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3

ENCIÉNDEME O ENGÁÑAME

—¿Quieres un poco de café? —preguntó Magda.

—Si, por favor —respondí, mientras me acomodaba en una silla que estaba en la sala.

Max estaba en el sofá acostado, parecía cómodo; después de todo era su casa.

—No tienes idea de cómo he sufrido desde que Max nos dejó, Nish, tuvimos que tratar con cautela este tema con los medios y su papá también tuvo problemas con la empresa, el hecho de que él muriera nos había dejado mal posicionados en el negocio e incluso su padre estuvo cerca de ser destituido y ahora sucede esto. Es inaudito, no entiendo como los jóvenes de hoy en día hacen todas esas atrocidades.

—¿Usted tiene idea de por qué harían eso?

—No lo sé, pero tendré que averiguarlo aunque contrate a un detective privado, ya que la policía aún no da con el paradero de esa gente, todavía el incompetente de Tom no hizo bien su trabajo, creo que hablaré para que lo despidan.

—Creo que no sería correcto si me disculpa, señora Stuart, no justifico los actos que se han estado cometiendo, pero a veces las cosas no están dentro de nuestro alcance, Tom es mayor y hoy en día no creo que le den trabajo en una empresa, debe de darle una oportunidad, todos merecemos una oportunidad ¿no cree? De lo contrario imagínese como él haría con sus gastos.

—Tienes razón, Nish, a veces la ira nos hace actuar mal lo bueno es que tengo personas como tú que me hacen reflexionar. ¿Sabes? eres una chica de muy buen corazón, te repito, me hubiera encantado que Max se hubiera fijado en ti.

—Otra vez —decía Max, rodando un poco los ojos.

Ese gesto me hizo sentir un poco mal porque imaginaba que a él no le hubiera gustado para nada.

—Quien sabe, seguro su hijo pensaba en otras cosas para ese tiempo —miré de reojo a Max.

Me tomaba el café a sorbos.

—¿Quieres más?

—Se lo agradezco, pero por el momento está bien. De hecho me tengo que ir, señora Stuart, mamá tenía que hacer unas cosas y la tenía que ayudar, pero la estaré visitando frecuente, recuerde que yo también soy su amiga.

Nos dimos un cálido abrazo.

—No sé por qué mamá se empeña en decir que haríamos una buena pareja, aunque pensándolo bien recuerdo que a ninguna de mis ex les daba el visto bueno, quizá porque tú realmente eres buena chica, Nish, siempre te lo he venido diciendo todo este tiempo.

Me sonrojó.

—Bueno, bueno. Recuerda que tenemos que ir donde esa mujer extraña, ella debe de tener las respuestas que buscamos y si damos con ella creo que podemos resolver tu caso.

Con calma, Nish, con calma...

—Hola mamá, ¿qué tal tu día en el trabajo?

—Estuvo un poco cansado, pero ya es una costumbre. En cambio a ti se te nota que la estás pasando bien, Nish, ¿será que algún romeo anda conquistando a mi niña?

Incomodidad máxima.

—Noo, mamá, ¿Cómo por qué o qué dices eso?

—Nisha Sullivan, ¿recuerdas que soy tú madre? Te conozco a la perfección y desde un tiempo hacia acá se te ha notado diferente, caminas más alegre, es la misma felicidad que da cuando se está conociendo a una persona.

Max se reía burlándose.

—Seguro es Dalton o es Oliver, diles que tienes dos Romeos, Nish.

—Te equivocas, mamá, solo es que he estado saliendo muy bien en mis clases.

—Como sea, mi niña, sabes que puedes confiar en mi, tu mamá estará contigo sea lo que sea. Por cierto ¿vas a cenar?

—No tengo mucha hambre, mamá, fui donde la señora Stuart y ella me ofreció algo de comer.

—Pobre de ella, no puedo imaginar lo triste que debe de ser estar en su situación. ¿Ella cómo está?

—Pues sí, está triste, pero también está tratando de asimilar todo. Mamá, mañana seguimos hablando, necesito descansar un poco ¿si?

Le di un beso en la mejía.

—Nish ¿crees que podremos dar con la persona que me asesinó?—preguntaba Max sentado en la mecedora.

—Max, ¿cuántas veces te he dicho que todo se solucionará y que esa persona pagará por todo el daño que te ha causado a ti y a tu familia?

