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Capítulo 1: Gran Noche

Era una noche cualquiera, Liam, Jeff y yo estábamos teniendo el típico fin de semana en el cual salimos para beber como si la vida nos fuera en ello, además que por supuesto buscábamos un ligue para llevar a nuestra cama.

Este era el típico plan de un grupo de amigos que salen como cualquier otro grupo, solamente nos diferenciamos al no sólo centrarnos en las chicas del lugar.

Nosotros buscamos tener sexo, no buscamos ataduras, por lo mismo frecuentamos con regularidad diversos clubes de la ciudad.

Nuestro favorito es aquel club donde se podía encontrar de todo un poco, ya sea homosexuales, heterosexuales, transexuales, bisexuales, drogas, alcohol, creo que incluso se puede encontrar el amor, aquel sitio era perfecto y por supuesto mi grupo de amigos se divertía sin perder la oportunidad de acechar a todo aquel que llame nuestra atención.

Este fin de semana dijimos que sería una salida de amigos tranquila, no buscaríamos ligar ni nada de ese estilo, sólo vendríamos a beber, sin embargo, era algo inevitable de hacer cuando ves a muchas opciones a tu alrededor que te miran con ojos de deseo ya sea mujeres u hombres.

Recuerdo muy bien lo que ocurrió esa noche al encontrar algo inesperado, fue tan inesperado que sentí hasta felicidad cuando estuve allí a su lado.

El sentimiento se asemejaba al que se siente cuando encuentras dinero entre tus cosas o directamente en la calle justo en el momento en el que más lo necesitas, o al menos de ese modo me sentía cuando encontré a un chico perdido fuera de las instalaciones.

Parecía estar huyendo de algo o de alguien, él miraba constantemente hacia atrás, como si tuviese miedo de ser visto por alguien más.

Yo estaba apoyado en la entrada como siempre suelo hacer cuando necesito respirar luego de bailar un tiempo considerable. Incluso encendí un cigarrillo viéndolo al principio sin mucho interés tras no resultar llamativo en medio de la oscuridad, pero aquello cambió cuando se acercó deteniéndose en la entrada para leer el nombre del lugar, pude ver como movía los labios leyendo cada palabra en silencio casi tomándose su tiempo para decidir si era una buena idea entrar o no.

Lo observé de pies a cabeza, era un chico rubio con un cuerpo que conseguía llamar mi atención, no parecía frecuentar este tipo de clubes, principalmente porque nuevamente miró hacia atrás casi decidiéndose por última vez sí debería entrar o no.

Parecía ser una decisión complicada, pero luego de unos minutos se decidió e ingresó al lugar siendo detenido más adelante por el guardia quien custodiaba la puerta.

Dejé caer la colilla de mi cigarro pisándolo a los pocos segundos visualizando al chico quien trataba de convencer al guardia para que lo dejara entrar, mientras que este le pedía el DNI.

–Yo...– susurró el muchacho nervioso.

–Déjalo entrar –dije e inmediatamente el guardia me miró–viene conmigo– mentí, el guardia regresó su mirada al chico, envolví con mi brazo su cintura pegándolo a mi cuerpo para hacer más creíble mis palabras.

–Que se diviertan– finalizó la conversación el guardia, abriéndole paso al muchacho.

Una vez que oí la aprobación del guardia, dejé entrar al chico quedándome detrás de él para así analizarlo de un modo descarado. Entre más veía, más me interesaba, sin embargo, el chico simplemente me agradeció por mi ayuda y se perdió entre la gente.

Traté de no olvidar sus rasgos en toda la noche, cabello rubio, ojos azules, piel blanca como tanto me gustan y una altura promedio de un metro setenta o hasta un poco más, delgado, pero no por genética, sino por la ayuda del gimnasio, tenía de donde agarrarse, lo que quiere decir que tenía un buen culo al marcarse en sus apretados pantalones azules.

Por supuesto que no sólo me centré en ese chico, sino que más bien me acerqué a mis amigos con la intención de continuar con nuestra charla mientras bebíamos diversos licores.

Mi único problema comenzó cuando Jeff fijó su mirada en el chico lindo de ojos celestes que ayudé a entrar, este parecía estar aquí por simple curiosidad, puesto a que estaba sentado en la barra de licores sin beber ni pedir nada.

El muchacho sólo miraba a su alrededor, demostrando cierto desconcierto e incomodidad, como si no fuese capaz de entender el funcionamiento de este lugar.

Jeff al principio comentó que era lindo, mientras que Liam fijó su mirada en él viendo como tenía otro punto de vista por lo que me preocupé cuando vi en sus ojos la señal de "Quiero tenerlo en mi cama".

