Decisión desesperada
Olivia comenzó el día con mucho ánimo, quería esforzarse porque todo saliera muy bien para ella.
La cafetería estaba siendo muy concurrida desde las primeras horas, y algunos clientes amables le habían dejado pequeñas propinas, Olivia las agradecía y las agradecía y las iba guardando.
Cuando llegó la hora del cierre, junto los billetes de propina y los puso aparte, por dentro de su chaqueta, ayudaría a Violeta a ahorrar para que ambas pudiesen escapar juntas, el sueldo intacto lo metió al bolsillo de su pantalón, se sentía contenta ya que era un poco más del doble de lo que le entregó a su tío el día anterior, rogaba porque el estuviese satisfecho.
Su sorpresa fue espantosa cuando al entregar su sueldo a su tío Leonardo, el miró sus billetes con despreció y descargó en ella una fuerte bofetada que la arrojó al suelo, Olivia sintió como el dolor se expandía por su cara y las lágrimas se acumulaban en sus ojos.
—¡ESTO DEBE SER UN CHISTE, OLIVIA!—le gritó furioso—¡ME DIRÁS QUE ÉSTE ES TU SUELDO DE HOY!
—Si lo es tío, lo juro— se levantó lentamente del suelo— trabajé todo el día, la señora Renata dijo que ese sería mi sueldo diarios.
—¡ESTO NO ALCANZA PARA NADA!—gritó furioso—NI SIQUIERA PARA MIS CHICLES, NI SIQUIERA CUBRIRIA UN ARRIENDO PARA PAGAR LA CAMA DONDE DUERMES O LO QUE COMES.
—Lo siento, tío— dijo nerviosa—¿ Qué se supone que haga?
—¡BUSCA OTRO EMPLEO!— dijo enojado.
—No es nada fácil tío, no tengo experiencia, no me contratan, la señora Renata me dió la oportunidad, le juro tío que me esfuerzo mucho por ese dinero que me pagan, limpió los sueños, atiendo las mesas, las limpio, atiendo las comidas y bebidas, no tengo descanso y. . . me esforcé mucho— dijo con voz temblorosa— nunca. . . nunca he trabajado.
—Eso es evidente, eres una inútil Olivia, este dinero no alcanza para nada— Violeta no estaba en casa y su tía sería incapaz de mover un dedo para ayudarla— mañana buscarás otro trabajo, un lugar dónde te paguen mejor.
—Si tío— dijo dócilmente, sin dejar de temblar en su interior y con la cara aún escociendo de dolor.
—Ahora, vete de mi presencia— dobló los billetes y los metió a su bolsillo— Violeta dejó tu comida servida. Come algo, a ver si así tienes más fuerzas para trabajar.
—Si tío— dijo conteniendo las lágrimas y mirando a su tía Leonor, quién la vio con burla y luego apartó su mirada de ella.
Aquella noche, mientras estaba bajo sus sábanas, lloraba amargamente y con desconsuelo por la vida que estaba llevándo, no se parecía en nada a la vida que había soñado hacía un par de meses atrás, todo estaba perdido y rogaba internamente por una escapatoria a todo aquello.
Se había quedado dormida cuando escuchó una pelea, los gritos de su tío llegaban a su habitación, nuevamente estaba discutiendo con Violeta, quién lloraba y le pedía que entendiera que aquella noche le había ido mal, pero su tío se negaba a entender y escucho dos fuertes golpes, estaba por salir de la habitación cuando sintió los fuertes pasos de su tío, que pasaba frente al cuarto. Se mantuvo quieta por al menos diez minutos y luego salió en dirección a la habitación de Violeta, la encontró llorando débilmente, su corazón se encogió de tristeza, sin entender porque ellas estaban pasando por todo aquello.
—Hola, cariño— Violeta se secó las lágrimas— dejé tu comida en la cocina. ¿Cenaste?
—Si lo hice, muchas gracias.
—Me alegra— sonrió débilmente— ¿cómo te fue hoy en la cafetería?
—Yo pensé que me había ido bien hasta que llegue a casa, hoy traje más del doble y aún así, me golpeó— suspiró— dijo que no alcanza ni para sus chicles, el tío es una persona horrible.
—La vida es horrible— dijo con una sonrisa temblorosa.
—No, No Violeta.
—Al menos lo es la única vida que yo conozco. Meteré a la cama, estoy cansada.
—Me gustaría dormir contigo hoy— fue una frase, más bien una petición.
—Hay suficiente espacio para las dos— sonrió y me hará bien un poco de compañía.
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Los días siguientes no mejoraron, Violeta trajo más dinero a casa, pero ella no conseguía un nuevo empleo, y menos uno que le pagará mejor que la señora Renata. Aún recordaba el día en que había ido hasta allá para disculparse por no poder seguir trabajando.
Renata le había dicho que ella era una buena trabajadora y que si el problema era el sueldo, en cuanto tuviese más experiencia podrían llegar a un acuerdo. Lo intentó durante una semana, pero siguió recibiendo golpes de parte de su tío, cada noche al llegar a casa, él nunca estaba contento con el dinero que ella llevaba, y eso la hacía sentir cada vez más frustrada, así que unos días después había decidido abandonar el puesto en la cafetería para buscar algo más en dónde pudiese recibir más dinero, pero aquello no había sido lo mejor, Su tío había enfurecido gradualmente, a medida de que pasaban los días y no conseguía nada más, ya no sabía qué hacer e internamente solo lloraba por lo infeliz que era, ¿cómo era posible ser tan desdichada solo con dieciocho años? toda su desgracia comenzó justo cuando alcanzó la mayoría de edad, deseo poder echar el tiempo atrás y no permitir que sus padres fuesen en ese viaje, ella los habría abrazado, y les hubiese asegurado que allí había todo lo necesario para poder tener su gran fiesta.