—Gracias, de verdad te agradezco por todo lo que has venido haciendo por mi, Nish, si tan solo pudiera compensarte.

—Más bien busquemos cómo dormir, tontito, necesitamos estar con la mente relajada para pensar bien. Ah, y por favor no me despiertes con tus jueguitos —saqué mi lengua burlándome.

Sentía frío, escuchaba el canto de los pajaritos que estaban cerca del árbol de mi ventana, abría mis ojos achicándolos por el sueño que todavía cargaba, esta vez Max no me había despertado con sus juegos, pero sí había hecho otra cosa. Estaba junto a mi, su brazo cruzaba mi pecho y su rostro casi chocaba con el mío. Por un momento me iba a espantar porque para mi no era normal dormir junto a un hombre, pero Max no era un hombre cualquiera, todo este tiempo sin él darse cuenta también lo he venido conociendo y no es un mal hombre, sino que no se le dieron la oportunidad de conocer el otro lado de la vida, el que realmente vale la pena.

Le acaricié su pelo, siempre cuando dormía me atrevía a hacerlo, pero esta mañana tenía que ser yo la que jugaría a despertarlo. Le pellizqué la nariz, su reacción fue graciosa, se despertó de golpe.

—¿Y luego me dices a mi que no te haga jueguitos para despertarte? En la próxima espero aguantes, Nish.

—Oye nunca lo he hecho así que no te quejes.

Max estaba fijo mirándome.

—¿Qué me quedas viendo? ¿Sabías que no me gusta que me miren así?

—Solo estoy viendo lo bonita que eres aún cuando te levantas, Nish, qué dichoso será aquel tipo que se case contigo. Despertarse y ver tu rostro cada mañana.

Otra vez no, Otra vez me sonrojaba al máximo.

—Qué locuras dices, más bien levantante.

—¡Nish!

—¿Qué?

—Por poco lo olvido, hoy es el día en que mi querido amigo Davis tiene una cita con la desconocida Jinni, al final te darás cuenta que es tu amiga, ya verás.

—¡Tienes razón! Tenemos que ser cautelosos si, no quiero meterme en más problemas de los que ya me he metido.

—Buenos días, mamá.

—Buenos días, Nish, estoy preparando algo que miré en la Tv, ¿te gustaría probar?

—Claro, hoy me levanté con mucha hambre.

—A mi también me da a probar, señora Sullivan —respondía Max.

—Por cierto, mamá ¿hoy no irás a trabajar o si?

—No, hoy tengo libre ¿por qué?

—Bueno, es que quería pedirte prestado tu auto, es solo un momento.

—Sí, claro, solo siempre conduce con cuidado, sé que eres distraída.

La abracé y nos dispusimos a desayunar.

—¿Estás seguro que esto saldrá bien, Max?

—¡Que si! ¿Por qué eres tan nerviosa para hacer las cosas, Nish? Más bien pon esta canción, hace rato que no escucho de mis canciones.

—No puedo creer que Davis le haga eso a Loren, bueno si es que realmente la engaña.

—Es como una ley de la vida

—Max, ¿puedo preguntarte algo?

—Claro, con que no sea una pregunta incómoda puedes hacerla.

—¿Por qué ustedes los hombres no se sienten satisfechos con una sola mujer?

—¿Quieres que te responda como él Max de antes o como él Max de hoy?

—Con el actual.

—Bueno, si hago una comparación de cómo pensaba antes a como pienso ahora puedo decirte que eso lo hacen las personas que no se quieren así mismo, están enfocados en la atracción física, en el placer. Un hombre de verdad ama y respeta a una sola mujer, ama tanto a una mujer que querrá pasar su vida entera con ella, no tendrá ojos ni sentimientos hacia nadie más, está seguro de sus sentimientos. Por eso, Nish, tú tienes que saber elegir con quien quieres pasar el resto de tu vida, aprovecha que estás viva, mírame a mi, yo ya no tengo solución.

Lo que había dicho Max me había llegado al corazón, sonaba como un tipo con otro pensar, con otro corazón y tampoco se merecía esto.

—Mira, Nish, allá está la casa de Davis, puedes estacionar el coche acá para no levantar sospechas, él saldrá en cualquier momento.

Veinte minutos después.

