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5

LUCES ROJAS

—¿¡Qué está pasando?! —le inquiero a Mell, quien aún nos llevaba de nuestras manos quien sabe a donde.

—Shh —se detiene— hagan lo que hagan no hablen —nos dice. Está todo oscuro y los gritos se escuchan lejos. Estaba aterrada porque miré a un lobo en la fiesta de Elder William, un lobo que quizás está asesinando personas. ¿Esto es real? Porque parece producto de una pesadilla.

—¿Qué mierdas está pasando, Mell? —ahora es Flavia quien habla.

—Cállate —espeta Mell.

—A mi no me hablas así —le empieza a decir Flavia.

—Flavia, cállate si no quieres que nos encuentren.

—¿Qué nos encuentre quien? —quise saber.

Pero no respondió. En eso escuchamos pasos o pisadas. Así es, eran pisadas porque estaba segura de que eran garras chocando con el piso. Dios mío. Tragué grueso mientras esperábamos a sea lo que sea que viniera.

—Tenemos que separarnos —nos dice Mell.

—¿Qué? Estás loca —le responde Flavia en un susurro.

—Es lo mejor. Amara, tú te vas por la izquierda, llegarás a un pasillo que te lleva a la sala principal del colegio. Flavia, te vas por la derecha en donde encontrarás un conducto que te llevará directo a la sala de limpieza.

—¿Y tú? —quise saber.

—Yo me iré detrás de ustedes. Ahora vayan.

—Pero...

—Vayan.

Asentimos aunque en la oscuridad no nos veíamos. Flavia se fue por su lugar y yo me encaminé por el pasillo. Escuchaba gotas que chocaban con algún charco en el suelo. Escuché ruidos en las paredes como si garras chocaran con ellas. Eso fue molesto. Había una tenue luz roja ahora. Todo esto me parecía parte de alguna película. Por dentro tenía miedo y constantemente miraba para atrás por si venía alguien.

¿Dónde está la puerta que según Mell me llevaba a la sala principal? No lo entendía. ¿O habrá sido una trampa suya? Mis zapatos estaban llenos de lodo y mojados porque el piso estaba con alguna fuga de agua. Cuando miro unas escaleras al fondo, me apresuro queriendo llegar a ellas, sin embargo, algo pasó, un enorme animal apareció de otro pasillo posicionándose frente a mi.

Me caí de espaldas mientras miraba a ese lobo enorme que me enseñaba sus enormes colmillos.

Dios.

—No, no —musité a lo bajo. Mi corazón latía a mil por hora cada que esa bestia avanzaba hacia mi. El lobo era negro y enorme. Se acercó a mi cara y la olfateó. Yo no me moví, solo me quedé paralizada en un mismo lugar sintiendo como las lágrimas salían de mis ojos. Sollozaba a lo bajo involuntariamente.

El lobo gruñó, un gruñido que me hizo verlo. Tan imponente frente a mi. Sus ojos eran negros como su pelaje y la noche. Su hocico estaba lleno de sangre como si recién había comido algo. Me dio escalofríos al pensar que quizás pudo ser un chico de la fiesta o una chica. Y era mi turno. Solo a eso había venido a este lugar: a morir.

Sin embargo, había algo en sus ojos que me hizo recordar a alguien. Mi mente puso una imagen automáticamente: Elder.

El lobo dio un último gruñido para después pasarme a un lado e irse corriendo lejos de mi. Intenté procesar lo que acababa de pasar para luego ponerme de pie de inmediato y luego salir corriendo hacia las escaleras. Las subí lo más rápido que pude. Al final de ellas había una puerta enorme que decía exit. Sentí alivio al ver eso. Abrí la puerta y de incendiado salí a la sala principal a cómo me había dicho Mell. Estaba medio oscuro. Al escuchar un sonido extraño tras de mi cerré la puerta y la sellé.