Nos había gustado a los tres de igual forma, jamás había pasado esto al tener gustos diferentes a la hora de escoger a nuestra presa, pero allí estábamos, discutiendo el "Yo lo vi primero" de forma muy infantil.

–¡Yo lo dejé entrar! –me quejé.

–¡Yo lo vi sentado en la barra antes que tú! –se quejaba Jeff.

–Paso de pelear– comentó Liam mirando a otro chico– miren a ese– nos hizo una señal con la cabeza.

Jeff miró casi al instante por lo que la discusión la había ganado yo, no me interesaba otro chico y eso me ayudó a lanzarme al chico lindo, no sabía cómo debía hablar con alguien como él tras demostrar que no era de por aquí, estaba claro que era su primera vez en este club.

Si hubiese sido otro chico con más experiencia en este tipo de lugares, yo no hubiese tenido la necesidad de pensar en mis palabras a medida que me acercaba, puesto a que, normalmente la gente de este lugar tiene las ideas claras de lo que buscan.

El tiempo se acababa y mi cabeza no estaba pensando tan rápido como el resto de las veces, por lo que al final opte por simplemente sacar tema entre los dos, sabía que entre palabras junto a la compañía de cualquier tipo de licor podría cumplir mi objetivo principal.

–Me das una cerveza, por favor –le pedí al barman fingiendo que no lo había visto, luego giré mi mirada unos segundos para fingir poco interés, pero a los segundos regresé mi mirada hasta su rostro fingiendo sorpresa– ¡Vaya sorpresa! ¿Te estás divirtiendo? No pareces frecuentar este tipo de lugares.

El chico fijo sus ojos en los míos sonriendo de manera leve sin saber que debería decir– Es mi primera vez, por ahora no está nada mal, de partida porque conseguí entrar gracias a ti– sonreí pidiendo su autorización para sentarme a su lado fingiendo que tenía curiosidad por saber cómo se la estaba pasando.

–Mi nombre es Jace (Se pronuncia yeis)

–El mío es Erik– me anunció.

Una parte de mí se sentía seducido ante aquellas sonrisas sinceras que dejaba escapar mientras hablábamos, hablé bastante tiempo con él sobre cosas del lugar hasta que por fin di mis verdaderas intenciones cuando lo invité a ir a otro lugar más apartado, él aceptó siguiéndome hasta una calle más abajo donde estaba ubicada mi casa, claro que, cuando salí del recinto pude ver el enfado de Jeff tras yo ganar un polvo y él no.

Por otro lado, podía notar como el nerviosismo de Erik aumentaba cuando subíamos por el ascensor que llevaba a mi piso, moví las llaves con mis dedos pensando en todas las cosas que deseaba hacerle en mi habitación, no parecía tener demasiada experiencia en este tema, pero no creo que sea virgen ¿o sí? Después de todo no me seguiría tan confiado si lo fuera...

Al dejarlo entrar toda mi vida cambió, días más tarde me arrepentía de mi estupidez, por no decir directamente que luego de tener sexo me arrepentí.

Tengo que decir que en mi defensa no conocía la clase de chico que era, parecía un chico de 18 años buscando una aventura para recordar en su futuro como "La mejor etapa de mi vida".

Recuerdo que también pasé por esa etapa y recuerdo mis 18 como la mejor edad de mi vida, aunque ahora también lo está haciendo cada vez que disfruto de mi fin de semana.

Pero no nos adelantemos, supongo que quieren saber todos los detalles de esa noche, algo muy sencillo de explicar, al dejarlo entrar caminé directamente a la cocina para sacar una botella de agua de la nevera, Erik me seguía con la mirada, nervioso, lo noté debido a que él comenzó a hablar mucho, no le preste atención debido a que eran palabras de nerviosismo, es decir, no tenían mucho sentido, sin embargo, le pedí que se acercara, bebí mi botella de agua casi de un trago viendo cómo veía el lugar, me quité la polera que llevaba puesta viendo como sus ojos se pasaban por mi cuerpo y entonces habló el doble, no pude evitar reírme por dentro, pero a pesar de que me divertía la situación lo callé atrapando sus labios con el beso más mojado que le hayan dado en toda su vida.

Debo reconocer que sus labios eran perfectos, encajaban de una manera ideal con los míos, aquel beso era a lo que la mayoría de mis amigos llama "Beso de amor".

En palabras sencillas es ese tipo de beso consigue atraparte e incluso enamorarte, yo simplemente me convertí en un adicto a sus labios, lo besé en centenares de veces a medida que lo llevaba hasta mi cama y lo dejé caer en ella.

