03. Conseguir información
—¿Y el quién es? —Señala Andrew subiendo a la patrulla.
—Es...
—Hola, soy Izan Petrov, el aprendiz de la detective Morgan —se presenta el nuevo, subiendo con apuro a la patrulla, como si lo fuéramos a dejar aquí tirado.
Al oír la palabra "aprendiz", mi compañero alza una ceja y me mira con diversión. Me limito a rodar los ojos y ponerme el cinturón de seguridad para encender el vehículo.
—Mucho gusto, soy el oficial Kepner, Andrew Kepner —se gira y le extiende su mano en forma de saludo— Ah, y como consejo, preséntate solo con tu apellido. Se escucha más formal —Me guiña un ojo, a lo que niego divertida.
—Genial —le devuelve el saludo— Wow... Que brazos hombre —ríe, y me es imposible no reír también.
Pongo la dirección en el GPS y parto a nuestro destino.
—¿A dónde vamos? —consulta el chico desde el asiento trasero.
—¿Escuchaste algo de lo que te dije mientras esperábamos a Andrew? —alzo una ceja en su dirección, mirándole por el espejo retrovisor.
—Uhm... —veo como bajaba la vista, lo que me da algo de tristeza al no ver por primera vez rastro de emoción en su rostro.
—Mira, sé que estás muy emocionado por haber sido seleccionado para los casos importantes apenas aprobaste los exámenes básicos —hablo con toda la paciencia que mi madre me heredó— Eso significa que eres un excelente alumno —continúo— ¿Pero podrías bajarle un poco a esa emoción y escuchar lo que te digo? Si quieres aprender necesitas escuchar, observar, para al final ponerlo en práctica. Por lo que me dijo el señor Rojas, tienes mucho potencial que puedo explotar, pero antes de eso necesito que entiendas en lo que te estás metiendo.
El interior del vehículo se hace total silencio, con la excepción del GPS cuando indicaba que debía doblar en alguna calle.
Me sentí como una madre regañando a su pequeño, siendo que apenas tenemos unos años de diferencia.
—Creo que deberías hacerle caso, Petrov —habla Andrew para intentar disolver el ambiente que se había formado— Estoy seguro que Hazel no se refiere a que cambies esa personalidad tan entusiasta que demuestras tener, sino que a obedecerla, a escucharla —dice comprensivo— Mírame a mí, he aprendido mucho trabajando con ella, sin dejar de ser como soy —se señala con una sonrisa.
—Lo siento, detective Morgan —Petrov agacha la cabeza— Es que cuando me dijeron que trabajaría con la mejor detective de San Francisco, me emocioné al saber que podría lograr crecer aquí en la fuerza policial.
—Y estoy segura que lo harás —asiento estacionándome frente a una linda casa azul pastel— Llegamos. ¿Trajiste el archivo? —Le pregunto a Andrew.
—El archivo y la autorización —asiente.
—Perfecto, vamos.
Los tres nos bajamos de la patrulla, y procedemos a tocar el timbre para esperar.
Segundos después, una mujer de alrededor unos 50 años, tez clara, cabello corto y oscuro, y de vista profesional, nos abre la puerta.
Según la información, ella sería la esposa de la víctima.
—Uhm... ¿Oficiales? —dice como forma de saludo, pero a la vez temerosa— ¿Pasó algo?
—No, descuide —me adelanto— Me presento, soy la detective Morgan, de la policía. Ellos son mis compañeros, el oficial Kepner, y el es... el oficial Petrov. Necesitamos hablar con usted respecto al caso de su difunto esposo, el señor Richard Fuentes.
—Pero... eso fue hace ya un mes, se supone que su caso está cerrado —siento un toque de angustia en su voz.
—Sé que lo que menos quiere es recordar lo sucedido, puesto que ya tuvo su difícil tiempo de luto —intento convencerla— Pero el caso no estará realmente cerrado hasta que se haga justicia, y atrapemos al asesino del señor Fuentes.
