responde. ¿Por qué me desobedeciste?
Oh, oh. Ahora si suena realmente enfadado. ¿Qué puedo decir? No quiero que se enfurruñe y me asesine.
Alex:
Está mojada. El agua salada del mar gotea de sus ropas, sus cabellos rebeldes están pegados a su cara, a su cuello y a su espalda. Su pulóver se ha vuelto transparente y soy capaz de ver sus enormes pezones endurecidos a través de la tela. Sus shorts dejan sus gruesos muslos al descubierto, está descalza y embarrada de arena por todos lados.
Cuando noté que hacía un rato no escuchaba sus pensamientos me alarmé al instante. Recorrí la Villa de arriba abajo y no logré encontrarla, les pregunté a Kostas y Cosima si la habían visto a lo que respondieron negativamente. Incluso Eleni negó conocer su paradero. Luego Cosima me informó que una gran cantidad de comida había desaparecido del refri y temí lo peor. Pensé que tal vez había tomado toda la comida faltante y había intentado huir hacia el otro extremo de la Isla.
Pero cuando cuándo la vi flotando, inmóvil, a través de los pensamientos de Patrick creí que me volvía loco. Creí que mi némesis finalmente había logrado su cometido y la había asesinado.
La observo fijamente. Durante días una idea ha rondado su cabeza. Quiere huir, quiere regresar a su país, lo único que la detiene a exigirme su libertad es el temor que me tiene. La conexión mental entre nosotros es cada vez más fuerte, el lazo se restableció el momento en que la tuve lo suficientemente cerca. Ahora está incaracterísticamente callada.
Oh, oh. Ahora si suena realmente enfadado. ¿Qué puedo decir? No quiero que se enfurruñe y me asesine.
Elevo las cejas del asombro. Así que esto es lo que piensa de mí. Bien, tal vez sea hora de mostrarle de lo que soy capaz.
Yolie:
Sonríe fugazmente y su rostro toma una expresión siniestra. Tiemblo.
—No voy a asesinarte.
Le dijo el lobo a la oveja.
—Voy a enseñarte una lección que no olvidarás, brujita.
Se abalanza sobre mí y salgo huyendo en dirección contraria a todo lo rápido que me dan las piernas. Me da alcance y me tumba sobre la arena. Antes de que pueda quejarme me besa, dejando mis pulmones sin aire.
—Puedes correr todo lo que quieras, siempre te voy a alcanzar.- gruñe contra mis labios y me vuelve a besar.
Este hombre es peligroso. Es un psicópata, un mujeriego, un...Un...
Mete su mano por el dobladillo de mi pulóver, subiéndolo. Llevo un sujetador blanco de tela muy fina y lo sube también. Me muerde el labio inferior y yo gimo. No sé en qué momento me ha dejado desnuda de la cintura hacia arriba.
Mis pechos están firmes, mis pezones endurecidos por el contacto con el agua fresca y ahora porque ha dejado de besarme y me mira los senos con esa expresión de lujuria que le he visto en el rostro tantas otras veces.
Busca mi boca otra vez y le devuelvo el beso. Enreda una mano en mi maraña de cabellos y con los dedos corazón e índice de la otra me acaricia el espacio entre los senos. Mis manos van a aferrarse a sus cabellos, llevaba dos semanas imaginando cómo se sentiría hacerlo y ahora lo sé. Profundizo el beso y rozo mi lengua con la suya. Rompe el contacto de nuestros labios y sonríe.
—Llevas dos semanas evitándome. ¿Por qué?
Respiro entrecortadamente.
— Porque sabía que esto pasaría. Sabía que si me volvías a poner una mano encima estaría perdida.
Suelta una carcajada y roza mi nariz con la punta de la suya, juguetón.
—Soy yo el que está perdido, brujita. No lo olvides.- y sin más preámbulo roza mi pezón derecho con sus labios y se lo introduce en la boca.
Oh. Por. Dios. Si antes estaba excitada ahora ya estoy quemándome. Los dedos de mis pies se engarrotan involuntariamente. Mi temperatura corporal se ha disparado a mil grados Fahrenheit. Un deseo oscuro se apodera de mis entrañas y mis muslos comienzan a mojarse con mis propias secreciones.
Su boca abandona ese pezón y aterriza sobre el otro. Lo succiona duramente entre sus labios y lo acaricia con su lengua. Tortura el que ya había besado con los dedos de una de sus manos, pellizcándolo.
Su otra mano está acariciando mi muslo. Sus largos dedos juguetean a introducirse dentro de mi short y rozar mi sexo por encima del calzón azul que me he puesto.
—Estás tan mojada que puedo olerte.- murmura contra mi pecho.
Mis manos tiemblan, enredadas en sus revoltosos rizos.
Me mira a los ojos, transmitiéndome lo mucho que me desea con su mirada y me besa otra vez. Ahora mordiéndome los labios. Cierro los ojos y separado las piernas, flexionando las rodillas para darle mayor acceso a mi sexo. Mientras me besa desabrocha la cremallera de mis shorts, bajándolos por mis muslos rápidamente. Se ha llevado además el calzón, por lo que ya estoy completamente desnuda, sucia de arena por todas partes y totalmente encendida de pasión por él.
Rompe el beso y antes de que pueda siquiera gemir su boca conecta con mi intimidad.
— ¡Mhm!
