Capítulo 4.
Pasaron un par de horas desde que llegaron a la Isla, aún estaban en la oficina de Iram; él continuaba hablando con Aleeah y Tarian, aparte de Bowie, que estaba bastante metido en la conversación, aunque no fuera de su incumbencia. De hecho, Bowie parecía comprender mejor que nadie lo que Iram hablaba. Lo cual era muy extraño. Glen y Hebe regresaron a su pasatiempo, ignorando la reunión, desde hacía una media hora no dejaban de besarse. Gustav intentaba poner atención a lo que Iram decía. Mason logró captar la atención de Gustav cuando mencionó la palabra: “Sirenas”. Tan pronto el tema salió, Oceana se retiró de la habitación. Gustav no pudo evitar seguirla con la mirada hasta verla salir. No lo engañaba, ella ocultaba algo.
Mason explicaba el papel de las sirenas y su reino para Kaleptahad; dependían de ellos para patrullar el mar, mantener a los seres peligrosos y asesinos en la Isla oscura donde no le hicieran daño a nadie. Ahora necesitaban comunicarse con ellos, había muchos seres mágicos buenos e inocentes que terminaron en la Isla oscura a causa de la rebelión de los Ingenéticos. Necesitaban hacer volver a Kaleptahad a todo aquel que hubiera logrado sobrevivir. Los vampiros eran depredadores, pero eran pacíficos, con ciertas excepciones, la mayoría de los vampiros fueron desterrados por los padres de Nathalie. Ellos sabían luchar y como defenderse de las criaturas aborrecibles. Cabía una enorme posibilidad de que la mayoría de esa raza aun estuviera viva en la Isla oscura. Las sirenas tenían décadas de no pisar la tierra real de Kaleptahad y la única posibilidad de salvar a los inocentes era comunicándose con el Rey del Mar, para eso necesitarían que al menos una sirena tocara tierra y luego encontrarla.
Gustav salió de la concentración sobre la conversación al ver a Oceana entrar de nuevo a la habitación. Regresó, nuevamente, con Julián y Filisteo, que traían en sus manos bandejas con pequeños refrigerios. Oceana les sirvió primero al Rey y su hija; además de Tarian y Bowie. Filisteo y Julián se encargaron de servirles a Hebe, Glen y Gustav. Oceana era delicada al servir, muy diferente a como lo hacían Julián y Filisteo. Aquello no le pasó desapercibido a Gustav, quien enseguida recordó los modales de Aleeah y Hebe cuando las conoció. Ella no era una simple servidora o una ingenética como decía ser; tenía modales de una princesa.
Cuando Oceana pasó al lado de Glen Hebe vació su taza de té en los pies de Oceana; el color de la piel de Oceana cambio drásticamente en el momento que el líquido la tocó, su rostro empalideció, volviéndose una mirada de pánico.
―No ―chilló angustiada y salió corriendo de la habitación. Gustav miró a Hebe de forma acusatoria y Glen la retó con la mirada.
― ¿Por qué lo hiciste? ¡Es lo más infantil que has hecho Hebe! ¡Ya basta! ―Glen se puso de pie, apartándola de su lado, empezaba a enojarse por la actitud caprichosa que había estado mostrando sin cesar. Sabía que Glen era muy paciente; pero todo tenía un límite.
Gustav se levantó de su asiento y corrió detrás de Oceana, al salir al pasillo, supo que era demasiado tarde como para seguirla, ya no veía rastros de ella; pero la buscaría, aunque el reto de encontrarla entre cientos de habitaciones de un palacio de apariencia medieval fuera casi imposible de ganar.
Caminó por el pasillo, y no tuvo que ir demasiado lejos cuando un fuerte ruido proveniente de una habitación lo atrajo, a eso le siguió un quejido, escuchó algo golpear el suelo con un sonido pesado y mojado, además de un gruñido de angustia; pudo reconocer el sonido de la voz de Oceana en el timbre de aquella exclamación.
Gustav caminó hasta la puerta de aquella habitación e intentó abrirla silenciosamente; pero como era de esperarse la puerta estaba cerrada y, aun así, ella lo notó.
― ¿Quién es? ―su voz indicaba una clara angustia mezclada con miedo, Gustav tocó la madera de la puerta, sintiéndose mal por ella, deseando poder ayudarla.
