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1

ANABELLA

Planeé demasiadas cosas para mi futuro, planeé muchas cosas: me miraba viajando, graduándome de psicóloga, haciendo todo lo que siempre quise hacer: divertirme. Pero ahora que estoy sentada en este sofá, con el vestido de novia puesto, totalmente shockeada me siento... diferente. Diferente en el sentido en que llevo una nueva vida dentro de mi: un bebé de Henry. Me llevé la mano al vientre, preguntándome cómo pasó esto y por qué. Estoy embarazada de mi jefe. Bueno, de quién era mi jefe. En este momento pasan demasiadas cosas por mi cabeza, como por ejemplo: hasta hace unos meses pensé que Henry tendría un bebé con su ex pero ¿si ese bebé en realidad hubiera sido suyo? Siendo sincera no me hubiera gustado estar embarazada y menos de Henry porque tendría dos bebes casi al mismo tiempo y eso sería terrible. Para mi. Para el. Para los bebés. Pero por esa parte estoy tranquila, Henry no es el padre del hijo de Milena, pero sí es el padre del mío. Mis manos me tiemblan, me hago tantas preguntas como ¿seré una buena madre? ¿Qué pasará en el parto? ¿Podré ser tan fuerte como para tenerlo? ¿Qué pasará entre Henry y yo ahora? ¿Cómo haré con la universidad? ¿Me aceptarán embarazada? Son tantas preguntas sin respuestas.

—¿Ana? —Henry aparece junto a mi y se sienta a mi lado— ¿Estás bien?

Lo miré.

—¿Crees que estoy bien? —tragué grueso— Henry, estoy embarazada, ¿sabes qué significa eso?

—Sí, que tendremos un bebé —sonrió. Fruncí el ceño ante su actitud. Henry no se miraba asustado o shockeado como yo sino todo lo contrario, el se miraba feliz. —Ahora sabes que el hijo de Milena no es mío y que no pasó nada entre ella y yo. Sabes que desde que estoy contigo solo tengo ojos para ti. Nada nos impide que estemos juntos.

Y tenía razón. Ahora nada nos impedía que estemos juntos, sin embargo pensé en Noel y en la burla que le hice. ¿Qué estará pasando?

MAYRA

—Mayra, ¿en donde está Anabella? —Noel estaba hecho una furia, preguntándole a cada invitado por Anabella. Esto estaba muy mal. Gilberto y yo intentamos calmarlo pero no funcionaba. Noel estaba fuera de sí. Era un caos todo aquí. La madre de Anabella estaba un poco preocupada, si no conociera al señor Meal pensaría que habían secuestrado a Anabella o algo por el estilo. Pero lo conocía bien y sabía que él había tenido algo que ver con que Anabella no estuviera presente en su boda. Sinceramente pensé que no llegaría a tanto. Noel nos gritó a todos que nos fuéramos, tomó una botella de vino y se sentó en el altar a esperarla.

Nada podíamos hacer por el.

Así que tomé de la mano a Gilberto y salimos de ahí.

ANABELLA

Me puse de pie y me llevé una mano a la cabeza.

—Henry, Noel estará devastado. Lo dejé plantado en el altar. Tengo que ir a hablar con él —le dije, quizás reaccione y me dejé ir al fin.

Él se puso de pie y se dirigió hacia mi.

—Ana, sé que no te casarás con el ahora que sabes que tendrás un hijo mío. Y tampoco lo permitiré. Se que me amas y que quieres estar conmigo tanto como yo quiero estarlo contigo. —tomó mis manos y las besó— Esta es nuestra oportunidad, no esperemos que sea demasiado tarde para decidir a estar juntos.

Él seguía teniendo razón, y yo quería estar con él, me moría por estarlo. Es solo que me preocupaba Noel, me preocupaba que me odiara y que se decepcionara de mi. Porque sé que cuando se entere de que estoy embarazada me odiará y me tachará de infiel y es lo que menos quiero. Aunque estuve con Henry cuando Noel y yo estábamos distanciados. No sé qué hacer.