—Yo... Quiero ayudar a eso —asiente poco convencida, y con el ceño levemente fruncido— adelante —abre aún más la puerta y nos deja entrar.
—Muchas gracias, solo queremos concluir correctamente esto —asiente Andrew educadamente.
—Pasen a la sala, ¿Quieren servirse algo? —pregunta algo ansiosa. Niego. Lo que menos queremos hacer es causar molestias.
—Descuide, no sé preo...
—¿Un juguito? —se apura en pedir Petrov.
—Enseguida se lo traigo —asiente y se va. Mientras tanto, nosotros pasamos a sentarnos.
—Aquí tiene —le entrega el bebestible, y se sienta frente a nosotros. Yo me siento junto a mi aprendiz, mientras que Andrew se queda de pie observando las fotografías de la casa.
—Antes que nada, necesitamos su autorización para reabrir el caso. ¿Está usted de acuerdo? —le entrego la ficha— Es importante que sepa que al firmar eso, nos dará la autorización para volver a examinar las pistas, si es necesario el cuerpo, y aceptar que le hagamos preguntas pertinentes al caso.
—Sí, sí. No hay problema —acepta el lápiz y firma— ¿En qué puedo ayudarlos?
—Muchas gracias —le paso la carpeta a Petrov para que la mantenga, mientras saco mi libreta para anotar lo que me diga— Tenemos algunos datos anteriores, pero necesitamos reiterar algunas preguntas y realizar unas nuevas a medida que avancemos.
—Responderé a todo lo necesario —asiente con seguridad.
—Su nombre es...
—Laura, Laura Miller de Fuentes —asiento y anoto.
—¿Piensa en alguien que tuviera razones para asesinar a Richard? —sigo con las preguntas protocolares.
—Claro que no —frunce su ceño indignada— Rich era un buen hombre, no se metía en peleas ni nada. Era un simple vendedor de vidrios, nada que pudiera hacer enemigos.
—¿Algún indicio de algo importante que haya sucedido antes, que pueda recordar?
—No, fue hace un mes y mi mente ha estado vuelta loca cuidando a mis niñas para intentar superar todo esto juntas —suelta un largo y angustioso suspiro, negando incrédula.
—Lo siento mucho —frunzo los labios al no recordar haber leído eso— Dijo sus niñas, ¿Tiene hijas?
—Sí, dos.
—¿Ambas del señor Fuentes? —me observa unos segundos antes de responder, cosa que me da desconfianza.
—Claro que sí —dice con obviedad. Asiento y escribo, poniendo un asterisco.
—¿Esta segura que Richard no tenía enemigos? —reitero.
—Sí, totalmente.
—Su asesinato fue bastante extraño y tortuoso, como si alguien hubiera querido hacerle daño —Agrega Andrew parándose a mi lado— ¿Alguna vez tuvo un accidente extraño, que quizás lo haya puesto al borde de la muerte?
—Uhm... —la señora Miller intenta recordar.
—Generalmente eso sucede como accidentes de tránsito extraños, accidentes laborales inexplicables, envenenamiento...
—Envenenamiento. Podría ser —señala sorprendida y confundida.
—¿Cuándo fue eso?
—Creo que tengo los exámenes, esperen un momento —asiento dándole la autorización de que se retire.
—Es mi impresión, o cuando le preguntaste sobre sus hijas dudó en responder —me susurra Petrov. Guiño con un pequeño asentimiento.
—Aquí están —la mujer me entrega los papeles y se vuelve a sentar. Los abro y comienzo a hojear. Eran unos exámenes de sangre debido a una intoxicación con un elemento bastante extraño.
—Esto fue dos semanas antes de su muerte —señalo— ¿Me los puedo llevar para una revisión?
—Sí, por supuesto.
—Okey, creo que estamos por hoy —me levanto— Muchas gracias por autorizarnos a reabrir el caso, y por su colaboración con la información —tomo mis cosas y camino hasta la puerta— Estaré en contacto con usted para cualquier cosa que necesite o me entere.
