01. Al altar de tu muerte
—¿Estás segura que quieres tener eso ahí? —mamá frunce el ceño levantando mi largo vestido blanco.
—No creo que sea necesario tener un arma el día de tu boda, Haz —opina mi amiga Samantha, mientras miraba los últimos detalles de su maquillaje en el espejo.
—Nunca nadie sabe lo que puede pasar...
—No hija, quítate eso de ahí —mamá forcejea con la tela mientras yo intento bajarla, hasta que alcanza la funda en mi pierna donde tenía la pistola— Ahora vas a dejar esto aquí, vas a sonreír y a animarte un poco. ¡Hoy te casas hija, y tienes cara de funeral! —Deja el arma en el tocador con un golpe— Debe ser el mejor día de tu vida. Hoy te casarás con Dawson, y todo el amor que sienten al fin tendrá un nombre oficial ante los registros.
Sam, quien estaba a espaldas de mamá me echa una mirada rápida. Yo solo la ignoro y asiento a mi progenitora seguido de un suspiro.
—Lo sé ma, lo sé.
—Ahora voy al baño y luego llamamos a Thomas para preguntarle cómo va con Dawson —asiento obediente nuevamente y espero a que salga de la habitación. La pelirroja se acerca rápidamente y me sujeta del brazo, preocupada.
—Haz, ¿estás segura de esto? —Suelto un respiro— Tú no amas a Daw de la forma en la que debería hacerlo alguien que se va a casar.
—Pero lo quiero, Sam —como puedo me bajo del pedestal en donde me estaban arreglando el vestido, para quedar a la altura de mi amiga— Es un gran amigo, una gran pareja de vida —me encojo de hombros.
—¿Y? —pregunta con obviedad.
—¿Y qué? —frunzo el ceño.
—¿Y eso qué? ¿Y qué pasa con Dylan? A él si lo quieres de otra forma, aunque se hayan estado conociendo hace unos meses —frunce sus cejas, y luego las alza recordando algo— ¡Ni siquiera puedo creer que lo hayas invitado a tu boda! —grita en un susurro, dando golpecitos en mi brazo
—Dylan... Solo eso, lo acabo de conocer y por eso me llamó la atención y nada más. No me gusta —Sam abre la boca para protestar, pero se calla cuando mamá aparece nuevamente.
—Okey —ordena su vestido— Samantha, ¿Puedes llamar a Thomas? —mi amiga asiente y saca su teléfono de su pequeño bolso.
Estaba a punto de marcar, cuando en el jardín se oye un grito agudo, seguido de varios más de horror.
Íbamos las tres a salir corriendo a ver qué sucedía, pero mamá me detiene en la puerta.
—No, no podemos permitir que Dawson vea a la novia antes de casarse —dice con firmeza y ruedo los ojos.
—Mamá, algo importante debe hacer pasado si...
—No es no —finaliza antes de salir de la habitación con Sam. Suelto un suspiro cansada de que sea tan estricta conmigo a mis 27 años, y ni siquiera viviendo bajo su techo.
Desde que papá nos dejó viviendo solas, cree que puede tener todo el control sobre mí, aunque a veces entiendo que lo único que quiere es protegerme, y hacerlo bien.
Camino inquieta por el pequeño lugar esperando noticias. Eso no fue un grito cualquiera, eso fue un grito desesperado.
Estaba tratando de tranquilizarme, cuando de pronto oigo el inconfundible grito de Sam.
Alerta, tomo mi arma y me dispongo a salir sin importarme si Daw me ve. Algo está pasando abajo con mis invitados y, como recién ascendida a detective de la policía, tengo la responsabilidad de acudir en caso de emergencia.
Sin mis tacones, bajo rápidamente por la escalera soltando uno que otro decorado de mi peinado.
Escondo el arma en mi cadera entre el bulto del vestido, una vez que llego donde todas las personas comenzaban a acercarse.
