3
KENZIE
El departamento era grande, tenía una habitación bastante cómoda, una sala, dos sillones, había un televisor también; en la cocina todo estaba bien, era un poco pequeña pero nada de que preocuparse, sobreviviría con esto. En la nevera no había nada, obvio, dado que este departamento llevaría semanas o incluso meses vacío.
Dejé mis cosas en la habitación, dejándome caer en la cama. Pensaba salir hace un rato pero luego me arrepenti, quería dejar todo ordenado primero para después salir en busca de trabajo. Bostecé, chasqueando al final. A veces se me venía Connor a mis pensamientos, su sonrisa, su actitud despreocupada y varonil. Sus ojos, oscuros y penetrantes.
Sacudí la cabeza para alejar esos pensamientos dolorosos y me apresuré a sacar mi ropa, acomodándola en mi nuevo ropero. Ordene un poco la habitación, sacudí algunos muebles, y así pasé casi la mitad del día, arreglando, hasta que me dieron ganas de darme una ducha. Dejé que el agua recorriera mi cuerpo, deleitándome con el líquido helado que salía. Si, me gustaba lo helado, amaba los climas fríos y nevosos.
Después de media hora salí del baño, me dirigí al ropero y me decidí por un pantalón azul, talla alta, una camisa corta en blanca y unos zapatos deportivos en negros. Peiné mi cabello dejándolo suelto. No le eche nada de maquillaje dado que las personas me decían que no tenía necesidad de aplicarme nada. Mis pestañas eran largas, tenían pecas en mis mejillas y nariz. Mi boca tenía su tono rosadito. En fin, busque mi cartera de mano y salí del depa.
Cuando iba en el pasillo mi teléfono empezó a sonar.
—¿Hola? —respondí sin mirar quien era.
—Kenzie, por fin te encuentro —era Carolina—. ¿Donde has estado? Te fuiste sin despedirte ni nada —reprochó.
—Lo siento, Caro, fue demasiado rápido solo se me ocurrió dejarte una nota y ya —respondí, apretando el botón del ascensor. Las puertas se abrieron así que me adentré.
—¿Y donde estas? —me preguntó.
—Vine a Los Ángeles —mentí, no quería que nadie supiera en donde estaba.
Escuché que suspiró. Las puertas del ascensor se cerraron.
—Que extraño —murmuró.
—¿Porqué lo dices? —quise saber, rascándome una ceja. Tendría que buscar un trabajo, aunque la verdad no sabía hacer casi nada pero de algo tenía que sobrevivir.
—Porque... —dudó—... Connor me dijo que también iría para allá —silencio— ¿estás segura de que no sabías que él estaba allá y por eso fuiste?
Obvio no sabía, es decir, además yo estaba en Janesville, lejos de Los Ángeles así que... Que bueno que no fui, es decir, claro que me moría de ganas de verlo pero es obvio que él no me quiere ver a mi así que yo respeto su decisión.
—Óbvio no —respondi—. Es más, no estoy en Los Angeles, te mentí, pero no dire en donde estoy realmente —musité.
Las puertas del elevador se abrieron llegando al living.
—Bueno, tú sabrás lo que haces. No te pierdas, Kenzie, sabes que somos amigas y puedes contar conmigo siempre. Y con Anne también.
Sabía que lo decía para ver qué opinaba yo, pero no le respondí, corte la llamada de inmediato, eso la hará enojar como siempre pero por ahora no me importaba. Estaba en esa etapa en que nada me interesaba ya, si un tren venía y me pasaba encima sería mucho mejor.
A veces pienso que odio mi vida.
—Que le vaya bien, señorita Jade —escuché que me dijo Carl— A dondequiera que vaya.
Le sonreí.
—Gracias, Carl, nos vemos más tarde.
Salí a las calles de Janesville, habían unos edificios pequeños a los alrededores, seguido de casas normales, como un pueblo sencillo y aburrido. Observe a todos lados, esperando encontrar algún bar o restaurante en que necesiten una mesera. Pero no había nada. Seguí caminando hasta que encontré uno a lo lejos.