—Muchas gracias a ustedes, solo les pido que encuentren a quien mató a mi esposo. Necesitamos hacer justicia. No quiero que el asesino ande suelte por ahí, arriesgando la vida de muchas personas.
—Descuide, haremos lo necesario para concluir este caso.
—De nuevo, muchas gracias —nos abre la puerta para dejarnos salir.
—A usted, nos vemos —me despido con un asentimiento, y nos vamos.
—Que elegancia la de Francia —habla Petrov, frunzo el ceño con diversión— Creo que lo que más me complicará será hablar con tanta educación, paciencia y empatía —sonrío.
—Créeme que es algo que vas obteniendo con la experiencia —saco las llaves del auto.
—¿Hay algo que pueda hacer en este caso? —habla entusiasmado.
—Estamos recién empezando. Mandaré a revisión algunas cosas, y ya luego quizás puedas ayudarme en algo.
—Ah, okey —muerde su labio— ¿Y algo de papeleo que necesites que te ordene, o tu agenda o…? Puedo ser tu secretario si quieres —niego divertida.
—Gracias Petrov, pero nada hasta el momento.
—Uhm, está bien —entra al auto.
—Si quieres vamos a entrenar —le propone mi compañero.
—¿Quedaré tan mamadísimo como tú? —reímos.
—Veamos si lo logras —ríe Andrew.
Definitivamente necesitaba una distracción luego de todo lo que ha pasado.
???
—Gracias Hazel, cuídate mucho —se despide Sean tomando la última caja con las pertenencias de su difunto hermano.
—Igualmente, nos vemos —le acompaño a la puerta, y espero a que suba las cosas a su auto para entrar.
Cierro la puerta soltando un largo suspiro.
Ya no queda nada de Dawson en esta casa. Solo el anillo de compromiso que aún conservo en el fondo de mi cajón.
No puedo creerlo, aún no puedo asimilarlo. Y mucho menos, saber que no puedo hacer nada como detective por él, que no sea esperar mientras uno de mis compañeros se encarga del caso.
Me dirijo a la cocina para comenzar a preparar la cena, pero me veo obstaculizada por el sonido del timbre. De seguro a Sean se le quedó algo.
—¿Se te quedó algo? —digo apenas abro, pero me quedo callada cuando veo quien estaba. Me es imposible que el corazón no se me acelere un poco— Dylan.
—Hola —me regala una sonrisa amable— Acabo de ver salir a Sean, ¿Todo bien?
—Sí, sí. Estaba llevándose las cosas de Daw —le indico— Ven, pasa —me hago a un lado.
—¿Estás ocupada?
—Uhm, ya no —me encojo de hombros— Estaba por ir a preparar la cena, ¿Te quieres quedar a comer? —sonríe.
—Justo venía a eso. Quería invitarte a cenar —me propone— ¿Te gustaría ir al restaurante de las luces, frente al parque?
—No, no te preocupes, en serio —creo que eso de ordenar las cosas de Daw me desanimó un poco.
—¿Muy elegante acaso? ¿Y si vamos al centro comercial por comida rápida, China? —alza una ceja intentando convencerme. Suspiro.
—Bueno ya —escondo una sonrisa— Hace tiempo que no voy por comida rápida.
—Un poco no le hace mal a nadie —me pincha el estómago.
—¡Oye! —Le golpeo chillando— Pero no puedo comer mucho ni tan tarde, que mañana tengo las competencias —hace un puchero.
—Bueno, aunque sean cinco minutos, pero contigo —niego con diversión.
—Está bien señor cliché. Me iré a poner más decente y vuelvo.
—Pero tengo hambre, estás perfecta así —le observo mordiendo el interior de mi labio, nerviosa.
Ignorándole, voy y cambio mi camiseta de tirantes por una blusa blanca, manteniendo mis jeans negros. Dejo mi cabello suelto, pero le decoro con una argolla a un lateral.
Algo sencillo para un lugar sencillo.