—Max, vámonos, tus predicciones fallaron, creo que no interpretaste bien ese mensaje.

—Calma, Nish, eres mala para espiar a una persona, te desesperas con facilidad. Más bien mira, ese es el auto de Davis. Agáchate, Nish.

Seguimos a Davis.

—Llevamos rato detrás de Davis, Max, ¿hasta donde queda esa casa que dices?

—Quizás falta como media hora para llegar, un par de veces ocupamos esa casa para fiestas del equipo, tú sabes, lo típico.

—Seguro hasta tú ocupaste esa casa como hotel con alguna de tus ex.

Silencio.

—Mira, ya llegamos. Estaciona el auto detrás de estos arbustos y nos vamos caminando hasta allá.

Había un bosque bastante denso, la noche caía y se notaba la neblina apoderarse del lugar, me daba un poco de miedo, pero no tanto porque estaba con Max, aunque este no podía hacer nada. Caminábamos hacia una colina. Había una casa como lo había dicho Max, el auto de Davis estaba estacionado junto a la casa y no se miraban luces encendidas, excepto una que provenía del segundo piso.

—Vamos a ver qué nos oculta nuestro querido Davis — expresaba sospechosamente Max.

Llegamos al patio trasero, Max se adelantó para ver si no había gente.

—Ven, Nish, al parecer no hay nadie por acá.

Caminé dirigiéndome a la puerta principal, en realidad no había nadie en la casa.

Seguro Davis se encontraba alrededor del bosque.

¡Gemidos!

Gemidos intensificándose.

Max se pone alerta y me señala hacia arriba. No sabía cómo íria a averiguar sin que me vieran, di la vuelta a la casa y había una escalera grande que podía llegar a la segunda planta. La tomé y la coloqué sin hacer ruido sobre el techo.

—¿Estás segura de querer ver eso, Nish?

—Sí, necesito de una vez por todas saber que es lo qué pasa entre esos dos.

—Bueno, luego no digas que no te advertí.

Seguimos escalando.

Había una ventanilla abierta. Me llevé la mano a mi boca.

Era una cama enorme con velas en los extremos, en medio estaba Davis desnudo, encima de otra persona, este tomaba las piernas de esa mujer abriéndolas salvajemente mientras la penetraba, podía ver su pene entrando y saliendo sucesivamente con una especie de sustancia viscoza. Tenía la espalda marcada de rasguños de esta mujer. Estos gemían alternados, a medida que la penetraba con más fuerza los gemidos también eran mayores. Davis se comía el cuello de esta mujer, para luego dirigirse a sus senos. No podía ver con claridad de quién se trataba.

Parece que Max sí estaba disfrutando lo que miraba.

Llegó un momento en que Davis tomó del trasero y comenzó a elevar sus gemidos.

—Sí, si, como me encantas, Jinni.

No puede ser, dijo ¡Jinni! Estos seguían follando y en un lapso ambos gritaron como locos experimentando una especie de orgasmo en conjunto, Davis se recostó en el pecho de Jinni quedando exhausto mientras tanto Jinni acariciaba con una mano su cabeza y con la otra la espalda de Davis.

No podía creer que Jinni, mi amiga de infancia estaba siendo objeto de Davis, eso era, un objeto porque si esto podía hacerle a Loren también se lo podría hacer a ella.

Inmediatamente saqué mi celular para tomar fotos, debía de tener evidencias de esto aunque no se lo dijera a Loren todavía. Estás fotos de algo me servirían.

—Mi amigo Davis sí que es todo un semental—se reía Max.

—Cállate y vámonos de acá, Max, lo que acabo de ver me traumó un poco.

—Vamos, Nish, ¿me vas a decir que nunca habías visto alguna de esas escenas?

—La verdad no soy como ustedes los hombres que solo en esas cosas piensan, quizá por eso aun estoy virgen. Más bien espero que mamá no se enoje porque tardé mucho con su auto.

—Nisha Sullivan, ¿me podrías decir dónde te perdiste tanto tiempo? —esperaba mamá de brazos cruzados.

—Mamá, tan solo me quedé por ahí a esperar que se hiciera noche para observar las estrellas, tú sabes que me gustan mucho las noches estrelladas —la convencí, abrazándola.

—Lo sé, pero sabes que me preocupo cuando tardas en venir a casa, vamos entra que está haciendo frío.

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