—Henry, yo...

—Anabella, ¿quieres estar conmigo? Si es así podemos con todo. Juntos. No amas a Noel y no puedes lastimarlo de esta forma, estando con el físicamente pero emocionalmente no. Es mejor cortar de una vez en vez de darle falsas esperanzas.

Suspiré profundo y asentí.

—Tienes razón. Hablaré con él.

—Confío en ti. Luego de eso pasaremos por un ginecólogo para que llevemos un control del bebé —dijo— Quiero que estes sana —se inclinó y me besó en los labios—Te amo. Me siento feliz por esto, que estes conmigo —ahora me tocó la panza— Y que lleves a mi hijo aquí dentro. Te confieso que siempre quise ser padre... pero de la mujer que amo.

Le sonreí.

Henry a aveces podía ser tan cursi.

—Tengo que buscar a Noel y arreglar esto —le palmeé el brazo.

—Iré contigo.

Lo miré mal.

—Es la única condición que te pondré.

—Está bien.

Henry y yo salimos afuera, en busca del coche. Ahí estaba Jean así que nos montamos en los asientos traseros.

—¿Te sientes bien?

—Me siento nerviosa.

—Tranquila, todo estará bien.

Cuando llegamos al hotel en donde se celebraría la boda me bajé del coche de Henry. No sabía si encontraría a Noel aquí, pero algo me decía que si. Avancé sola hasta el patio trasero, era de noche, sonaba una música suave, todo el lugar estaba destruido, parecía que Noel había sacado su furia con las cosas. A lo lejos, en el altar miré una silueta acostado en una mesa, tenía una botella de vino a la par mientras miraba las estrellas.

Avancé más hasta estar a su lado. No se inmutó cuando supo que era yo.

—Creí que tardarías más tiempo. —murmuró.

—¿A qué te refieres?

—Vienes a decirme que se acabó, ¿no es así?

Me dolía esta situación, Noel se había portado tan bien conmigo, hacía de todo para que estuviéramos bien y que no me faltara nada. Se me salieron unas lágrimas mientras de fondo sonaba the one that got away.

—Noel, lo siento.

—No lo sientas. Sabía que en algún momento pasaría, solo me estaba engañado a mi mismo. Me debo de querer poco para estar en esta situación.

Mordí mi labio inferior para no echarme a llorar aquí mismo.

—Yo te quiero. Muchísimo. Solo que...

—Solo que no me amas. No como a él.

No dije nada.

—¿Hay algo más que tengas que decirme? —inhaló de su cigarro.

¿Estará bien contarle que estoy embarazada?

—No. Lo que venía a decirte ya lo sabes.

—Bien. Puedes irte.

—Noel, no quiero dejarte aquí.

—Si ya me dejaste —insistió. Cada palabra suya me dolía mucho. No quería hacer esto pero Henry tenía razón, no podía estar con alguien a quien no amo, no podía sacrificarme de esa manera. Noel se merecía a alguien que lo amara a como el merece ser amado.

—Sabes a lo que me refiero.

—¿Qué tiene Henry que no tenga yo? —preguntó sin verme, jamás me ha mirado a los ojos en el rato que llevo aquí.

—No se trata de comparaciones, simplemente pasó.

—Maldita sea la hora en que decidiste venir aquí.

—Sabes como es de impredecible el destino.

Asintió con pesadez.

—Vete, Anabella, te están esperando afuera —dio otra calada a su cigarro. No me gustaba verlo así, tan derrotado.

—No quiero irme y dejarte así.

—Déjame solo con mi soledad, ¿quieres? Aprenderé a vivir con esto.

—Sé que lo harás, eres muy fuerte.

—Vete —repitió.

—Lo siento tanto —susurré al viento, para después girarme y caminar por el pasto con las lágrimas cayéndome por las mejillas.

Adiós, Noel, no quise lastimarte.

No fue mi intención.

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