Decía Wolf's Night Club.
Era un bar para hombre, pero tendría que ver si necesitaban a una mesera.
—Hola, Kenzie.
Di un pequeño salto en mi lugar, llevándome una mano al pecho del susto, mirando asombrada a la persona que estaba a la par mía. Era Clark.
¿Como me encontró y como apareció tan rápido sin que lo notara?
—¿Que te pasa, idiota? No me vuelvas a asustar así. —renegué, acomodándome el cabello.
Clark sonrió de lado, divertido. Llevaba una gorra y una gafas oscuras, seguido de su chaqueta negra que nunca se despegaba.
—Lo siento, —elevó sus manos en forma de paz—. ¿Como te ha tratado la vida? —metió su mano en el bolsillo de la chaqueta y de ella sacó dos cigarrillos, me tendió uno— ¿quieres?
—No quiero nada de ti —espete, siguiendo mi camino—. No olvido todo lo que les hiciste a mis amigas.
Sabía de todo lo que les había hecho, bueno, en realidad sentí como que faltaba más de la historia pero no quise preguntar, siendo Clark ya nada me sorprende.
—Hasta donde yo sé odias a Anne —se posicionó a la par mía.
—No la odio —lo miré, deteniéndome—. Estoy enojada con ella que es diferente.
Elevó una ceja.
—¿Enserio? La odias porque Connor supo la verdad a través de ella, ¿no? —se llevó el cigarro a los labios, exhalando y soltando el humo después—. ¿Asi que pensabas no decirle? Connor no es estupido, Kenzie —lo pensó—. O debo decir Jade.
Lo miré expectante, ¿como sabía que me había cambiado el nombre? ¿Acaso...?
—¿Me estás siguiendo o que? —reanude mi camino.
—Digamos que solo cuido de que te metas en problemas —murmuró. Me tensé.
—No lo haré —escupi, llegando a la entrada del bar. Clari miró el lugar, levantando una ceja para luego mirarme con algo de diversión.
—¿Que haces en este lugar? No me digas que trabajarás de bailarina o algo así —se burló.
Aunque no estaría mal.
—Clark, no tengo tiempo para lidiar contigo en este momento, ¿esta bien?
—Que lastima, pagaría por verte en ese tubo.
Apreté las manos, formándolas puños, Clark lo único que hacía era molestarme siempre. Aún no olvido que por su culpa Apolo está muerto.
—Vete, Clark —me giré, adentrándome al bar. El lugar tenía su toque oscuro, con mesas redondas y pequeñas, había una barra al fondo y el escenario en donde estaba dos tubos para las bailarinas.
—Lo digo enserio, te verías bien en ese escenario —volvió a decir, decidí ignorarlo—. Tampoco es que te fueras a acostar con los hombres, es solo bailar y ya, y hasta donde se te mueves muy bien.
Ignóralo, Kenzie, solo ignóralo. Apresuré el paso, llegando a la barra en donde estaba un chico limpiando los vasos.
—Hola —salude. El chico elevó la vista.
—¿Se les ofrece algo? —dejó el vaso a un lado y se secó las manos con un trapo que llevaba en el hombro.
—Hmmm si —baje un poco la voz, acercándome más—. Oye, soy nueva en el pueblo y... me preguntaba si tú quizás tendrías un trabajo para mi —me rasque la nuca un tanto nerviosa—. Puedo limpiar las mesas y servir tragos —añadí, ya que el chico solo me observaba de pies a cabeza—. Soy puntual —sonreí—. Y responsable.
En realidad ya no tenía nada más que decir.
—¿Sabes bailar? —cuestionó. Y es que pensaba que también venía por el puesto de stripper.
—No, es que yo solo venía por el puesto de mesera, si es que tienen uno.
El chico negó con la cabeza.