Lo que no sabía era que luego extrañaría aquellos besos cuando tocaba su cuerpo, lo desnudé, me desnudó, estaba entrando en onda y se dejó desnudar por completo, no pude evitar observar su cuerpo un par de segundos teniendo la necesidad de sacarle una fotografía debido a que esta sería más duradera, el único problema es que nadie quiere ser fotografiado por un desconocido completamente desnudo.

Ni siquiera le pregunté si podía, la respuesta me parecía demasiado obvia por ello quise fijarme en cada detalle de esa noche, el color blanco de su piel, la calidez, la suavidad, todo lo que pude tocar y hacer mía en esa noche la recuerdo cada vez que cierro los ojos. En mis veinticuatro años jamás me había pasado algo así, tenía un cuerpo demasiado perfecto como para no sentirme como me siento.

–¿Qué te gusta hacer? –pregunté con su erección entre mis dedos mientras lo agitaba con rapidez.

–¿Dibujar? –respondió con gemidos incluidos.

–¡En la cama! –dije riendo por culpa de su inocencia.

–¿A qué te refieres...? – pasé mi pulgar por la punta de su pene– ¡ngh...!

En ese momento me di cuenta de que yo me estaba convirtiendo en su primera vez, quise volverla especial al ser lo que todos buscan en su primera vez, aunque el dolor no se lo llevaría nadie ni siquiera utilizando toda la ternura y el romanticismo del mundo, estaría allí si o si, pero conseguí hacerlo bien.

Como era su primera vez le ofrecí un beso negro, naturalmente no entendió y aquello me excitó aún más, era muy inocente, no conocía el mundo que yo le estaba enseñando, aunque no estoy muy seguro de si me arrepiento de robar su inocencia también.

–Gírate– le pedí viendo como lo hacía sin rechistar, era muy sumiso, podía decirle cualquier cosa y él lo haría sin emitir queja alguna ¡era perfecto! Además, sus suspiros eran Wow... más de alguna vez mi pene se sacudía tras querer entrar en él cuando suspiraba.

Por otro lado, me gustaba la forma en la que se estremecía mientras pasaba mi lengua por su espalda sintiendo su dulce sabor cuando lo lamía. Con esto simplemente buscaba generar el recorrido con tal de darle más tarde el prometido beso negro.

Por supuesto que antes planeaba jugar un poco con él al morder y besar una de sus nalgas en el proceso. Estaba de más decir que le encantó todo lo que le hice, hasta cuando introduje uno de mis dedos le sentó bien, no puedo decir lo mismo del segundo, pero era obvio que le dolería tras ser su primera vez y yo olvidé un instante con quién estaba tratando.

Me puse de rodillas por detrás de él obligándolo a ponerse en el espacio accesible que le dejé, este no tardó en mover sus caderas buscando más contacto con mi pene, aparentemente se estaba abriendo al placer y entonces cuando acabé de prepararlo lo giré viéndolo de frente, llevé mi mano a su erección para luego frotar mi pene con el suyo, Erik comenzó a suspirar por más y más y más... yo estuve a punto de correrme por culpa suya, pero me controlé abriendo sus piernas y ¡bom! Lo penetre olvidando otra vez que era virgen, sé que le dolió, le debió doler de cojones, pero vaya que se sentía bien su interior.

Mientras él sufría yo disfrutaba como nunca antes, su interior era mojado y muy apretado, además de caliente, por supuesto, su cuerpo estaba frío comparado a su interior para que se hagan una idea de lo caliente que estaba, era como tocar un horno con la temperatura máxima, pero a eso se debe agregar lo mojadito que se encontraba, de sólo recordarlo mi entrepierna se sacude en mis pantalones, lo besé por todos lados tratando de buscar su placer, no era justo sólo sentirme bien yo y por ello quise ayudarlo.

Lamí su cuello, pezones, boca mientras mi mano derecha agitaba su mojado pene cubierto de la corrida que liberó cuando lo penetré, su placer no tardó en aparecer y por esa misma razón me comencé a mover lentamente sintiendo cada vez más profundo su interior, yo no dejaba de crecer en su interior y él no dejaba de gemir de dolor junto a placer al mismo tiempo, ¿pueden imaginar lo mucho que sudé esa noche? Lo hice con él tres veces... su interior era como entrar al paraíso prohibido, además su cuerpo se acostumbraba rápidamente al mío por lo que no tardó mucho tiempo en montarme tomando todo el dominio con sus caderas, aún siento sus gemidos cuando guardo silencio a oscuras en mi habitación, el problema es que siempre término excitado y bastante mojado al escuchar mis recuerdos

Lo único que arruinó aquella noche fue cuando salió el tema de la edad, ya lo habíamos hecho tres veces seguidas y mi cuerpo quería más, pero debía respetar su inexperto cuerpo, por esa misma razón lo recosté sobre mi cuerpo acariciándolo con gentileza tras ser consciente de lo brusco que pude actuar con su cuerpo virgen de 17 años, me sentí muy molesto al traer a mi cama a un niño, pero se sintió muy bien estar dentro suyo...

