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4

LA FIESTA

Cuando volvimos de la cafetería Flavia empezó a quitarse la ropa sin importarle que yo estaba presente. Literal estaba desnuda. Caminé hacia mi ropero y busqué algo cómodo para ponerme.

—¿Qué crees que pase en la fiesta? —me pregunta. La siento cerca, venía caminando hacia el ropero de la par que era el suyo.

—No lo sé —respondo. Escogí un vestido corto de flores.

—No te pondrás eso, ¿verdad? —me dice. La miro con el ceño fruncido sin entender nada.

—¿Qué tiene?

—El vestido parece más para ir a una playa, ¿no tienes algo sexy por aquí? —se acerca y revisa mi ropa, escogiendo algún vestido adecuado para ir a la fiesta de el gran Elder.

—No, me sentiré más cómoda en mi vestido —se lo quito y cierro mi ropero. Quizás fui un poco brusca a la hora de quitárselo pero no quería ponerme nada sexy que llamara la atención de los hombres, ellos me morbosearían y es lo que menos quiero.

—Esta bien —me responde ella, al parecer sí se ofendió.

Respiré profundo y dejé salir el aire por la boca.

—Lo siento —la miré apenada— no me gusta vestir sexy.

—Está bien, Amara, tus razones deberás de tener —ella saca un conjunto de su ropero y lo pone en mi cama. Bragas, un top negro y una falda corta pegada al cuerpo.

—Bonito —le digo, mientras me quito mi ropa.

—Hoy que viniste a la cafetería estabas muy shockeada, ¿sucedió algo? No quise preguntarte frente a Mell porque no la conozco bien.

A ti tampoco te conozco bien, casi respondí, pero ya serían dos groserías hacia ella hoy. Flavia se pone sus bragas y luego su conjunto. Le queda muy bien porque se adhiere perfectamente a su cuerpo.

—Vi a Elder William teniendo sexo con una chica en una especie de bodega —confesé. La verdad me lo pensaba guardar para mi pero me di cuenta de que no ganaba nada haciéndolo. Elder no me pidió que le guardara el secreto.

—¿Qué? —cuestiona asombrada— Este colegio está lleno de muchas sorpresas —se pone unos zapatos de tacón.

Yo me pongo el vestido de flores y unos converse negros. Estaba muy cómoda y me sentía muy bien así.

—¿Y te vio? —me pregunta.

Recordé la mirada de Elder sobre mí, penetrante y oscura, pero sacudí la cabeza para alejar ese pensamiento extraño de mi.

—No, estaba muy ocupado en el acto —tomé mi celular y vi la hora. Ya estaba la fiesta.

—Me peino y nos vamos, ¿vale?

Asentí a Flavia y me dirigí a la ventana. Ahora era de noche ya y no podía ver más allá del bosque. Se miraba oscuro e incluso había un poco de niebla. Hacía un poco de frío a decir verdad. La puerta es tocada en ese momento y, cómo Flavia estaba cerca, abre.

Era Mell.

—¿Están listas? —nos pregunta. Mell solo llevaba unos vaqueros azules, tenis blancos y una chaqueta negra.

—No sé qué pasa con estas chicas de hoy —murmura Flavia para sí misma tomando su celular.

Quizás lo dijo porque no teníamos sentido de la moda.

—Estamos listas —me acerqué a ellas.

Mell dudó en si decirnos algo o no, hasta que después habla:

—Pase lo que pase, no se separen de mi, ¿esta bien?

Flavia y yo nos dimos una mirada llena de confusión.

—Está bien —asentí— no lo haremos.

—Bueno, vamos.

Salimos de la habitación y seguimos a Mell. Por los pasillos estaban varios chicos y chicas listos para la fiesta de Elder. Supongo que los que estaban de vacaciones habían regresado solo por eso. ¿Qué tenía de especial esa fiesta y por qué respetaban tanto a Elder? No lo entendía, solo era un chico más del montón. El hecho de que tenga dinero no lo hace respetable, ya quisiera ver si lo seguirán alabando si no tuviera.

Bajamos por las mismas escaleras por las que había bajado tan solo unas horas atrás y nos dirigimos a una puerta. Era la puerta que estaba sellada. Inconscientemente miré hacia el lugar en donde horas antes estaba Elder.

Mell toca tres veces en forma lenta para segundos después ser abierta. Un tipo enorme y robusto sale.

—Hank —habla Mell.

Hank nos da una mirada de pies a cabeza para luego hacernos una seña de que entremos. Atrás de nosotros venían más estudiantes. Mell nos toma de la mano y nos adentra al lugar. En cuanto entramos la música súper alta resonó por todas partes. La iluminación era roja y había humo también. Había mucha, mucha gente aquí. Me sorprendió porque este era un lugar clandestino que imagino Elder había tomado como suyo. El lugar era muy enorme y hasta parecía un club nocturno. Tenía un escenario en donde habían tubos para bailar, en eso empezaron a aparecer strippers semi desnudas. Habían jaulas en cada rincón con una chica en ropa interior adentro. La música era más o menos metálica y oscura. No sé pero esto me dio muy mala vibra.