Camino observando el rededor, y puedo ver a absolutamente todas las personas ahí. Algunas llorando, otras horrorizadas, y una que otra tomando sus cosas para largarse.
Me fijo en un punto donde las personas se acumulaban en un círculo, y es ahí donde me acerco. Me hago paso entre la gente, y una vez que llego al ojo del huracán, lo primero que veo es a Thomas, en primera fila, mirándome con preocupación y completamente pálido.
Bajo lentamente la mirada con el corazón latiendo a mil por hora, pudiendo sentir lo que se me venía.
Estaba tan alerta, con la adrenalina y las emociones tan altas, que todo mi mundo cayó conmigo cuando le vi.
Ahí estaba él, tendido en el perfecto césped verde, sobre la gran mancha roja. Mancha roja que había provocado mi prometido, porque Dawson Flores estaba muerto.
—Oh Dios... —Llevo mis mano a mi boca sorprendida y me quedo completamente helada, sin saber qué hacer.
Estoy acostumbrada a trabajar con casos horribles, ver cadáveres, estar en multitudes, pero esto es distinto.
Es completamente diferente.
Esta situación es mi matrimonio, el cadáver era mi futuro esposo, y la multitud son todos nuestros amigos y familiares.
Definitivamente a uno nunca lo preparan para ver en este horrible estado a alguien que conocemos.
—Por favor todos aléjense —ordena Thomas empujando a la gente para que retrocedan y den espacio. Todos comienzan a dispersarse entre susurros, llantos y gritos— ¿Hazel, estás bien? —le escucho preguntarme por sobre mi hombro, ya que no había podido despegar la vista de Daw.
—¿Qué pasó? —me limito a preguntar con la voz débil, cayendo de rodillas a su lado, haciendo que todo el blanco de mi vestido comience a absorber y teñirse de su sangre.
—No... No lo sé —se agacha a mi lado y me toma el rostro obligándome a mirarlo— Se supone que iría a dar una vuelta y a saludar a los invitados, y luego vendría conmigo para arreglar los últimos detalles. Nunca llegó. Cuando bajé a buscarlo porque se hacía tarde, no lo encontré. Luego Lina se sentó con su esposo en una de las mesas, dijo que pateó algo, y cuando miró se dio cuenta que era Dawson —suelta Thomas con apuro y con sus manos temblando— No puedo creer que esto haya pasado... No... Se supone que todos los que estaban aquí... —tomo con firmeza sus manos en mi rostro.
—No permitas que nadie salga del recinto, y por favor llama a la policía —digo con una lágrima cayendo por mi mejilla.
???
—Morgan, ¿Estás bien? —Andrew, quien ha estado siendo mi equipo de apoyo en el trabajo estas últimas semanas, y uno de mis mejores amigos, llega a mi lado con un vaso de café bien cargado.
—Cómo crees que estoy. Mi prometido acaba de ser asesinado minutos antes de casarnos —suelto cansada, mirando como a lo lejos cerraban la bolsa en donde se llevaban a Daw luego de unos análisis que hicieron en la zona— Necesitamos descubrir quién fue —me giro a él con desesperación.
—Morgan, yo... Hablé con el capitán, y no puede asignarte el caso, lo siento.
—Pero Andrew —aprieto el vaso entre mis manos— No puedes abandonarme justo ahora. Hemos resuelto muchos casos juntos.
—No es algo que yo decida, sino el superior —frunce los labios, y toma una postura más personal— Mira Hazel, sé que más que nunca quieres descubrir quién hizo esto, pero a la vez eres consiente que no puedes tomar un caso que involucre a algún conocido. Sabes que las cosas se complican así.
—Pero... —muerdo mi labio con una enorme angustia— No haré esto personal, será como un caso de asesinato más.