–¡Debiste decírmelo antes! –dije alejándome de su cuerpo tomando un plumón para rallar la pared justo donde decía "Ilegal". Era mi primera vez con un menor, llevo las cuentas de todas las veces que he tenido sexo gracias a los dibujos de la pared, él las miró con extrañez sin saber cómo debía actuar.

–¿Qué más da? No parecías querer parar cuando te lo iba a decir en la cocina– comentó.

–¡Entonces debiste pararme! –me acerqué a mi ropa– mierda– maldije molesto conmigo mismo.

–¿A dónde vas? –preguntó tras yo vestirme.

–A donde sea, pero lejos de ti– respondí poniéndome el cinturón.

–¡Oh vamos!– se levantó acercándose a mí– No es para tanto, ambos lo disfrutamos– pasé mis ojos por su cuerpo sintiéndome seducido otra vez, pero traté de borrar todo pensamiento obsceno, aunque Erik, mi delicioso Erik me besó jugando con mi lengua y la suya, mis brazos lo envolvieron al instante dejándolo caer a la cama mientras me subía encima de él.

Erik me envolvió con sus piernas creándome la mejor cárcel que pueda existir, sentía que no podía detenerme, el beso estaba siendo muy caliente, estaba logrando que yo lo deseara otra vez al llevar sus manos a mi entrepierna, yo por inercia la lleve hasta su entrada tocando lo mojado y pegajoso que estaba en aquel punto, quería hacerlo otra vez.

Mi pene se sacudía despertando sin problema, sin embargo, cuando el beso finalizó yo me alejé de su cuerpo cuando vi en sus ojos la inocencia que le había quitado, para mí era un niño, si no es legal, es un niño por ello me fui dejándolo en mi cama completamente desnudo y bastante deseable a la vista, aun no entiendo como fui capaz de hacer algo como eso, tenía un cuerpo exquisito que me atrapaba con sus piernas, aunque seguía siendo ilegal y eso no estaba bien.

No sé cuánto tiempo deambulé por las calles de la ciudad en mi coche con la música a tope, no quería quedarme a solas con mis pensamientos o tendría un encuentro con los recuerdos de su cuerpo envolviéndome con la ayuda de sus brazos y piernas, cuando dejé que mis pensamientos deambularán recordé cada momento que pasé con él en mi cama, era un chico común, que al ser un menor de edad ocupaba la mayor parte de mis recuerdos, ya que había sido mi primera vez con un menor.

Me sentía mal conmigo mismo por la única razón de romper una de las principales promesas de la noche, cuando salgo de fiesta con mis amigos lo primero que solemos prometer es no involucrarnos con menores, aunque ¿cómo iba a saber yo que es menor? Los menores no pueden entrar al club y...

Mierda, ahora entiendo por qué el guardia no lo quería dejar pasar, debí suponerlo o al menos preguntar antes su edad para evitar este tipo de situaciones, aunque ya lo había hecho y no podía regresar el tiempo atrás.

Para eso de las dos de la madrugada o tres no estoy muy seguro, me obligué a pensar en que todo era una tontería sin importancia, duré con ese pensamiento un par de horas, ya que más tarde me reencontré con él, sin embargo, otra vez no me adelantaré y seguiré con mi historia.

Como decía, eran las tres de la madrugada cuando mi móvil comenzó a sonar dentro de mi auto, era uno de mis amigos más cercanos y no pude evitar sonreír cuando vi su nombre en mi pantalla, aquella había sido la responsable de muchas cosas que pasaron más tarde, pero ¡era Rick! Mi mejor amigo, en mi cabeza se borraron las imágenes de antes para sólo dejar las imágenes que en ese momento eran importante para mí, le conteste casi al instante, la agradable noticia me hizo salir de la ciudad hasta el lugar en donde ahora vivía con su joven y muy linda esposa.

