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Capítulo 4 Nada tiene sentido.

Laura:

No entiendo como no puedo mantener mi boca cerrada, sé que este loco vampiro tiene un tipo de obsesión conmigo, pero simplemente no me sale más que sentir repulsión por él , no es feo si vamos al caso, es bien parecido, pero aun así, sus manos frías me provocan querer alejarme, como si un instinto primitivo dentro mío me avisara que él representa el peligro, algo que tampoco entiendo, los brujos y vampiros se llevan bien, siempre tienen alianzas, confianza y demás, pero yo no siento eso, cada vez que estoy cerca de Víctor u otro vampiro solo quiero arrancarle la cabeza, ¡como si eso fuera posible!, quizás si supiera más conjuros podría hacerlo, pero no así, no ahora, lo único especial que ahí en mi es mi rápida sanción, pero nada más.

A pesar de que hice todo lo posible por alejarme de sus manos, él finalmente me paralizo con su mirada, hubiera preferido que me dejara inconsciente con algún golpe, pero no paso, solo se aseguró de que no pudiera mover ninguna parte de mi cuerpo, pero que si sea consiente de todo lo que me hacía, durante toda la noche fui prisionera de mi propio cuerpo, mientras él lo tomaba una y otra vez a su gusto y antojo, no sé qué me causo más asco, si tenerlo dentro mío o que me mordiera y bebiera mi sangre, aunque si debo ser honesta, lo que siento en este momento es asco, y lo que sentí en el callejón fue dolor, aunque ambos monstruos hicieron lo mismo, tomaron mi cuerpo, rompieron mi alma, solo queda mi corazón latiendo, como si sobre mi pesara una maldición que me impidiera morir, como es mi deseo.

Cuando por fin me deja y me quita la maldita parálisis a la que me había inducido, quise irme, pero mi infierno estaba lejos de terminar.

— Laura, mi dulce niña, ¿a dónde crees que vas? — Su rostro mostraba lo divertido que le resultaba mi dolor y yo solo queria ducharme, quitarme la sangre seca de mi lucha y limpiar la evidencia que hay entre mis piernas de que hoy mi inocencia fue masacrada sin piedad, estoy segura de que, si fuera una humana, ya estaría muerta.

— A mi casa, ¿a dónde más? — sabía que no era bueno hacerlo enojar, pero ya no me importaba, solo quería salir de este maldito lugar, prefería mil veces los golpes de mis padres y hermanos antes que dejar que me volviera a tocar.

— ¿Y tú crees que dejare que te marches ahora que probé que tan exquisita eres? Ahora que sé que solo has sido mía — Sus ojos resplandecían de deseo y por muy retorcido que suene, estoy tentada a decirle que gracias a él y su estúpido poder de congelar mi cuerpo, otro tomo lo que él tanto deseaba, pero eso sería solo humillarme aún más, maldito vampiro loco, esta tan cegado con su obsesión por mí que ni siquiera se dio cuenta de ello.

— Mis padres vendrán por mí, este no era el trato y lo sabes. — Mis nervios eran reflejados en mi voz, ellos vendrían ¿verdad? Les hago ganar mucho dinero, me necesitan por lo menos para eso.

— Pequeña, solo te iras de aquí si tu familia puede derrotarme en la jaula, ahora eres mía.

Estaba perdida, esto era todo, ellos jamás enfrentarían a Víctor, no por mí, yo no significaba nada. Estoy sola.

Con el paso de los días, descubrí que algo podía dejar cicatrices en mi cuerpo, y ese algo eran las marcas de los colmillos de Víctor, mis muñecas ya no volverían a ser las mismas, pero ¿a quién engaño? Yo tampoco volvería a ser la misma, mi cuerpo se curaba rápido, si, era verdad, aun con las cicatrices que cubrían mi espalda por los latigazos que me dieron de niña mis progenitores, pero mi alma estaba peor, esa estaba dañada, ahora y para siempre y todo por el deseo de diversión de un maldito lobo, Ciro, Ciro, Ciro, es lo único que mi mente repite, cada vez que Víctor me toca, la cara del maldito Alpha viene a mi mente, todo es por su culpa, creí que no podía odiar a nadie más que a mis padres y Víctor, pero me equivoque, Ciro es el culpable de mi desgracia, gracias a él quede a merced del otro Alpha… Risto, si, él también está en mi lista, un día, lo juro, un día, me vengare de todos ellos.