—Sabes muy bien que no será así... —intento seguir protestando, pero sé que tiene razón. Y si quiero reclamar sobre algo, sé que a Andrew no es el indicado— Yo la verdad es que no puedo hacer mucho, porque el caso se lo asignaron a Moon y a Avery. Yo solo vine porque me entré que era algo contigo, y sabía que necesitarías la ayuda de tu compañero —me regala una sonrisa en forma de apoyo— Lamento mucho no haber asistido a tu boda de otra forma que no sea por trabajo.
—Gracias —asiento triste mientras observo todo el lugar— Yo... Creo que iré a sacarme esto —señalo mi vestido ensangrentado, y le entrego el vaso de café ya vacío. Este asiente y se aleja dándome mi espacio.
Me dispongo a caminar hacia el interior del recinto, pero un llamado me detiene.
—¡Detective Morgan! —me giro frunciendo la nariz cuando reconozco su voz.
—Maia Moon —fuerzo una sonrisa. La muchacha estaba con su impecable uniforme de policía, y una libreta con un lápiz en su mano.
—Hola, siento mucho lo que sucedió con tu prometido —asiento lentamente aceptando sus lamentos— Sería de mucha ayuda que me des acceso a la lista de invitados —suelto un suspiro cansada.
—¿Es necesario justo ahora?
—Sabes que sí —ladea su cabeza.
—Está bien. Hablaré con un amigo quien se encargará de eso —le indico— Oh, ahí está —le hago una seña a Thomas, quien apenas me ve se acerca.
—¿Si? —me pregunta, y luego saluda a la policía con un asentimiento de cabeza formal.
—¿Puedes pasarle la lista de invitados a la oficial Moon? Yo estaré arriba cambiándome —este me asegura tranquilidad, y ambos se van a alguna parte donde tenían todo lo de la organización de la ceremonia.
Subo lentamente las escaleras, y me dirijo a la habitación en donde me estaba preparando hace unas horas, de ninguna forma para este final.
Cierro la puerta detrás de mí, y me quedo ahí un rato pensando en todo lo que sucedió.
No puedo creerlo. Se suponía que disponíamos de gran seguridad, y los únicos que entraban tenían invitación.
Decido no pensar mucho en eso para no angustiarme, y romperme aún más de lo que ya estoy.
Sé que la oficial Moon y el detective Avery se encargarán de esto, pero no confío en que lo hagan de la manera correcta.
Me quito el vestido, y lo reemplazo por unos jeans, una camiseta ajustada de mangas cortas gris, zapatillas deportivas negras y mi chaqueta de cuero del mismo color. La misma chaqueta que Daw me regaló en mi primer cumpleaños juntos, para reemplazar aquella vieja y sucia que llevaba siempre conmigo desde que nos conocimos.
Me siento en el banco junto al tocador, y tomo la funda de mi pistola entre mis manos.
—No sé de qué me sirve ser una increíble detective, si no puedo proteger a la gente que quiero —Lanzo el objeto angustiada y paso ambas manos por mi rostro soltando un largo suspiro.
Quiero llegar a casa pronto, necesito llegar y soltar toda esta impotencia.
La puerta suena y alzo la vista. Al no decir nada, esta se abre lentamente ingresando el con duda.
—Dylan... —me pongo de pie y me acerco rápidamente.
—Hazel... —también se acerca y me abraza en forma de apoyo— Siento mucho lo que pasó, debes estar devastada. Ustedes se iban a casar… —se separa un poco para mirarme. Asiento limpiando una lágrima que se escapó con la manga de mi chaqueta.
—Sí, yo... Aún no puedo creer lo que pasó —niego con un suspiro entrecortado— Es… es horrible esta sensación de estar como en un sueño, como en algún lugar distinto a la realidad que te impide hacer entender o aceptar lo que pasa.
—Debes estar tranquila —sonríe frunciendo los labios— Yo, estoy seguro que te encargarás del caso y pudrirás al asesino en prisión —acaricia mi cabello, y me ayuda a quitarme algunas perlitas brillantes que decoraban lo que quedaba del peinado.
