Capítulo 5
Marlena tardó un tiempo en darse cuenta de que no estaba sola.
Se dio la vuelta, sin decir una palabra. El extraño permaneció inmóvil, sin dejar de mirarla incluso cuando sus ojos se encontraron. Estaba tirado en el alféizar de una de las grandes ventanas que iluminaban el pasillo, medio oculto por las cortinas de raso. Marlena solo podía ver el contorno de su figura, los rasgos borrosos de su rostro y los auriculares que se había puesto alrededor del cuello. Podía escuchar la música tarareando, pero no podía distinguir la melodía. Y él estaba esperando. Solo después de unos momentos, Marlena se dio cuenta de que el niño estaba esperando que ella dijera algo.
Y fue entonces cuando vio el letrero pegado en la pared cercana.
" Acceso de estudiante denegado".
Condenación.
-No deberías estar aquí.-
Habló sin pensar. Enderezó la espalda y cruzó los brazos sobre el pecho, intentando asumir una postura autoritaria. La voz en su cabeza trató de recordarle que técnicamente tampoco debía estar allí. Detalles.
¿Había entrado en pánico? Tal vez. Porque no quería meterse en problemas el primer día. Porque ese chico parecía de su edad. Y porque había algo en la forma en que lo había encontrado mirándola que la ponía nerviosa. Como si fuera una de esas placas de identificación en los marcos de los cuadros. Como una pieza de museo.
El extraño soltó una carcajada.
-Tú tampoco, deduzco- repitió ella.
No completamente equivocado.
- Detalles .-
Las cortinas se movieron con el niño, dejando al descubierto por completo su figura. Saltó del alféizar de la ventana, hundiendo sus manos en los bolsillos de sus jeans con total indiferencia, y dio un paso hacia ella.
Marlena no pudo evitar preguntarse cuánto tiempo había pasado mirando la obra de arte, y si había sido suficiente para hacer que su cerebro se desplomara, haciéndole imposible distinguir las pinturas y estatuas de la vida real.
No había otra explicación. Porque nadie, nadie , podría ser tan hermoso. No en la vida real. No fuera de los decorados de Hollywood o de las ediciones de Vogue. No fuera de las galerías de un museo.
El extraño le sonrió.
-¿Eres de primer año?-
Marlena vaciló por un momento, pero luego suspiró.
-Ya.-
-Y estás perdido- dedujo.
Ella apretó los labios, absteniéndose de golpearlo con un "obviamente, genio".
-Ya.-
Permanecieron en silencio durante lo que a Marlena le pareció una eternidad. Por un segundo consideró simplemente irse sin decir nada. Sólo por despegarse de la mirada insistente del chico, que parecía estar pintando un retrato de Marlena en su cabeza.
Entonces, los pasos comenzaron a resonar en el corredor. La niña se dio la vuelta, sobresaltada, y casi podía sentir que su corazón latía con fuerza en su pecho cuando se dio cuenta de que la persona que se dirigía hacia ellos no era otra que la mismísima Virginia Beatrice Winslow-Haven.
Y Marlena estaba a punto de meterse en muchos problemas.
El extraño debió haber percibido el terror en su mirada, porque inmediatamente se hizo a un lado, atrayendo su atención con una tos.
-Detrás de la cortina- susurró.
Ella lo miró confundida y él sonrió. Algo se revolvió en el estómago de Marlena al ver esa dentadura perfecta y los dos pequeños hoyuelos que enmarcaban su boca.
- Ahora - ordenó el chico.
Ella ni siquiera pensó en ello. Con un clic se deslizó detrás de la cortina de la que él había salido poco antes, observando la silueta del niño así como la tela colocada frente a ella, para ocultarla por completo.
El taconeo de Virginia Winslow-Haven se detuvo.
-Sabes que esta ala está cerrada para los estudiantes- estalló su voz, severa pero complaciente.
El niño se encogió de hombros, y Marlena quiso agarrarlo por la cabeza y sacarlo de sus casillas. No se encogen de hombros ante Virginia Winslow-Haven.
-¿Qué haces aquí?- suspiró la mujer, en tono resignado.
Y en ese momento, el chico se movió abruptamente. Dividida únicamente por una fina capa de satén, Marlena captó la mirada de Virginia Winslow-Haven.
Rezó para que la tierra se la tragara en el acto.
-Estaba ayudando a este pobre novato perdido a encontrar la salida- respondió el chico, con indiferencia.
Marlena le lanzó una mirada asesina. Traidor.
-¿Y hay alguna razón por la cual el estudiante de primer año se esconde detrás de mis cortinas?-
Morir nunca había parecido una mejor perspectiva en toda su vida. Con la cara ardiendo y la garganta completamente cerrada, Marlena salió al aire libre. Los ojos inquisitivos de Virginia Winslow-Haven la recorrieron de arriba abajo, y odió cada segundo de esa inspección. Durante años había soñado con el momento en que estaría en esa posición, frente a ella, y había ensayado y ensayado en su cabeza el discurso que haría para impresionar a esta mujer que admiraba desde niña.
Ahora, todo lo que podía escuchar era el grito torturado de su conciencia.
-Yo-yo... eh... perdido- balbuceo.