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DOBLE VIDA
Cuando llegas a la universidad te das cuenta de que no era lo que pensabas cuando estabas pequeño, yo solía jugar con mis amigas e incluso con niños que ni conocía, a medida que iba creciendo también anhelaba ser mayor para ir a una universidad. Quizá porque tenía la imagen de la típica universidad que te venden las películas, con un ambiente muy bueno.
Pero cuando ya estás en la realidad te das cuenta de que mejor era quedarse en la edad de niña. A medida que fui creciendo también se quedaron muchas cosas que ya no volverían a pasar, quizá por eso era un poco callada, pero al fin y al cabo es que me gustaba como era.
Portland era una universidad de prestigio en donde habían muchos estudiantes de diferentes posiciones sociales al igual que intelectual. Era una universidad con una estructura colonial, que cuando llegabas de inicio podías ver lo colosal que era, tanto así que daba la apariencia de un castillo. Cuando entrabas por el portón principal te topabas con un lobby lleno de trofeos de las muchas competiciones que habían ganado los diferentes equipos de la universidad y muchos títulos de los cuales resaltaba el nombre de Marck Jhonson.
Te adentrabas más y observabas los enormes pasillos con aulas en los costados, en el fondo estaban los campos de fútbol, de tenis y se apreciaban las piscinas de natación, cafeterías por doquier y muchos juegos de mesa. En fin era una universidad de lujo.
Entré al aula de clases, estaba un tanto pensativa. Todo lo que estaba pasando me estaba afectando psicológicamente y temía enfermarme.
Me quedé de pie a unos dos metros de la puerta, mientras detrás de mi espalda pasaban estudiantes tras estudiantes, a mis costados para ser exacta.
Enseguida sentí un apretón en mi cadera, reaccioné de manera como cuando te pinchan la piel; era Jimena.
—¿Dónde te piensas sentar?—me pregunta.
Quería nuevos cambios en mi, por lo qué sentarse en el fondo no era opción.
—Me sentaré en la primera fila al lado de la ventana—respondí.
Caminé hasta llegar al pupitre, tomé mi bolso y lo puse en el suelo, al lado mío. Los demás hablaban de cómo les había ido en vacaciones todo este tiempo mientras que yo solo esperaba a que llegara el profesor. Jimena se sentó a la mitad del aula, a ella le gustaba estar en el grupo de los chicos que eran populares y dar su opinión del tema que se estuviera hablando.
Giré mi cabeza hacia los lados, el aula estaba algo vacía, creo que es normal que sucedan estas cosas. Es la segunda semana de de clases y no todos asisten. En especial por lo de Marck.
En eso llegó el profesor, un tipo bastante alto, con pantalones negros correctamente ajustados, zapatos muy lustrados de color café, una faja con grabados en zigzag, su camisa a rayas color Ritado y blanco, lentes ovalados y un reloj acerado; cargaba un maletín de cuero en su mano derecha.
Se dirigió al escritorio, lo abrió y sacó una hoja en blanco, cerró el maletín y lo colocó encima del escritorio. Se dirige a la pizarra y con un marcador escribe su nombre "Martín Myers" y al lado su correo.
—Buenos días, jóvenes, soy su profesor de arte; a como pueden ver acá esta reflejado mi nombre y mi correo electrónico por si necesitan ayuda con las actividades que realizaremos en el transcurso de la clase. Quiero que tengan confianza en mí ya que también quiero ser su amigo. —nos sonrió—En la hoja que tengo quiero que anoten su nombre completo y la vía en que puedo comunicarme con ustedes, ya sea su número telefónico o correo. Así que tu—me señala—la chica que está en la primera fila—dice.
Reaccioné y me señalé en mi pecho de forma muda cuestionándome si era a mí a quién se refería.
—Si, tú; qué, por cierto ¿como te llamas?—me preguntó.
Me quedé un tanto sorprendida, volví a ver a mis compañeros de clases porque no quería hacer el ridículo al momento de contestar algo tan simple como mi nombre, noté que todos estaban viéndome por lo que aclaré un poco mi voz antes de responder.
—Nikky—mi labio inferior tembló.
—Qué bonito nombre tienes —halagó.
Solté la respiración y me sentí aliviada al no escuchar ni una risa en el aula, al menos de esa salí bien.
— Nikkypasará la hoja al que tiene detrás y así sucesivamente—explicó.
Tomé la hoja y escribí mi nombre en letra cursiva añadiendo mi número, en el tiempo en que se había presentado el profesor no me pareció un tipo desagradable. Era bueno cambiar el papel del profesor odiado de la clase.
Transcurrió el tiempo y escuchaba el tic tac de la aguja del reloj pegado en la pared cuando de pronto sonó el timbre del receso, guardé mis cosas y tomé mi bolso para ir a comer un poco.
Jimena venía detrás del grupo del fondo, cuando llegó donde mí me preguntó:
—¿Te gustaría ir a probar la comida de la nueva cafetería que está por el campo de fútbol? Dicen que se especializan en comida china.
