Frustración
—¿Qué?— preguntó con voz ahogada.
—Se que no es fácil de entender Olivia y no es algo de lo que me sienta orgullosa.
—Pero. . .¿ por qué?— gimió.
—Porque no conseguí ningún trabajo con el cuál pudiese satisfacer las exigencias de mis padres— bajó la mirada— los trabajos normales no le daban ni para cubrir los gastos de la casa, y ellos seguían exigiéndome cada vez más y más.
—¿Y. . . ellos lo saben?
—Nunca se los he dicho, nunca me lo han preguntado, pero es obvio que lo saben. En una noche les traigo más dinero del que le daría en un mes de trabajo, visto ropa fina, prendas exclusivas, en ocasiones desaparezco por un fin de semana, solo les alegra saber que cuando llegó traigo mucho dinero que van a quitarme. Al principio les entregaba absolutamente todo mi dinero, hace poco comencé a quedarme con una parte, necesito huir de ellos Olivia, no puedo seguir soportando el trato que me dan.
—Violeta. . . ¿ no te desagrada dormir con esos hombres?— le preguntó con ojos llenos de lágrimas.
—Mis clientes. . . son muy exclusivos, solo hombres con mucho dinero, que pueden pagar por mi, prefiero llamarme; una dama de compañía, estos hombres son apasionados de exhibir mujeres jóvenes y hermosas, les entregas un poco de tiempo, un poco de placer y a cambio tienes mucho dinero, joyas, prendas, no es algo agradable pero aprendes a vivir con ello. Desde que entré al negocio solo ruego porque alguno de esos clientes quiera convertirme en su amante estable, de esa manera me iría con ellos, desaparecería del radar de mis padres, y solo tendría que dedicarme a un hombre.
—No. . . no puedo imaginarme vivir así, Violeta, permitiéndole al que tenga para pagar el monto, hacerse de mi cuerpo— sus ojos brillaban de asombro y dolor— es horrible.
—Es mi manera de sobrevivir en este mundo— suspiró y se retiró un poco— de lo contrario, tendría a mi padre golpeándome diariamente por no darle el dinero suficiente.
—Violeta. . .yo, jamás imaginé que el tío Leonardo fuese tan. . . despreciable.
—Lo es, pero eso no importa, yo pronto encontraré la manera de salir del yugo de mi padre.
Olivia volvió a su habitación, aún sin asimilar lo que su prima le había contado. Qué triste y dolorosa era la vida de su prima, siempre le pareció alegre y muy dulce, jamás se hubiese podido imaginar que estaba atravesando por todo aquello. Ahora su vida había cambiado mucho, necesitaba encontrar urgentemente un empleo, no quería ser golpeada por su tío todos los días, no podía volver a su casa, porque ya no tenía casa y eso le partía el alma, o buscaba un empleo que le permitiera ayudar a Violeta con los gastos o. . . debería irse a vivir a la calle.
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A la mañana siguiente despertó muy temprano, se colocó sus mejores jeans, una linda blusa y una desgastada chaqueta de cuero, unas zapatillas deportivas y salió a dar una vuelta.
—¿A dónde vas?— le preguntó su tía Lorena.
—A buscar un empleo— dijo tranquilamente.
—Mas te vale volver a casa coma lgo de dinero— le dijo su tío asperamente—.no estoy para mantener vagas— ella evitó contestar y salió. El ambiente era frío, se abrigó bien cerrando su chaqueta y comenzó su recorrido, caminó durante mucho tiempo, preguntando en algunos lugares donde solicitaban chicas, pero al explicar que no tenía experiencia, era rechazada.
—Aprendo muy rápido, sólo debe la oportunidad
—Lo siento, niña, necesito a alguien que tenga experiencia, no tengo tiempo para que aprendas.
Se sentó en una plaza, sintiéndose hambrienta y sedienta a partes iguales, estaba agotada y solo quería regresar a la casa de su tío y descansar, pero se repitió una y otra vez, que aquello no era posible, necesitaba hallar algo.
Después de tanto caminar e insistir en muchos lugares, una amable mujer le dió una oportunidad en una cafetería, se dedicó a limpiar las mesas, atender a los clientes muy amablemente para que estuviesen feliz del trato, a media tarde, la mujer le dejo tomar un pan con una taza de café, se lo agradeció mucho, ya que le aseguró que tenía mucha hambre. Llegó la hora de cerrar, ya comenzaba a ponerse muy oscuro, Olivia ayudo a recoger y limpiar todo, para que quedara organizado para el día siguiente.
Se fue feliz a la casa, con el poco dinero que había ganando, en el bolsillo de su chaqueta, la mujer le aseguró que era el pago correspondiente a su medio día de turno, pero que al día siguiente, si llegaba temprano seguramente le iría mejor, y si se esforzaba los clientes le darían buena propina.
Al llegar a la puerta de ella casa de sus tíos, sacó el pago, apartó un billete y lo metió en el interior de la chaqueta, el restante lo metió al bolsillo de su pantalón.
En cuánto llegó, su tío y su tía, estaban en el sofá y Violeta recogía la mesa.
—Hasta que apareces— le dijo su tío— pensé que te habías perdido en la ciudad.
—Fácilmente me perdería es un lugar enorme, pero afortunadamente no fue así y pude encontrar el camino para volver a casa y con buenas noticias, tío— se acercó a él— una mujer me permitió trabajar en su café y me pagó— metió la mano en su bolsillo y le extendió un par de billetes, el hombre lo tomó y al mirarlos, volvió su furiosa vista a ella— ¿Qué. . . qué sucede?
—¡Debes estar bromeando! — ella no lo comprendía— ¡ESTO ES TODO LOQ UE TE PAGARON!—gritó furioso.
—Si tío, me esforcé mucho por ese dinero— lo miró asustada cuando él se puso de pie, intimida doña con su estatura— trabajé muy duro pero. . . la mujer solo le pagó medio turno, porque empecé a la una. . . ella dice que mañana me irá mejor.
—Esto es una miseria, Olivia, no alcanzaría ni para una lata de verduras— le dijo burlón. Olivia quiso llorar, porque realmente se había esforzado, y él solo la gritaba porque no era suficiente.
—Mañana traeré más, tío— dijo nerviosa, mientras temblaba internamente, le asustaba la actitud de su tío, sobretodo porque no era algo a lo que estaba acostumbrada, sus padres eran comprensivos, amorosos, si ella hubiese llegado a casa con ese dinero, su madre la habría besado, su padre le diría lo orgulloso que estaba de ella y comprarían lo necesario para una cena humilde, pero deliciosa y hecha con amor. Su tío no valoraba su esfuerzo, todas las horas que tuvo que caminar en busca de runa oportunidad, y luego, lo mucho que se había esforzado al limpiar cada mesa.
—Eso espero, Olivia, porque esta miseria no alcanzará para que vivamos.
—Ven, cariño— le dijo su prima— te serviré de cenar— ella lo agradeció pues estaba realmente hambrienta, lo único que había comido en todo el día había Sido ese pan con la taza de café.
—Gracias, Violeta— le dijo cuando se sentó para comer, después de lavarse las manos, sentía tanta frustración de que su tío no valorara su trabajo, se había quejado del dinero, llamándolo miseria, pero bien se lo había echado al bolsillo del pantalón.