Llegó a casa con miedo a entrar, no quería otra reacción explosiva de parte de su tío, o la mirada de burla de parte de su tía, aún no entendía como Leonor podía mantenerse inmóvil e inmutable ante el maltrato que su esposo les daba, si bien era cierto que ella era solo su sobrina política, era una mujer, ella debió apoyarla frente al maltrato machista de Leonardo, tampoco era menos cierto que Violeta era su hija, algo debía sentir por ella. . . pero aparentemente no era nada bueno, ya que mientras el padre la golpeaba, ella permanecía inmóvil.
En cuanto abrió la puerta tuvo el deseo de correr en dirección a su habitación, cerrar la puerta con el pestillo y no salir de allí jamás, pero la voz de aquel hombre la detuvo.
—Olivia.
—Si, tío— dijo caminando hasta él.
—Dame buenas noticias, hermosa— le sonrió, mostrando esa enorme hilera de dientes— ¿ cuánto tienes para mí, hoy?
—Yo. . .
—¿Tú. . . ?
—Lo siento, tío. No pude encontrar nada, nadie me da la oportunidad de trabajar y. . . — se detuvo de inmediato cuando lo vio levantarse rápidamente de la silla y caminar hasta ella, la tomó del cabello con fuerza, tanto que Olivia sintió que la elevaba del suelo unos centímetros, apretó la boca y los ojos con fuerza para evitar llorar.
—Por favor, por favor tío, me duele, me duele demasiado. . . por favor— sollozó débilmente.
—Hoy no comerás nada— le dijo acercando su rostro a ella.
—Pero tío, ayer. . . tampoco comí, tengo demasiada hambre— dijo llorando, pensando que lo poco que había logrado ahora en su trabajo con la señora Renata, ya lo había gastado, alimentándose un poco durante aquellos días en los que caminaba desde que salía el sol, hasta que se ocultaba, buscando y suplicando trabajo.
—Me importa muy poco cuánta hambre tengas, no trajiste dinero a casa, no hay comida, agradece que te dejo dormir bajo mi techo, que enorme estorbo resultaste ser, tan bonita y tan inútil— la arrojó con fuerza contra la pared, la debilitada Olivia, sintió como el aire abandonaba sus pulmones— Ahora vete, apartate de mi vista antes de que. . .—elevó su mano como si fuese a golpearla y ella se encogió esperando la bofetada, cuándo no la recibió, entonces con dificultad se alejó, sintiendo como poco a poco, volvía a respirar con normalidad.
Contuvo las lágrimas, realmente estaba muy hambrienta. En cuánto llegó a su habitación se percató que la puerta de la habitación de Violeta estaba entreabierta, fue hasta allí y llamó suavemente, un par de segundos después Violeta le abrió.
—Hola, Olivia— le sonrió.
—Hola, Violeta— la observó de pies a cabeza— ¿puedo pasar?
—Claro, cariño. Adelante— abrió la puerta para que ella pasara, así lo hizo, se sentó en la cama mientras observaba como su prima se retocaba en el espejo. Era muy hermosa, tenía el cuerpo lleno de curvas, una espesa melena rubia, que brillaba como el oro, ojos verdes, profundos. . . aunque tristes— en la cocina he dejado tu cena— Olivia quiso llorar.
—El tío dijo que hoy no podré comer— Violeta se giró hacia ella y la miró frunciendo el ceño— no pude encontrar nada hoy.
—Te lo dije cariño, no es facil— suspiró.
—Además, el tío dice que si no encuentro algo. . . tendré que ir a dormir a la calle— sus ojos se llenaron de lágrimas— Te lo tanta hambre Violeta.
—Iré a hablar con mi padre. ¿cómo tendrás fuerza para trabajar si no te alimentas? No puede mantenerte sin comer, va a matarte de inanición, además la comida se compra con mi dinero.
—No lo hagas— le rogó— capaz y enfurece y termina golpeándonos a las dos. Yo. . .— desvío la mirada— quizás pueda comer mañana— sus ojos se llenaron de tristeza y las lágrimas fluyeron libres. Violeta, se acercó.con los ojos brillando de lágrimas.
—Te prometí que te protegería, te he fallado Olivia, no puedo protegerme ni a mí misma— su labio inferior tembló— cuando mi padre te trajo a casa, pensé que te trataría diferente. No sabes cuánto lo siento, que todo ésto esté pasando.
—No te preocupes Violeta, tú eres buena, y no tienes la culpa de nada.
—Olivia, quizás podría darte un poco de dinero para que te escapes ahora y comas fuera.
—Es peligroso, el podría verme.
—Tambien podrías esperarme despierta, o yo te despertaré cuándo llegue de trabajar, te traeré comida, lo juro— Olivia sintió el ardor en su estómago, miró a su prima intensamente y le dijo;
—Llévame Violeta, iré a trabajar contigo— acababa de tomar una decisión desesperada.
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