Alex:
Para mi satisfacción, la pequeña bruja está depilada. Me prometí a mí mismo que disfrutaría del sabor de su pasión y eso hago. Sabe dulce y picante a la vez, es exquisita y embriagadora.
Succiono su clítoris con mis labios y le tiemblan las piernas. Busco la entrada a su paraíso y la rozo con mi lengua. Ella chilla. Me encanta, me encanta escuchar esos soniditos que delatan lo mucho que está disfrutando esto.
La contemplo un segundo. Está totalmente desnuda, desgreñada, sucia de arena y permitiendo que la haga venirse con mis manos y mi lengua, a pleno día en la franja de playa al costado de mi Villa. ¡Zeus! Nuestras sesiones nocturnas me llevaron a sospechar que es toda una libertina entre las sábanas pero no tenía ni idea de que pudiera llegar a ser mucho más que eso.
Me pregunto si podría convertirla en una Ninfómana, una verdadera zorra. Podría follármela dónde quisiera, cuándo quisiera y cómo quisiera.
Aprieto sus pechos con mis manos y jadea. Todo su cuerpo está tenso, su cuello estirado, su cabeza echada hacia atrás en total entrega. Mhm. La idea de volverla adicta a mí se me hace cada vez más apetecible. Pero por el momento me conformaré con hacer que se derrame en mi boca.
Yolie:
Alex me tiene rendida de pasión y lujuria. Su lengua ha encontrado la entrada a mi entrada y ahora me penetra con ella. Por mi mente pasan un montón de pensamientos incoherentes, pero todos son dominados por el más potente de todos.
—Más.- gimo. Moviendo las caderas descaradamente al encuentro de su lengua.
Alex:
Oh, sí. Gózalo brujita.
Es increíblemente receptiva y su humedad fluye de su interior como una cascada. Los músculos de su vientre están contraídos, toda ella está rígida de pasión. Le falta poco, muy poco para venirse.
Yolie:
Una de sus manos abandona mis senos y recorre mi vientre lentamente, se me pone la piel de gallina. Alex se incorpora sobre mí, ya estoy bizca de pasión y no logro evitarlo, reclamo su boca y soy capaz de probar mi propio sabor en sus labios.
Rompe el beso y me mira sorprendido por un segundo. Me relamo, de una manera seductora (eso espero) y busco su boca nuevamente.
—Eres una caja de sorpresas, brujita.- murmura contra mis labios y le muerdo.
—Cállate. Cállate y bésame.- le ordenó con la voz ronca.
Se ríe por lo bajo y me obedece. Mis piernas están abiertas a ambos lados de sus caderas, el está arrodillado entre mis muslos. La mano suya que había descendido por mi vientre se quedó clavándome los dedos en la cadera. Alex vuelve a abonar mis labios y gruño.
—Estás casi lista, brujita.- susurra zalamero, mientras su otra mano abandona también mi seno. Quiero llorar de frustración.
Aparta mis manos de sus cabellos y me las coloca una sobre cada pecho.
—Juega con ellos.- me ordena.- Tócate los pezones de la manera en que lo disfrutes más.
¡No quiero! Quiero sus manos en mí, quiero besar su boca. ¡No es justo!
—Yo tendré las manos y la boca ocupadas en otro lugar. Quiero hacer que te vengas en mi boca pero necesitaré que te toques.- susurra.
Me rindo. Quiero venirme. Necesito venirme, estoy tan excitada que mi vientre duele. Aprieto mis pechos con mis manos y suspiro de felicidad.
—Buena chica. - elogia Alex. Concentrado en separar mis muslos con sus manos.- Quiero ver cómo fluyen tus deseos mientras alcanzas tu climax.
Oh. Por. Dios. Mi cerebro hace cortocircuito ante su comentario cargado de lujuria. Juego con mis pechos sin mucho entusiasmo al principio, pero luego comienzo a pellizcar mis pezones entre mis dedos índice y pulgar y estoy de nuevo al borde del abismo.
Alex acaricia mis piernas lentamente, acariciando mis pies, ascendido hacia mis muslos y apretando mis rodillas. Entra en mí con dos dedos, sin preámbulo alguno. Rápidamente moviéndolos dentro de mí. Su lengua acaricia mi clítoris mientras me folla con sus dedos, acelerando el ritmo. Da un violento azote a mi pubis.
Un volcán estalla en mi interior.
Llegó al clímax rápidamente.
Chillo.
Entre mis piernas, Alex bebe los fluidos de mi orgasmo, lamiendo mi entrada, gruñe como si probara la cosa más deliciosa del mundo.
Muevo mis caderas en círculos cabalgando las últimas olas de mi éxtasis.
Poco a poco mi respiración vuelve a la normalidad, al igual que mis latidos. La cabeza me da vueltas, tengo la boca reseca.
¡DIOS! Este hombre me tiene loca, me ha tocado y al momento he entrado en una especie de trance.
La angustia se apodera de mí.
No soy así, realmente no lo soy.
¿Cómo es posible que me haya dejado manosear por un completo desconocido?
Me incorporo y cierro las piernas. Abrazando mis rodillas con los brazos, así cubro mis senos e intento rescatar un poco del pudor que estalló en mil pedazos hace tres minutos.
Alex continúa arrodillado frente a mí. Sus rizos completamente revueltos a causa de mis dedos. Su respiración es aún entrecortada, sus labios están relucientes a causa de mis fluidos. Se relame con gusto. Me mira con ojos que podría jurar son totalmente negros.