Una semana paso y con ella las esperanzas de que mi familia me saque de este lugar, tampoco tenía posibilidad de escapar, a pesar de que nadie cuidaba este lugar, y es que el dueño es ¡Víctor!, él no necesita que lo cuiden, solo me inducia a un estado de inmovilidad cada vez que salía, y con eso se aseguraba de que no hiciera nada estúpido, como acabar con mi vida, pero también me dejaba a merced de cualquiera que viniera a este lugar, como en este momento, alguien entro en la gran casa, a pesar de no poder verlo u oírlo, lo sentía, cada nervio de mi cuerpo sentía una presencia y eso me altera aún más, solo me había sentido así cuando escuche la voz de Risto, pero no era él quien ingreso, mi corazón se aceleraba a cada segundo, mientras al fin un olor dulce a algodón de azúcar y goma de mascar llena mis fosas nasales.

— ¿Quién eres? — pregunto con voz profunda haciendo temblar cada uno de mis huesos.

Ante mí se dejó ver un hombre, no aparentaba más de 25 años, alto de cabello corto y negro como la misma noche, sus ojos de un color café y su piel pálida me hacían saber que era un vampiro, pero por alguna extraña razón, no sentía miedo o repulsión, sino… tranquilidad, su presencia aliviaba mi pena, calmaba mi corazón y eso me confundía.

— Estas bajo la parálisis de Víctor.

Dijo lo obvio mientras caminaba a mí alrededor, como quien observa una obra de arte, quería seguirlo con la mirada, pero no podía, mi corazón latía cada vez más rápido, casi causando dolor, hasta que se colocó en frente de mí, a escasos centímetros, entonces coloco su mano en mi vientre.

— ¿Loba? — ¿He? ¿Dónde hay una loba?, de qué demonios hablaba.

— Es imposible… ¡MALDICION!

Si no hubiera estado inmóvil estoy segura de que hubiera brincado, me miraba con sorpresa y de pronto sus ojos se dirigieron a mis muñecas, se lo que veía, las marcas de los colmillos de Víctor, esos que le hacían saber a los demás que yo le pertenecía, aunque era claro que yo no sentía lo mismo, sentí vergüenza, me sentía sucia.

Cuando el joven y apuesto vampiro levanto sus ojos y conecto con los míos, estos ya no eran color café, eran rojos escarlata, podría jurar que veía fuego en ellos, y de pronto tuve de nuevo el control de mi cuerpo, lo que provocó que me tambaleara hacia adelante, ya que hacía varias horas que estaba inmóvil. Cuando él me sujeto sentí una corriente recorrer mi vientre, esto era imposible, tenía vergüenza de mirar sus ojos, me sentía sucia, no quería que me viera, aunque no debería importarme lo que un vampiro piense de mí, aun así, quería correr, desaparecer y nunca más volver a verlo.

— Mírame. — Su voz sonaba calmada y dulce, pero aun así no quería hacerlo, sentía vergüenza y mis ojos comenzaron a derramar lágrimas silenciosas. — Dije que me mires… no te juzgare. — y esas palabras las sentí tan honestas, fue como si acariciara mi alma, entonces lentamente levante mi rostro hasta que fije mis ojos en esos iris rojos que poco a poco se fueron volviendo café oscuro. — Todo estará bien, confía en mí. Te daré este anillo, nunca, escucha bien, nunca, jamás te lo quites, solo así podre protegerte, mientras lo tengas, nadie, ni brujo, ni vampiro, ni ningún otro ser místico podrá jugar con tu mente, no tendrán poderes sobre ti, ahora eres libre, vete, yo te encontrare. — sé que debería estar corriendo lo más rápido que pudiera, pero no podía dejar de mirarlo, no quería dejar de verlo.

