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5

ANABELLA

Cuando llegamos al hotel en donde se estaban hospedando mis padres nos bajamos del coche. Me había puesto un vestido holgado de tela fina y unos zapatos estilo militar. Tenía poquitas semanas así que mi panza aún no se notaba nada de nada. A veces me sentía mareada y con náuseas, era lo que no me gustaba. Pero luego recordaba que llevaba a un bebé creciente en mi vientre y me daba calor para soportar lo que sea.

Henry salió y se posicionó a mi lado, tomándome de la mano.

—¿Estas lista? —me preguntó.

—¿Estas listo tú? —le miré.

—Eso creo.

Yo conocía muy bien a mis padres, por mi no me preocupaba sino por Henry, no sabía cómo reaccionarían ante eso. No sabía si me apoyarían o simplemente se irían sin decir nada como siempre. Los dos avanzamos hasta llegar al living.

—Buenos días, estoy buscando la habitación de Luka Scott —le di el nombre de mi padre a la recepcionista.

—Permítame un momento —buscó en su computador.

—Habitación trescientos ocho.

—Gracias.

Henry y yo buscamos el ascensor y nos adentramos. Henry no se notaba nervioso, quizás porque era bastante seguro de sí mismo. Tenía ilusión de ver a mis padres, si, hacía muchos meses que no los veía. Ni a mi hermanita Kara. Cuando las puertas se abren salimos en busca de la habitación, cuando damos con ella nos detenemos en frente.

—Tengo que decirte algo antes —me dijo así que lo miré— Conocí a tus padres cuando fui a buscarte donde ellos, empezando las vacaciones, pensé que estarías ahí. Creo que empezamos con mal pie. Ellos parecían desconcertados porque no sabía lo que estaba pasando así que... cualquier cosa ya sabes.

—¿Fuiste hasta allá?

—Claro, por ti iría hasta el fin del mundo.

Le sonreí. Henry tan cursi.

—Acabemos con esto de una vez.

Toqué el timbre, esperando que alguien abriera. Para mi sorpresa fue mi hermana Kara. Ella llevaba unos audífonos en su cuello, usaba sus típicos lentes. Se sorprendió cuando me vio, pero tampoco se lanzó a abrazarme.

—¡Ana! —exclamó— Volviste.

—Lo hice. ¿Y mis padres?

Escuchaba un cuchicheo a lo lejos, como si ellos estuviesen hablando pero conversaciones diferentes.

—Pasen, están en la sala.

Nos adentramos mientras Kara cerraba la puerta.

—Te recuerdo —le dijo Kara a Henry— Eres quien llegó hace unos meses a casa, parecías loco buscando a Anabella. Me da gusto saber que la encontraste. —palmeó el brazo de Henry.

—Gracias, niña—le contestó el.

—Me llamó Kara —nos dio una última mirada para después ponerse sus audífonos y buscar su habitación.

—Así es Kara —sonreí de boca cerrada.

—¿Kara quien era? —escuché la voz de mamá por el pasillo, después apareció frente a mi, venía con su teléfono celular, pero cuando me vio se detuvo en seco.

—¡Anabella! —se lanzó a abrazarme— ¿Donde estuviste? Estábamos muy preocupados por ti —se quitó y me inspeccionó.

—¿Quién es? —ahora papá apareció con nosotros y también se quedó medio estático. —Anabella, ¿donde estabas?

—También me da gusto verte, papá.

—Me da gusto saber que estás bien, es solo que no entiendo nada de lo que pasa.

—Tranquilos, les explicaré un poco... por cierto, el es Henry Meal —los presenté.

—Nos acordamos de ti —habló mi madre—Fuiste a casa hace un tiempo.

—A hacer un escándalo —continuó papá.

—Eh... sí, ese soy yo. Lo siento, en ese momento estaba un poco... desesperado.

—Pues se notaba —añadió mi padre— Soy Luka Scott, el padre de Anabella —le estrechó la mano, así que Henry también la estrechó.

—Henry Meal.

—Henry Meal... tu nombre me suena —dijo mi madre.

—Claro, eres un abogado muy famoso —añadió mi padre.

—Eso creo.

—Bueno, ¿por qué no vamos mejor a la sala? Hay mucho de que hablar. —les propuse.

—Está bien.

Todos avanzamos a la sala y nos sentamos en el sofá.

—¿Quieren algo de tomar? —inquirió mi madre—¿Quizás un vino para todos?

—Yo no... prefiero un refresco —le dije, no podía tomar en mis condiciones.

Mamá me miró mal.

—Bien, veré qué traigo. —se fue para la cocina.

—¿Por que siento que lo que nos dirán nos sorprenderá? —papá cruzó su pierna y nos miró expectantes— El hecho de saber que no te casaste con Noel, Anabella, me dice mucho. ¿Qué pasó entre ustedes? Eran novios de años. Siempre estaban juntos.

Me sentí un poco incómoda que mi padre hablara así en presencia de Henry.

—Los sentimientos cambian —respondí— No elegimos de quien nos enamoramos, papá.

—Para serte sincero no me caía muy bien, Noel, creo que siempre tuvo una oscuridad dentro de él que quiso ocultar.