―Gustav ―respondió él calmadamente―. ¿Estás bien?
―S-sí. Bueno eso creo, e-estaré bien.
― ¿Segura que no necesitas ayuda?
―Yo, y-yo puedo. Vete, por favor ―suplicó ella de manera muy calmada, era una petición vehemente, una desesperada.
―De acuerdo, me iré ―aceptó Gustav, él caminó un poco en dirección a la oficina y luego simuló que se alejaba, marchando sobre el mismo lugar. Supo que ella enserió creyó que se alejaba cuando un humo blanco empezó a salir por debajo de la puerta.
― ¡Lo sabía! ―susurró Gustav al ver aquello. Ella mentía, no era una ingenética, era un ser mágico y él ya tenía claras sospechas sobre la naturaleza de la chica.
Él encontró sorprendido su propósito en Kaleptahad: se tomaría el tiempo en averiguar qué era Oceana y por qué lo ocultaba. Satisfecho, Gustav volvió a caminar hacia la oficina con una sonrisa marcada en su rostro.
― ¿Qué se hicieron los novios maniáticos? ―preguntó Gustav para referirse a Hebe y Glen, señaló el sofá dónde estuvieron sentados.
―Se fueron prácticamente agarrándose de los pelos; esta vez fue la gota que derramó el vaso para Glen ―respondió Tarian mordiendo galletas mientras hablaba.
―Creo que Hebe no volverá con nosotros a Alemania ―dijo Aleeah y suspiró con lástima, Hebe era la única compañía femenina de Aleeah, y la única que podía comprender hasta cierto punto su origen y su naturaleza. Regresar sin ella le daba un panorama algo solitario.
―Su vida aquí no será fácil cuando los ancianos se den cuenta que el tatuaje no es su marca de virginidad, yo la protegeré, por supuesto; pero ellos le harán la vida imposible, sufrirá mucho desprecio. Algunas personas de la realeza aun son muy delicadas en ciertos temas ―dijo Iram.
― ¡Sabía que no tardaría en darse cuenta! ―Bowie señaló al Rey, era obvio que ya lo sabía todo.
―Se leer mentes muchachito ―le dijo Iram, dándole una palmada en la espalda a Bowie.
―Iremos a caminar al pueblo. Gustav, ¿quieres venir con nosotros? ―preguntó Aleeah y esta lo miró atenta, esperando su respuesta con atención.
―Luego. Quiero desempacar y ver… otras cosas.
―De acuerdo ―sonrió ella conforme―. Cómo quieras Gussy, solo avísame si necesitas algo, lo que sea ―Aleeah se puso de pie y tiró los brazos alrededor de él, dándole un cariñoso abrazo con mucha dificultad.
―Tengan cuidado; quiero ver nacer a esta cosa ―dijo él sobando el vientre de Aleeah con cariño.
― ¿Qué insinúas? ¿Crees que no se cuidar a mi esposa e hija? ―preguntó Tarian dramatizando; desde hacía unos cuantos meses atrás, Tarian parecía ser mucho más hormonal y susceptible que su esposa.
―O hijo ―corrigió Aleeah, le miró con una sonrisa de soslayo, siempre era la misma historia, Tarian juraba que sería niña, Aleeah le corregía.
―Cuando nazca y veas que es una niña te diré... ¡Te-lo-dije! ―dijo Tarian tocando la punta de la nariz de su esposa.
―Como quieras ―Aleeah rió, jalándolo fuera de la habitación. Bowie salió detrás de ellos con prisa y Gustav consecutivamente, quien, como ya había dicho, tomó un rumbo distinto.
―Deprisa, necesito salir ―insistió Bowie, tomando la delantera con algo de desesperación.
― ¿Qué le pasa? ―preguntó Tarian extrañado.
Bowie estuvo actuando muy extraño desde hacía unos dos meses. Conocía lo suficiente a su hermano como para saber que había algo que aun no le contaba. Aleeah rió y negó con la cabeza.
―Estoy casi segura de que Bowie anda buscando algo. Lo odio por tener su mente en blanco, sabe que se la leeré ―gruñó Aleeah mientras caminaba tranquilamente del brazo de Tarian.
― ¿Podrían apurarse? ―gritó desde afuera asomando su cabeza por el margen de la puerta.