Apreté la mano de Mell con algo de desconfianza. La chica nos llevo hacia una barra para tomar algo.

—¿¡Qué van a pedir?! —nos preguntaba Flavia y a mi por encima de la música.

—Tequila —dice Flavia.

—Agua —respondo yo.

Flavia se ríe mientras me palmea el hombro.

—¡Dos tequilas y un agua! —le dice Mell al de la barra. El chico asiente y se va a buscar lo que pedimos.

Aproveché para observar el lugar. Los muros eran extraños ya que no eran planos sino que tenían abolladuras, pero abolladuras que parecían ser echas por fuera. Habían unos símbolos extraños en algunas paredes, noté una escultura de un lobo enorme en el otro extremo. Era un lobo negro y bastante imponente.

—Allí está Elder —me dice Mell.

Volteo a ver para todos lados hasta que doy con él. Está en un rincón rodeado de mujeres, lleva unos pantalones de vestir en negros, zapatillas negras y una camisa de vestir en blanca, pero ésta tenía la mayoría de botones sueltos. Su pelo estaba medio desarreglado y tomaba mientras le besaba el cuello a una chica rubia.

En la tarde lo vi con otra chica y ahora estaba con otra. Elder va a pescar algún tipo de enfermedad un día de estos.

—¡Vamos a bailar! —me dice Flavia.

Niego con la cabeza mientras me sostengo de la barra.

—No, no —le digo.

—¡Yo voy! —Mell la toma de la mano y se la lleva.

—Aquí tienes tu agua —el mesero me pone mi botella de agua frente a mi y no dudo en abrirla y darle un trago.

—Vaya, vaya, mira a quien tenemos por aquí —Elder se pone a la par mía.

No puede ser.

Trago y lo miro.

—Eres valiente en venirte a meter a la boca del lobo —continúa.

—No sabía que era exclusivo este lugar —respondo haciéndole saber que no le tenía miedo.

—Lo es. Aquí no entra cualquiera.

—Vaya —murmuro— ¿qué tiene de importante? Para ser sincera he visto lugares muchísimo mejores y están ubicados en un buen lugar —lo miré a los ojos, retándolo, cuando dijo eso último.

Elder sonrió de lado mientras sus ojos se empezaban a oscurecer. No sé si era la iluminación que me hacía ver cosas pero literal los vi oscurecerse más de lo normal. Eso me dio un poco de miedo.

—Siempre he dicho que este lugar está en un buen sitio —comenta— Está oculto, nadie más que los que sí tienen invitación pueden entrar, y claro, a quienes consideramos presas.

—¡Hoy hay luna llena! —un tipo sube a la tarima y empezaba gritar con una botella de alcohol en la mano—¡Hoy hay luna llena! —habían dos strippers allí y se acercan a bailarle a él. El grito de celebración de los presentes no se hizo esperar.

¿Cual era el problema que hubiera luna llena? No lograba entender.

—¿Te vas a quedar al banquete? —me pregunta tomándose el tequila de alguna de las chicas.

No contesté, solo lo miré sin saber qué decir. No sé por qué pero tenía el presentimiento de que él y Mell me habían hecho muchas insinuaciones hoy y eso me tenía ansiosa y un poco paranoica.

Elder me guiña el ojo para después irse y perderse en un cuatro. De seguro hará lo mismo que hizo en la tarde. Tomé de mi agua mientras esperaba a las chicas.

Estaba sola, aburrida y aturdida. Había pasado mucho tiempo ya y me sentía más que aburrida. Tenía sueño y solo quería estar en silencio. Me quité de la barra en donde había estado todo este tiempo y me hice paso entre la gente para buscar a Flavia y a Mell.

Encontré a Flavia, pero... estaba ocupada. Estaba en una esquina besándose con... una chica. Y sí que se estaban dando besos apasionados. No sabía que Flavia era... bisexual, no lo sé. Como sea, no la quise molestar y busqué a Mell. Ella estaba con un chico.

—¡Mell!

Mell me vio, sorprendiéndose un poco.

—¡Amara! ¿En donde está Flavia? —me pregunta.

Señalo detrás de mí. Ella me toma de la mano y me arrastra hacia donde Flavia.

—¡Flavia! —le dice.

Flavia no hace caso, entonces Mell la aparta bruscamente de la chica.

—¿¡Qué?! —espeta.

En eso las luces se apagan por completo, todas las luces se apagan y nos quedamos a oscuras pero con música.

—¡Es hora de comer! —exclama alguien. Mi corazón late a mil por hora porque no entendía lo que pasaba.

—¡Corran! —Mell nos lleva corriendo hacia quien sabe donde. Solo pude escuchar gruñidos, aullidos y gritos de los presentes. Las luces parpadeaban así que no podía ver nada. Sin embargo, cuando se quedó por un segundo noté algo.

¡Es un lobo! ¡Un lobo enorme!

Y la luz se volvió a apagar.

Flavia, Mell y yo, al igual que la mayoría de los presentes, huimos de las bestias que habían invadido la fiesta de Elder William sin saber que, nuestra querida amiga Mell, nos había llevado literal a la boca del lobo.

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