Recordé como me daba la noticia hace nueve meses que sería tío, mi felicidad fue exagerada tras abrazarlo y abrazar a su mujer muchas veces en aquel parque de la ciudad, me sentía tan feliz por ellos, ya que, lo habían buscado durante un largo tiempo, mi amigo se había casado a escondidas y yo lo apoyé en todo momento, ahora estaban cumpliendo uno de sus sueños más grandes, su familia estaba creciendo y en esa noche nació su hija justó en la ciudad en donde se conocieron en una tarde de verano, para mí ellos eran la viva imagen de que el amor existía, yo no lo buscaba, pero cada vez que los veía observarse a los ojos podía ver aquel amor con tanto brillo e intensidad consiguiendo que una parte de mí sintiera envidia.

Cuando llegué al hospital corrí por los pasillos directamente hacia su ubicación, fue muy gratificante ver a mis amigos tan felices gracias a la ayuda de un pequeño bebé, no soy de decir que los bebés son hermosos, pero ese bebé si lo era al tener una sonrisa en los labios, parecía estar feliz de estar con vida, recuerdo que la sostuve en mis brazos bastante tiempo, yo no soy su padre, pero me sentía como tal al sentir que debía protegerla cuando la veía tan indefensa, también recuerdo escuchar la puerta abrirse con un visitante inesperado, él llegó diciendo "¿Dónde está mi sobrina?"

Ni siquiera le dio tiempo a fijarse que yo lo tenía en mis brazos hasta el momento en el cual Rick me apuntó. Su mirada se cruzó con la mía y la sorpresa se veía claramente en nuestros ojos, miré a Rick en busca de una explicación a gritos por dentro.

¡Era Erik! El chico con el que me acosté esa misma noche, Rick miró a Laura, su mujer antes de verme y presentarme a su hermano, ¿pueden imaginar lo que sentí en ese instante? Si no hubiera estado sentado me habría caído de espaldas con la bebé en mis brazos, Erik no dijo nada, de hecho, salió con la excusa de buscarle comida a su cuñada, yo traté de ocultar mi incomodidad en todo momento tras estar cerca de él.

–¿Puedo cargarla? –preguntó más tarde cuando regresó con la comida.

Yo le sonreí un poco nervioso antes de acercarme y entregarle a su sobrina, su mano con la mía se rozó donde claramente todos los recuerdos de antes viajaron a mi cabeza, este me miró a los ojos sintiendo lo mismo que sentía yo o al menos eso demostró cuando me miró a los ojos.

–Ahora que se han conocido, por fin luego de todos estos años...– habló Rick entrelazando la mano de Laura– queremos darles la noticia.

–¿Qué noticia? –preguntó Erik.

–Se suponía que se la diríamos más tarde cuando me dieran de alta, había planeado una fiesta y todo, pero ya saben cómo es Rick– Rick la miró con una sonrisa de oreja a oreja– ambos decidimos que...

–¡Sean los padrinos de Emilia!

–¿Qué? –dijimos al mismo tiempo.

–Claro, si ustedes quieren, ¡pero son perfectos! –decía Laura casi con corazones en sus ojos –siempre nos han apoyado, están ahí para nosotros y por eso los queremos formar parte de esto– Laura hizo un círculo con su dedo integrándonos a todos en él– ¿qué nos dicen? Si quieren los dejamos pensar, pero de verdad nos harían muy felices al aceptar.

–Pero... ¿No se supone que se necesita a una madrina y no otro padrino? –preguntó Erik.

–Si, pero tú harás ese papel– dijo Rick acercándose a Erik– hermano, mira a mi hijita– la miró– ¿ves cómo te mira? Te está pidiendo que seas su padrino– me miró– tú aceptas ¿verdad? –me preguntó.

Miré a Erik, era complicado tras saber que nos veríamos más seguido, pero era hermosa la bebé, además ¿quién no aceptaría algo así? No tardé en aceptar, abracé a mi mejor amigo con fuerza de la misma forma en la que me abrazó a mí, luego abracé a Laura con más cuidado expresando mi felicidad a través de un abrazo, Erik también aceptó al ser su sueño de toda la vida, aunque me miró a los ojos antes aceptando todo lo que podía pasar entre nosotros más tarde.

Así comenzó todo, me acerqué a la bebé acariciándola mientras Erik la sostenía en sus brazos, escuche como sacaban una fotografía y Laura agregaba con una orgullosa sonrisa las palabras que nos incomodaron Erik y a mí el resto de la noche, las recuerdo a la perfección al repetirlo varias veces más con el pasar de los días, aquella frase fue un...

«Hacen una bonita pareja, si no fuera porque Erik es ilegal ya los habría emparejado»

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