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Kathleen

Una de las preguntas que más se cuestiona el ser humano es, ¿El destino está escrito o nosotros los creamos conforme existimos?

De todas las historias que podría narrar y todas las historias que ustedes podrían leer, les voy a contar y ustedes van a leer la historia de un súcubo tan cruel, despiadada, hermosa y encantadora que provoca desearla y odiarla al mismo tiempo.

Esta historia no está limitada a una época específica; fusiona las restricciones sexuales y las creencias de la Edad Media occidental con los tiempos modernos.

En este caso nuestro súcubo por nombre y para mejor reconocimiento de su personaje le llamaremos: 'Kathleen'

Kathleen siendo una de las mujeres más hermosas, despampanantes, capas de provocar miradas y causar pensamientos impuros en las personas, vivía una vida normal como cualquier humano sin embargo cosa o persona que ella deseara lo tenía con solo pensarlo.

Pues a los súcubos se les conoce por que suelen ser descritos como mujeres de una belleza sobrenatural, con una capacidad innata para seducir y encantar a sus víctimas. Su apariencia puede variar desde una figura femenina deslumbrante hasta una criatura con rasgos demoníacos, como alas de murciélago, ojos brillantes y colas. Estos demonios poseen poderes sobrenaturales, entre los que se incluyen la capacidad de cambiar de forma, manipular sueños y drenar la energía vital de sus víctimas a través del acto sexual.

Para la desgracia de muchos, y en especial de una persona, ella obtuvo un puesto laboral en el que todos deseaban poseerla o, al menos, tenerla cerca, sin importar el género.

Para la desdicha de uno de sus superiores, ella fijó su atención única y exclusivamente en él, el único hombre que no se le insinuaba ni se ponía a su merced. Era un hombre alto y delgado, con algunas canas que comenzaban a teñir su cabello, dotado de un porte elegante que se complementaba con sus lentes. Su forma de hablar era modesta y su vida personal, un enigma que despertaba intriga. Con unos veinte años más que ella (en términos humanos), poseía una voz profundamente seductora.

Kathleen se obsesionó tanto con este hombre que comenzó a desearlo intensamente, llamándolo con sus pensamientos. No podía evitar querer tocar su suave piel y saciar sus deseos más profundos. No tenía límites para expresarle lo que quería, dejando claro que sus anhelos eran tan insaciables como su determinación.

Pasaron meses y esta fantasía solo vivía en sus mentes, la calentura y el deseo mutuo no pasaba de palabras y miradas tentadoras.

Kathleen como chica y demonio sin límites, sin amor e impulsiva, empezó a pensar que este tan atractivo hombre no quería poseerla en su forma humana, con las virtudes de una chica normal, ella pensó que era la primera vez en la historia de la humanidad que un simple y vil hombre rechazaba a un súcubo.

Empezó a anhelar algo más profundo que la mera apariencia física, más allá de lo carnal; comenzó a desear capturar su esencia vital, esa chispa que lo hacía interesante, que le confería humanidad, que trascendía la simple materialidad de carne y hueso. Su deseo se transformó en una aspiración más sublime: absorber su alma lentamente, hasta que él mismo se percatara de su propia trivialidad y del daño que infligía a aquello que lo distinguía, a lo que le confería verdadera singularidad.

Anhelaba que experimentara el remordimiento, un arrepentimiento profundo por no desearla con la pasión desenfrenada de quien anhela con fervor. Deseaba que se lamentara por no amarla sin reservas, por no verla como la presencia divina e inevitable que era, y en lugar de ello, tratarla como a un simple semejante. Quería que comprendiera su error y el vacío dejado por no haber reconocido su verdadero valor.

Después de todo el solo era un hombre, con deseos, anhelos y un alma pecaminosa desde su nacimiento, al igual que todos los humanos no podía contenerse a los encantos del pecado, de las impurezas y de la desobediencia.

_Kathleen: oh querido por fin juntos

_Que haces en mis sueños?

_Kathleen: ¡no!, no es un sueño, realmente estoy aquí, estoy aquí para ti, y solo para ti, sin límites, puedes poseerme y sacrificar mi cuerpo para tus más ardientes y dolorosas fantasías.

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