― ¡Por Dios Bowie! ¿No ves que tengo nueve meses de embarazo y como tres kilos de más en mi vientre? ¡Ten un poco de paz! ―gritó Aleeah.
Bowie caminaba por delante de ellos, los esperaba, para luego nuevamente adelantarse como una señal clara de insistencia; sin embargo, ni Aleeah o Tarian aceleraron el paso. Caminaron bajo el mismo ritmo hasta llegar a centro del pueblo, donde estaban las tiendas y los puestos en la calle. La luna estaba hermosa y brillando en su máximo esplendor, su halo se reflejaba en las alas de las hadas y las píxides dejaban su camino brilloso por el aire. Todos los seres mágicos se abrían paso a Tarian y Aleeah. Bowie se concentraba en los puestos sobre la calle y las personas que compraban; cada vez que miraba una sílfide se acercaba curioso a ella, cuando miraba su rostro se retraía y volvía a caminar. Aleeah enseguida supo lo que Bowie buscaba: no era algo, era a alguien y, en específico, una sílfide, una chica. Aleeah miraba con detenimiento el rostro de Bowie; hasta que de pronto sus ojos se iluminaron.
¡Él había encontrado lo que buscaba!
― ¡Jani! ―gritó Bowie en dirección a una sílfide que estaba de espaldas.
Ella volteó para mirarlo y sus ojos también se iluminaron al verlo.
― ¡Bowie! ―correspondió ella para luego correr en dirección a Bowie, él también corrió hacia ella. Cuando chocaron, ella lo tomó de cuello y lo besó apasionadamente. Bowie envolvió la cintura de la sílfide con sus brazos hambrientos.
Tarian estaba boquiabierto viendo aquella imagen. Aleeah no estaba tan sorprendida como Tarian, pero igual estaba impresionada. Tarian empezó a gruñir y hacer sonidos con su garganta para detener aquella acción insistente entre Bowie y la sílfide. Aleeah sabía que Tarian estaba incomodo porque todos los demás seres mágicos los miraban. Ellos dejaron de besarse para voltear a ver a Tarian.
Cuando vio su rostro, Aleeah pudo reconocer quien era aquella sílfide.
¡Era tan diferente!
¿Cómo era capaz de olvidar el rostro que la había criado?
―Jani… Janire ―expresó ella con sorpresa.
― ¡Aleeah! ¡Estás aquí! ―gritó la sílfide con emoción― ¡Y a punto de ser mamá! ―expresó con un semblante de ternura en su rostro―. ¿Quién diría que aquella pequeña hadita que recibí bebé estaría a punto de ser mamá?
― ¡Te vez increíble! ―expresó claramente sorprendida― ¿Qué pasó?
―Volví a mi naturaleza. No te equivoques, no soy un hada, soy una sílfide; la diferencia está en las alas ―volteándose ligeramente para lucir sus doradas alas y alargadas, ella lucía diferente no solo por sus alas, sino por su largo cabello rubio, lleno de ondas, con flores y hojas que parecían crecer de su propio cabello, e iba vestida con elementos de la misma procedencia, un pequeño vestido de hojas y musgo que solo cubría lo necesario. Ella también tenía una figura envidiable, una que Aleeah dudó que fuera capaz de tener jamás, al menos no después del embarazo. A los seres mágicos parecía no importarles ser recatados.
― ¿Cómo puede ser que viviera contigo durante toda mi infancia, niñez, adolescencia y jamás lo supe? ―preguntó Aleeah pasando sus dedos por el borde de una de las alas de Janire.
―Pues cuando estaba en tierra Sergio me medicaba para ocultar mi naturaleza mágica. En el tiempo que estuve en prisión pagando por ser cómplice de tu secuestro me desintoxiqué y me dieron el antídoto, pensé que lo había perdido para siempre, que me había vuelto una ingenética. ¡Estoy feliz de poder volver a ser una sílfide y volar! ―respondió sonriente y emocionada.
― ¿Alguno de los dos me piensa explicar cómo fue que pasó esto? ―preguntó Tarian señalando el agarre de manos de Janire y Bowie. Ellos se miraron y sonrieron al mismo tiempo, sus ojos mostraban complicidad y un inevitable brillo de amor.
―No puedo creer que mi hermano no me haya dicho nada ―dijo Aleeah al saber lo que pensaban, era cómplice de todo aquello.
― ¿Mason tuvo que ver en esto? ―preguntó Tarian mirando seriamente a su esposa.
