Sinopsis
El mundo de Ally da un giro de noventa grados cuando despierta en la cama con un desconocido. Poco tiempo después descubre que ese hombre enigmático es Bruno Mussi y realizará negocios importantes con su padre. Para complicar la situación su padre ha arreglado su matrimonio con un tipo que odia. ¿Que decisión tomará Ally?
Despertar con un desconocido
Mi cabeza estaba a punto de estallar. Miré a mi alrededor y vi que estaba completamente desnuda, enredada en unas sábanas que se habían arrugado alrededor de mi cuerpo. No me atreví a girar para ver al hombre que yacía a mi lado; simplemente no podía soportar la idea.
Lo único que recordaba de la noche anterior era el alcohol, el alcohol en abundancia. Bebí hasta perder la noción de tiempo, tratando de ahogar en el licor el dolor de la traición. Mi ex había estado con la nueva hija de papá, y yo, completamente desolada, busqué en el fondo de una botella el escape de mi realidad. Nunca en mi vida imaginé que acabaría en la cama con un desconocido, pero aquí estaba, atrapada en esta pesadilla.
No le presté atención al hombre que había robado mi virginidad, aunque debía reconocer que estaba bastante bien. Tenía un tatuaje en la espalda en forma de rosa.
Tomé mi ropa y salí del departamento lo más rápido que pude, atrapando el primer taxi que se cruzó en mi camino.
Al llegar al departamento que compartía con mi amigo Adam, me sentí un poco aliviada. Me había ido de casa porque no soportaba a mi padre ni su deseo de formar una familia con su amante y la familia de esa tipa. Eran insoportables.
—¿Qué tal la noche, amiga? —me preguntó Adam al verme.
—Normal. Solo me dormí con una amiga, Addy —respondí, tratando de parecer despreocupada.
—¿Una amiga? ¡Te marcó el cuello!
—Ya no me preguntes nada —dije mientras me dirigía a mi habitación—. Se hará tarde para ir a la universidad.
—¿Piensas en la universidad, Ally? Cuando deberías estar planificando una boda.
—Claro que no. Yo nunca me casaré con el imbécil que planea mi padre. Huiré antes de tener que enfrentarme a ese idiota.
Adam me miró con una ceja levantada mientras me dejaba caer en el sofá.
—¿Huir? ¿De verdad crees que eso resolverá todo?
—No tengo muchas opciones —dije con frustración—. Si me quedo, mi padre y su nueva familia harán de mi vida un infierno. Y no estoy dispuesta a casarme con alguien que ni siquiera conozco.
—Sabes que puedes contar conmigo, ¿verdad? —dijo Adam, acercándose para sentarse a mi lado—. Pero, ¿has pensado en qué harás después de huir? ¿Dónde irás?
—No lo sé. Tal vez me quede aquí por un tiempo, busque un trabajo y me establezca. Pero, por favor, no me pidas que vuelva a la casa de papá. No puedo soportar más esa presión.
—Entiendo —dijo Adam, dándome un leve abrazo—. Solo no tomes decisiones apresuradas. Necesitas un plan sólido si quieres que funcione.
—Lo sé —respondí—. Gracias por estar aquí, Adam. No sé qué haría sin ti.
—Siempre estaré aquí —prometió—. Y si necesitas ayuda para pensar en un plan, cuenta conmigo.
Me recosté en el sofá, sintiendo el peso de la noche y de las decisiones que debía tomar. Adam tenía razón. Necesitaba pensar en mi futuro y no solo en escapar de mi presente.