—No, no puedo.
—¿Qué? ¿Por qué no? —frunce el ceño, y lleva su mano a mi brazo para acariciar la zona amablemente.
—Porque tiene relación directa conmigo, y no debemos participar en casos personales. No es bueno, ya que en una escena todos son culpables, y dicen que si es algo personal, filtrarás personas en las que confías descartando cosas que hasta podrían ser obvias. ¡Pero yo no haría eso!
—Sí... —nos quedamos un rato en silencio, mientras le miraba con mis ojos cristalizados— ¿Hazel? —Hago un asentimiento flojo para que continúe— ¿En serio te ibas a casar? —pregunta con seriedad.
—Dylan, este no es el momento... —me giro intentando ocultar cualquier expresión, y me dispongo a empezar a doblar, el ahora rojo vestido, para guardarlo en su caja.
—Solo quiero saber —insiste a la vez que yo le ignoro y sigo con lo mío.
Estoy confundida, sí.
Conocí a Dylan en un bar, en un momento bastante complicado para mí. Me agradó al instante, y tuvimos un pequeño click que me hizo dudar de mis sentimientos por Daw.
Días después, Dawson me pidió matrimonio y la verdad es que no pude rechazar esa propuesta tan hermosa y dedicada, no teniendo real certeza de lo que sentía por él.
¿Lo hice por lastima? No. Definitivamente no. Pero ya llevábamos tantos años de novios, tantos recuerdos lindos, que el que haya llegado alguien distinto a mi vida, alguien nuevo, alguien más atrevido, me hizo sentir común con Dawson.
Mientras estábamos planeado todo el matrimonio nunca deje de hablar con Dylan. No era un tema de infidelidad, porque yo sabía que me gustaba y quería mucho a Daw. Pero con el tiempo me di cuenta que ya no lo amaba.
A una semana del matrimonio, fui a comer con Dylan, quien me pidió por favor que no lo concretara, ya que él sabía que no lo amaba realmente, y que estaba interesado en mí y no quería perder todas las posibilidades.
Me hizo dudar, me hizo pensar muchas cosas, hasta creer que lo prefería antes que a mi prometido. Pero ignore eso. Ignoré mis sentimientos y decidí casarme con Daw; el perfecto hombre empresario, amado por mamá, educado y buen caballero.
Todo estaba tan bien. Yo iba a seguir con la vida perfecta que mamá quería, tuve unos pequeños tropiezos con Dylan, pero nunca pensé en meterme con él mientras estaba de novia.
No podía ser infiel corporalmente, aunque mi corazón me dijera que estaba yendo por algo que realmente no quería, y que estaba muy mal.
Podría sentirme feliz de lo que pasó, podría pensar que quizá ahora puedo elegir a Dylan ya que Dawson no está en el camino, pero no puedo. No con lo que pasó.
Si quizás hubiera sido otra situación, si tan solo hubiera sido diferente...
Yo quiero a Daw, pero también amo a Dylan.
—¡Hazel! —Vuelvo al presente y quedo algo confundida al ver a Sam a mi lado, quien me había agitado para llamar mi atención— ¿Estás bien? Te estuvimos hablando por minutos y no respondías. Estabas como en otra galaxia.
Frunzo el ceño, y luego miro a mi alrededor.
Estaba en la misma posición con ambas manos sobre el vestido, pero esta vez en la habitación ya no estaba Dylan, sino que Sam y Thom.
—Un oficial estaba preguntando por ti. Necesitan hacerte algunas preguntas de antecedentes o algo así —me informa mi amiga.
—Pero si no quieres, si no estás bien, podemos decirles que hablen contigo mañana cuando estés descansada —agrega Thomas preocupado.
—No, descuida, necesito que esto se resuelva pronto —asiento con una sonrisa triste y me dispongo a salir con ambos.