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Capítulo 3

-Y además, no solo estoy preocupada por Justin, ¿tienes idea de dónde está tu hermano? Hace una semana que nadie muere y hace una semana que viene a mi habitación a romper las cajas- Continúo y resoplo después de haberlo dicho.

No debería extrañarlo y no debería sentir la necesidad de verlo pero, a veces, extrañarlo me desgarra el estómago hasta tal punto que me siento perdido.

-¿Aaron? ¿Estás realmente preocupado por Aaron?-

Se echa a reír.

-No, yo ... no tengo ninguna razón para hacerlo-.

Oculto mi vergüenza detrás de una sonrisa torcida.

Es raro admitirlo pero extraño las provocaciones de ese chico y también reírme de sus chistes macabros; Solo me pregunto qué pasó con eso.

-Simplemente no entiendo, estaba tan decidido a ser el rey de la muerte y ahora ni siquiera sabemos dónde está-, le digo.

-Tal vez fue a matar a otras personas en algún estado distante, incluso si no obtiene el mismo poder que matar aquí, en el lugar donde morimos-.

Muchas veces nos preguntamos por qué Aaron volvió aquí para completar su plan hasta que, un día, leyendo uno de los libros de Claire -obviamente no uno de sus manuscritos prohibidos- descubrimos la verdad:

robar las almas de los humanos en el lugar donde han estado los poderes. conferido aumenta nuestras fuerzas desmesuradamente y Aaron, como era de esperar, no perdió la oportunidad de venir a visitarnos después de un año completo viviendo en Nueva York, cerca de Brooklyn.

-Por eso es imposible que lo haya hecho. Sé que suena absurdo pero... creo que le ha pasado algo-, le respondo.

Sam frunce el ceño.

-Aaron es un sádico, me preocuparía más por las personas que lo rodean-.

-Un sádico que desafió al rey de la muerte. ¿Y si lo alcanza y le hace algo malo?-

Mis dudas no parecen convencerla mucho, de hecho me mira de soslayo.

-Deberíamos pensar en Justin, no en mi hermano, él puede cuidarse muy bien-, dice ella.

-Justin me abandonó, Aaron no, y quiero encontrarlo-.

Sam abre la boca en estado de shock y, por un momento, veo ira en sus ojos.

-Te meterás en muchos problemas-, responde.

-Bueno, resulta que me gustan los problemas-.

Sonrío con picardía cuando ella se molesta particularmente por mi declaración.

Fue la forma en que lo dije, con calma y confianza, lo que la desestabilizó y le hizo perder algo de respeto por mí.

Suena el timbre, interrumpiendo nuestra conversación.

-¿Invitaste a alguien?- Pregunto, perplejo.

-Ah... no- responde Sam.

Corremos hacia la puerta y trato de sentir con mis poderes quién podría estar al otro lado.

Una vez entendido, una mueca aparece en mi rostro, una mueca llena de molestia.

Abro la puerta y me encuentro frente a Aiden y Sarah, quienes están sonriendo nerviosamente.

-Trajimos el budín-, dice Sarah sin perder esa sonrisa de sus labios.

Sam y yo nos vemos cada vez más asombrados.

-Vaya, ahora que la velada se pone interesante- susurra mi amigo conteniendo una carcajada, la misma que dejo escapar, para luego escudriñar a la pareja que, sonriendo de manera forzada, aún no nos quita los ojos de encima.

-Me encanta como dispusiste los adornos, y mira ese árbol, me recuerda cuando estaba celebrando la Navidad con mis abuelos antes de que mi padre pendejo se fuera de casa-, dice Sarah que sigue mirando a su alrededor, pero está claro que está fingiendo que lo que sea que me gusta.

Sam y yo la miramos exasperados y mi padre no parece entender nada.

-Aiden, ¿no te parece una fantástica fiesta de Navidad? También deberías felicitarla-.

Sarah intenta hacer pasar esta oración como un consejo trivial, pero es más una orden.

-¿Y por qué?- pregunta Aiden.

-Es buena educación, no quiero un novio grosero-.

-Mira, no lo soy... pero ¿por qué te lo vuelvo a decir? A estas alturas es como si ya fuera tu marido-.

Aiden habla molesto, rindiéndose a la idea de que Sarah nunca dejará de amarlo morbosamente.

-¿Es esto por casualidad una propuesta?- pregunta ella sonriendo.

También deja escapar un pequeño grito que no pasa desapercibido para nadie presente en la habitación.

-¿Cosa?-

Casi jadea de asombro.

Para terminar su incómoda conversación, decido interrumpirlos tosiendo.

-Lo siento si me entrometo en sus muy interesantes peleas de pareja pero... ¿puedes explicarme qué diablos estás haciendo aquí?- Pregunto entonces.

-Sí, sería bueno saberlo-.

Papá me sigue confundido.

-Claro, te lo digo enseguida: vinimos porque Aiden me obligó, eso es todo-, responde Sarah.

-¿Y por qué razón?- Sam pregunta.

-Quería saber si supiste de Justin, lleva semanas desaparecido, ni siquiera me ha saludado ni explicado su... muerte-.

Aiden termina nervioso.

No tomó bien todos los descubrimientos sobre nuestra verdadera naturaleza y, hasta hoy, nunca me había vuelto a hablar.

-Lamento decírtelo, pero no creo que lo vuelvas a ver por un tiempo, se fue con su padre-, le explico con rudeza.

Decir esto me irrita hasta el punto de que soy incapaz de controlar mi ira.

-¿Qué? ¿Y por qué haría eso? Siempre me dijo que New Hope era su hogar-.

Aiden se sorprende y apenas puede creerlo.

-Es cierto, es extraño que Justin se haya ido, era tan lindo y el hecho de que tenga poderes lo hace sexy-, dice Sarah en broma.

-Oye, es el novio de Zoe-, interviene Sam.

-Ya no, en realidad,- susurro.

Por alguna extraña razón, esta frase, en cambio, no me duele como debería, pero trato de reprimir tan triste pensamiento.

-Por ahora, ¿no quieres darle luz verde a Sarah?-

Casi me grita.

-No puedo preocuparme por algo que no puede suceder, así que mantén la calma-, le aseguro, pero Sam mantiene una expresión seria en su rostro.

-Mira, sé que todo esto es absurdo y debería estar enojado porque me mentiste...-

Aiden mira a Sam que se encoge de hombros.

-Pero quiero recuperar a mi amigo y quiero darte una oportunidad. Entonces... podríamos pasar la Navidad juntos-, continúa.

-No lo creo. Vete- interviene mi severo padre.

-¡Papa!-

lo regaño

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