—Traje algo de tomar —mamá volvió con una charola— Vino para nosotros y refresco de melón para Anabella.

Henry tomó su copa de vino, papá tomó su copa de vino y yo tomé mi vaso de jugo.

—Gracias, má.

Mamá ahora se sentó a la par de papá tomando su copa de vino también.

—¿Y bien? ¿De qué hablan?

—Estamos aquí para hablar de la relación que tengo con Anabella —hasta ahora habló Henry.

—¿Qué tipo de relación? —quiso saber papá.

—Es algo muy serio, formalizaremos muy pronto —me tomó de la mano.

—Vaya, Anabella ha estado muy cotizada últimamente—comentó mamá. Rodé los ojos ante su comentario—Prosigue.

—Como les decía... nos casaremos pronto, en un mes quizás.

Miré a Henry, no me había dicho nada de eso. ¿Pensaba hacer planes de boda sin antes proponérmelo? Típico de él. Pero tendrá que olvidarse de esos malos hábitos pronto, yo me encargaré de eso.

—Esperamos esa invitación pronto entonces —sonrió mi madre.

—Ustedes no necesitan invitación, son los padres de la mujer que más amo en esta vida.

—¿Estas aquí para pedirnos permiso de casarte con ella? —inquirió papá.

—También eso —contestó Henry.

Tomé de mi refresco aprovechando que estaba frío.

—Pero esa no es la única noticia —añadió. Miré a Henry, ¿acaso le dirá que...?

—Señor y señora Scott, tengo el enorme placer de anunciarles que serán abuelos.

Casi me atraganto con el refresco al escuchar a Henry soltar la bomba así como así.

—¿¡Qué?! —cuestionaron mis padres al unísono.

—Eso. Anabella está embarazada.

—¿Anabella? —mamá me miró la panza.

—¿Embarazada? —siguió papá.

—¡Seré tía! —Kara apareció por el pasillo. Al parecer estaba chismeando como siempre. Me llevé una mano a la sien y me la sobé.

—Kara, ¿estabas espiando de nuevo? —mamá la regañó.

—¿Es niño o niña? —me preguntó Kara— Espero que sea niña para no sentirme tan sola en casa.

—Kara, ve a tu habitación —la regañó mamá.

Kara bufó pero hizo caso y se fue renegando.

—Anabella, —mamá me miró. Papá se miraba pensativo— ¿Desde hace cuanto?

—Dos semanas y media —respondí. Sabía que ella tenía dudas, hasta hace poco estuve a punto de casarme con Noel así que era obvio— No te preocupes, mamá, el bebé es de Henry, Noel y yo... desde hace semanas... no... —se me hacía tan difícil hablar de esto con ellos.

—¡Por Dios! —papá se puso de pie— No quiero oír eso.

—¿Qué te pasó? —mamá frunció el ceño— Tú no eras así. Te imaginas si no supieras quien es el padre.

—¡Marlene, calla! —espetó papá. Esto era muy difícil para mi.

—Sabemos que es difícil de asimilar pero... pasaron tantas cosas entre nosotros que sí les explicamos desde un inicio no nos entenderían. Además de que no terminaríamos.

—Tenemos mucho tiempo —papá se volvió a sentar—Quiero escuchar esa historia, solo así entenderé.

Miré a Henry, no teníamos más opción que hacerlo. Así que le contamos todo desde un inicio, cómo nos conocimos, cuando trabajé con el, que estuvo casado, que se enamoró perdidamente de mi y por eso se divorció. Les conté las dudas que tenía sobre Noel y Henry, lo confundida que estaba en ese tiempo. Les conté la vez que encontré a Noel besándose con otra lo que me llevó a terminar con el y darme una oportunidad con Henry. Incluso les contamos lo de Taylor y los asesinatos. Mis papás estaban boquiabiertos escuchando todo. Parecía todo producto de una película o algún libro de drama. Hasta que llegamos a la parte de la separación, el supuesto hijo de Henry, el secuestro, las amenazas, los pleitos, los problemas etc. Todo es un caos.

—¿Todo eso pasaste aquí? —papá se levantó y se sentó a la par mía. Asentí—Mi chiquita, lo siento tanto —me abrazó—Ahora te entiendo mejor, gracias, Henry, por cuidarla todo este tiempo.

—No hay de que. Anabella es mi vida.

—Todo me tomó por sorpresa —dijo mi madre— Ana, no sabía nada de esto. Además ni siquiera nos llamas. Ni una sola llamada.

—No quería molestarlos con mis cosas. Suficiente tienen con Kara.

—Yo casi no doy problemas —apareció de nuevo mi hermana— Mis padres están pensando en rentar una casa cerca de aquí para estar más cerca de ti. Dime, ¿cómo son las escuelas de California?

Miré a mamá con total asombro.

—¿De verdad?

Mamá asintió.

—Te hemos dejado sola mucho tiempo, Anabella, ahora nos toca estar cerca de ti. Y nos necesitarás más ahora que llevas a un pequeño ser en tu vientre.

Abracé a papá.

Hace mucho que no sentía que éramos una familia. Sentía que todo se acomodaba poco a poco. Abracé a Henry también, porque era parte de mi familia y más: era mi vida entera.

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