Capítulo 1: El Despertar
Elena abrió los ojos lentamente, parpadeando contra la luz tenue que llenaba la habitación. Se encontraba en una cama cómoda, pero no reconocía el entorno. Confundida, se incorporó con esfuerzo, su mente luchando por entender cómo había llegado allí. Una oleada de dolor atravesó su cabeza, recordándole el momento en que había caído en el bosque.
La puerta de la habitación se abrió con un suave chirrido, y un hombre de mediana edad, con una expresión amable pero preocupada, entró. Vestía el uniforme del hotel, lo que delataba su posición como gerente.
—Buenos días, señorita. ¿Cómo se siente? —preguntó con suavidad.
—Confundida —respondió Elena, frotándose las sienes—. ¿Cómo llegué aquí?
El gerente le explicó que un oficial de policía la había encontrado tirada cerca de la entrada del bosque y la había traído de vuelta al hotel. Al parecer, había perdido el conocimiento y había sido llevada a su habitación para descansar y recuperarse.
Agradeciendo la información, Elena se vistió rápidamente y salió del hotel, ansiosa por encontrar al policía que la había rescatado. En la calle principal del pequeño pueblo, se encontró con un oficial uniformado que la observaba con interés.
—¿Usted es el oficial que me encontró? —preguntó Elena, acercándose.
—Sí, señorita —respondió el oficial, con una sonrisa tranquilizadora—. Me alegra ver que está bien. Tuvo suerte de que la encontrara, pero debo advertirle que no debería entrar a ese bosque.
Elena asintió, pero su curiosidad no podía ser contenida. —Ya entré en el bosque —dijo, recordando fragmentos de su experiencia—. Pero vi algo… algo que me asustó. Salí corriendo y luego no recuerdo nada.
El oficial la miró con seriedad, su rostro perdiendo la sonrisa. —El bosque de Vailia no es un lugar para andar sola, especialmente de noche. Hay historias, cosas que no podemos explicar. Mi consejo es que se mantenga alejada.
Aunque agradecida por su advertencia, Elena no podía ignorar el impulso de descubrir más. La visión del lobo, la sensación de ser observada, y la figura de Lucian seguían frescas en su mente. Decidida a desentrañar los misterios del bosque, sabía que tendría que proceder con más cautela, pero también con mayor determinación.
—Gracias por el consejo, oficial —dijo, forzando una sonrisa—. Tendré cuidado.
El oficial asintió y se alejó, dejándola sola con sus pensamientos. Elena sabía que debía prepararse mejor antes de aventurarse nuevamente en el bosque. Decidida, se dirigió a la biblioteca local, esperando encontrar cualquier información que pudiera arrojar luz sobre los secretos de Vailia y las extrañas criaturas que acechaban en sus sombras.
Mientras caminaba, no pudo evitar sentir que unos ojos invisibles la seguían, una presencia que la observaba desde las profundidades del bosque. Elena no sabía que estaba siendo vigilada, no solo por Lucian, sino por fuerzas mucho más oscuras que comenzaban a moverse, alertadas por su llegada y su creciente interés en los misterios de Vailia.
Elena se sumergió en los polvorientos volúmenes de la biblioteca local, buscando ansiosamente cualquier pista que pudiera arrojar luz sobre el bosque de Vailia. A medida que pasaban las horas, se dio cuenta de que la información disponible era sorprendentemente escasa. La mayoría de los libros mencionaban al bosque solo de pasada, describiéndolo como un lugar sin explorar, envuelto en misterio y superstición. Sin embargo, un pasaje en particular llamó su atención: hablaba de cómo aquellos que intentaban adentrarse en el bosque no volvían para contarlo.
Elena se quedó sorprendida, reflexionando sobre lo que había leído. ¿Cómo había logrado ella sobrevivir a su incursión? Y, más importante aún, ¿quién era el rostro que medio recordaba, la figura que había aparecido en el bosque justo antes de que perdiera el conocimiento?
Mientras estas preguntas giraban en su mente, la bibliotecaria, una anciana amable con gafas redondas y una expresión curiosa, se acercó.
—Veo que estás interesada en el bosque de Vailia —dijo, con una voz suave pero firme.
Elena asintió, levantando la vista de los libros—. Sí, entré allí ayer y... bueno, vi algo que no puedo explicar. Luego perdí el conocimiento y desperté en mi hotel. ¿Sabes algo más sobre los misterios del bosque?
La bibliotecaria la miró con una mezcla de preocupación y conocimiento profundo—. Hay muchas historias, querida, pero pocas son las verdades conocidas. Los ancianos del pueblo hablan de criaturas antiguas y poderosas que protegen el bosque. Dicen que aquellos que entran sin permiso atraen su ira.
Elena se inclinó hacia adelante, sus ojos brillando con curiosidad—. ¿Y qué hay de los hombres lobo? ¿Has oído algo sobre ellos?
La bibliotecaria vaciló por un momento antes de responder—. Algunos creen que los hombres lobo son guardianes del bosque, criaturas que pueden cambiar de forma para proteger su territorio. Pero estas son solo leyendas, historias para asustar a los niños... o eso dicen.
Elena asimiló la información, sintiendo que había algo de verdad oculta en las palabras de la bibliotecaria. Agradeció la ayuda y salió de la biblioteca, decidida a encontrar respuestas.
Mientras caminaba por las calles tranquilas de Vailia, su mente volvía una y otra vez al rostro que recordaba vagamente. Un rostro enigmático, pero con una mirada que parecía haberla protegido. Necesitaba saber más sobre él, necesitaba encontrar a Lucian.
De vuelta en su hotel, Elena decidió que la mejor manera de obtener más información sería ganarse la confianza de los lugareños. Sabía que debía ser cautelosa, pero su curiosidad y su deseo de descubrir la verdad eran demasiado fuertes para ignorarlos.
Esa noche, se sentó en la cama de su habitación, revisando mentalmente los eventos del día y planificando su siguiente paso. Decidida, sabía que debía volver al bosque, esta vez con más preparación y quizás con una guía que conociera mejor los secretos que escondía.
Sin embargo, lo que Elena no sabía era que mientras ella planificaba su regreso, fuerzas mucho más oscuras estaban en movimiento, alertadas por su presencia y su creciente interés en los misterios de Vailia. Y en las sombras, Lucian también se preparaba, consciente de que el destino de Elena y el suyo propio estaban entrelazados de maneras que ninguno de los dos podía prever.