—Vamos —le aviso. Guardo mi billetera y mi teléfono en los bolsillos de mi chaqueta denim.
—Vaya —hace un silbido— Estás hermosa —se me acerca un poco, y lleva su mano a mi rostro para llevar un mechón de mi cabello hacia atrás de mi hombro. Inconscientemente mis ojos van a sus labios.
Sonrío levemente al saber que en todo momento fui corporalmente fiel hacia Dawson, porque ni un beso me he dado con Dylan. Aunque mentalmente... Sigo reprochándome por eso.
—¿Vamos? —carraspeo alejándome, para dirigirme a la puerta.
—Vamos —asiente.
Caminamos hasta su auto que tenía estacionado fuera de casa, y vamos hasta el local de comida china, donde pedimos una de mis promociones favoritas con chapsui de pollo.
Comimos tranquilamente, con mi mente puesta únicamente en el momento, y charlando de temas varios hasta que terminamos nuestra cena.
—¿Algún caso nuevo? —pregunta Dylan, dando el último sorbo a su gaseosa. Asiento limpiando mi boca con la servilleta— ¿Quieres hablarme de el?
—No, para qué aburrirte con mi trabajo —río.
—No te hagas, sé que quieres y te encanta hacerlo —sonrío— Además, me encanta escucharte hablar, de lo que sea. Sobre todo si es algo que te hace feliz —extiende su mano para ponerla sobre la mía.
Observo nuestras manos, nerviosa. Desde el primer momento en que salí con Dylan sentí algo. Me gusta, pero me siento muy mal al recordar a Dawson.
A el lo quiero mucho, sí. Pero con el tiempo dejé de amarlo al darme cuenta que no lo quería de esa forma en mi vida. Aun así, creo que esto va muy rápido.
Quito mi mano y me pongo a ordenar los cubiertos sobre mi plato.
—Haz... —dice con tranquilidad.
—Lo siento, es solo que… —busco las palabras, pero nada sale.
—Que te sientes mal por intentar seguir con tu vida, por querer reemplazar a Dawson —frunzo el ceño ante lo último.
—¿Qué? —Digo con una pizca de molestia— Yo nunca voy a reemplazar a nadie —me limito a decir. No quiero tener problemas, porque en verdad la estoy pasando bien aquí.
—Pero te sientes culpable por pensarlo —insiste.
—No, Dylan —me molesto— No pongas palabras en mi boca. Yo nunca he dicho ni pensado eso ¿Reemplazarlo? —Digo con indignación— No tengo razones para hacerlo, nadie me las ha dado aún.
—No me puedes decir esto, Hazel —niega algo dolido— Nosotros nunca pudimos tener nada porque respeté lo formal que tenías con él, porque no quise meterme en su relación. Yo solo estaba esperando que actuaras, que hicieras algo para permitirme conquistarte como te lo mereces —explica indignado— Si tan solo hubieras terminando con él, obedeciendo tus sentimientos, si tan solo él se hubiera hecho a un lado en nuestro camino...
—Era una molestia entonces —digo con sarcasmo.
—No, no quise decirlo de esa forma. Sé que tú siempre lo quisiste y lo querrás, pero no como lo haces conmigo —pasa sus manos por su barba ras— No puedes negar que sientes algo más que una amistad por mí, y que lo que tenías con Dawson no era mutuo. No negaré que lo quisiste, porque él siempre fue tu compañero de vida, uno de tus mejores amigos... Pero tampoco negaré que estabas dispuesta a dejarlo todo por mí, como yo lo hice por ti.
Me quedo en silencio, sin querer negarlo, porque en el fondo sé que es verdad. Sigo pasando por un momento no muy agradable, y cualquier cosa me irrita fácilmente. Sobre todo si se trata de Dawson.
—¿Vámonos? Mañana tengo entrenamiento competitivo —interrumpo el incómodo silencio. Me observa sin expresión alguna.
—Vamos —se levanta, y espera a que llegue a su lado para que salgamos.