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Capítulo 7

La pregunta me pareció extraña. Está claro que no tengo estatus para prohibir o permitir nada aquí. ¿Y qué significa ai nu lun? ¿Es algo que no está en nuestro idioma? Por alguna razón no lo entendía. Así que asentí inmediatamente y formulé una pregunta:

- ¿Qué significa esta dirección?

Baoshan se sentó a mi lado, cogió un pan plano y lo partió por la mitad. Me dio la mitad a mí y añadió un trozo de carne.

- Ai nu lun es el elegido del señor. Viene de tiempos antiguos, cuando los dragones eran los amos de todo este mundo, querida. Su mujer, que siempre estará ahí y calentará con su calor en cualquier mal tiempo. Le complacerá en cualquier momento. Dirá que sí, aunque él piense que no.

Se me helaron los dedos. Aunque la redacción era bastante suave, no era difícil de entender, aquí yo era una concubina. Bueno, si no peor. Quién sabe qué costumbres y reglas tienen aquí.

Nunca habíamos visto mujeres dragón y no sabíamos nada de sus costumbres familiares. Nuestras hijas sólo se fueron como tributo al dragón, eso es todo lo que sé. Ese fue el final de todo nuestro conocimiento. Ahora era la oportunidad de aprender más, y valía la pena aprovecharla. Pero mis pensamientos eran confusos y no conseguía ordenarlos.

Suspiré y empecé a comer. De repente estaba delicioso, a pesar de que la comida era sencilla y sin florituras. Era igual que la nuestra, pero sabía mucho mejor.

- Tenéis buenos cocineros", murmuré.

Baoshan me miró sorprendido y luego sonrió:

- Me alegro de que te guste. A todas las mujeres se nos da bien.

"¿Y para qué más eres buena si vas por ahí con esas pintas?". - pensé, pero no lo dije en voz alta. Aun así, hay que guardarse algunas cosas. Nunca se sabe...

Estuvimos un rato en silencio, ocupándonos de la comida. Cuando por fin me sentí lleno, miré a Baoshan:

- Dime, ¿cómo vives? ¿Qué necesito saber?

- Lo sabrás todo", dijo una voz masculina ronca que me hizo sentir escalofríos.

Levanté la cabeza y miré hacia la entrada, luego me encontré con la mirada de los ojos negros del señor... Su señor y... ahora el mío.

Estaba de espaldas a la pared y con los brazos cruzados sobre el pecho. Esta vez llevaba una capa de tela metálica oscura, pero aun así no ocultaba su imponente figura, ni sus brazos desnudamente musculosos, ni su aspecto seguro de sí mismo.

- Debo ir urgentemente a la cocina, mi señor -dijo de pronto Baoshan apresuradamente y se levantó con rapidez-. - Voy a comprobar los preparativos para la celebración de usted y ai nyu lun.

Asintió sin dejar de mirarme.

Había una sensación de poder y magia en él que me hizo desear caer de rodillas e inclinar la cabeza. Y esperar, congelada, a que decidiera que estaba bien dejarme mirarle.

Baoshan salió de la habitación como una sombra incorpórea, dejándonos solos. Se me aceleró el corazón y agarré la tela de la falda, pero no miré hacia abajo. No, no iba a rendirme tan fácilmente, aunque aquí sólo fuera una prisionera.

El dragón me miró de pies a cabeza. Sus ojos seguían siendo fríos e impenetrables, pero sus labios bellamente contorneados se estiraron en una sonrisa de satisfacción.

- No me mires como si fuera un monstruo, ai nu lun. Y ese collar también te queda bien.

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