La puerta era del mismo color de la pared por lo que pasaba desapercibida. Eso me pareció un poco extraño. No me quedé a ver más detalles de la puerta sino que di media vuelta y salí corriendo directo a mi dormitorio.

—¡Flavia! ¿Estás bien? —en cuanto Flavia atravesó las puertas de la habitación me acerqué a ella. Venía muerta del susto.

—¿Tú estas bien? —responde con otra pregunta.

—Lo estoy.

—Me costó un poco encontrar la salida pero al final lo pude hacer. ¿Tienes una idea de qué fue lo qué pasó allí dentro? —se quita sus zapatos y se deja caer en mi cama.

Yo tenía puesta mi pijama ya. Pero por lo visto Flavia no miró lo que yo vi: lobos.

—No lo sé. La única que nos puede responder estas dudas es Mell. —me senté en el borde de la cama.

—No creo que venga hoy, no duerme aquí —respondió— Estoy un poco asustada —dice.

—Yo igual —suspiro. Y pensar que quizá hay gente que perdió la vida hoy. No quiero ni pensar. Quiero pensar que solo fue una broma de Elder. Que quizás esas bestias son del bosque y se metieron por accidente a la fiesta.

Es hora de comer.

Esa frase se repite en mi cabeza desde que vine. ¿Por qué habrá dicho eso ese chico?

—¿Puedo dormir contigo hoy? —me pregunta. Dudo un poco de si dejar que se duerma conmigo, pero está asustada y un poco ida, como pensativa. Y yo me encuentro en la misma situación.

—Está bien.

—Mañana tendremos que hablar con Mell.

Tenía razón.

—Lo haremos.

A la mañana siguiente Flavia y yo bajamos a desayunar al patio, cerca de la piscina. Escogimos una mesa al fondo y ordenamos el desayuno. Flavia usabas unos lentes de sol oscuros y un vestido de playa.

—¿Donde crees que está Mell? —me pregunta.

La chica nos trae el desayuno y nos lo pone en la mesa.

—Gracias —le digo— Flavia, no he visto a Mell en lo que va de la mañana. Quizás aún duerme.

—O quizás nos está evitando. Yo creo que Mell sabe muchas cosas —murmura dándole una mordida a su tostada. —Y también creo que no es la primera vez que pasa eso.

—¿Hablas de lo qué pasó en la fiesta?—tomé de mi jugo.

—Sí, Mell no me dio buena espina desde ayer.

Empecé a comer los huevos revueltos que la mesera nos había traído, a pesar de que aún estaba desconcertada por lo de ayer, tenía que comer. Cuando levanto la vista los miro: Mell, Elder, una chica pelirroja enganchada de la mano de Elder y más gente detrás de ellos.

—Allí está Mell —le hago saber a Flavia. Ella voltea y mira.

A la chica pelirroja no la había visto por aquí. Quizás era una de las que estaban de vacaciones y venían hoy porque mañana empezaban las clases. Mell parecía estar en el equipo de Elder y eso no me gustó. Cuando Mell nos mira eleva su mano para saludarnos.

—¿Qué le pasa? —suena molesta Flavia— Nos saluda como si nada. O sea, no entiendo —me mira.

Era cierto. Todos ellos andaban como si nada, como si en la fiesta de Elder ayer no hubiera pasado nada; ¿o es que no pasó nada? Necesito respuestas, necesito saber lo que Elder William esconde. Necesito desenmascararlo.

Mi teléfono celular suena anunciando un nuevo mensaje. Cuando lo leo me quedo paralizada sin entender. Pues el mensaje traía adjunta una foto que decía:

"Lo que le pasó a Rob ayer en la fiesta de Elder William. Uno de los tantos que mueren allí. Alguien tiene que poner un alto. Y sé que tú lo harás. Te dejaré pruebas en el laboratorio, busca en el cajon del fondo, carpeta negra. No confíes en nadie. Solo en ti."

¿Qué mierdas...?

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