Sonreí de lado, levanté una ceja y mientras me preguntaba: ¿comida china? Tengo entendido que ellos comen todo tipo de animales y no quiero arriesgar la salud de mi estómago.
—Jimena, ¿estás segura que no nos hará daño esa comida?—pregunté
—¡Ay, Nick! no seas extremista, solo es comida y ya—bufó para después rodar los ojos.
—Si tú lo dices está bien, pero antes de todo quiero ver el menú, ¿está bien?
Ella asintió.
Nos dispusimos a ir a la nueva cafetería que decía Jimena, íbamos caminando en el pasillo y se podía ver las diferentes clases que se estaban impartiendo en ese momento, pasamos por una aula en donde se escuchaba algo como una orquesta practicando, en ese momento me detuve un poco para escuchar, pero no se miraba bien ya que todo estaba cerrado.
Me acerqué a la ventana y me fijé por un extremo, se alcanzaba a ver algo; en realidad sí era una orquesta practicando.
Jimena seguramente se percató que me había detenido así que se regresó para donde mí.
—¿Qué haces? ¡Iba hablando sola, Nikky!—me reprocha.
—Shh calla —le hago de seña de que observe. Ella se acerca a la ventana, de sorprende.
—¿Qué piensas? —quise saber.
—Solo me sorprende que Travis pertenezca a la orquesta, creí que solo se dedicaba a los deportes—respondió.
—No debes de sorprenderte, por lo general a esos chicos de clase alta desde pequeños les enseñan de todo para poder ser polifacéticos.
—Como sea, caminemos porque luego no tendremos mucho tiempo para comer—Toma mi mano y comienza a caminar algo de prisa, Jimena siempre tenía energías para hacer todo.
Llegamos a la cafetería: estaba llena. Nos quedamos viendo dónde nos sentaríamos pues las mesas ya estaban ocupadas, pero a lo lejos había una.
Toqué el hombro de Jimena, diciéndole:
—Allá está una mesa, caminemos rápido antes de que la ocupen.
Caminamos y pusimos nuestros bolsos en los asientos esperando que llegara el mesero a darnos el menú. A como lo había imaginado, dentro del menú habían una variedad de carnes exóticas, pero también había comida rutinaria.
—Comeré pasta—le hice saber.
—Yo quiero una sopa—eligió.
—¿Algo de tomar?—nos preguntó el mesero.
—Yo prefiero agua—Respondí
—A mi tráigame un té.
Nos quedamos esperando que trajeran nuestros platillos, pero en ese transcurso me acordé de que Jimena no había ido al funeral de Marck y me había percatado también que se le notaba lo delgada que estaba. Así que le volví a preguntar:
—¿Cómo sigue tu mamá de salud?
—Mi mamá está muy bien, de hecho me trajo a la universidad—me murió, poniendo sus labios en una sola línea.
Me pareció extraño lo que dijo, ya que ayer su mamá estaba enferma y ya hoy estaba haciendo actividades, pero no quise cuestionarla, así que me guardé eso.
—Que bien por ella y por ti. Yo me he sentido un poco extraña por lo que pasó con Marck—le comenté. Yo no tenía amistad cercana a él, pero cuando entré a la universidad y miré los trofeos que él había ganado con el equipo me parecía increíble que él hubiera tomado esa decisión. —Tu que piensas?
—Pues... pienso lo mismo que todos ¿no? Se suicido y ya —respondió de manera cortante.
Noté cómo Jimena había cambiado su estado de ánimo cuando le pregunté eso, ademas pude observar que su pie izquierdo no dejaba de moverse de arriba hacia abajo. Jimena no era así.
—También dejó una carta, se dice que allí explicaba el por qué tomó esa decisión, ¿no te gustaría averiguar qué podría decir esa carta?—le hice esa otra pregunta.
A Jimena se le notaba la ansiedad a flor de piel con las preguntas que le estaba haciendo y no entendía por qué estaba actuando de esa forma, si ella siempre se ha caracterizado por ser alegre.
—Vamos Nikky, deja de hablar ya de Marck y esas cosas, ya él descansa en paz como para que vengas y tomes el papel de una detective—respondió de una forma grosera.
—Oye yo solo te estaba comentando las cosas que me estaba preguntando y cómo eres de las pocas personas que tengo de amiga quise decírtelo—me excusé. Sentí feo el cómo me había hablado, para ser sincera ella no me había hablado así jamás.
—Lo siento, Nick, no debí responderte de esa forma, ¿me perdonas?—Jimena parecía cansada, se notaba en sus expresiones. Así que por eso no le puse tanta mente a su tono de voz.
—Claro, hemos pasado por tantas cosas juntas ¿no? —le sonreí sin rencores. Aunque a veces creo que las personas se aprovechaban de la cierta humildad que podría tener.
Jimena se levantó de su asiento y me dio un abrazo.