―No te puedo negar que desde aquel día que Bowie entró a casa, cuando Sergio no estaba, yo me enamore de él ―dijo Janire viendo a Bowie con aquel mismo gesto de amor.
―Para mí fue el día en que la vi entrar al salón de eventos del barrio privado ―dijo Bowie mirándola a ella.
― ¿Cómo diablos no lo sospeché? ¡Ustedes dos pasaban coqueteándose el día entero cuando Janire nos ayudaba a llegar a Kaleptahad! ―expresó Tarian, indignado, tenía que admitir que en lo profundo de su corazón había pensado que su hermano era homosexual; sin embargo, tan solo era raro.
―Cuando salí de prisión porque él padre de Aleeah me liberó con la condición de que lo ayudara a mediar con los demás seres mágicos por mi conocimiento hice amistad con Mason y le pedí que utilizara sus poderes para ayudarme a comunicarme con Bowie ―detalló Jani.
―Mason sabe absolutamente todo lo que pasa con nosotros ―dijo Bowie.
―Ya debe de estar aburrido de tantas escenas empalagosas de amor; empalagosa para él, a mí me encanta ―dijo ella acariciando el rostro de Bowie.
―A mí me están empalagando en este momento; no quisiera estar en el lugar de Mason ―se quejó Tarian.
―Créeme, enserio no lo quieres ―Mason apareció de repente nuevamente; volviendo a asustar a Tarian, quien saltó y tomó el hombro de Bowie en el momento, prácticamente escondiéndose detrás de él.
―Maldita sea, me quieres asesinar, ¿verdad? ―reclamó Tarian.
―No, es solo que disfruto asustándote. ¿Para qué tengo un cuñado si no puedo mortificarlo? ¡Es mi trabajo! ―rió el vampiro, disfrutándolo de manera evidente.
―Gracias por todo Mason ―dijo Janire con una sonrisa de oreja a oreja.
― ¿Gracias? ¡Deberían pagarme! ―escupió él― Por su culpa me di cuenta de que estoy más solo que una quimera; por favor, les suplico, no me llamen ―él les dio un gesto de súplica para luego desaparecer.
― ¡No entiendo como lo hace! ―Tarian señaló el lugar en el que su cuñado había estado de pie tan solo un segundo atrás― Él tiene como quinientos mil poderes; tú solo lees mentes y me haces dormir ―le dijo a Aleeah.
―Intento ser lo más humana posible; no tengo la menor idea de cómo se hace ―respondió ella.
―Por favor Aleeah ―expresó Janire sorprendida―. Hasta donde se sabe, tu eres el ser más poderoso de los seres mágicos. En otras palabras, de entre los seres mágicos, tú eres la que más lejos de ser humana está. No solo eres vampira, eres un hada real y una elegida. ¡Es increíble que no sepas como usarlo!
―Tal vez si tú me explicaras, tú fuiste la que me enseñó a usar mis poderes mentales en primer lugar... ¿Podrías enseñarme el resto? ―pidió, estaba interesada, no podía controlar lo que no sabía manejar.
―Tendría que pedirle una autorización tu padre, estoy bajo libertad condicional; si quisiera enseñarte preferiría hacerlo después de que tu bebé naciera. Además, durante los próximos días voy a estar demasiado ocupada ―dijo ella para mirar a Bowie provocativamente. Él solo sonrió de medio lado claramente complacido y orgulloso. Aleeah tapó sus ojos y sacudió la cabeza haciendo un gesto de asco.
― ¿Por qué diablos tuve que ver eso? ―se quejó ante los pensamientos poco decentes de Bowie y Janire.
―Estoy de acuerdo, es demasiada información ―apoyó Tarian; aunque él solo había analizado las suposiciones, Aleeah podía ver lo que ellos imaginaron.
―Mejor sigamos caminando y dejemos a los enamorados solos, creo que tu hermano estará bien cuidado y feliz sin nosotros ―dijo Aleeah jalando a Tarian del brazo y llevándolo entre la gente.
Bowie volteó a mirar a Janire y sonrió; esperaron bastante tiempo para estar juntos oficialmente. La tomó con fuerza del brazo y caminaron en dirección contraria a Tarian y Aleeah; disfrutando del momento y la brisa pacifica de Kaleptahad en aquella hermosa noche.