—Aquí las meseras también bailan, cuando una bailarín se enferma o algo tenemos con que suplantarla, por eso tienes que saber bailar para que te quedes. Y eso que tenemos un puesto disponible. —volvió a secar vasos.
Arrugue la cara, frustrada. No quería bailar y que los hombres me miraran con esas miradas depravadas y morbosas, pero tenían un puesto, podía ganar ese dinero y no me podía dar el lujo de perderlo. Además, podía intentarlo.
—Digamos que si acepto —lo miré, bajando la voz—. ¿Puedo usar antifaz mientras bailo? —quise saber. No quería que nadie me conociera.
El chico lo pensó.
—Está bien —asintió—. Entonces ¿tenemos un trato? —extendió su mano.
Sonreí, estrechando mi mano con la de el.
—Tenemos un trato —confirme—. Mi nombre es Jade, por cierto. —quité mi mano.
—Mucho gusto, Jade. Hoy tendremos más trabajo de lo normal porque habrá una fiesta de máscaras, así qué hay mucho que hacer, los disfraces de las meseras están atrás, luego te los enseño.
Asentí.
—Mi nombre es Jack —añadió—. Y bienvenida a Wolf's Night Club.
—Gracias —ahora me giré a Clark, pero este ya no estaba. Me volví a girar a Jack—. Oye, ¿viste para donde se fue el chico que venía conmigo?
Miró detrás de mi, con algo de confusión.
—No venía ningún chico contigo, bueno, no que yo lo haya visto.
¿Como se fue tan rápido? Este chico sí que es extraño.
CONNOR.
La noche había llegado, había dormido casi todo el día, dado que la noche anterior había sido algo pesada para mi. Mi teléfono empezó a sonar, estire mi mano hacia la mesita de noche y contesté sin mirar quien era.
—Diga.
—Levanta ese culo y ven a la fiesta —la voz de Jack se escuchaba lejana, se podía escuchar música electrónica de fondo. Me frote los ojos, intentando recordar de qué fiesta hablaba, hasta que recordé: la fiesta de disfraces. Era hoy.
—Aún es temprano —dije con voz ronca.
—Son las ocho —renegó—. Tengo un par de chicas aquí, amigo, si no vienes tendré que tenerlas para mi solo —intento convencerme. No tenía ganas de una mujer hoy.
—Hoy no, Jack.
—Aunque sea ven a distraerte un rato, todos los del pueblo están aquí, ponte un lindo disfraz para que ocultes tu cara amargada y vente para acá. También están unas de la preparatoria, no están nada mal, he.
Resoplé, si le decía que no, Jack empezaría a decirme todas las cosas buenas por las que debería ir y no pararía.
—Está bien, Jack, llego en unos minutos.
Corte.
Dejé el celular a un lado de la cama y me senté, restregándome la cara. Cuando cerraba los ojos miraba su cara, su sonrisa. Me levanté de inmediato para olvidar eso, busque mi traje. Me vestí lo más rápido que pude, dejando el saco sin abotonar y la camisa blanca por fuera. Desordene mi cabello, echándome algo de loción. Por último puse mi antifaz en negro, era simple, solo cubría la parte de los ojos.
Guarde mi celular en mi bolsillo y me apresuré a salir del departamento. Los pasillos estaban solitarios como era la costumbre. Llegué al elevador, me adentré. Un mensaje llegó a mi celular. Era de Carolina.
Grosero ?
Arrugue la cara por eso, no entendiendo. Teclee una respuesta de inmediato:
Porque?? ?☹️
Quizás lo decía porque me había ido sin decir nada a nadie, porque desde hacía un mes que no contestaba llamadas ni mensajes. Solo quería estar solo un tiempo.
Su respuesta me llegó:
Todavía lo preguntas? Te has perdido y ya ni me llamas ?
Reí, las puertas del elevador se abrieron, salí de inmediato, tecleando una respuesta:
Me extrañas? Aww sabes que yo también ❤️
—¿Vas a la fiesta, Connor? —preguntó Carl.