—¿Amigas por siempre? —ríe un poco. Es que Lorenna, ella y yo desde pequeñas teníamos esa frase: Amigas por siempre. Habíamos hecho un pacto las tres de nunca separarnos. Pero eso había pasado cuando apenas teníamos diez años.
La tomé de sus manos.
Escuché vibraciones que venían del bolso de Jimena, supuse que era su celular.
—Creo que te están llamando.
Ella abre su bolso, toma el celular, pero no contesta de inmediato. Lo observa y luego desliza su mirada lentamente hacia mi.
—Es mamá—sonríe achicando sus ojos—Discúlpame, Nikky, tendré que contestar.
—Claro, ve y toma tu tiempo.
Los cubiertos sonaban en las otras mesas, escuchaba carcajadas en ciertos grupos. Vi venir el mesero evadiendo chocar con las demás personas y en su mano traía una bandeja con nuestros platos.
—Señorita, que tenga buen provecho —me pone el plato frente a mí.
—Gracias—le sonreí— Pero... ¿y las bebidas?—pregunté graciosamente.
—¡Oh! Disculpe, lo había olvidado —sonrió nervioso.
—Lo qué pasa que es mi primer día trabajando acá y me siento un poco nervioso.
—No es ningún problema.
El tiempo pasaba y miraba a Jimena todavía en su llamada, caminando de un lado a otro dentro del mismo límite. Pensé en ir a decirle que la comida se iba a enfriar, me levanté y caminé lentamente hacia donde estaba Jimena, mis pies se sentían cómodos con el césped acolchonado que tenía el jardín. Jimena se encontraba recostada al tronco de un árbol, dándome la espalda y a medida que me iba acercando entendía más de lo que estaba hablando por el celular, pero también el sol hizo de las suyas ya que por la posición en que yo estaba, mi sombra iba más adelante que mi cuerpo por lo que Jimena volteó y al verme cerca colgó y me preguntó:
—¿Qué haces acá, Nikky? Se supone que me esperarías en la mesa.
—Sí, pero lo que pasa es que ya llegaron nuestros platos y pensé decirte que fuéramos a comer, se estaba enfriando la comida—señalé detrás de mí en dirección a la mesa.
Ahora notaba un poco molesta a Jimena por haber ido a avisarle lo cual no encontré nada malo en hacerlo. La verdad es que me tenía más confundida que en el principio. Me acaba de dar un abrazo y ahora se enoja conmigo. A lo mejor Jimena es bipolar, pensé.
—Nikky, te dejo, mi mamá quiere que vayamos a una reunión familiar, ella pasará por mí dentro de poco así que lo siento, si gustas puedes empacar la comida que yo dejé, toma este dinero para pagarla—estiró su mano para darme dinero, pero me negué.
—No, gracias. Pagaré yo. Solo ve con cuidado—quizás notó mi desconcierto en la cara. Es decir, no estaba para soportar la bipolaridad de Jimena. A pesar de ser mi amiga no dejaría que se desquitara su mal genio conmigo. Nadie pasa por buenos días desde ayer, ella y muchos más han de estar consternados por lo de Marck pero eso no es excusa.
Yo solo quería ser amable con ella porque la había visto mal desde la mañana.
—Está bien —Nos dirigimos a la mesa, ella tomó sus cosas y se fue. En cuanto se marchó Jimena también tomé mi bolso, dejé un poco de dinero del equivalente a los 2 platos y las bebidas, porque sin querer había escuMado a Jimena decir algo que me llamó la atención en esa llamada, algo como: "te dije que no quiero cabos sueltos en este asunto"
Caminé a distancia de Jimena para que no se diera cuenta de que la iba siguiendo, llegue al portón principal pero Jimena se me había perdido de vista. Me molesté conmigo por ser una tonta por haberla perdido de vista , hasta que la divisé subiendo las gradas de la salida. Corrí sigilosamente para esconderme detrás de un teléfono público y a los poco minutos se estacionó un auto deportivo con vidrios polarizados en frente de Jimena, esta a su vez vuelve a ver a todos lados algo sospechosa.
Seguro no quiere que la vea, pensé.
Pues ese no era el auto de su mamá a como había dicho. ¿Por que Jimena me mentiría? Por que su comportamiento no es el mismo ¿Quién iría en ese auto si no era su mamá? A medida que me hacía esas preguntas mi confianza se iba desvaneciendo hacia Jimena pues ella y yo nos conocemos desde el kínder, bueno, eso creía hasta el momento porque ante lo que acabo de presenciar esta chica tiene algo oculto.
Miré el celular y noté que estaba retrasada quince minutos con mi siguiente clase, regresé apurada al aula porque sabía lo que me esperaba: entrar cuando ya todos estaban ubicados en sus pupitres y luego esperar la típica pregunta del profesor: ¿por qué llegó tarde? Así que era consciente de lo que pasaría, pero sabía que sería solo un momento y ya luego se me pasaría.