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Capítulo 7

-¡Casi mata a una persona!- Sam exclama con impaciencia.

-Con más razón, deberías ponerlo en Youtube-, sigue bromeando sin inmutarse y me río en voz baja.

Aaron debe haber heredado de ella su sarcasmo incluso en los momentos más inoportunos.

-Escucha, tu amigo puede estar loco, no siempre hay algo sobrenatural detrás de tus estúpidos problemas de adolescentes-, dice entonces molesta, al darse cuenta de que se acabó el vino y expresa su irritación con una mueca.

-Sí, es posible, pero entonces, ¿por qué diría que quería tomar su alma?- Pregunto, recibiendo una mirada de sorpresa de ella en ese preciso momento.

-Dios mío... tú... ¿hablas en serio?- pregunta, alarmado.

-Tenía una hoja de afeitar en la mano, era horrible-, dice Sam, mostrando todo su miedo.

-Lo entiendo, de verdad... esto es todo...-

Claire hace una pequeña pausa, respirando rápido y pasando una mano por su cabello.

-Aburrido, es terriblemente aburrido, y me he quedado sin vino-, suelta finalmente, guardando el vaso y levantándose de la silla de cuero.

Resoplé nerviosamente y contuve la furia que me llevaría a atacarla con mis poderes.

Tengo que mantenerme fuerte, como dice mi padre, no soy de los malos.

Cuanto más me lo repito, menos lo creo.

-Es inútil aquí, tenemos que intentarlo con el detective Roger, tal vez él sepa algo-, susurra Sam girándose hacia mí.

-Incluso si lo hiciera, nunca nos lo dirá, solo somos niñas pequeñas-, respondo.

-De hecho, no se nos dirá, pero lo escucharemos en secreto.-

Ella sonríe con picardía.

Tardo unos momentos en metabolizar, luego sonrío a mi vez, aunque con nerviosismo.

-Vamos, vámonos- agrega, saliendo de la casa bajo mi mirada divertida.

Escuchar a Sam hablar de esta manera es extraño, pero es precisamente por su carácter inusual que la amo y que ya no podría imaginar mi vida sin ella.

-Entonces, ¿no vas a ir?- Claire pregunta, mirándome con ingenio.

Mis pensamientos viajan a Aaron.

Esta es su casa y estaba tan decidido a quedarse aquí para molestar a todos, pero ahora desapareció y nadie tiene idea de dónde pudo haber llegado.

-Te estoy hablando a ti, pequeña-, me recuerda Claire con severidad.

-Claire, ¿tienes idea de dónde está Aaron?-

Te hago esta pregunta inocentemente, dejando de lado el orgullo que se apodera de mí cuando se trata de ese chico.

-Dame una buena razón por la que debería saber dónde está ese monstruo de mi sobrino-, responde.

-Ambos sabemos que nunca se iría así, no después de todo lo que pasó-. -

No conoces a Aaron, él siempre se va, odia este lugar-. Se

ríe.

-Ya no y esta vez tenía un objetivo, no se hubiera ido sin haberlo logrado- respondo con convicción.

-Incluso si lo fuera, ¿por qué te importa? Pensé que lo querías muerto-.

-Sí, lo quería... lo quiero-.

Me gustaría expresarme correctamente, pero algo me detiene, algo realmente fuerte y desestabilizador.

Claire sonríe como si hubiera llegado a un punto muerto. Cierta conclusión.

Noto un brillo extraño en su rostro. -Donde sea que esté, te aconsejo que lo dejes pasar, seguro que no quiere que lo encuentren-, dice ella.

-O tal vez sí-, le respondo, mirando hacia otro lado. de ella.

Aaron

podría estar en cualquier parte, pero siento por dentro que está más cerca de lo que pienso.

Camino hacia la puerta y, antes de que pueda salir, un libro cae de la gran librería polvorienta.

Me suena familiar, es el el mismo que leí hace unos meses, el que contaba la historia del rey de la muerte

. abierto en esa página y se forman unas gotas de sangre encima.

No entiendo qué está pasando, así que levanto un ceja, perplejo

Algo me dice que es un mensaje y que el remitente es Aaron Fletcher.

Llego a la estación de policía con Sam, nos teletransportamos a la oficina del Detective Roger y nos escondemos detrás de un sillón, colocado al lado del librero que contiene varios archivos; Creo que este es el lugar donde el detective Roger come todo tipo de porquerías mientras su esposa no puede verlo.

-Es absurdo, hasta hace unos días pensé que los problemas habían terminado y ahora tenemos un nuevo cuerpo, esa pobre mujer vino aquí de vacaciones y mira cómo le fue-, le habla el detective Roger a su asistente.

Es una mujer bajita y delgada, su cabello es corto y rapado a los costados, de un color rojo brillante, y tiene una expresión dura en su rostro, que resalta las arrugas de su frente.

-Deberíamos haberlo esperado, New Hope nunca ha sido una ciudad afortunada, y entonces, ¿quién diablos vendría aquí de vacaciones? En Navidad por más-, responde ella.

-En realidad es extraño, pero ese no es el punto, su cuerpo estaba como... sin vida, no tenía marcas de arañazos ni marcas de armas, ¿cómo diablos fue asesinada?- pregunta el detective.

-Veneno, probablemente-.

-Todavía están haciendo los exámenes, pero habría señales incluso entonces, es demasiado extraño-.

Mis sospechas no pueden evitar intensificarse al escuchar este discurso.

Puede haber una conexión entre la posesión de Sarah y la muerte de la mujer en el tren.

Sam me da una mirada ansiosa que le devuelvo de inmediato, asintiendo como si entendiera lo que está tratando de decirme.

-Estás pensando demasiado, ¿qué crees que la mató? ¿Un fantasma?- bromea esa mujer; ella no parece ser muy empática y, por un breve momento, también pienso en lo molesto que puede ser mi sarcasmo inapropiado en esos momentos.

-No, estas cosas no existen-.

El detective Roger se ríe desagradablemente.

Su gesto dura unos instantes, hasta que se detiene de repente y mira a su colega directamente a los ojos.

-No existen, ¿verdad?- luego pregunta.

Ella empieza a sospechar y, rodando los ojos, cede a un suspiro de exasperación.

-Todas las donas que comes en el desayuno se te están subiendo a la cabeza-, responde con sarcasmo.

-He podido comerlos durante mucho tiempo, y luego están enteros-.

-¿A quién le importa, Ray?-

-Estoy nervioso si no como suficiente azúcar durante el día, lo que significa que no puedo trabajar-.

No puedo creer que pasaron de hablar de un asesinato a hablar de su estúpida dieta.

-Entonces no habrá mucha diferencia de lo habitual- dice su colega y casi me echo a reír, arriesgándome a ser descubierto.

-Shh- susurra Sam mientras me da una palmada en el brazo.

-Lo siento- respondo, todavía en voz baja.

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