—Si —respondí.
—Jade empezó a trabajar ahí —murmuró. Rodé los ojos ya que ahora no paraba de hablar de esa Jade; solo le hice una seña de adiós con la mano y salí del edificio.
Mi auto estaba estacionado afuera, era un Audi en negro. Mi celular sonó anunciando otro mensaje. Pero era de Kayler.
Era necesario ese corazón??
Reí algo fuerte, enserio que me hacían falta estos dos, si, quien iba a decir que Kayler también. Antes que solo me cagaba verle la cara, antes porque estaba celoso de que él estuviera con Carolina, pero ahora que había encontrado a... Teclee una respuesta:
Celoso, Brown?
Otro me llegó al mismo tiempo, era de Carolina:
Sabes que si, y no le hagas caso a Kayler, he? Sabes cómo es. Y te dejo porque si sigo no me dejará en paz con que borrará tu número de mi agenda ??♀️
Me adentré a mi auto, encendiéndolo.
Escribir:
Claro, te llamo mañana.
Metí mi celular a mi bolsillo delantero, arrancando el coche. El bar no estaba tan largo pero no quería caminar. Las calles de este pueblo el día eran solitarias pero en las noches no. Todos salían a partir de las siete de la noche a algún bar, a algún parque, a beber o a cenar algo con amigos. Y más ahora que sabían que habría fiesta, se llenaría. Y si es que no estaba lleno ya.
Al llegar estacione el auto en el parque acero que estaba reservado para mi, habían muchos autos más alrededor. La música se escuchaba desde aquí afuera. Habían personas haciendo fila para poder entrar mientas que él guarda de la entrada les pedía sus identificaciones y todo eso. Me adelante a la entrada, dado que no necesitaba hacer fila.
—Que hay, Rick —salude al guarda.
—Que hay, Connor —me devolvió el saludo, dejándome pasar.
Adentro estaba demasiado lleno, las luces de todos los colores me cegaban por una milésima de segundo. Habían personas bailando y otras en las mesas bebiendo y mirando a las dos chicas que estaban bailando en la tarima. Como pude me acerqué a la barra, Jack estaba sentado en ella bebiendo algo.
Me senté a su lado.
—Aquí estoy —le dije por encima de la música, miré al de la barra—. Dame un whisky —ordene.
El chico asintió.
—¡Por fin! Me estaba aburriendo aquí solo —renegó.
—Pero si está lleno y tal parece que la demás gente se está divirtiendo —le dije.
Hizo una mueca.
—Necesitamos más atracción, las personas quieren ver chicas nuevas en esa tarima, pero no hay —lo pensó—. Hoy entro a trabajar una chica de mesera, era perfecta para que también bailara pero esta difícil —explicó. Y me imagino que hablaba de Jade.
—Aquí tienes —el de la barra me puso el whisky. Me lo lleve a la boca, dando un trago de inmediato.
—Pues convéncela —lo anime—. Dile que le pagarás más o algo así.
—Quizás eso funcione —miró la multitud—. Te la enseñaré, estaba por ahí atendiendo mesas. —la buscó—. Mira, allá esta —señaló a una chica al fondo, estaba limpiando la mesa de algún borracho que derramó alguna bebida. Pude observar sólo su espalda, tenía el cabello largo y negro, era bajita y estaba bueno por así decirlo. La chica se giró, tomando su charola. Traía un antifaz que le cubría la mayoría de la cara así que no se la pude ver bien. —Viene para acá, así te la presento.
Di otro trago a mi whisky, negando con la cabeza, no quería conocer a mas gente. Tenía suficiente con lo que me hizo alguien una vez, solo necesitaba a una chica para pasar la noche y ya.
—Otro día, Jack —me puse en pie—. Iré al baño —anuncie, caminando entre la multitud. Recibía empujones y más empujones, hasta que choque con alguien, provocando que votara la charola y los vasos que venían en ella. Todos se hicieron añicos.
Era ella.
Era la famosa Jade.