— ¿Quién eres? ¿Por qué me ayudas? — Como estúpida repetí su pregunta, la primera que hizo cuando me vio.

— Seremos familia, llevas a mi pareja en tu vientre. — mi piel se eriza, el aire se queda estancado en mis pulmones, estoy a punto de perder la conciencia, es lo que más deseo.

— No. — su voz cargada de autoridad me obliga a regresar y no caer en esa cómoda y maravillosa oscuridad que deseo que me abrace y me lleve, para nunca regresar. — Se lo que piensas, no es de Víctor. — informa como si eso quitara el pesar que siento al saber que estoy embarazada. — Veo que nunca tuviste intención de gestar, aun así, no te desharás de mi pareja, la he esperado por mil años.

— Pero… — su pareja, ¡su pareja! ¿y la mía? ¿me querrá después de esto? ¿Quién piensa en mí?

— Juro protegerte, seré tu aliado, nadie volverá a herirte, pero debes cuidar a mi pareja… por favor. — solo su suplica trae un poco de cordura a mi mente, no puedo deshacerme de este bebé, no es solo porque es mío, es porque yo no seré como los monstruos que tengo de padres, no desquitare mi frustración y dolor en un hijo que nada tiene que ver con la atrocidad que me han hecho, además, ella ya tiene un compañero, ella vivirá la felicidad que yo no pude tener.

— Lo haré, la cuidare. — susurro, pero él me escucha, tanto, como para dejar ver una bella sonrisa.

— Sobrino, veo que conociste a tu futura tía.

Y eso fue todo, mi corazón se comprimió con miedo y repulsión y no entendía porque dolía tanto, ni siquiera sabía el nombre de este vampiro, pero saber que era el príncipe de su raza y peor aún, que era familia del bastardo que tanto me daño, basto para que saliera corriendo lejos de aquel lugar, y si bien Víctor quiso detenerme, no pudo. Solo fui testigo de cómo ese joven emitía un ruido espeluznante desde lo profundo de su pecho, mientras sus colmillos quedaban expuestos, no me quede a ver qué era lo que sucedería a continuación, mientras corría por las calles como jamás lo había hecho, fui consiente que mi olor era distinto, olía a bosque, coco, manzana y vainilla, era un aroma diferente al que tenía antes que solo era manzana, vainilla y coco, ahora se sumaba el olor a bosque, y me gustaría pensar que eso se debe a que gracias al anillo que ese vampiro me coloco por fin el hechizo de localización que mis padres tenían sobre mí se había roto, él dijo que este anillo me protegería de los poderes de los brujos y vampiros ¿verdad?. Eso quería decir que por fin podría ser libre, pero ¿podía confiar en él? Mi corazón y alma decían que sí, mi mente… que era una idiota, ¿Qué destino le esperaba a mi hija a su lado? Mi hija, mi mente procesa eso, ¿será bruja o loba? ese vampiro la cuidará ¿verdad? mi bebé si podrá tener la felicidad que yo no, ¿o solo es un truco? ¿estoy embarazada o ese vampiro me engaño? Tantas preguntas de las cuales sé que tardare en saber las respuestas.

Esa noche corrí, corrí como nunca antes lo había hecho, creyendo que podría huir de todos, mi familia, Víctor, el dolor, la vergüenza… pero era imposible, porque uno no puede escapar de sus recuerdos, no puedes huir de tu dolor, sin importar cuanto corras, cada paso que daba, mi mente me mostraba como Víctor había mancillado mi cuerpo, como sus colmillos habían marcado mis muñecas, y eso llevaba a que recordara los golpes de Ciro, y como el maldito de Risto había tomado lo que tanto guarde para mi compañero, como sonrió con satisfacción al verme tirada, lo peor fue recordar como Dima y Baltazar caían una y otra vez, tratando de salvarme ¿y ahora? ni siquiera sé si están vivos, Diosa Luna ¿por qué has abandonado a tu hija?

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